Cómo Jesús se convirtió en Isa: un terrorista con un harén celestial

RAYMOND IBRAHIM






Según un reciente informe titulado "Jesús el terrorista palestino y sus 72 vírgenes de ojos oscuros".


"Una de las muchas formas en que la Autoridad Palestina distorsiona la historia para inventar una identidad palestina centenaria es convertir a Jesús el judío, que promovió la paz en la tierra, en un terrorista palestino que fue asesinado por los israelíes, convirtiéndose así en el primer 'mártir' palestino, que ahora se deleita en el cielo con Alá, en brazos de 72 vírgenes de ojos oscuros."


El informe continúa ofreciendo abundantes ejemplos para validar esta acusación.


¿Qué pensar de todo esto?


En primer lugar, hay que recordar que para los palestinos y los musulmanes en general, quienes sacrifican su vida por la causa de Alá –y a Alá le interesan mucho cosas como la tierra y las disputas territoriales– son los preferidos de esa deidad, merecedores de las más altas recompensas paradisíacas.  Como declara el Corán:


"Ciertamente Alá ha comprado a los creyentes sus vidas y sus pertenencias y a cambio les ha prometido que tendrán el paraíso. Luchan en el camino de Alá, matan y son matados" (Corán 9,111).


De ello se deduce que Jesucristo, de quien los musulmanes se han apropiado y lo han transformado en "el profeta Isa", es un gran mártir, no porque fuera crucificado por los pecados de la humanidad (el islam enseña que otra persona fue crucificada en lugar de Cristo en el último momento), sino porque da su vida para luchar contra los infieles y defender la ley de Alá, la saría.


De este modo vemos que "Jesús", de quien se nos dice constantemente que "los musulmanes también lo aman", tiene poco que ver con el Cristo bíblico.


Consideremos lo que dicen de él algunos de los hadices más canónicos (las siguientes citas proceden de Muslim Sources of the Crusader Period, de los profesores James E. Lindsay y Suleiman Mourad):


En uno, Jesús cita con aprobación a Mahoma diciendo que quienquiera que lo haga a él, Mahoma, igual a Cristo irá al cielo –contradiciendo así el credo cristiano más antiguo (1 Corintios 15,3-7)–: "Quienquiera que testifique que no hay más dios que Dios, solo sin compañero, y que Mahoma es su siervo y enviado, y que Jesús es su siervo y enviado... Alá lo admitirá en el paraíso por decir eso".


En otro hadiz, una mujer le dice a Jesús: "Bendito el vientre que te llevó y el pecho que te amamantó". A esto, un sorprendido Jesús responde: "¡No, sino bendito el que lee el Corán y sigue lo que en él se dice!".


Pero solo cuando regrese en la versión islámica del "fin de los tiempos", el Jesús musulmán brillará de verdad. Según la enseñanza islámica, regresará para "romper las cruces, masacrar a los cerdos, acabar con el impuesto de la yizia a los no musulmanes, hacer lícita la guerra contra la gente del libro (es decir, judíos, cristianos, zoroástricos, etc.) y otros".


En otras palabras, marcará el fin de la "tolerancia" hacia las creencias cristianas permitidas durante mucho tiempo pero "erróneas", entre ellas la de que Jesús fue crucificado, muerto y resucitado para la salvación de la humanidad.


En medio del enfrentamiento final entre las fuerzas de Alá y las fuerzas del Anticristo (al-Dayyal), Jesús aparecerá primero "rezando detrás" de un dirigente islámico. Entonces, "después de que Jesús termine su oración, tomará su lanza, irá hacia el Anticristo y lo matará. Entonces Jesús morirá y los musulmanes lo lavarán y lo enterrarán".


De esa manera, para muchos musulmanes, Jesús es un "mártir" nada diferente de sus supuestos parientes palestinos que se inmolan al servicio del islam.


Tampoco es sorprendente que el Jesús musulmán reciba la más alta recompensa paradisíaca del islam para los mártires: las huríes, concubinas sobrenaturales –"de grandes ojos negros" y "pechos redondos", dice el Corán (56,22 y 78,33)– creadas con el propósito expreso de complacer a los favoritos de Alá a perpetuidad.


Como dijo el profeta del islam, Mahoma, de todo aquel que sufre martirio por la causa de Alá, en un hadiz canónico y citado a menudo:


"Se le perdona desde la primera gota de sangre [que haya derramado]. Verá su trono en el paraíso... Encima de su cabeza habrá una corona de honor, un rubí que es más grande que el mundo y todo lo que contiene.  Y copulará con setenta y dos huríes" (The Al Qaeda Reader, p. 143).


Que el Jesús musulmán se dedique a una libidinosa vida después de la muerte no debería sorprender. Después de todo, la madre de Jesús, María, también está, según la imaginación musulmana, comprometida en una vida carnal después de la muerte, como esposa (una de varias, por supuesto) de Mahoma.


He aquí, pues, otro duro recordatorio de que la apropiación y posterior mutilación de figuras bíblicas por parte del islam no es, contrariamente a las afirmaciones "ecuménicas", una fuente de "puntos en común" y "puentes" entre el islam, por un lado, y el judaísmo y el cristianismo, por otro.


Por el contrario, es la forma que tiene el islam de manipular las figuras del judaísmo y el cristianismo para sus propios fines y precisamente para utilizarlas en contra de los judíos y los cristianos.



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