Una
‘princesa’ turca jura que el islam ‘romperá la cruz occidental’
RAYMOND IBRAHIM
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Recurriendo a la retórica yihadista, Esra, la
hija del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan –que acaba de ganar otros cinco años como presidente– atacó
recientemente a Occidente y al cristianismo.
En un tuit escrito, no en su turco natal, sino en la lengua del islam,
el árabe, la "primera hija" declara que "Queda poco para que la media luna
islámica rompa la cruz occidental."
Esta frase es tan universalmente entendida por los musulmanes, como
universalmente malentendida por los occidentales, y es, por tanto,
emblemática de la continuidad musulmana y la confusión occidental.
Tiene un significado tanto literal como figurado.
En cuanto al primero, los musulmanes han estado, literalmente,
"rompiendo la cruz" en cumplimiento del mandamiento de su
profeta. En el pasado y en el presente,
los musulmanes han destruido y siguen destruyendo el crucifijo –en
cementerios, en iglesias, en cristianos– como reflejo de su
animadversión al Evangelio, en particular, a que Cristo fue
crucificado,
muerto y resucitado, tres doctrinas centrales del cristianismo que el
islam rechaza.
De hecho, la portada de junio de 2015 de la revista del Estado
Islámico, Dabiq, mostraba a
un musulmán rompiendo una cruz del
campanario de una iglesia, con las palabras "Romped la cruz" debajo.
En sentido más figurado, "romper la cruz" siempre ha significado
"derrotar al cristianismo" –otra cosa por la que los musulmanes,
pasados y presentes, han luchado fervientemente–, incluida, al parecer,
a
la hija ostensiblemente "secularizada" del presidente de Turquía,
"socióloga" de profesión.
En el pasado, los musulmanes consiguieron, mediante la yihad violenta,
engullir tres cuartas partes del mundo cristiano original,
incluidos
Oriente Próximo, el norte de África y "Turquía" (Anatolia).
También conquistaron temporalmente otros territorios cristianos
(España, el Mediterráneo, los Balcanes), y hostigaron continuamente al
resto (llegando incluso a alcanzar Islandia en busca de esclavos y
provocando al recién nacido Estados Unidos su primera guerra como nación).
Entonces, cuando el islam era una fuerza formidable, los europeos
lucharon con uñas y dientes para repeler a los terroristas y
salvaguardar la fe y el patrimonio de su patria.
Hoy, sin embargo, cuando el islam es débil y fácil de confinar,
Occidente se encuentra haciendo lo imposible por acomodar y acoger a
cada vez más inmigrantes musulmanes, muchos de los cuales, en lugar de
mostrar gratitud, muestran el tradicional desprecio del islam por los
"infieles" y se aprovechan de ellos.
En resumen, mientras que los musulmanes –incluidos el presidente de
Turquía y su
hija– conocen bien el
significado de "romper la cruz" y se esfuerzan por alcanzarlo, los
occidentales, que durante más de
un milenio estuvieron soportando esa animosidad,
hasta que consiguieron invertir la marea en el siglo XVIII, hoy, no
sólo no hacen nada al respecto, sino que la facilitan.
En este sentido, la afirmación de que "queda poco para que la media
luna islámica rompa la cruz occidental" refleja más el estado del
cristianismo en Occidente que el del islam.
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