Desmontando las numerosas mentiras de la ONU sobre la ‘islamofobia’

RAYMOND IBRAHIM






Según el sitio web de la ONU:


"Las Naciones Unidas conmemoraron el viernes [10 de marzo 2023] el primer Día Internacional de Lucha contra la Islamofobia con un acto especial en el salón de sesiones de la Asamblea General, donde los oradores insistieron en la necesidad de adoptar medidas concretas ante el aumento del odio, la discriminación y la violencia contra los musulmanes."


António Guterres, secretario general de la ONU, pronunció el discurso de apertura, "centrando la atención –y llamando a la acción– para erradicar el veneno de la islamofobia". A continuación se ofrecen extractos clave, seguidos por los pertinentes correctivos:


"Los casi 2.000 millones de musulmanes del mundo reflejan la humanidad en toda su magnífica diversidad. Proceden de todos los rincones del mundo. Son árabes, africanos, europeos, estadounidenses y asiáticos. Pero a menudo se enfrentan a la intolerancia y los prejuicios sin otra razón que su fe."


Pensemos en lo que dice ahí: Los musulmanes "se enfrentan a la intolerancia y los prejuicios sin otra razón que su fe". En otras palabras, los occidentales –el pueblo más liberal y tolerante del mundo con enorme diferencia– supuestamente odian y maltratan a los musulmanes simplemente y solo porque estos tienen un sistema de creencias diferente. En el mundo real, por supuesto, es precisamente Occidente quien ha desarrollado la idea misma de libertad religiosa (de la que carece el islam). Además, Occidente es la única civilización que ve todos los demás sistemas de creencias con mejores ojos que a su propia fe fundadora, el cristianismo.


La verdad es que, si hay "intolerancia y prejuicios" contra los musulmanes, no es porque los occidentales sean tan hostiles contra quienes creen de forma diferente a ellos –una postura que los musulmanes ejemplifican mejor–, sino debido a una serie de enseñanzas problemáticas del islam, como la de aterrorizar a los no musulmanes para someterlos (yihad), ejecutar a los apóstatas y blasfemos, tratar a las mujeres como bienes muebles y legitimar el matrimonio infantil (pederastia), por nombrar algunas.


Quizá consciente de la debilidad de su posición, el secretario general pasó a declarar que "El creciente odio al que se enfrentan los musulmanes... es una parte inexorable del resurgimiento del etnonacionalismo, de las ideologías neonazis de la supremacía blanca..."


Aquí uno se pregunta: Si Occidente está tan plagado de "ideologías neonazis de la supremacía blanca", como se predica por todas partes, ¿por qué se invitó alguna vez a la "gente de color", incluidos los musulmanes, a inmigrar a Occidente en primer lugar? ¿Cómo alcanzaron la libertad los negros en Estados Unidos? En ambos casos, desde luego, no se debió a la fuerza, ni a la coacción. Fue porque los blancos acordaron colectivamente y promovieron la igualdad racial y la diversidad, algo que ninguna otra civilización del mundo ha hecho por el "otro".


Pero, ¿quizá el secretario general quiere decir que los blancos se han vuelto más racistas que sus antepasados de los años sesenta? A primera vista, parece absurdo: Occidente es hoy ostensiblemente más liberal –se adoctrina abiertamente a los niños en las desviaciones sexuales– que hace varias generaciones. Por otra parte, si existe una creciente aversión hacia el islam, quizá sea producto de experiencias recientes y reales sobre el terreno. Recordemos que en los años sesenta prácticamente no había musulmanes en Occidente, y los que había se asimilaban rápidamente. Hoy en día, los occidentales –especialmente los europeos occidentales– saben muy bien lo que supone convivir con musulmanes, y esto puede haberlos "amargado".


Por ejemplo, cuarenta años después de que la antes homogénea Suecia abriera sus puertas al "multiculturalismo" –lo que ha significado acoger a "refugiados" musulmanes en su mayor parte varones–, los delitos violentos han aumentado un 300% y las violaciones un 1.472%, convirtiendo a la antes tranquila nación escandinava en la capital de las violaciones en Occidente. Reino Unido y Alemania –que también cuentan con importante población musulmana– no se quedan atrás.


Imperturbable ante la realidad, el secretario general prosigue:


"Los musulmanes soportan ataques personales, retórica de odio y estereotipos. Puede que muchos de estos actos de intolerancia y sospecha no se reflejen en las estadísticas oficiales, pero degradan la dignidad de las personas y nuestra común humanidad."


He aquí una admisión interesante: a pesar de todos los lloriqueos de la ONU sobre la "islamofobia", resulta que las "estadísticas oficiales" no reflejan ningún maltrato especial a los musulmanes.


Mientras tanto, las estadísticas sí muestran aquello de lo que la ONU nunca habla: la violencia islámica contra los no musulmanes. Solo en los últimos 30 días (14 marzo 2023), se han producido 61 atentados terroristas islámicos que han matado a un total de 486 personas en 20 países.


Continúa el secretario general de la ONU:


"Los vínculos entre el odio antimusulmán y la desigualdad de género son inequívocos. Vemos algunos de los peores impactos en la triple discriminación contra las mujeres musulmanas a causa de su género, su etnia y su fe."


No solo se trata de una comparación extraña, sino que la afirmación de que las mujeres musulmanas sufren algún tipo de discriminación "agravada" que necesita una rectificación urgente es superlativamente hipócrita, puesto que esa descripción a lo que se ajusta perfectamente es a la experiencia de las mujeres cristianas en las naciones musulmanas. En palabras de un informe sobre la persecución musulmana contra los cristianos: "Los hallazgos más significativos fueron que las mujeres cristianas se encuentran entre las más violadas del mundo, quizá de una forma que no habíamos visto antes". Según el informe, un promedio de seis mujeres al día son violadas simplemente por ser cristianas.


Como ya he comentado en otro artículo, si el islam hiperpatriarcal es misógino con las propias mujeres musulmanas, las mujeres "infieles" están, en el mejor de los casos, "destinadas a una sola cosa, al placer del hombre musulmán", como decía un musulmán a un grupo de adolescentes cristianas antes de aterrorizar y asesinar a una de ellas en Pakistán.


Hablando de Pakistán, que coorganizó la conferencia sobre "islamofobia" en la que intervino recientemente el secretario general de la ONU, cada año unas 700 niñas cristianas menores de edad son secuestradas, violadas, obligadas a convertirse y a casarse con su secuestrador, y la policía y los tribunales casi siempre se ponen de parte de los violadores. Los residentes locales explicaron que una niña cristiana de 9 años había sido violada por un musulmán que se jactaba de haber "hecho el mismo servicio a otras jóvenes cristianas":


"Estos incidentes ocurren con frecuencia. Las niñas cristianas se consideran mercancía que se pueden dañar a placer. Abusar de ellas es un derecho. Según la mentalidad de la comunidad [musulmana] ni siquiera es un delito. Los musulmanes las consideran como botín de guerra."


En resumen, la cantinela de la ONU sobre la "islamofobia" es, como la propia ONU, una farsa. El hecho de que el grupo demográfico más predispuesto a las tendencias "islamófobas" en Estados Unidos sea el de los propios musulmanes debería dejarlo bien claro.



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