El
odio musulmán a la cruz es el odio musulmán al Evangelio
RAYMOND IBRAHIM
|
El ancestral odio del islam a la cruz cristiana,
y su paranoia contra ella, vuelve a ser noticia.
Mohammad Hashim Shahid Wror, jefe de la "Dirección de Invitación y
Orientación" de Afganistán, encargada de promover un comportamiento
islámico correcto entre los afganos, se quejó recientemente en una entrevista
televisada de lo mucho que se enfada cuando ve a afganos con corbata:
"[Incluso] cuando voy a los hospitales y otras zonas, los ingenieros y
médicos musulmanes afganos llevan corbata. La historia de la corbata es
bien conocida en el islam. ¿Qué es una corbata? Es la cruz. La
cruz tiene este aspecto. ¡Pero la saría ordena y obliga a romper y
eliminar la cruz! La cruz es un símbolo infiel. La cruz es el símbolo
del martirio de Jesús. Dicen que Jesús fue colgado así."
Como este Mohammad es un representante de los talibanes –una
organización "radical" con la que, sin embargo, Estados Unidos hace
tratos–, algunos pueden pensar que su animadversión por la cruz es un
reflejo precisamente de eso, del islam radical, no de la "corriente
dominante".
Al contrario. Mohammad se limitó a esbozar el único punto de vista que tiene el
islam sobre la cruz cristiana (dejando a un lado las imaginarias
dicotomías moderado/radical).
Para empezar, no sólo la saría insta a los musulmanes a "romper la
cruz", sino que esa misma frase fue pronunciada por primera vez nada
menos que por Mahoma, el profeta de Alá. Al parecer, "sentía tal
repugnancia por la forma de la cruz que rompía todo lo que entraba en
su casa con su figura", por citar al historiador William Muir.
Tanto en el pasado como en el presente,
los musulmanes han destruido y siguen destruyendo el crucifijo: en
cementerios, en iglesias, en los cristianos que lo llevan. De hecho, la
portada de junio de 2015 de la revista del Estado Islámico, Dabiq, mostraba a un musulmán
rompiendo la cruz del campanario de una iglesia, con un pie de foto que
decía "Romped la cruz".
Sin embargo, ¿es seguro que el jefe de la "Dirección de Invitación y
Orientación" de Afganistán va demasiado lejos al quejarse de las
corbatas? En realidad, esto también es producto de la enseñanza
islámica, de la saría.
Por ejemplo, hace unos años en Turquía, las autoridades decretaron
que "no se tolerarán los elementos arquitectónicos de las casas que se
parezcan a cruces". Esta decisión se produjo "tras las quejas de que
los balcones de ciertas villas del pueblo parecían cruces". Las fotos
muestran que las casas tenían dos niveles y una forma de cruz dividía
las casas en cuatro cuadrantes. Múltiples quejas ... llevaron a
destruir las casas basándose en que su arquitectura incorporaba la
cruz".
Tal fanatismo se remonta a la saría, la ley islámica, que sostiene que
todo lo que parezca una cruz debe ser eliminado. Así, tras afirmar que
"Bajo
ninguna circunstancia se permite a un ser humano llevar la cruz...
Porque el profeta –la paz y las bendiciones sean con él– ordenó
romperla [la cruz]", el jeque Abdul Aziz al-Tarifi, experto saudí en la
saría, explicó
que si es demasiado difícil romper una cruz –por ejemplo, una gran
estructura de hormigón– los musulmanes deben al menos intentar
desfigurar uno de sus cuatro brazos "para que deje de parecer una
cruz".
Las pruebas históricas y numismáticas confirman además que, después de
que el califato omeya se apoderara del tesoro bizantino a finales del
siglo VII, el califa ordenó que se borraran uno o dos brazos de la cruz
de las monedas cristianas robadas para que la imagen dejara de
parecer un crucifijo.
Debido a este sentimiento vehementemente contrario a la cruz, los
musulmanes de Pakistán pintaron
recientemente cruces amarillas dentro de las tazas azules de los
retretes, justo donde caen los excrementos humanos. Aunque la razón
oficial por la que lo hicieron fue burlarse de Suecia, donde
recientemente se había quemado un Corán –la bandera sueca es azul con
una cruz
amarilla–, los musulmanes nunca han necesitado un pretexto para atacar
la cruz, como cuando otro vendedor de zapatos pakistaní colocó la imagen de la cruz en la suela de sus
zapatos, para que el crucifijo fuera pisoteado con cada pisada
musulmana.
Asimismo, en Kuwait, un destacado clérigo, Othman al-Khamis, emitió una
fetua
en la que comparaba el crucifijo cristiano con Satanás, añadiendo que
las cruces solo pueden exhibirse públicamente para burlarse de ellas,
por ejemplo representándolas "en un lugar insultante como los
calcetines".
Del mismo modo, tras referirse al crucifijo como "un elemento del
diablo", el clérigo indonesio jeque Abdul Somad daba como respuesta
a la pregunta de por qué los musulmanes "sentían escalofríos cada vez
que veían un crucifijo" diciendo: "¡Por culpa de Satanás!".
Que los ecumenistas cristianos tomen nota: el odio musulmán a la cruz es un
reflejo del odio musulmán al Evangelio –específicamente, que
Cristo fue
crucificado, muerto y resucitado, tres doctrinas absolutamente
centrales en el cristianismo que el islam rechaza categóricamente.
Como se quejaba el representante afgano: "La cruz es el símbolo del
martirio de Jesús. Dicen que Jesús fue colgado de ese modo". Mohammad
Hashim se
refiere al hecho de que el islam enseña que Jesús nunca fue
crucificado, que Alá, en el último momento, se llevó milagrosamente a
Jesús de la cruz y colocó en ella a algún otro infeliz para que
pagara el precio.
Para el islam, el verdadero Jesús (el "Isa" musulmán), según Mahoma, aparecerá al final de los tiempos específicamente para "romper la
cruz",
en la que esos cristianos blasfemos afirman que fue crucificado.
La próxima vez que oigamos a algún cristiano ingenuo predicar acerca de
cómo
los musulmanes "aman y honran" a Jesús (que el Corán enseña incluso
que Jesús nació de una virgen, que era impecable y que hacía milagros),
recordemos
que, aunque todo esto está muy bien, el islam también niega esos mismos
puntos que son mucho más centrales para el Evangelio: la crucifixión,
la muerte y la resurrección de Cristo.
De ahí el odio omnipresente y permanente hacia la cruz, que simboliza
los tres
puntos indicados, de tal manera que basta una simple corbata para
desencadenar el paroxismo.
|
|
|