Las
iglesias en Egipto: islas hostigadas en un mar de mezquitas
RAYMOND IBRAHIM
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Según un informe en árabe del 19 de mayo de 2021,
el Ministerio de Dotaciones de Egipto acaba de anunciar que, desde
septiembre de 2020, se abrieron 1.413 mezquitas, de las cuales 1.315
son nuevas, en la nación norteafricana.
Este anuncio subraya el doble rasero que los cristianos y los
musulmanes pueden esperar en Egipto. Dado que las mezquitas proliferan
por todo el país, construir iglesias nuevas o incluso renovar iglesias
antiguas es para los coptos como arrancarles las muelas.
Según un estudio detallado del autor Adel Guindy,
"hay una iglesia por cada 5.800 coptos ortodoxos"; esto obliga a muchos
cristianos a "viajar grandes distancias fuera de sus ciudades para ir a
los
actos religiosos (bautismo, matrimonio, funerales y misa ordinaria)".
Por otro lado, según el número de mezquitas en Egipto (114.000 en 2016,
más ahora) y la población musulmana estimada de Egipto, hay
aproximadamente una mezquita por cada 700 musulmanes. En otras
palabras, incluso después de equilibrar la proporción entre musulmanes
y cristianos, todavía hay alrededor de ocho mezquitas por cada iglesia.
La discrepancia no podría ser más clara.
Como observó Solidaridad Copta en un informe
de 2019, "el gobierno egipcio no aplica una sola ley por igual para
la construcción y reparación de mezquitas, iglesias y sinagogas". De
hecho, a fines de 2016, en la época en que la catedral de San Pedro en
El Cairo fue atacada con una bomba que mató a 25 fieles
coptos, y mientras las autoridades cerraban varias iglesias, el gobierno egipcio se
jactaba
nuevamente de abrir diez nuevas mezquitas cada semana y asignar varios
miles de millones de libras egipcias para abrir miles más. De manera
similar, Al-Azhar, "la principal autoridad en teología y asuntos
islámicos", está completamente subsidiada por el gobierno (13
mil millones de libras egipcias, o sea, 597 millones de euros, en 2018).
Por otro lado, cada lugar de culto cristiano en Egipto está mantenido
por su comunidad (a menudo empobrecida), sin ayuda gubernamental;
además, "el gobierno egipcio", continúa el informe de Solidaridad
Copta, "ha ordenado el cierre de varias iglesias en contravención
directa de la ley"; y mientras que "el gobierno egipcio nombra a los
imanes y paga sus salarios, los dirigentes religiosos cristianos y de
otras minorías no reciben del gobierno ninguna compensación".
La razón por la que existe un doble rasero remite al artículo 2 de la
Constitución de Egipto: "El islam es la religión del Estado ... Los
principios de la Saría islámica son la principal fuente de
legislación". Da la casualidad de que la saría islámica es
decididamente hostil a los lugares de culto no musulmanes;
estrictamente interpretada, la saría
prohíbe la construcción o la renovación de iglesias en Egipto. Aunque
esa ley no se aplica estrictamente, su "espíritu", que genera
hostilidad hacia las iglesias entre las masas populares de Egipto,
sigue vivo.
Por eso, en aquellas ocasiones en las que la tenacidad cristiana supera
la burocracia de la "yihad" y obtiene permiso para una iglesia,
hay que enfrentarse a la mafia musulmana. Una vez que los musulmanes
de la localidad se enteran de que se va a reconocer una iglesia en su
vecindario, forman grandes turbas –generalmente después de los rezos
del viernes, cuando el imán los incita–, se amotinan, atacan y, a
veces, matan a los cristianos, e incendian sus casas y/o las iglesias
en
cuestión. Luego, para calmar la situación, las autoridades locales,
algunas de las cuales ayudan o encubren a la turba, revocan de
inmediato el permiso pendiente de la iglesia, alegando que representa
un "problema de seguridad" para la población.
"Una gran cantidad de jóvenes musulmanes, de entre 16 y 26 años, de
nuestro pueblo y los alrededores, se juntaron frente al edificio de
nuestra iglesia, gritando 'Alahú Akbar' y coreando consignas
hostiles contra los coptos y la Iglesia, como 'No queremos ninguna
iglesia en nuestro pueblo islámico'”, recordaba
Moheb, miembro de una de las iglesias cerradas en Lúxor. "Intentaron
romper la puerta de entrada … pero la cerramos por dentro.
Inmediatamente llamamos a la policía que llegó y dispersó a los
manifestantes, pero no arrestaron a nadie. Luego clausuraron el
edificio
de la iglesia, lo sellaron y colocaron guardias de seguridad".
Respecto a esa clausura, Gamil Ayed, un abogado copto local, expresaba
un sentimiento cristiano típico: "Nunca hemos escuchado que se cerrara
una
mezquita o que se detuviera el rezo en ella porque no tenía licencia.
¿Es eso justicia? ¿Dónde está la igualdad? ¿Dónde está la libertad
religiosa? ¿Dónde está la ley? ¿Dónde están las instituciones
estatales?"
Dos meses antes de que se cerraran ocho iglesias, se cerró otra
iglesia cercana en idénticas circunstancias. "Hay alrededor de 4.000
cristianos en nuestro pueblo y ahora no tenemos un lugar para celebrar
el culto", respondía
un vecino, Rafaat Fawzy. "La iglesia más cercana está ... a 15 km de
distancia. Es difícil ir a rezar en esa iglesia, especialmente para los
ancianos, los enfermos y los niños".
También él se hacía las mismas preguntas que surgen en la mente de
millones de cristianos en Egipto: "¿Dónde están nuestros derechos? Hay
siete mezquitas en nuestro pueblo y los musulmanes pueden rezar
libremente en cualquier lugar, pero nosotros no podemos celebrar
nuestros ritos religiosos en un lugar sencillo con el que hemos estado
soñando. ¿Es eso justicia? Estamos oprimidos en nuestro país y no hay
derechos para nosotros".
Unos días después del cierre de la iglesia de Lúxor, los musulmanes agredieron
a los cristianos en la ciudad de Menia porque "se oponían a la
presencia
de una iglesia en la zona". Tres cristianos tuvieron que ser
hospitalizados.
Hay que mencionar que todos estos ataques tuvieron lugar dos años después
de la tan publicitada "ley de la iglesia" de Egipto, aprobada en
2016, que estaba destinada a aliviar las restricciones que pesan sobre
las iglesias,
pero que, en realidad, "discrimina a la minoría cristiana en Egipto",
por citar a Human Rights Watch.
Las muchas dificultades que afrontan los cristianos de Egipto en lo
referente al culto en la iglesia constituyen solo una de las variadas
violaciones contra sus derechos humanos. Si sus hijas son objeto de
secuestro, forzadas a la conversión y el matrimonio, o si son
arrestadas y encarceladas con la acusación de que se burlaron del
islam, o si se ven demonizadas y odiadas a consecuencia de las
enseñanzas que se imparten en mezquitas y universidades a menudo
dependientes del gobierno, los cristianos simplemente no participan de
los
mismos derechos humanos que tienen los musulmanes en Egipto.
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