‘Mahoma’ se apodera del mundo

RAYMOND IBRAHIM






La yihad demográfica está arrasando en el mundo no musulmán.


Según un informe del 11 de septiembre de 2023, "Mahoma"/"Mohamed" es el nombre más popular para los recién nacidos varones en Israel (seguido de Adán, José y David).


Aunque Israel es una nación judía, también se encuentra justo en Oriente Próximo, por lo que este hallazgo no resulta demasiado sorprendente.


Sin embargo, ¿qué pensar del hecho de que en toda Europa Occidental, que durante siglos representó la antítesis del islam, también se estén imponiendo los recién nacidos con el nombre de Mahoma?


Por ejemplo, según un informe aún más reciente, Mahoma/Mohamed es el nombre más popular entre los bebés varones nacidos en Reino Unido.


Lo mismo ocurre en toda Europa Occidental. Según otro informe del 8 de mayo de 2023:


"El nombre de pila Mohamed ha ganado popularidad en Alemania en el pasado año...  En Berlín, Mohamed fue el nombre de pila más popular para chicos en 2022. El año pasado había ocupado el tercer lugar... En Bremen, el nombre de pila Mohamed ha pasado del tercer puesto al segundo... También en Hesse, el nombre del profeta musulmán está en alza. Allí ha pasado del octavo al tercer puesto."


Mohamed [=Mahoma] es el nombre más popular en las principales ciudades belgas, como Bruselas, capital de la Unión Europea; en Oslo, capital de Noruega; y en las mayores ciudades de los Países Bajos, como Ámsterdam, Róterdam, La Haya y Utrecht.


Por no hablar de otros nombres árabes/musulmanes, que también encabezan las listas de nombres de los recién nacidos. Según un informe de 2015, en Reino Unido:


"Hay un aumento de nombres árabes en general. Entre los 100 primeros de las niñas, Nur ha saltado directamente al número 29, y Maryam ha subido 59 puestos hasta el número 35. Omar, Alí e Ibrahim son nuevos entre los 100 primeros de los chicos."


Incluso en Estados Unidos, en 2019, Mohamed entró en la lista de los 10 primeros nombres de bebé. "Los nombres árabes están en alza este año", dijo el BabyCenter, "con Mohamed y Aaliyah entrando en los 10 primeros, y desplazando a Mason y Layla".


Todo esto puede parecer bastante inocuo.  Después de todo, ¿qué es un nombre?


Sin embargo, como ser más numerosos equivale a más poder e influencia, muchos musulmanes ven su progenie como su contribución a la yihad, la antigua "lucha" para imponer la supremacía del islam.


Un vídeo del año pasado, en el que aparecen musulmanes y daneses peleándose en Dinamarca, lo deja claro. En el vídeo, se oye a un musulmán gritar a un danés las siguientes palabras:


"Nosotros tenemos cinco hijos, vosotros sólo uno o dos. En 10 o 15 años habrá más pakistaníes que daneses en este país... Los daneses sois cinco millones, pronto seréis exterminados. Mirad a los suecos, mirad a los noruegos, mirad a los finlandeses, ¡hombre! Nosotros somos múltiplos de millones, ¡hombre!"


El vociferante musulmán sigue acusando a los europeos de preferir la zoofilia al matrimonio, de ahí su escasez de hijos. Pronto intervienen otros musulmanes. Uno dice: "Acabo de casarme y también tendré cinco hijos". Otros empiezan a gritar que "las madres de los daneses volverán a quedarse embarazadas", porque sus madres y hermanas son "putas" (que presumiblemente se acuestan con musulmanes). Otros gritan: "Esto ya no es Dinamarca, es Pakiland", repetido varias veces. "Nos apoderamos de vuestro país".


Este tipo de pensamiento tiene un largo pedigrí. "Tenemos 50 millones de musulmanes en Europa", afirmaba Muammar Gaddafi en 2006, y luego añadía de forma más realista: "Hay señales de que Alá concederá al islam la victoria en Europa –sin espadas, sin armas, sin conquista–, la convertirá en un continente musulmán dentro de unas décadas".


Los continuos informes y encuestas sugieren que este sueño largamente acariciado por los musulmanes podría no ser tan descabellado. Así, en Reino Unido, "los fanáticos musulmanes del odio planean apoderarse de Gran Bretaña teniendo más bebés y forzando una explosión demográfica", revelaba un informe hace unos quince años: "El incremento de la población musulmana sería suficiente para conquistar Gran Bretaña desde dentro".  Dos años después, "en 2010, las estimaciones mostraban que Europa tenía 44 millones de musulmanes".


Según un informe del Pew Research Center, uno de cada tres habitantes del planeta será musulmán en 2070. Según otro informe del Pew, la población musulmana de Europa se triplicará en 2050, justo cuando todos esos bebés Mohamed alcancen la mayoría de edad.


En Alemania, alrededor del 20% de la población será musulmana hacia 2050; en Austria también.  Teniendo en cuenta que el hombre musulmán medio es más celoso respecto a su forma de vida y su propósito en la vida (islámica) que el hombre medio alemán, el 20% puede ser más que suficiente para una conquista islámica de Alemania, o al menos para causar estragos masivos.


Por cierto, esta "yihad de los bebés" puede llevarse a cabo con mujeres musulmanas o no musulmanas (infieles). Como ejemplo de esto último, un imán musulmán declaraba que, como los hombres europeos carecen de virilidad, sus mujeres buscan la fertilidad entre los hombres musulmanes:


"¡Les daremos fertilidad! Engendraremos hijos con ellas, ¡porque conquistaremos sus países! Os guste o no, alemanes, estadounidenses, franceses e italianos, y todos los afines a vosotros [los occidentales], estáis acogiendo a los refugiados. ¡Porque pronto los convocaremos [a ellos y a sus hijos nacidos en Occidente] en nombre del futuro califato! Y les diremos: 'Estos son nuestros hijos'."


Del mismo modo, el diario de Patrick Kabele, un musulmán africano que vivía en Gran Bretaña y fue detenido por intentar unirse al Estado Islámico –su principal motivo era comprar una esclava sexual de nueve años– tenía referencias que solo entenderían los musulmanes con las mismas ideas: en un esfuerzo, como dijo el imán antes mencionado, por utilizar a las mujeres europeas como incubadoras y "criar hijos con ellas", Kabele señalaba que había estado "inseminando a algunas mujeres de aquí, blancas de Reino Unido", y añadía: "Yo ya no beso [sic]". (A diferencia del apareamiento directo, los besos se consideran un acto íntimo, y los musulmanes, de acuerdo con la doctrina coránica de "la lealtad y la enemistad" (al-wala' w'al-bara') deben odiar siempre a los no musulmanes, aun cuando copulen con ellos o estén casados con ellos.


Esta misma estrategia se utiliza en el mundo musulmán contra las minorías cristianas. Sin embargo, a diferencia de Occidente, donde las mujeres se entregan libremente a los musulmanes, las minorías cristianas son secuestradas e inseminadas por hombres musulmanes.


Aun así, las mujeres musulmanas siguen siendo las principales incubadoras de esta yihad demográfica, y muchas de ellas la consideran su obligación. Una cristiana eritrea, voluntaria y traductora, que trabajaba en centros de inmigrantes en Alemania y a menudo era vista como musulmana por los inmigrantes, confesó una vez que "los inmigrantes musulmanes a menudo le hacían confidencias y le contaban su aversión hacia los cristianos", y que "varios de los inmigrantes musulmanes con los que había hablado le revelaron su odio hacia los cristianos y que estaban decididos a destruir su religión". El modo como planean hacerlo es revelador:


"Algunas mujeres me decían: 'Vamos a multiplicarnos. Debemos tener más hijos que los cristianos, porque es la única manera de destruirlos aquí'."


No es que muchos europeos occidentales parezcan preocupados por ello. Algunos incluso se alegran de ver morir a los suyos y ser sustituidos por los musulmanes, como la doctora Stefanie von Berg, que exultaba ante el Parlamento alemán:


"Señora Presidente, señoras y señores. Nuestra sociedad cambiará. Nuestra ciudad cambiará radicalmente. Sostengo que en 20 o 30 años ya no habrá una mayoría [alemana] en nuestra ciudad... Y quiero dejarlo muy claro, especialmente para esos derechistas: ¡Esto es algo bueno!"


A partir de aquí se comprende la verdadera raíz del problema que nos acucia. Y, como de costumbre, no son tanto los musulmanes procreadores, sino los elementos occidentales degenerados. Habiendo dado la espalda a su fe fundacional y a los principios judeocristianos, tenemos una cultura moribunda –caracterizada por el nihilismo, el hedonismo, el cinismo y, en consecuencia, el hundimiento de las tasas de natalidad– que simplemente tiene poco por lo que merezca la pena vivir y que está dando paso a otra más celosa de lo suyo.



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