La
perseverancia musulmana frente a la miopía occidental: la verdadera
lección de Afganistán
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Osama bin Laden, el mulá Omar y Ayman
al-Zawahiri
En
una entrevista realizada en 2005, se le
preguntó a Ayman al-Zawahiri, de al-Qaeda, sobre la situación de Osama
bin Laden, entonces dirigente de al-Qaeda, y del Mulá Omar, entonces
jefe de los talibanes, los dos hombres más implicados en los atentados
de
septiembre. El 11 de septiembre de 2001 el terrorismo atacó a Estados
Unidos (bin Laden lo planeó, Omar le brindó ayuda logística y
refugio).
Cuatro años después de que Estados Unidos invadiera Afganistán,
derrocara a los talibanes y obligara a huir a yihadistas de toda laya,
durante bastante tiempo no se supo nada ni del dirigente de al-Qaeda,
ni del jefe de los
talibanes.
La respuesta de Al-Zawahiri, que traduje para su inclusión en el libro The Al
Qaeda Reader (2007), siempre la he mantenido conmigo. Estas
son sus palabras:
"La yihad en el camino de Alá es más
grande que
cualquier individuo u organización. Es una lucha entre la Verdad
y la
Falsedad, hasta que Alá Todopoderoso domine la tierra y sus
habitantes. El mulá Muhammad Omar y el jeque Osama bin Laden –que Alá
proteja de todo mal– son simplemente
dos soldados del islam en el
itinerario de la yihad, mientras que la lucha entre la Verdad [el
islam] y la
Falsedad [el no islam] trasciende el tiempo" (página 182 ,
cursiva añadida).
Consideremos la posible aplicación, si no la naturaleza profética, de
esta
respuesta a la luz de los acontecimientos recientes: hace veinte años,
Estados Unidos, la única superpotencia del mundo, invadió Afganistán,
una de las naciones más débiles y pobres del mundo; hizo un trabajo
rápido con sus enemigos y se estableció, llevó a cabo la construcción
de la
nación y la importación de la "democracia"; y finalmente eliminó a sus
archienemigos, Osama bin Laden y el mulá Omar.
Para los observadores occidentales, era una victoria
norteamericana rotunda y sin reservas.
Y luego…., sin embargo, dos décadas después, tras invertir miles de
millones de dólares
y sacrificar miles de vidas de militares estadounidenses, Estados
Unidos no solo no tiene ningún resultado, sino que
Afganistán se va a convertir en una amenaza mucho mayor que nunca
(sobre
todo porque los talibanes –un grupo "musulmán radical" que acaba de
fundar el "emirato islámico" de Afganistán– se han apoderado de armas y equipos
estadounidenses por valor de miles de millones).
Entonces, ¿qué ha salido mal? Quizá la siguiente dicotomía –o más bien sentencia– pueda ayudar: mientras
que los musulmanes adoptan una visión
a largo plazo y paciente de la historia, los occidentales adoptan una
visión
muy cortoplacista y miope; mientras que los musulmanes persisten en su
camino y
esperan el momento oportuno en los momentos de derrota ("puede que
estemos deprimidos, pero –mientras estemos aquí– todavía seguimos en
el juego"), los occidentales dan demasiada importancia a lo
pasajero, a logros o hitos concretos en el tiempo y el
espacio.
Tomemos un ejemplo concreto: la desaforada euforia que cundió por los
medios de comunicación después de la muerte de Osama bin Laden en
2011. Entonces, el analista de seguridad de la CNN Peter Bergen declaró: "Matar a bin Laden es el fin
de la guerra contra el terrorismo. Así podemos
anunciarlo ahora mismo". Al insistir en que la
"naturaleza icónica de la personalidad de bin Laden" no se puede
reemplazar, Bergen aconsejaba además que "es la hora de seguir nuestro
camino".
Otro analista de CNN, Fareed Zakaria, nos aseguraba que "este es un
golpe
enorme y devastador para al-Qaeda, que ya había sido paralizada por la
Primavera Árabe. No es una exageración decir que este es el fin de
al-Qaeda en cualquier sentido significativo de la palabra".
Y luego..., sin embargo, una década después de la muerte de bin
Laden, no solo está en pie su refugio original, un Afganistán gobernado
por
los talibanes, sino que también al-Qaeda ha vuelto a la acción.
¿Por qué? Nuevamente, para citar al líder de esa organización
terrorista, Ayman al-Zawahiri: "El mulá Muhammad Omar y el jeque Osama
bin
Laden… son simplemente dos soldados
del islam en el itinerario de la yihad,
mientras que la lucha entre la Verdad [el islam] y la Falsedad [el no
islam]
trasciende el tiempo".
Se puede matar a este o aquel yihadista; conquistar esta o aquella
nación
musulmana; apuntalar este o aquel gobierno, e importar tal o cual
ideología occidental o modo de gobierno. Mientras el islam esté vivo
y actuando, continuará también el "itinerario de la yihad", aunque sea
como
un pulso imperceptible bajo la superficie, que se manifestará en cuanto
se presente el momento adecuado.
Es algo por lo que se puede apostar siempre.
FUENTE
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