3. Las fuentes y la historia califal de los
orígenes
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Todas las grandes
tradiciones religiosas cuentan con fuentes documentales
escritas,
textos canónicos que se consideran «sagrados», es decir, revelados, o
divinamente inspirados (en otros contextos, las creencias se sacralizan
adjudicándoles
el calificativo de racionales, o «científicas»). Esas escrituras suelen
estar vinculadas,
directa o indirectamente, con el personaje fundador y, en consecuencia,
se
vuelven preceptivas, normativas y obligatorias para los seguidores de
la
respectiva tradición. Lo singular del islamismo estriba en atribuir la
autoría
de su libro sagrado a la deidad en persona.
Las fuentes
autoritativas islámicas se
desarrollaron a lo largo del tiempo de la aparición, expansión y
consolidación
del sistema político islámico, dando lugar a una jerarquía de
autoridades. Las
fuentes primarias son el Corán, las biografías de Mahoma y los relatos
tradicionales del profeta. Y pueden considerarse fuentes secundarias,
derivadas
de las primeras, los comentarios exegéticos y los códigos legales. A la
muerte
del cuarto califa, probablemente aún no existía ninguna de estas
fuentes
escritas, salvo diversos materiales que darían lugar al futuro Corán.
El
Corán (qur'an) fue compilado y puesto por escrito, supuestamente
a
partir de la predicación de Mahoma y con reescrituras califales (entre
el siglo
VII y el siglo X). Constituye el texto fundamental, canónico y sagrado
para
todos los musulmanes.
Junto
con el Corán, el sistema islámico sacraliza la tradición: la zuna
(recientemente el diccionario español ha incorporado sunna).
De ahí procede la denominación de suní que engloba a la
mayoría de los musulmanes. Mientras la minoría chií, que son el partido
(chía) de los seguidores de Alí Ibn Abu
Talib, que comparten el mismo Corán, desarrollaron sus propias
tradiciones.
Segunda
fuente: las biografías de Mahoma
Estas
obras cuentan la vida (sira) del
profeta árabe y, en particular, sus hazañas guerreras. La más
prestigiosa es la
que elaboró Ibn Hisham, según se dice, sobre la base de una obra
anterior de
Ibn Ishaq, desaparecida o destruida. A su vez, se suele atribuir la
transmisión
de muchas tradiciones mediníes sobre Mahoma, recogidas por Ibn Ishaq, a
Ibn Shihab Al-Zuhri
(671-741), pero este no dejó nada
escrito. Todos los textos existentes actualmente son de autores que
narran la
vida de Mahoma en los siglos IX y X, o sea, entre doscientos y
trescientos años
después de su muerte.
– La vida del enviado
de Dios (Sirat
rasul Allah), de Ibn Hisham, o Abu Muhammad Abd Al-Malik Ibn Hisham
(m.
834).
– Libro de la
historia y las campañas (Kitab al-tarij wa
al-maghazi)
y La conquista de Siria (Futuh
al-Sham), de
Al-Waqidi, o Abu Abdullah Muhammad Ibn Omar Al-Waqidi (747-823).
– Libro de las clases
principales (Kitab
al-tabaqat al-kabir), de Ibn Sad, o Muhammad Ibn Sad Ibn Mani
Al-Baghdadi
(784-845).
– Historia de los
enviados y los reyes (Tarij al-rusul wa al-muluk),
de Al-Tabari, o Abu Yafar Muhammad Ibn Yarir Al-Tabari (838-923).
Tercera
fuente: los relatos de la tradición de Mahoma, o hadices
Estos
relatos (ahadith) contienen dichos y hechos atribuidos al
profeta,
recopilados en «los seis libros» o colecciones canónicas para los
suníes, de
las cuales las más prestigiosas son las dos primeras, llamadas
auténticas (sahih).
– El auténtico Al-Bujari (Sahih
Al-Bujari), de Muhammad Ibn
Ismail Al-Bujari (810-870)
– El auténtico Muslim (Sahih Muslim), de Abu Al-Husain
Muslim Ibn Al-Hayyay
(815-875).
– La colección auténtica de
Al-Tirmidi (Yami Al-Sahih),
recopilada por Muhammad Ibn Isa Al-Tirmidi, (824-892).
Algunos
añaden la obra El camino fácil (Al-muwatta), de Malik Ibn Anas (711-795), el
fundador de la escuela malikí, en Medina. Este libro contiene 1.720
hadices y,
datado hacia 780, sería la compilación más antigua de hadices sobre
leyes.
Se
podría agregar también El libro de los ídolos (Kitab
al-asnam), escrito por el historiador iraquí Hisham
Ibn Al-Kalbi (737-819).
Por
su parte, en el chiismo, se encuentran cuatro obras principales de
colecciones
de relatos o hadices, compuestas por tres autores del siglo X y XI:
– El libro suficiente (Kitab al-kafi), de Al-Kulini, o
Muhammad Ibn Yaqub
Al-Kulaini (864-940).
– Para quien no está
en presencia de un
jurista (Man la yahduruhu al-faqih), de Ali Ibn Babawayh Al-Qummi
(918-991).
– Rectificación de
los estatutos (Tahdhib al-ahkam),
y Consideración
sobre
las tradiciones disputadas (Al-istibsar), de Muhammad Ibn Hasan Al-Tusi (995-1068).
Cuarta
fuente: las exégesis del Corán
Aunque
las exégesis o comentarios (tafsir) no pertenecen a las fuentes
primarias consagradas, gozan de una autoridad indiscutible. Se trata de
estudios
e interpretaciones autoritativas que desarrollan una explicación de los
contenidos del Corán. Son muy numerosos estos libros de exégesis
coránicas,
pero unos pocos son los más venerados. En el sunismo, entre los más
autorizados
y antiguos destacan:
– El comentario de Al-Tabari
(Tafsir
Al-Tabari), de Abu Yafar Muhammad Ibn Yarir Al-Tabari (838-923).
– El comentario de Al-Thalabi
(Tafsir
Al-Thalabi), de Ahmad Ibn
Muhammad Al-Thalabi (m. 1035).
Cabe
mencionar asimismo El credo de Al-Tahawi (Aqida Al-Tahawiya),
obra del jurista y teólogo egipcio hanafí Abu Yafar
Al-Tahawi (853-933), que expone sucintamente la doctrina
islámica suní en forma de un credo con 105 artículos.
En
la otra gran corriente del islam, el chiismo, encontramos sus propias
escuelas
exegéticas, en las que son tres los comentarios más importantes:
– El comentario de Al-Sadiq
(Tafsir
Al-Sadiq), de Yafar Ibn Ali
Al-Sadiq (702-765).
- El comentario de Al-Qummi
(Tafsir
Al-Qummi), de Ali Ibn
Babawayh Al-Qummi (918-991).
– Aclaración sobre la exégesis
del Corán (Al-tibyan fi tafsir al-Quran),
de Muhammad Ibn Hasan Al-Tusi (995-1068), un tratado completo sobre la
interpretación del Corán.
Quinta
fuente: las escuelas de jurisprudencia
La
Ley islámica fue estatuida por prestigiosos imanes que formaron escuela
(madhab) con su propia codificación legal.
Estas escuelas de jurisprudencia (fiqh) aportan la concreción
práctica del
derecho islámico, o saría. Las escuelas suníes son cuatro, dos
del siglo
VIII y dos del siglo IX:
–
Hanafí, fundada por Abu Hanifa (699-767).
–
Malikí, fundada por Malik Ibn Anas (711-795).
–
Shafií, fundada por Muhammad Ibn Idris Al-Shafií (767-820).
–
Hambalí, fundada por Ahmad Ibn Hanbal (780-855). De esta derivaría el
wahabismo
saudí.
Las
principales escuelas jurídicas en el chiismo son:
–
Zaydí, fundada por Zayd Ibn Ali Al-Husain (695-740).
–
Yafarí, fundada por Yafar Ibn Ali Al-Sadiq (702-765), llamada también
ismaelí y
duodecimana.
La
jurisprudencia islámica considera como sus fuentes primarias el Corán y
la
tradición de Mahoma (sunna), es decir, los hadices y la
biografía. Las
distintas escuelas aplican a su modo unos principios o criterios, como
son el
consenso (iŷma) de los juristas,
ulemas o mulás, y la analogía (qiyas)
con otros preceptos ya establecidos. En otros tiempos, la escuela de
los
mutazilíes defendió el uso de la razón (aql),
pero esta fue descartada desde mediados del siglo IX, al decretarse que
la
razón tiene que someterse a la revelación. Luego, quedó prohibida toda
innovación (bidah), que solo conduce
a la perdición. El balance es que no solo se afirma el cierre
definitivo de la
revelación, sino que, desde el siglo XI, se insiste en que está cerrada
también
la puerta de la interpretación (iŷtihad).
Por
último, las fetuas son los dictámenes
ante casos particulares, decretados por los jurisconsultos islámicos,
ulemas y mulás,
a lo largo del tiempo, se supone que en estricta aplicación del derecho
islámico.
La cuestión de la
historicidad de la historia del islam sustentada por la tradición
califal
dependerá de la fiabilidad histórica que corresponda a las fuentes
islámicas
clásicas.
Durante más de un
milenio, pocos dudaron de la historia oficial y tradicional musulmana.
Pero, en
los últimos decenios, cunde el escepticismo en torno a gran parte de
los
acontecimientos narrados por esa historia, así como acerca de las
fechas mantenidas.
Se ha pretendido comprender el Corán y los orígenes a partir de los
hadices y
las biografías de Mahoma, pero, aunque puedan contener algunos
elementos
factuales, las compilaciones en su conjunto pertenecen más que nada al
género
de la leyenda. Serían básicamente producto de la invención y la
creación
literaria, por lo que queda en entredicho su fiabilidad histórica. De
modo que
prácticamente toda la literatura musulmana acerca de los orígenes,
comenzando
por las fuentes clásicas, se encuentra hoy bajo sospecha y puesta en
entredicho.
Hay numerosos
hechos
que se daban por sentados y se hallan hoy cuestionados y, como mínimo,
pendientes
de clarificación. Por ejemplo: ¿Dónde habitaba la tribu de los
curaisíes? ¿Nació
Mahoma en el año 570? ¿Nació y vivió en La Meca? ¿Dónde estaba ubicada
La Meca?
¿Fue considerado profeta durante su vida? ¿Falleció realmente en el 632
y en
Medina? ¿Había tribus judías en Yatrib? ¿Por qué el nombre de Mahoma no
se
menciona en el Corán? ¿Hacia dónde se orientaba la alquibla? ¿Abu Bakr
fue
califa, en realidad, alguna vez? ¿Qué ocurrió históricamente entre 614
y 636? ¿La
recensión de El Corán de Utmán se corresponde con el Corán actual? ¿Por
qué no
hay documentos árabes de los dos primeros siglos?
A la vista de los
datos hoy disponibles y de múltiples investigaciones en buena medida
convergentes,
es bastante probable que a estas preguntas y otras semejantes haya que
dar,
desde la ciencia histórica, respuestas muy alejadas de las
tradicionales. La
reconstrucción de los orígenes del islam, de la formación del Corán y
del
Mahoma histórico difiere en aspectos fundamentales del relato mantenido
por la
tradición islámica y sus textos canónicos, que fueron compuestos e
impuestos conforme
a los intereses políticos de los califas y bajo su supervisión.
Los
investigadores han recurrido a documentos extramusulmanes de aquella
época,
sirioarameos, armenios, bizantinos, etíopes, etc., escrutándolos
también,
evidentemente, desde la crítica histórica. Y tienen en cuenta, a la
vez, los
resultados de las ciencias arqueológicas, geográficas, epigráficas, etc.
Mediante la
aplicación de métodos
histórico-críticos, lo primero que ha comprobado la investigación
acerca de los
orígenes del islam es que, aparte del propio Corán, no existe ninguna
otra
fuente histórica musulmana que nos proporcione información adicional o
más
clara sobre Mahoma y sobre los orígenes del islamismo. Fuera de lo
escrito en
árabe, se han hallado algunas alusiones en la literatura bizantina,
siria,
persa, armenia y etíope de la época, por mucho que sean a veces
incidentales o
requieran también mirarlas con ojo crítico (cfr. Hoyland 1997).
Durante mucho
tiempo se creyó que la escasez
de datos históricos concretos que aqueja al Corán, con respecto a
lugares,
tiempos y personajes, se podía complementar o suplir teniendo en cuenta
las
informaciones más pormenorizadas ofrecidas por las colecciones de
relatos y la
biografía del profeta de los musulmanes. Pero, las indagaciones
actuales han echado
por tierra semejante creencia, que parece haberse desvanecido como un
espejismo
(Crone 1977 y 1987; Prémare 2002; Gibson 2011 y 2017).
En efecto, las
primeras biografías de Mahoma son muy
posteriores a los hechos: la invocada y perdida de Ibn Ishaq (704-767)
sería de
un siglo largo después; y la de Ibn Sad (784-845), más de siglo y
medio. La más
antigua que ha llegado hasta nosotros es la de Ibn Hisham (m. 833),
escrita dos
siglos después de los hechos, y la de Al-Tabari (838-923), casi tres
siglos
después, a lo que hay que añadir el dato significativo de que estos dos
últimos
autores no eran árabes, sino persas.
En cuanto a las
colecciones de miles y miles
de relatos o hadices de Mahoma, la tradición desarrolló toda una
parafernalia
para establecer las «cadenas de transmisión» (isnat)
iniciadas en algún coetáneo del profeta, a fin de
autentificar la veracidad de lo narrado. Pero, a pesar de la coherencia
en la
elaboración de tales cadenas de testigos, el hecho es que no parecen
representar
más que un recurso literario, ya que nadie habría contado con una
verdadera
fuente histórica, fuera del propio Corán. A esto hay que añadir, para
subrayar
lo alejados que estaban de las supuestas fuentes, que los dos
principales
recopiladores, Al-Bujari y Muslim, ambos también de ascendencia persa,
redactaron
sus colecciones a mediados del siglo IX, es decir, alrededor de dos
siglos y
medio después del tiempo de Mahoma. No hay fuentes árabes
extracoránicas anteriores
que aparezcan por ninguna parte.
Para muchos
expertos, ninguna de las
colecciones de hadices cumple el mínimo de criterios necesarios para
ser
históricamente fiables en lo que transmiten. Por consiguiente, no
podemos
considerarlas como documentos con historicidad reconocida, capaces de
aclarar
las oscuridades e imprecisiones y colmar las lagunas del texto
coránico, sino
todo lo contrario: en realidad, partieron del Corán y, sobre esta base,
en
ausencia de otras fuentes de información, fabularon una creación
literaria de
todo lo que allí no está. Así, desde el punto de vista de la historia
crítica,
de poco sirve invocar la autodenominada «ciencia del hadiz», puesto que
esta da
por fidedignas las colecciones de hadices y, con su método acrítico, no
puede aportar
ningún logro verdaderamente científico para la historiografía moderna.
Un hecho que llama
la atención es que, en
general, los códigos de la ley islámica son anteriores a lo que se
suponen que,
junto al Corán, son sus fuentes. Pues las escuelas de jurisprudencia se
fundaron mayoritariamente en el siglo VIII, mientras que las biografías
de
Mahoma son de final del siglo VIII y el IX; las colecciones de hadices
son de
los siglos IX, X y XI, igual que las exégesis. Lo más coherente es
imaginar que,
más bien, fueron los compiladores de los relatos quienes tuvieron a la
vista la
legislación para ajustarse a ella y legitimarla. Los iniciadores de las
escuelas, Abu Hanifa, Malik Ibn Anas, o Al-Shafií Abu Hanifa, Malik Ibn
Anas y
Al-Shafií nunca pudieron consultar las obras de Al-Bujari o de Muslim,
sencillamente
porque aún no existían.
Por otro lado, en
el Corán apenas se encuentran
referencias circunstanciales que permitan la datación de los pocos
acontecimientos históricos a los que alude, en general de forma
elusiva. Tampoco
existe confirmación ni datación de tales acontecimientos en otras
fuentes
documentales árabes antiguas. La única excepción parece ser la batalla
de Muta
(al lado oriental del río Jordán), de la que quizá hay referencias en
el
capítulo 30 del Corán, pues las fuentes bizantinas datan en el año 629
la
derrota que las tropas de Bizancio infligieron, en esa ocasión, en
Muta, a las
huestes sarracenas de Mahoma.
En conjunto, cada
día resulta más probable que
las fechas mantenidas y repetidas como verdad histórica por la
tradición
islámica, con respecto a los orígenes del islam, no sean en absoluto
exactas ni
auténticas. En ciertos casos no pasan de ser meras conjeturas o
especulaciones
debidas a una reconstrucción poco rigurosa, si es que no fantasiosa,
llevada a
cabo por eruditos o escribas califales muy posteriores. Para empezar,
poco
podemos comprobar en fuentes primarias musulmanas, dado que, como ya se
ha
dicho, la documentación de los dos primeros siglos islámicos
desapareció, quizá
fue destruida intencionadamente. La historia musulmana refiere
expresamente
cómo se purgaron los códices coránicos divergentes del oficial: la
quema
ordenada por Utmán, cuando encargó su recensión del texto coránico
(hacia 651);
la destrucción de coranes distintos del oficial, tras la reforma de Abd
Al-Malik y Al Hayyay Ibn Yusuf (a partir de 692); otras cribas
efectuadas por
los califas abasíes. Si esto se hacía con el texto sagrado, ¿qué no se
haría
con otros documentos?
Hoy, no falta
quien llega a impugnar la autoría
de Al-Bujari como recopilador de los hadices que llevan su nombre. Se
argumenta
que «no hay ningún rastro escrito de Al-Bujari, ni de sus discípulos.
Entre la
muerte de Al-Bujari y la aparición de los primeros escritos, hay seis
generaciones, o sea 239 años» (Rachid Aylal, en su libro Sahih
Al-Bujari, el
fin de una leyenda, 2017). Este libro suscitó recientemente una
enorme
polémica en Marruecos, donde fue prohibido y requisado por el alcalde
de
Marrakech, con la acusación de «atentado contra la seguridad espiritual
de los
ciudadanos y transgresión de las constantes religiosas».
Ante el creciente
escepticismo respecto a la
autenticidad de los hadices, en la actualidad, hay musulmanes que
apoyan la
tesis del coranismo. Los coranistas defienden que hay que
volver al
Corán y quedarse solamente con el Corán, abandonando las demás fuentes
tradicionales, como los relatos y la biografía de Mahoma, en todo lo
que no
esté contenido en el Corán. Pero esta escapatoria comporta también
dificultades
insalvables, como señala Sami Aldeeb en un artículo sobre la posición
de los
coranistas (Aldeeb 2020).
La historia tópica
de los orígenes del sistema
islámico, vinculado a Mahoma y sus seguidores, tal como la narran las
fuentes y
como la relata la tradición musulmana, establecida y oficializada bajo
la
supervisión de los califas abasíes, presenta a grandes rasgos un
esquema
cronológico ampliamente conocido.
El nacimiento y
vida oculta de Mahoma en La
Meca (570-610)
La tradición
musulmana asigna unas fechas
determinadas a los acontecimientos de la vida y las obras de quien es
considerado fundador del sistema religioso islámico. Reseñamos aquí la
datación
de los hechos que parecen más destacados, según la cronología de la era
cristiana común. Para la investigación histórica, estas fechas no
encuentran
documentación fehaciente y pudieran no ser más que conjeturas.
570: El individuo
cuyo verdadero nombre, según
la tradición musulmana, unos dicen que era Abu Al-Qasim Ibn
Abd Allah, otros afirman que era Qatham Ibn Abd-al-Lat, y que
ulteriormente
recibiría el sobrenombre honorífico de Mahoma, nació en La Meca, en el
seno de
una familia del clan Banu Hashim, de la tribu Curáis.
576: Abu Al-Qasim,
o Qatham, tras la muerte de
su madre, Amina, quedó huérfano y fue acogido bajo tutela por su abuelo
Abd
Al-Mutalib.
578: Al morir su
abuelo Abd Al-Mutalib, se
hizo cargo de él su tío Abu Talib, mercader dedicado al comercio
caravanero.
582: Se dice que,
con su tío Abu Talib, viajó
por Siria en varias ocasiones.
595: Qatham, o Abu
Al-Qasim, que había sido
empleado para dirigir las caravanas por una rica viuda, llamada Jadiya,
contrajo matrimonio con ella en este año.
605: Colaboró en
la reconstrucción de la caaba
en La Meca.
El período de
predicación de Mahoma en La Meca
(610-622)
Los especialistas
suelen distinguir tres fases
a lo largo de este período de predicación de Mahoma en La Meca.
Primera
fase mequí (610-615)
610: Abu Al-Qasim
recibió la primera
revelación, en agosto de 610, cuando estaba retirado en una cueva del
monte
Hira, cercano a La Meca.
613: Mahoma dio
comienzo a su predicación y,
poco a poco, fue reuniendo un grupo de seguidores.
Segunda
fase mequí (616-618)
615: Unos
seguidores de Mahoma fueron desde La
Meca al reino cristiano de Abisinia.
616: Los
dirigentes mequíes se mostraban cada
vez más hostiles hacia la actividad de Mahoma y sus adeptos.
Tercera
fase mequí (619-622)
619: Falleció su
esposa Jadiya y, poco
después, su tío y protector Abu Talib.
620: Mahoma se
trasladó a la ciudad de Taif, a
unos noventa kilómetros de La Meca, para predicar allí, pero no le
hicieron
mucho caso.
620, verano: Unos
árabes llegados de Yatrib,
unos 450 km al norte, a La Meca entraron en conversaciones con Mahoma.
621: En La Meca,
no cesaba de crecer la
hostilidad hacia Mahoma y sus adeptos.
622, septiembre:
Mahoma emigró (hégira) desde
La Meca a Yatrib, con un séquito de compañeros suyos.
El período
de poder de Mahoma en Yatrib [Medina] (622-632)
622, octubre:
Mahoma y sus compañeros se refugiaron en Yatrib (luego Medina). Más
tarde, este
año marcaría el inicio del calendario musulmán a partir del 16 de julio
de 622
(día 1 del mes de muharrán).
623: Mahoma ordenó
cambiar la alquibla del
rezo, que antes se orientaba hacia el templo de Jerusalén, mirando en
adelante
hacia la caaba de La Meca.
624, principios de
año: Se desató el conflicto
con las tribus judías residentes en Yatrib. Entonces, Mahoma empezó a
actuar
como enviado (rasul) de Dios y como
profeta (nabí), asumiendo el poder
político y militar en la ciudad.
624, marzo: En la
batalla de Badr, Mahoma y
los suyos vencieron a los curaisíes de La Meca.
624, abril: Mahoma
expulsó de Yatrib a la
tribu judía de los Banú Qainuqa, que se instaló en Transjordania.
624: Mahoma acordó
una alianza con los
beduinos de las proximidades de Yatrib.
624, septiembre:
Mahoma casó a su hija Umm
Kultum con Utmán (que luego le sucedería como tercer califa).
624/625: Mahoma
casó a su hija Fátima con su primo
Alí (tiempo después, cuarto califa).
625, enero: Mahoma
contrajo matrimonio con
Hafsa, hija de Omar (el segundo califa).
625, marzo: En la
batalla de Uhud, los mequíes
derrotaron a la tropa de Mahoma.
625, agosto: En
Yatrib, las huestes de Mahoma atacaron
a la tribu judía de los Banú Nadir, que fueron expulsados y fueron a
asentarse
más al norte, en el oasis de Jaibar.
627, abril: Un
ejército coligado bajo mando de
los jefes mequíes asedió Yatrib/Medina, en la batalla del Foso, sin
éxito.
627, abril: En
Yatrib, Mahoma atacó, derrotó y
exterminó a la tribu judía de los Banú Quraiza, mandando decapitar a
novecientos hombres.
627: Mahoma
dirigió algaras o incursiones
bélicas contra los Banú Mustaliq.
628, marzo: Mahoma
firmó con los mequíes el
tratado de Hudaibiya, un armisticio de diez años y un acuerdo para
peregrinar
al año siguiente a La Meca.
628, mayo-junio:
Mahoma atacó y tomó del oasis
de Jaibar, donde se habían refugiado los Banú Nadir.
628: Mahoma
dirigió una aceifa contra los
judíos de Wadi Al-Qura.
629, marzo: Mahoma
hizo la peregrinación «menor»
a La Meca. Allí contrajo matrimonio con Maimuna, cuñada de Al-Abbas.
Tanto este
como Abu Sufián Ibn Harb, aristócratas mequíes, se aliaron secretamente
con
Mahoma y empezaron a conspirar a su favor.
629,
agosto-septiembre: En la batalla de Muta,
en la actual Jordania, las tropas de Mahoma efectuaron una expedición
hacia el
norte (encaminada posiblemente a tomar Jerusalén), pero fueron
derrotadas por
los ejércitos imperiales del Imperio Romano de oriente.
629: Mahoma, con
un pretexto, rompió el
tratado de Hudaibiya, que había firmado con los dirigentes mequíes, y
dirigió
sus fuerzas contra La Meca. Allí, en virtud de la traición de Abu
Sufián, los
mequíes quedaron indefensos, y los mahometanos tomaron fácilmente la
ciudad.
630, enero: Mahoma
preparó y realizó su
entrada triunfal en La Meca, como conquistador y rey absoluto.
630, 31 enero: En
la batalla de Hunain, Mahoma
derrotó a sus enemigos, tras lo cual impuso un duro asedio a la ciudad
de Taif.
630, octubre: En
la batalla de Tabuk, Mahoma
venció a unos príncipes cristianos, en una expedición más allá del
norte de
Arabia, traspasando la frontera con el Imperio Romano bizantino.
631: Mahoma
recibió en Yatrib/Medina a una
delegación de cristianos venida desde Najrán, al sur de la península
arábiga.
631: El general
Abu Bakr, enviado por Mahoma a
La Meca, dictó un decreto por el que, a partir de entonces, solo los
creyentes
podían entrar en la ciudad. Y dio un ultimátum de cuatro meses a todos
los habitantes
para que se convirtieran, o se marcharan.
632, febrero:
Mahoma hizo la peregrinación de
despedida a La Meca.
632, 8 junio:
Mahoma falleció en
Yatrib/Medina, según algunas fuentes musulmanas, a consecuencia de un
envenenamiento. Tras su muerte, numerosas tribus se sublevaron contra
el poder
implantado por el profeta y sus huestes.
Los primeros
califas sucesores de Mahoma
632-634: Califato
de Abu Bakr, que sofocó
militarmente la rebelión.
633, enero: En la
batalla de Yamama,
perecieron muchos compañeros de Mahoma, que supuestamente sabían de
memoria el
Corán.
633-650: Se fueron
recopilando distintas
colecciones de hojas sueltas que contenían textos coránicos.
634-644: Califato
de Omar.
636: Los ejércitos
de Omar derrotaron a los
del emperador Heraclio junto río Yarmuk, en Siria.
638: Después de la
rendición de Jerusalén, el
califa Omar entró triunfalmente en la ciudad santa.
644-656: Califato
de Utmán.
651: El califa
Utmán creó una comisión para la
compilación del Corán en un libro oficial, ordenando al mismo tiempo la
destrucción de todas las demás versiones. Se supone que el Corán recoge
las
revelaciones hechas a Mahoma a lo largo de 23 años, de 610 a 632.
656-661: Califato
de Alí, el último de los califas que
se califican de bien guiados.
Bibliografía
citada
Al-Bujari,
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1997 Sahih
Al-Bukhari. Arabic-English.
Vol 1-9. Riad,
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2019 Le Coran. القرآن الكريم. Texte arabe et traduction
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Saint-Sulpice,
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https://religion.antropo.es/libros/Coran/
Coran.Frances.2016.Sami.Aldeeb.pdf
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https://www.sami-aldeeb.com/les-coranistes-
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http://religion.antropo.es/estudios/
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