Respuesta
a "Totalmente equivocado: el mito antimusulmán"
RAYMOND IBRAHIM
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No hace mucho, apareció un ejemplo especialmente
claro de cómo los izquierdistas prosperan distorsionando la historia,
una táctica fundamental para su verdadero ser. En un video titulado
"Totalmente equivocado: el mito antimusulmán", Johan Norberg,
investigador principal del Cato Institute, que imparte un máster en Historia de las ideas en la
Universidad de Estocolmo, comienza como sigue:
"A la derecha nativista le gusta contar la historia de Occidente a
través del prisma de un conflicto entre la cristiandad y el islam. Uno
de los mitos fundadores es la batalla de Viena en 1683, cuando los
ejércitos cristianos unidos derrotaron a los musulmanes turcos
otomanos. Esta narrativa histórica está totalmente equivocada, porque
entonces la gente estaba preocupada con otras divisiones."
El resto del breve video —un minuto, cuarenta y dos segundos está
dedicado a probar el "mito antimusulmán"— intenta corroborar esto,
principalmente argumentando que había divisiones dentro de la
cristiandad, específicamente luchas internas entre católicos y
protestantes, lo que impulsó a algunos de estos últimos a aliarse con
los otomanos contra Viena.
Este argumento falla en muchos niveles. Para empezar, Norberg pasa por
alto dos hechos simples e interrelacionados: 1) la realpolitik (priorizar lo práctico
sobre lo ideal) es tan antigua como la sociedad humana; 2) eso no significa que los ideales no
existan y motiven la política, incluida la guerra. No se trata de "una
cosa o la otra".
Naturalmente, dado que los protestantes del norte y los musulmanes del
sur tenían el mismo enemigo común entre ellos, la cristiandad católica,
particularmente bajo la apariencia de Sacro Imperio Romano, el viejo
adagio de que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" fue evidente
durante el asedio de Viena, lo mismo que en conflictos anteriores.
Isabel I de Inglaterra (reinó 1558-1603), por ejemplo, formó una
alianza con los piratas musulmanes de Berbería —que durante su reinado
habían esclavizado a cientos de miles de europeos— contra la católica
España.
Aun así, Norberg ignora el hecho de que es precisamente por causa del
cisma católico / protestante, que era completamente religioso, por lo
que católicos y protestantes vinieron a luchar unos contra otros en
primer lugar. Mientras que los agrupa como "cristianos" en un esfuerzo
por mostrar que la unidad cristiana contra el islam nunca existió, los
católicos y los protestantes no
se veían unos a otros como "hermanos cristianos", sino como enemigos
religiosos de primer orden —peor que los musulmanes—. Debido a esta
división ideológica, unos podrían aliarse con el islam contra los
otros, sin romper la fe.
En resumen, durante el asedio de Viena, la realpolitik fue evidente solo en el
sentido muy limitado de que el católico
rey de Francia, Luis XIV —quien una vez dijo: "Si no existiera Argel
[para aterrorizar a sus competidores, particularmente a España], habría
que hacer una"— tomó partido contra la católica Viena.
Aparte de eso, si no todos, la mayoría de los cristianos y los
musulmanes involucrados en Viena vieron el conflicto en términos
claramente religiosos, comenzando por el católico rey de Polonia, el
aguerrido Juan Sobieski III. Aunque tenía poco que ganar luchando por
Viena y su liberación, aun así lamentaba cómo "la furia islámica está
por doquier, atacando por desgracia a los príncipes cristianos con
fuego y espada". También creía que "no es solo una ciudad la que
tenemos que salvar, sino a toda la cristiandad, de la que la ciudad de
Viena es baluarte. Esta es una guerra santa". Antes de partir, envió un
mensaje a Imre Thokoly, el protestante húngaro que estaba causando
problemas en la frontera de Polonia: "que si quemaba una paja en los
territorios de sus aliados, o en el suyo, iría a quemarlo a él y toda
su familia en su casa".
De manera similar, aunque el pretexto otomano para la guerra era apoyar
a su aliado, el mencionado Thokoly, el gran visir que conducía a los
cerca de 300.000 turcos para conquistar Viena, Kara Mustafá —con fama
de ser "fanáticamente anticristiano"—, expuso de antemano su
estrategia: "Deberían", había dicho al alto mando otomano,"sacar
ventaja de los desórdenes entre los cristianos [el cisma
católico-protestante] en el asedio de la plaza [Viena], cuya conquista
aseguraría la de toda Hungría [a la sazón "aliada" de los turcos], y
les abriría el camino a mayores victorias". Más tarde, durante una
solemne ceremonia previa a la yihad, el sultán Mehmet IV, "deseándole
[a Mustafá] que luchara generosamente por la fe mahometana", colocó "el
estandarte del profeta ... en sus manos, para la extirpación de los
infieles y el incremento de los musulmanes".
Hay muchos otros ejemplos que destacan la naturaleza religiosa /
ideológica del asedio otomano a Viena. Antes de comenzar el bombardeo,
Kara Mustafá ofreció a la ciudad el consabido ultimátum islámico
(convertirse, capitular o, si no, la guerra). Las crónicas describen
siempre a los otomanos vociferando las típicas frases yihadistas, como
"¡Allahú Akbar!".
Hasta aquí la afirmación categórica de Norberg de que "entonces, la
gente estaba preocupada por otras divisiones [además de la religión]".
Sin embargo, al final, el mayor fallo de Norberg es que el suyo es un
clásico argumento de hombre de paja. Recordemos el título de su video:
"Totalmente equivocado: el mito antimusulmán". Recordemos su frase
inicial: "A la derecha nativista le gusta contar la historia de
Occidente a
través del prisma de un conflicto entre la cristiandad y el islam". Sin
embargo, mientras pretende desacreditar la naturaleza religiosa del
perenne conflicto entre la cristiandad y el islam —que se ha
manifestado dramáticamente en innumerables formas y batallas en el
transcurso de un milenio antes
del asedio de Viena en 1683— él habla solo sobre este único
enfrentamiento (e incluso ahí falla).
La razón es evidente: antes de que comenzara la mencionada brecha
católico-protestante en el siglo XVI, la unidad cristiana contra el
islam era relativamente sólida, proporcionando poco material para que
gente como Norberg —o como John Voll y William Polk,
profesores de historia islámica— lo manipularan en un esfuerzo por
demostrar que el "mito antimusulmán" está "totalmente equivocado".
Tales son los manidos trucos de la izquierda a la hora de adaptar la
historia a su narrativa: toman las excepciones y las aberraciones, las
exageran y las colocan en el centro de la escena, e ignoran por
completo las constantes. Sobre todo, no contextualizan.
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