Disparando
al mensajero (infiel)
RAYMOND IBRAHIM
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Sea verdad o no, si dices algo "incorrecto" sobre
el islam, eres culpable, incluso si solo estás citando lo que los
mismos musulmanes dicen.
Consideremos el caso reciente del profesor Nicholas Damask, presidente
del Departamento de Ciencias Políticas del Scottsdale Community College
en Arizona. El mes pasado, después de que uno de sus estudiantes,
Muhammad Sabra, compartiera en las redes sociales preguntas de
cuestionarios que consideraba "desagradables para el islam", el
profesor recibió gran cantidad de amenazas de muerte, en línea, contra
él y su familia y críticas de su universidad.
Las cosas eventualmente cambiaron a favor de Damask; su canciller
interino se disculpó públicamente por "la manera desigual en que se ha
manejado esto y por nuestra falta de consideración total por el derecho
a la libertad académica de nuestro profesor".
Sin embargo, esto es inaceptable para aquellos cuya misión principal
gira en torno a anular la libertad de expresión sobre el islam, en
particular el CAIR (Consejo de Relaciones Americano-Islámicas). En
consecuencia, el 3 de junio, este Consejo anunció que presentaría una
demanda contra la universidad. Los párrafos introductorios del
comunicado de prensa del CAIR son los siguientes:
"Durante un curso de Política Mundial en la universidad con un módulo
sobre "Terrorismo islámico", el profesor Nicholas Damask condena
repetidamente al islam como una religión que en definitiva enseña
terrorismo. El profesor también declara que las interpretaciones
pacíficas del islam son falsas: 'Las afirmaciones de que el islam no
promueve la guerra o la violencia no cuentan con ningún fundamento ni
teológico ni histórico'.
El único material de lectura del curso son
artículos escritos por los extremistas antiislámicos Raymond Ibrahim y
Walid Phares."
Desde el principio, el CAIR miente: afirma que los estudiantes debían
leer un "artículo" que escribí. De hecho, se les pedía que leyeran el
extracto de un libro escrito por Al-Qaeda en árabe. Yo simplemente lo
había traducido e incluido en The Al
Qaeda Reader
(Random House, 2007). Además, aunque el líder de Al-Qaeda, Ayman
Zawahiri, era el que escribía el extracto en cuestión, la mayoría de
sus palabras
son citas directas del Corán, Mahoma y el consenso de sabios islámicos
(o ulemas).
Esas palabras, y muchas más como las que han pronunciado los
musulmanes en el transcurso de casi catorce siglos, dejan una cosa bien
clara: "Matad a los idólatras [a los no musulmanes] allí donde los
encontréis", cita del Corán 9,5. "Capturadlos, asediadlos y tendedles
emboscadas por todas partes. Solo si se arrepienten, hacen el rezo y
pagan el tributo [es decir, si se someten al islam y se vuelven
musulmanes], dejadlos seguir su camino".
De hecho, el propio CAIR, un conspirador no imputado del mayor caso de
financiación del terrorismo en la historia de Estados Unidos, que, sin
embargo, sigue siendo libre para aterrorizar la libertad de expresión,
participó en un supuesto documento presentado como evidencia judicial.
Declara que el activismo islámico "en Estados Unidos es una especie de
gran yihad para eliminar y destruir la civilización occidental desde
adentro y 'sabotear' su miserable casa con sus manos y las manos de los
creyentes".
Este objetivo no se puede lograr mientras las verdaderas palabras y
enseñanzas del islam lleguen al conocimiento del público
estadounidense. Sin embargo, el problema para el CAIR es que tratar
abiertamente de censurar las palabras de Alá (el Corán), las palabras
de su profeta Mahoma (los hadices) y las palabras de los ulemas más
venerados del islam, las tres fuentes más importantes del islam
donde se origina todo el odio, levanta sospechas, incluso entre los
ingenuos: ¿qué pasa con las escrituras más sagradas y reverenciadas del
islam, que los mismos musulmanes están empeñados en ocultarlas?
Por eso recurren al Plan B: culpan al mensajero. Si alguien,
especialmente un no musulmán, simplemente cita las palabras
(intrínsecamente problemáticas) del islam, los subversivos islámicos de
Estados Unidos afirmarán que las está distorsionando intencionalmente
para difamar al islam, o que esas palabras son suyas, de ahí la
reciente mentira del CAIR pretendiendo que un tratado escrito por
Al-Qaeda es realmente un
"artículo" escrito por mí.
Aquí hay otro egregio ejemplo de esta táctica. Unas semanas antes de
las distorsiones del CAIR, el 30 de abril de 2020, la Liga
Anti-Difamación (ADL), otro grupo que odia la libertad de expresión y
se presenta como defensor del odio, publicó un artículo titulado "Los
islamófobos reaccionan a la pandemia de coronavirus con fanatismo
antimusulmán". Comienza diciendo: "A medida que el coronavirus continúa
expandiéndose, los ideólogos antimusulmanes estadounidenses propagan
una serie de conspiraciones destinadas a avivar el miedo". Luego
continúa diciendo:
"El islamófobo Raymond Ibrahim ... ha escrito en una publicación del 1
de abril que los musulmanes están 'alentando a otros musulmanes a
entrar en contacto entre sí' y 'a protestar contra la idea de cerrar
temporalmente las mezquitas', y agrega que los musulmanes creen que
'nada asociado con el islam y especialmente el culto islámico puede
transmitir la enfermedad'... Raymond Ibrahim, en su artículo del 1 de
abril en FrontPage Mag,
intenta apoyar [...] la retórica antimusulmana en relación con el
Covid-19, al afirmar que los musulmanes se adhieren a doctrinas
teológicas que fomentan la 'aversión irracional hacia los infieles', lo
que hace que los musulmanes sean más propensos a propagar la
enfermedad a los no musulmanes voluntariamente."
Es curioso que, si bien la Liga Anti-Difamación usa varios enlaces en
su artículo, no incluya un enlace a mi artículo del "1 de abril",
constantemente referido y supuestamente problemático. La razón es
clara: la Liga no quiere que sus lectores consulten el artículo en sí y
entonces se den cuenta de que todas "mis" afirmaciones tienen su fuente
en palabras de musulmanes que viven en Pakistán, Egipto, Irán y otros
lugares, con su enlace correspondiente.
El patrón queda claro, al menos para aquellos con ojos para ver y oídos
para oír: los musulmanes lo dicen, y los no musulmanes son culpados
por repetirlo.
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