¿Quién era
verdaderamente Mahoma?
DJINN AL NADER
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Los comienzos
de Mahoma
Mahoma nació probablemente el año 570, en La Meca, en una rica familia de la tribu
de los curaisíes. Su padre se llamaba Abd Allah, siendo Allah un
nombre extendido
en la época entre los árabes. Muy pronto quedó huérfano y fue criado por su tío Abu Talib, que lo llevaba consigo en las
expediciones comerciales a Siria. El joven Mahoma encontró allí a
numerosos judíos que influyeron de manera determinante en sus
concepciones monoteístas. Paralelamente,
entró al servicio
de una rica
viuda, Jadiya, antes
de casarse con ella. Así, su
sentido del
éxito social se
afirmó bastante
pronto, como lo prueba
este matrimonio de conveniencia, que le permitió disfrutar de una
situación honorable.
Según el islam, Mahoma comenzó a
tener visiones en el
monte Hira, de manera que se convenció de que Dios lo había escogido para servir de mensajero. El año 613, reveló públicamente sus visiones a los mequíes. Los ricos mercaderes
de la ciudad se opusieron a Mahoma, a
causa de sus primeros éxitos y de sus vehementes críticas contra su
modo de vida. Pero,
para intentar congraciarse con ellos,
Mahoma
admite que las
divinidades paganas de La
Meca podían interceder ante Dios. Esta
concesión teológica denota ya el
oportunismo religioso de
Mahoma, quien,
frente
a una situación política
delicada, no duda
en matizar sus principios monoteístas. Sólo más tarde
condenó sus antiguas palabras, rechazadas
como "versículos satánicos",
según los hadices de al-Tabari y de Ibn
Sad. Durante su fase mequí, en efecto, sus tomas de
posición religiosas y políticas se caracterizan
por una relativa moderación.
Tras la muerte de su tío Abu Talib y de su mujer
Jadiya, su
situación en La Meca empeoró. El factor decisivo
fue el encuentro con un grupo de habitantes de Yatrib (Medina) que se aliaron con él para arreglar
algunos de
sus problemas políticos. Ellos se
convirtieron al monoteísmo sostenido
por Mahoma y regresaron
a Yatrib.
Luego, se alió con Mahoma un grupo más importante de mediníes, de manera que
él finalmente abandonó
La Meca y se fue a Medina el año 622. Este
período corresponde a la hégira, o inicio de la era islámica. Para
un musulmán, esta fecha constituye
el punto de partida de un período prometedor, pero para Mahoma significa el inicio de un radicalismo político que irá creciendo durante
su fase mediní.
La
radicalización mediní
Al llegar a Medina,
Mahoma reunió a sus partidarios mediníes y mequíes en una misma comunidad, la umma.
Redactó un documento llamado Constitución
de Medina, en el
que llamaba a la guerra santa. Después de seis meses en Medina, lanzó razias para capturar caravanas mequíes que se
dirigían a Siria.
Sobre todo, atacó una caravana durante el mes sagrado de los paganos,
apropiándose un quinto del botín. Esta violación del mes sagrado
escandalizó a
los mediníes, pero Mahoma logró captar de nuevo su confianza.
Entretanto, las relaciones con los judíos se hicieron cada vez más difíciles. Aclaremos que, en aquella época, Medina estaba
ocupada por ocho clanes árabes
y tres clanes judíos.
Al principio, Mahoma tenía en gran estima a los judíos, a quienes se lo debía todo en el plano religioso. A judíos pertenecientes
probablemente a su entorno, quizá samaritanos. Pero, precisamente
porque él
esperaba que los judíos fueran
los
primeros en acoger favorablemente
su mensaje
monoteísta
en Medina, resultó muy pronto decepcionado por
su desconfianza y su pusilanimidad. En
efecto, los judíos no lo recibieron
como profeta suyo. Con
un fuerte resentimiento, se
apartó del judaísmo y
desarrolló una religión que,
en adelante, buscará su fuente mística en Abrahán y no ya en
Moisés. El divorcio con
el judaísmo estaba consumado.
En 624, lanzó un ataque contra una
caravana mequí en Badr.
Los mequíes, informados previamente de los planes de Mahoma,
intentaron aplastarlo con
tropas superiores en
número, sin embargo los musulmanes acabaron por
derrotarlos. Este
éxito, conocido con el nombre de
victoria de la batalla de Badr, contribuyó al prestigio de Mahoma, a
pesar de que en su origen no
fue sino una vulgar
historia de razia y
pillaje. Entre
los prisioneros
se
encontraba uno llamado Al Nadr, que en otro tiempo se había señalado en La Meca por burlarse del
profeta. Ebrio de
venganza, Mahoma se
aprovechó para ejecutarlo, y Al
Nadr fue
la primera víctima conocida de la
falta de
sentido del humor islámica...
No obstante,
un año después, los
mequíes llevaron a cabo su venganza, asestando un golpe a los
musulmanes en la
batalla de Uhud. Esta primera derrota del islam quebrantó el espíritu
de
numerosos creyentes, pero Mahoma desvió el sentido de esta derrota
imaginando
que Alá había querido poner a prueba a los creyentes.
El exterminio
de los
judíos
En fin, los
mequíes intentaron un
ataque masivo contra Medina, o "batalla del foso", en 627. Asediaron
la ciudad, pero tuvieron que abandonar su empresa a causa de un foso
que no
pudieron franquear. A consecuencia de esta batalla, Mahoma cometió el
crimen
más abyecto. Reprochando a los judíos su presunta traición, Mahoma
ordenó el
exterminio de todos los varones de la tribu de los Banu Qurayza.
Conducidos en
grupos de cinco, todos
los hombres fueron decapitados y arrojados en fosas comunes cavadas por
los
musulmanes. Las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos. Tras
la
carnicería, Mahoma tomó como concubina a la bella Rayhana, viuda de uno
de los
asesinados.
Tras unas últimas escaramuzas sin éxito, los curaisíes de La Meca
comprenden que no les
queda más remedio que someterse. Así lo hicieron
mediante el tratado
de Hudaybiya, en 629, que autoriza a los musulmanes a realizar una peregrinación al año siguiente a La Meca. En enero de 630, Mahoma entra en La Meca
al frente de un ejército de
10.000 hombres y sin derramamiento de
sangre. Se dirige a la Kaaba, el santuario de todos los árabes
golpea a los ídolos en los ojos y manda destruirlos antes de
regresar a Medina. Finalmente, en
marzo de 632, poco antes de morir,
el
profeta lleva a cabo una peregrinación de
tres días a la Kaaba despejada
de sus
ídolos. Recomienda entonces
a sus fieles cumplir al
menos una vez en su vida esta peregrinación.
Mahoma y las
mujeres
Antes de su
entrada en política, Mahoma sólo
tuvo
como esposa a la rica Jadiya, quince años mayor que él. Ninguno de sus hijos de sexo masculino sobrevivió, lo que,
en la sociedad beduina, es un signo de impotencia (abtar)
y oprobio. Es cierto que esa descendencia
exclusivamente
femenina
le sentó mal a Mahoma, y que éste, con ayuda de sus primeros éxitos, buscó
disponer de numerosas esposas y concubinas
en
su lecho.
Es verdad que la sociedad árabe pagana preislámica autorizaba la poligamia, pero no hay que olvidar que Mahoma se presentaba como un monoteísta próximo
a los
judíos, no como un pagano. Además, Mahoma rechazaba numerosas
costumbres paganas, como las
"flechas de la suerte"
citadas en el Corán
(sura 5, aleya 92), y había adoptado las costumbres judías de la época,
como sus prohibiciones alimentarias (sura 5, aleya 4).
Ahora bien, los judíos rechazaban la poligamia. Por consiguiente,
Mahoma
probablemente tenía conciencia
de
contradecirse a sí mismo al
admitir la
poligamia, esa costumbre pagana
que lógicamente él habría debido aborrecer, y su
entorno de origen judío
debía estar extrañado. Para arreglar este pequeño problema diplomático, Alá concedió amablemente a Mahoma una
autorización especial para poder casarse con varias mujeres.
Otras muchas
mujeres pasarían por su
cama, a veces
forzándolas, como a María, la cautiva copta.
En lo referente al sexo, Mahoma no conocía ni reglas ni obligaciones. En efecto, incluso si la mayor parte de sus matrimonios respondían a un
interés político para
concertar alianzas con otros clanes, en muchas ocasiones sólo se expresó el poder de
su deseo, como lo ilustra su aventura con Zainab, la mujer de su propio hijo adoptivo Zaid. Para justificarse contra toda
acusación de incesto, Mahoma
inventó una historia increíble,
en la que
él recibió la orden divina de hacerla su esposa. Según
el islam, un día a Mahoma contempló
a Zainab, quedó deslumbrado por su belleza y todo confundido entró
en su casa. Alá, que
hace las cosas
perfectamente bien, le pidió entonces
que la tomara como
esposa, sin que sepamos
exactamente por qué. Mahoma, todavía
presa de sus escrúpulos, habría pedido
permiso a
Zainab que
habría encontrado
la idea completamente ingeniosa, claro está, y luego a
su ahijado Zaid, que aceptó alegremente
divorciarse para responder al deseo legítimo de su padre...
Las
inclinaciones sexuales de Mahoma
propenden a veces a lo sórdido. En efecto, se desposó igualmente con
Aisha,
unos meses antes de la hégira, cuando él había pasado ya la cincuentena
y ella
no tenía más que... seis años. Por fortuna, el profeta aguardó
sabiamente hasta
los nueve años antes de
penetrarla sexualmente. En
adelante, Aisha se convirtió en la esposa
preferida de Mahoma, detalle que
revela sus
gustos más íntimos. Éstos
hechos increíbles son
relatados en uno de los textos
oficiales de
la tradición
islámica (hadices de Al-Bujari, vol. 5, libro 58, nº 236; vol. 7, libro 62, nº 64, 65 y 88). En ciertos países que aplican la charía (como Irán), esta historia escabrosa
con una niñita de nueve años fija la edad legal del matrimonio islámico. Subrayemos que si Mahoma
hubiera creado
su religión en nuestra
época, toda la prensa
se hubiera lanzado contra
él acusándolo de ser un horrible
gurú pederasta...
Al contrario del pudor cristiano, el islam no rechaza los goces del sexo para
el creyente muerto en combate. En efecto, al llegar al paraíso, al
combatiente musulmán se le conceden
numerosas huríes "de
grandes ojos", o vírgenes celestiales, para su placer. Las fantasías de una copulación
eterna impregnan hasta
el espíritu
de los terroristas islamistas que, en su mente enferma,
envuelven cuidadosamente sus partes genitales antes de explosionarse. Sin embargo,
deberían prescindir de ello, pues el islam da incluso detalles pornográficos sobre los rasgos del pene con el que
serán felizmente dotados
los creyentes
en el paraíso: un falo "liso como un
huevo".
Los
asesinatos personales de Mahoma
En sus inicios mequíes, Mahoma predicaba una religión relativamente pacífica, centrando su mensaje en la
fe y en la redención.
Esta fase de moderación
¿correspondía realmente a
su estado de espíritu, o bien traducía
sobre todo su prudencia política
solamente, ya que
debía enfrentarse
a la hostilidad de los poderosos mercaderes de La Meca? Sin
disgustar a los admiradores del islam, es la
segunda hipótesis la
que resulta más lógica y más racional. Pues tan pronto escapa a Medina
y está
rodeado de sus partidarios, Mahoma comete numerosos asesinatos
políticos o
personales de una crueldad a veces insoportable.
Ya vimos que, al acabar la batalla de Badr, hizo ejecutar a Al Nadr, cuyas bromas no le hacían ninguna gracia. Cuando uno le arrojó la cabeza de otro prisionero decapitado, Mahoma gritó: "Esto es más agradable que el camello más lozano de toda Arabia". Naturalmente, una
expresión como esta no requiere
comentario. Luego, es Ocba quien
paga
el pato de la nueva religión creada por Mahoma, esa religión que dice alabar a un Dios misericordioso. Según un pasaje de la biografía del profeta:
"Dos días más tarde (...) llevaron a Ocba para ser
ejecutado. Él
intentó protestar y preguntó por qué lo trataban
con más rigor que a los demás cautivos. «A causa de tu enemistad con Alá y su profeta», respondió Mahoma.
«¡Y mi hija pequeña!», gritaba Ocba desde
la amargura
de su alma, «¿Quién cuidará
de ella?» «¡El fuego
del infierno», exclamó el
profeta. Y en ese instante, lo rajaron
de un tajo de arriba abajo,
mientras Mahoma continuaba: «¡Eres un miserable y
un perseguidor! ¡Infiel que
no crees
en Alá, ni en su profeta, ni en
su libro! Doy gracias al
Señor que te ha matado
y así ha consolado mis ojos»."
Se advertirá
que el único reproche
que formula Mahoma para justificar el asesinato de Ocba es que es
un infiel. Ocba no era ni un verdugo de los primeros musulmanes ni un asesino sanguinario. Murió por la pura y simple razón de rehusar el islam, siendo fiel a
sus convicciones personales.
Estos
asesinatos, sin embargo,
turbaron a algunas almas sensibles, puesto que el profeta tuvo que
buscar el
medio de justificarse mediante una nueva revelación:
"No está bien
que el profeta haga
prisioneros,
mientras que no haya vencido completamente a los infieles sobre la
Tierra"
(sura 8, aleya 67).
Pero Mahoma asesina también a mujeres. La
poetisa Asma bint Marwan
había compuesto
unos versos contra ese extranjero de Mahoma cuya nueva religión la indignaba. Tomando las afirmaciones de ella como demasiado injuriosas para
su gusto, Mahoma preguntó:
«¿No habrá
nadie que
me libere de esa hija de Marwan?» Un celoso
servidor de Mahoma se
prestó voluntario y asesinó a la desdichada en su lecho. Cuando este servidor
expresó sus
temores por la posible reprobación de Alá ante este crimen, prueba de que los remordimientos eran a veces mayores en el corazón de sus
guerreros que
en el suyo, Mahoma lo tranquilizó diciéndole que «ni siquiera
dos cabras discutirían por
una cosa así».
Otros poetas
siguieron en la lista negra
de los
asesinados, como Abu Afak, poeta judío que había osado criticar al
profeta.
Mahoma ordenó igualmente el asesinato de Kab ibn al-Ashraf, hijo de mujer
judía, que intentó movilizar
a las multitudes mequíes contra
el profeta.
Unos musulmanes, haciéndose pasar por amigos, lo asesinaron durante la noche, junto a una cascada.
Adviértase el engaño que
precedió a este hecho odioso,
prueba de que Mahoma no respeta
siempre el
código del honor cuando se trata de su persona. Por el
contrario, él felicitó a
sus
servidores que arrojaron a sus pies
la cabeza
cortada de Kab. En medio de los asesinatos que
afectaron a continuación a muchos
judíos, un hombre, al
ver el asesinato de un judío por un antiguo amigo
suyo musulmán, llegó a exclamar
incluso: «¡Una religión que impulsa a hacer algo así es ciertamente maravillosa!»
Conclusión
Al contrario de Jesús, que sufrió la condena de los hombres antes
de padecer en la cruz, Mahoma murió en plena
gloria terrenal,
poderoso y respetado por sus contemporáneos. Las numerosas conquistas militares le confirieron derechos inimaginables sobre
poblaciones enteras, y
sus revelaciones divinas, muy bien arregladas
para satisfacción de
sus inclinaciones humanas, le concedieron
una considerable autoridad
sobre los hombres. Es verdad que,
durante su primera fase en
La Meca, debió guiar a Mahoma un sincero interés por la
religión. Pero, desde que comprendió su indiscutible poder de convicción sobre sus allegados, su elocuencia y su carisma incontestable, Mahoma se convirtió en
un poderoso manipulador de
las mentes
al servicio de una causa
esencial a
sus ojos: la unificación política de los árabes bajo su
égida, siendo él
el único intermediario con lo divino.
Por supuesto,
es bastante probable que él
creyera
realmente en la existencia del dios monoteísta del que hablaban los
judíos,
pero en ningún momento muestra Mahoma el menor interés por la discusión teológica, la indagación de lo absoluto o la profundización personal
de la fe. La mayor parte, incluso la totalidad
de sus creencias no son
más que
recuperaciones compiladas del
judaísmo, del
paganismo, del
cristianismo apócrifo
o incluso del
zoroastrismo. No hay nada en el islam
que constituya una innovación importante
en el plano de la espiritualidad interior. Él no había abrazado el cristianismo porque había entendido mal el
concepto de la Santísima Trinidad,
pensando que los
cristianos creían realmente
en tres dioses. Mahoma no era un intelectual, sino un hombre práctico, dotado de
una inteligencia decidida. Había comprendido
que la unificación de los árabes
pasaba lógicamente por la unificación de los antiguos dioses
paganos en una sola persona: Alá.
Desde un punto
de vista histórico, en suma, Mahoma fue respectivamente
un
capitán de bandidos, un
salteador de
caravanas, un verdugo antisemita,
un
pederasta, un asesino de
poetas, un fabulador, un
gurú. En lugar de buscar el dominio
de sí mismo,
como debería
un
verdadero hombre de
Dios, fue la búsqueda del poder sobre los demás lo que inspiró la mayor parte de sus hechos y
palabras. De ahí que el
gran genio de Mahoma sea haber concebido, por primera vez en la historia universal, una religión con fines políticos.
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