El Estado
Islámico
recluta en las cárceles españolas
SOEREN KERN
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El 1 de octubre
2018, la policía
antiterrorista española registró la celda de Mohamed Ashraf en la
penitenciaría
de Campos del Río en Murcia. Descubrió que era el jefe de una red
"disciplinada y organizada" de detenidos yihadistas cuya misión era
el reclutamiento y la radicalización de otros detenidos, así como la
preparación
de ataques contra objetivos concretos (Fuente: Ministerio del Interior
de
España).
• La red -que
el Ministerio
del Interior designa como Frente de Cárceles de los yihadistas- tiene
la misión
de reclutar, adoctrinar y radicalizar a otros detenidos, con el
objetivo de
montar nuevos ataques.
• "Queremos
prepararnos
para la yihad por Alá. Tengo una buena noticia: He creado un nuevo
grupo y
todos estamos dispuestos a morir por Alá en todo momento. Lo haremos en
cuanto nos
liberen. Tenemos hombres, armas y objetivos. No nos falta más que
llevarlo a la
práctica", dice Mohamed Ashraf, en carta desde la cárcel a otro preso.
• "La mayoría
de los yihadistas
que han sido objeto de investigación, lejos de haberse desradicalizado,
han permanecido
activos en la militancia yihadista. O lo que es peor, su
encarcelamiento los ha
radicalizado todavía más", afirma el Ministerio del Interior.
La policía ha
desmantelado
una red yihadista que operaba de forma coordinada en más de una docena
de cárceles
españolas. La red, aparentemente vinculada al Estado Islámico, fue
iniciada y
dirigida -ante las barbas de las autoridades penitenciarias- por uno de
los yihadistas
más implacables del sistema penitenciario español.
La existencia de
esta red ha
arrojado dudas sobre la efectividad de los procedimientos de seguridad
en las cárceles
españolas, pero también sobre los programas de "desradicalización" que
buscan "rehabilitar" a los militantes islamistas con vistas a una
posible "reinserción" en la sociedad.
El núcleo de la red
estaba compuesto
por 25 yihadistas repartidos en 17 cárceles diferentes (es decir, la
mitad de
las 30 cárceles españolas diseñadas para albergar a los yihadistas
condenados), según
ha indicado el Ministerio del Interior el 2 de octubre.
Este "Frente de
Cárceles"
-como lo llama el Ministerio del Interior-, tenía la misión de
reclutar,
adoctrinar y radicalizar a otros detenidos con el objetivo de montar
nuevos
ataques yihadistas.
La red estaba
compuesta por yihadistas
condenados como tales y por presos comunes radicalizados en prisión.
Entre
estos últimos, hay varios españoles convertidos al islam. Algunos
estaban terminando
su condena y a punto de salir libres.
El cabecilla de la
red,
Mohamed Ashraf, un marroquí de 44 años, cuyo verdadero nombre es
Abderrahmán
Tahiri, cumplía una pena de 14 años de prisión por haber planeado
atentados con
bomba contra objetivos de primer rango, como el Tribunal Supremo de
Justicia en
Madrid y la estación de tren Príncipe Pio.
Ashraf iba a ser
liberado el
14 de octubre de 2018 -cuatro años antes del final de su condena-.
Encarcelado
en 2008, cumplió la mayor parte de su condena pasando de una cárcel a
otra, un
protocolo normal para impedir que los islamistas se establecieran en
una
institución y radicalizaran a otros detenidos. En febrero de 2018,
Ashraf fue
transferido a la penitenciaría de Campos del Río en Murcia, donde
estuvo en
régimen de aislamiento.
El 1 de octubre, la
policía
antiterrorista registró la celda de Ashraf y descubrió que estaba
dirigiendo
una red "disciplinada y organizada" de detenidos yihadistas que se
dedicaban a reclutar y radicalizar a otros detenidos con vistas a
ataques
selectivos.
El Ministerio del
Interior ha
declarado que los miembros de la red mantenían contacto por medio de
encuentros
directos cuando se encontraban en la misma prisión, y mediante
"relaciones
epistolares" cuando los detenidos estaban encarcelados en otros
establecimientos. La red escapaba a los mecanismos de vigilancia
comunicándose por
intermediación de reclusos que no estaban sujetos a supervisión
especial.
El diario de
Murcia, La Verdad, citando
fuentes
policiales,
revela que Ashraf probablemente sería procesado por nuevos delitos
relacionados
con el terrorismo. Por lo tanto, seguiría en prisión en plan preventivo.
Ashraf tiene una
larga
historia de militancia yihadista en España. En la penitenciaría de
Topas, en
Salamanca, donde estuvo encarcelado entre 1999 y 2002, Ashraf ya había
creado una red similar -"Mártires de Marruecos"- que extendió su trama
al menos a cinco cárceles. Según los fiscales, había cuatro células
"perfectamente estructuradas que estaban conectadas unas con otras".
Después de los
atentados con
bomba cometidos en la estación de Madrid, en 2004 -con 193 muertos y 2
000
heridos-, las autoridades españolas habían llevado a cabo una gran
redada contra los
fundamentalistas islámicos. Esta operación antiterrorista, bautizada
como Operación
Nova, dio lugar al arresto de 36 yihadistas, varios de los cuales eran
miembros
de la red de Ashraf. Una correspondencia confiscada por los
investigadores
reveló que Ashraf estaba a punto de hacer saltar la Audiencia Nacional,
el alto tribunal de Madrid encargado de investigar los atentados con
bomba en la
estación de Atocha.
En una carta
dirigida a los
otros yihadistas, Ashraf escribía: "Los musulmanes solo tienen dos
lugares
adonde ir: la cárcel o la yihad". Otra carta decía:
"Queremos
prepararnos
para la yihad por Alá. Tengo una buena noticia: he creado un nuevo
grupo y
todos estamos dispuestos a morir por Alá en cualquier momento. Lo
haremos en
cuanto nos liberen. Tenemos hombres, armas y objetivos. No nos falta
más que
llevarlo a la práctica."
En abril de 2005,
Ashraf había
sido extraditado de Suiza a España. Poco después de su liberación, huyó
a la
Confederación Helvética y trató de obtener el estatuto de refugiado
haciéndose pasar
por palestino.
En febrero de 2008,
Ashraf
fue condenado a 14 años de cárcel por "constitución y dirección de un
grupo terrorista". Durante su juicio, el tribunal supo que Ashraf se
presentaba como un "emir" y que utilizaba una mezquita improvisada en
el gimnasio de la penitenciaría para "adoctrinar" a otros detenidos
en la ideología salafista-takfiri del Estado Islámico.
Teniendo en cuenta
los
antecedentes salafistas de Ashraf, su proselitismo y sus anteriores
tentativas
de adoctrinar a otros detenidos durante su primera estancia en prisión,
es
incomprensible que las autoridades españolas no lo hayan vigilado más
eficazmente,
para impedirle crear una segunda red yihadista, más importante que la
primera.
El diario La
Verdad ha indicado que la red de
Ashraf "estaba muy organizada... y disponía ya de objetivos
específicos". "Algunos funcionarios de la cárcel, entre ellos varios
altos
directivos", habían sido objeto de amenazas. El grupo tenía "su
propia iconografía y sus eslóganes" con "un programa de acción
específico
para los cursos de prisiones y técnicas de formación".
La red de Ashraf
quizá es solo
la punta del iceberg. Un análisis reciente de los datos oficiales de
prisiones, realizado
por el diario en línea El
Independiente
ha revelado que más de 150 detenidos están actualmente cumpliendo
condenas por
crímenes relacionados con la yihad, en 28 prisiones españolas
diferentes.
Casi la mitad (72)
de los yihadistas
condenados son marroquíes. Los españoles (57) vienen en segundo lugar.
Los demás
detenidos son originarios de Argelia, Argentina, Bangladés, Bélgica,
Brasil,
Bulgaria, Dinamarca, Egipto, Francia, México, Holanda, Pakistán,
Portugal,
Arabia Saudí y Turquía.
La pertenencia a
grupo
terrorista es su delito más frecuente, seguido por delitos de
reclutamiento,
adoctrinamiento, formación para el terrorismo y apoyo a un grupo armado.
Además, 120
detenidos están
siendo vigilados por indicios de "fanatismo islamista", según el diario
El País, que
cita fuentes del Ministerio
del Interior.
La red de Ashraf
plantea la
cuestión de la eficacia -o la falta de eficacia- de los programas de
desradicalización destinados a los yihadistas. De conformidad con los
derechos
humanos garantizados por la Constitución española, tales programas no
se
aplican más que a voluntarios
Según la agencia
EFE, de los cerca
de 270 detenidos vigilados por su tendencia yihadista, solamente 20
participan en programas de desradicalización. El Ministerio del
Interior reconoce
que:
"La mayoría de los
yihadistas que han sido objeto de investigación, lejos de haberse
desradicalizado,
han permanecido activos en la militancia yihadista. O lo que es peor,
su
encarcelamiento los ha radicalizado todavía más. "
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