Una
documentación
única sobre los comienzos y los fundamentos del islam
ABD AL
UZZA
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Por primera vez, aquí están todos los documentos
originales
relacionados con la creación de la religión de los musulmanes, el
islam. Este
conjunto de alrededor de 15.000 textos (o sea, 2.730 páginas de papel)
está
destinado al público no musulmán, que no tiene acceso a las fuentes,
pero
también al público de origen musulmán, igualmente mantenido en la
ignorancia, y
que podrá por fin juzgar con conocimiento de causa.
El objetivo de este
trabajo llevado a cabo por universitarios es abiertamente crítico,
humanista y
científico: la investigación no se detendrá de ninguna manera en esa
actitud de
respeto tan extendida con demasiada frecuencia, que no es más que una
componenda y que nada justifica, sino la vergüenza y el miedo. A veces
podremos
ver asomar la ironía y el sarcasmo, en los casos en que el ridículo
casi los
impone. La risa es entonces el mejor antídoto contra el miedo y
constituye un
arma contra las tiranías del dogma y el mito. Pero el humor no excluye
lo serio
de la empresa.
Así publicados, los documentos (hadices,
biografía, comentarios,
crónicas, Corán, etc.) desvelan ampliamente los orígenes y la esencia
de la
ideología musulmana, presentando la personalidad de Muhammad ibn Abdalá
(o Mahoma),
su nombre supuesto, sus palabras y hechos probables, las circunstancias
políticas y el contexto cultural en los cuales se constituyó, las
variadas
influencias religiosas que sufrió, y que luego disimuló. Se insistirá
especialmente
en todo lo que de ordinario se disimula y lo que indica el carácter
intrínsecamente violento, totalitario, desigualitario y misógino de la
religión
musulmana original: desde el principio, los pilares del sistema fueron,
a pesar
de lo que dicen portavoves parciales y serviles, ansiosos por camuflar
a
toda
costa la exaltación de la violencia, la justificación de las
desigualdades
entre los humanos y la generalización de la poligamia. Estos pilares,
cuyas
consecuencias se perpetúan en nuestros días, aseguraron el éxito
fulgurante del
sistema, bajo la égida de Mahoma y sus sucesores inmediatos, porque
favorecían
las pulsiones masculinas más bajas. Pero los textos originales que
relatan
estos hechos no se dan a conocer nunca al gran público.
Sobre los orígenes históricos y los fundamentos
ideológicos
del islam, la afluencia de documentos y análisis nunca será un
problema: aquí,
la masa de informaciones presentadas se ha convertido en una ventaja
decisiva.
Quisiéramos desafiar a los eruditos musulmanes a que también ellos
intentaran presentar
un trabajo tan considerable al público no musulmán: primero, sobre su
propia
doctrina, demostrando así que la conocen de verdad y que se atreven a
confrontarla
públicamente, luego sobre otros sistemas religiosos. Si se sienten al
descubierto, si sienten que su doctrina se exhibe desnuda, en
vivo, si
se estremecen, si padecen humillación, que sepan claramente que esto no
se ha
hecho por odio hacia ellos, sino que la ciencia y la libertad deben
expresarse también
con una franqueza total, sin que esta vaya dirigida contra las personas.
Nos remitimos exclusivamente a la Declaración de
los
derechos del hombre y del ciudadano, que de una vez debe ser
considerada como
el único texto verdaderamente de referencia, y a la tradición laica (e
incluso
un poco anticlerical, lo confesamos) que se desarrolló en Francia, y de
la que
podemos estar orgullosos, después de siglos de enfrentamientos. También
exhortamos a todos aquellos que estén interesados en este trabajo a que
lo
divulguen, lo utilicen, lo traduzcan a todos los idiomas, y asimismo a
criticarlo o enmendarlo, en detalle o en su conjunto.
Más allá del icono Mahoma, es toda la cuestión de
los
orígenes del islam lo que está en juego, y que han intentado
sacralizar, por la
intimidación, para evitar que la investigación histórica se interese en
ella.
La cuestión de los orígenes es crucial, pues sostiene todo el sistema
y, si se
demuestra científicamente el carácter artificial, paulatino y compuesto
de la
génesis del islam, es el conjunto el que resulta sacudido en sus
fundamentos.
La mejor ilustración de esto es, evidentemente, el trabajo centrado
sobre los
primeros manuscritos del Corán, que revelan una evidencia, a saber, que
el
texto tiene una historia, como todos los textos: fue establecido poco a
poco, a
lo largo de los años y mucho después de la muerte de Mahoma. Por lo
tanto, está
claro que no es en absoluto un objeto de origen sobrenatural. Según los
historiadores más serios, el texto fue reunido en un período que va de
30 a 70
años después de 632, a partir de documentos de diversa extracción:
tradiciones
judías derivadas del Pentateuco, interpretaciones cristianas heréticas
en torno
a temas escatológicos, vestigios de mitología y poesía árabe, código de
leyes,
adornado con múltiples exhortaciones al combate y enigmáticas alusiones
furtivas
a ese Mahoma. El texto del Corán no es propiedad exclusiva de los
musulmanes en ningún caso:
es un testimonio sobre el estado del Próximo Oriente desde el siglo VI
al
VIII. Como
tal, forma parte del patrimonio cultural de la humanidad y la
investigación
científica debe dedicarse serenamente a su estudio.
El personaje de Mahoma merecería también una
presentación
rápida. Él está en la base del edificio, como referencia central de la
sunna: podemos
decir sin miedo a equivocarnos que lo esencial de lo que sabemos de él
es una
construcción muy posterior, del período abasí, hasta tal punto que los
historiadores han llegado a dudar de la existencia real de este
personaje. Señalemos
simplemente, para empezar, que el nombre "Mahoma" no aparecía en la
antroponimia árabe antes de él, y que la palabra misma era corriente en
el
vocabulario litúrgico de los cristianos siríacos.
Aunque esto inquiete, aunque esto hiera, perturbe
y moleste,
existe una total coherencia entre las atrocidades cometidas bajo las
órdenes de
Mahoma (llamado el "profeta" o el "enviado de Alá") y las
atrocidades cometidas durante toda la historia musulmana hasta nuestros
días, en
contra de los infieles, las mujeres, los disidentes. La literatura
yihadista,
tan voluminosa, no es en realidad más que la repetición hasta el
infinito
de la aventura
primitiva de Mahoma, de todas sus fases, sobre todo guerreras,
conocidas a la
perfección por una minoría de activistas en el mundo musulmán. El mito
fundacional cumple su función de maravilla, y proporciona ejemplos de
valor, de
violencia, de dureza, de abnegación, de paciencia y de sacrificio.
Los peores comportamientos se han apoyado en los
textos más
claros, más evidentes y más respetados: veremos ahí centenares de
textos que exhortan
a la violencia, la legitiman, la sacralizan. El mal, es decir, el odio,
está
arraigado en la doctrina primitiva, y todos los intentos de erradicarlo
han
fracasado uno tras otro. La inmensa mayoría de los exegetas musulmanes
ha
aprobado y fomentado tales acciones, incluso si a veces percibimos una
especie
de malestar (como en Al-Tabari). Han sido muy pocos y valientes los
clérigos musulmanes que han intentado inclinar la doctrina hacia una
mayor
tolerancia y
humanidad, poniendo en cuestión los principios. A menudo lo han pagado
con su
vida (como A. Dashti en Irán, y M. Taha en Sudán). Hay innumerables
ejemplos de
lo lamentablemente fácil que es encontrar en los actos y las palabras
de
personajes actualmente (y falsamente) considerados como extremistas,
los actos
cometidos y las palabras proferidas por Mahoma y sus discípulos.
Finalmente, los pobres humoristas daneses
tuvieron una
intuición brillante, porque todo se encuentra en los documentos
escritos en
árabe, y que seguramente no han leído nunca. En realidad, expresaban
todo lo
que la opinión pública en general presentía, sin el verdadero
conocimiento de
las fuentes y sin atreverse a confesarlo. El público ciertamente
carecía de un informe
sobre el tema, sobre los orígenes del fenómeno, sobre Mahoma y sobre la
ideología elaborada en torno a su nombre. Esperamos que lo que se
ofrece en esta
colección de documentos baste durante un tiempo para responder a la
curiosidad.
El sitio donde la documentación se publicó
inicialmente fue luego suprimido o suplantado
En 2019, aún se encontraba en:
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