Aumentan los delitos de odio contra las iglesias en Estados Unidos. Informe

RAYMOND IBRAHIM






Los ataques contra iglesias e instituciones cristianas en suelo estadounidense están en su punto más alto.


Los asesinatos del 27 de marzo de 2023 en Nashville –donde una mujer que decía ser hombre (o bien "transgénero") irrumpió en una escuela cristiana privada y asesinó a tres niños y tres adultos– son solo la espectacular punta de un iceberg creciente pero oculto.


Según informes recientes del Family Research Council, "los actos criminales contra iglesias han ido en constante aumento durante los últimos años". Aunque se basa en información pública limitada –lo que significa que el número real "de actos de hostilidad [contra las iglesias] es sin duda mucho mayor"–, la organización logró verificar "un total de 420 actos de hostilidad documentados que ocurrieron entre enero de 2018 y septiembre de 2022" por todo Estados Unidos.


Algunos de ellos, aunque no letales, recordaban el tiroteo de Nashville:


"En los tres primeros meses de 2023 se produjeron tres incidentes relacionados con armas de fuego en propiedades eclesiásticas, incluido el tiroteo en The Covenant School [en Tennessee]. En un incidente, dos adultos y dos menores dispararon 50 veces con pistolas de 9 mm contra el edificio de una iglesia menonita en Versailles (Misuri). Los daños a la propiedad fueron tipificados como delito de odio. En otro incidente, se produjo un tiroteo a altas horas de la noche en el aparcamiento de la iglesia baptista Praise Temple de Shreveport (Luisiana), que envió a cuatro heridos al hospital."


Aunque cada año se ha producido un aumento constante de los ataques contra iglesias (2020 es la excepción, debido a los cierres obligados por el covid), el ritmo de crecimiento se ha hecho exponencial. Como señala el informe:


"En el primer trimestre de 2023 [enero, febrero y marzo] ya se han producido 69 incidentes. Si este ritmo continúa, 2023 tendrá el mayor número de incidentes de los seis años que el Family Research Council ha contabilizado, continuando la tendencia al alza... En comparación con el mismo período [de tres meses] de años anteriores, el de enero a marzo de 2023 representa un aumento significativo de los actos de hostilidad. En esos mismos meses, en 2018 se produjeron 15 actos de hostilidad contra iglesias; en 2019, 12; en 2020, ninguno [debido a los cierres]; en 2021, 14; y en 2022, 24."


En otras palabras, ha habido más ataques a iglesias en el primer trimestre de este año que en los primeros trimestres de los cinco años anteriores juntos.


De los 69 ataques a iglesias ocurridos entre enero y marzo de 2023, la inmensa mayoría, 53 (78%), consistieron en vandalismo y destrucción indiscriminada de bienes. El resto incluyó 10 incidentes de incendios provocados, tres relacionados con armas de fuego y tres amenazas de bomba. Tres de estos ataques incluían más de una de estas categorías.


Aunque el vandalismo es el más inocuo de estos delitos, también es el que mejor demuestra su verdadera motivación: el odio. Como señala el informe:


"Muchos de los actos de vandalismo representaban actos de destrucción inexplicables, como la demolición de un belén al aire libre, o el lanzamiento de piedras a través de una ventana.


Otros actos de desfiguración y profanación consistieron en la decapitación de estatuas cristianas, la quema de cruces y el despliegue de símbolos satánicos en las iglesias.


En relación con los descabellados daños causados por vándalos el día de San Valentín en una iglesia presbiteriana de Winston-Salem (Carolina del Norte), un trabajador de la iglesia dijo:


"No lo entiendo. No dejo de preguntarme por qué. Demuestra un gran enfado. Pero ¿estaban enfadados con nosotros? ¿Estaban enfadados con las iglesias? ¿Estaban enfadados con Dios? Simplemente no entiendo por qué habrán hecho esto."


Aunque a menudo se desconoce la identidad de los agresores (o se oculta intencionadamente), cada vez son más los que parecen ser, como la asesina de Nashville, personas con problemas de género.


Por ejemplo, el 3 de enero de 2023, Cameron David Storer, un hombre que decía ser mujer, incendió el edificio de una iglesia de 117 años en respuesta a "voces en su cabeza".


Un mes más tarde, el 3 de marzo –el día después de que la Cámara de Representantes de Kentucky aprobara un proyecto de ley que protegería a los niños de la mutilación sexual (también conocida como "transición de género"–, unos vándalos pintaron con spray "TRANS PWR" en la iglesia católica de San José, en Louisville.


Tras afirmar que "el problema de los actos de hostilidad contra las iglesias en Estados Unidos es generalizado y va en aumento", Arielle Del Turco, del Family Research Council, dijo que apuntan:


"a una batalla espiritual más amplia y a un creciente clima de hostilidad hacia el cristianismo. Las motivaciones de algunos de estos actos de vandalismo, incendios provocados, incidentes con armas de fuego, amenazas de bomba u otros actos parecen políticas, mientras que muchos otros resultan completamente inexplicables. Sin embargo, todos estos incidentes representan una tendencia profundamente preocupante y tienen el potencial de ser intimidatorios."


Por otro lado, estas tendencias son coherentes con la evolución de la situación en todo el mundo.  Incluso en Europa, antiguo bastión mundial del cristianismo, cada día son profanadas varias iglesias, incluso defecando y orinando en ellas, aunque este fenómeno apenas recibe cobertura informativa.


Y aunque los inmigrantes musulmanes han sido los culpables tradicionales –las ciudades europeas con gran población musulmana suelen registrar un aumento concomitante de los ataques a iglesias y símbolos cristianos–, los denominados elementos "de izquierdas", no sólo personas con problemas de género, sino wokistas [izquierdistas fanáticos] enardecidos de toda laya, están cada vez más detrás de las profanaciones de iglesias.


En Canadá, por ejemplo, que una vez fue descrito como "el centro de quema de iglesias del mundo occidental" (aunque, claramente, su vecino del sur le está ganando la partida), docenas de iglesias han sido vandalizadas e incendiadas, entre vítores oficiales, con el pretexto de infundados "agravios" históricos.


Aquí surge una aparente ironía: las visiones del mundo de, por un lado, los activistas woke y, por otro, los musulmanes, son virtualmente antitéticas: los primeros se caracterizan por un izquierdismo extremo y una negación de la realidad, mientras que los segundos son el paradigma del autoritarismo, el patriarcado y el dogmatismo rigorista.


Entonces, ¿qué explica el odio compartido por ambos hacia las iglesias cristianas?  La respuesta parece bastante sencilla: mientras que el laicismo amoral está dispuesto a acomodarse y dejar pasar casi cualquier cosa, las iglesias se aferran a su propia visión del mundo, que es claramente cristiana, y esta visión del mundo rechaza y contradice gran parte de lo que creen tanto los izquierdistas woke como los musulmanes. Como dijo (el ahora "cancelado") Tucker Carlson, mientras explicaba por qué una mujer "trans" había asesinado a seis personas en Tennessee:


"[Las víctimas] fueron asesinados porque eran cristianos. Así de sencillo. Los transexuales odian a los cristianos sobre todo, no porque los cristianos sean una amenaza física –los niños de tercer grado [asesinados] no eran una amenaza física–, sino porque los cristianos se niegan a unirse a las pandas de mentirosas que pululan en nuestra sociedad y a pontificar que los transexuales son dioses con poder para cambiar la misma naturaleza. A los cristianos no se les permite decir eso, ellos tienen su propio Dios. Y por ese rechazo, por esa negativa a someterse y adorar a un falso ídolo, en este caso el transexualismo, fueron asesinados."


Sea como fuere, lo que no se puede negar es que el odio y la violencia contra los cristianos y sus lugares de culto –que antaño se vinculaba y circunscribía sobre todo al mundo musulmán– ha llegado a Estados Unidos y se está propagando rápidamente.


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