‘Beberemos vuestra sangre y comeremos vuestro cráneo’. Un legado del salvajismo islámico

RAYMOND IBRAHIM






¿Qué pasa con los llamamientos musulmanes, no sólo a la violencia, sino a comer la carne o beber la sangre de sus enemigos infieles?


Consideremos el caso de Ahed Tamimi, descrito en la Wikipedia como


"activista palestina ... en la Cisjordania ocupada de Palestina. Es conocida sobre todo por sus apariciones en imágenes y vídeos en los que se enfrenta a soldados israelíes. Los defensores de Tamimi la consideran una luchadora por la libertad de Palestina... En diciembre de 2017, fue detenida por las autoridades israelíes por abofetear a un soldado. El incidente fue filmado y se hizo viral, atrayendo el interés y el debate internacional. Tamimi fue condenada a ocho meses de prisión tras aceptar un acuerdo con la fiscalía y fue puesta en libertad el 29 de julio de 2018... En febrero de 2018, el famoso poeta israelí Yehonatan Geffen, sobrino de Moshe Dayan, publicó un poema en su página de Instagram que terminaba con las siguientes líneas: 'Tú, Ahed Tamimi, la pelirroja, como David que abofeteó a Goliat, serás contada entre las de la talla de Juana de Arco, Hannah Senesh y Ana Frank'."


Pues bien, esta "heroína" escribió recientemente lo siguiente en su Instagram:


"Os estamos esperando [a los colonos judíos] en todas las ciudades de Cisjordania, desde Hebrón hasta Yenín. Os masacraremos y diréis que lo que Hitler os hizo fue una broma. Nos beberemos vuestra sangre y nos comeremos vuestro cráneo. Vamos, os estamos esperando."


Aquí, como de costumbre, se pueden decir muchas cosas, pero lo que me interesa son las referencias caníbales y el hecho de que son comunes entre los musulmanes y, como se puede ver ahora, no sólo de la variedad llamada "radical".


El Estado Islámico, por ejemplo, ha declarado en repetidas ocasiones que "la sangre estadounidense es la mejor, y pronto la probaremos". Tampoco se trataba solo de un lenguaje "pintoresco". Según un informe de 2017, "los terroristas del Estado Islámico enseñan a sus combatientes a comerse a los no musulmanes, según se ha sabido". (Guardé una fotografía de aquellos días, desde entonces probablemente expurgada, de un "rebelde" del Ejército Sirio Libre patrocinado por Obama mordiendo el corazón de un soldado sirio caído en 2013.)


¿De dónde vienen estas tendencias antropofágícas?


De hecho, los llamamientos a devorar a los "infieles", especialmente como táctica de terror, son comunes a lo largo de la historia islámica. Me vienen a la mente algunas anécdotas bien documentadas, empezando por la fuente de inspiración de los llamamientos del ISIS a beber sangre estadounidense: Durante las primeras invasiones musulmanas de la Siria romana, uno de los compañeros de Mahoma, Ubadah ibn al-Samit, dijo a un comandante cristiano: "hemos probado la sangre y no encontramos ninguna más dulce que la sangre de los romanos".


Otro ejemplo se refiere al yihadista por excelencia, Jalid ibn al-Walid (m. 642).  Apodado la "Espada de Alá" por Mahoma a causa de sus proezas, ocupa un puesto venerado entre los grupos yihadistas. Durante la Ridda –o "guerra de apostasía" contra varias tribus árabes que pretendían separarse del islam tras la muerte de Mahoma– Jalid acusó falsamente de apostasía a Malik ibn Nuwayra, un caudillo árabe muy apreciado. Tras masacrarlo, Jalid violó (las fuentes musulmanas lo llaman "casó") a la esposa de Malik. No contento con ello,


"Él [Jalid] pidió su cabeza [la de Malik], puso dos piedras, hizo fuego y la cocinó en una olla. Y Jalid comió de ella esa noche para aterrorizar a las tribus árabes apóstatas y a otras. Y se decía que el pelo de Malik creó tal llama que la carne se cocinó a la perfección" (De la crónica en varios volúmenes Al-bidaya w'al nihaya, del historiador musulmán al-Tabari. Extracto en árabe aquí].


Otra anécdota se refiere a la conquista islámica de España. Según el cronista musulmán Ibn Abdul Hakam, tras capturar a un grupo de viticultores cristianos, los invasores islámicos


"los hicieron prisioneros. Después cogieron a uno de los viñadores, lo sacrificaron, lo cortaron en trozos y lo hirvieron, mientras el resto de sus compañeros miraban. También habían hervido carne en otros calderos. Cuando la carne estuvo cocida, tiraron la carne de aquel hombre que habían hervido, sin que nadie supiera que la habían tirado; y comieron la carne que habían hervido, mientras el resto de los viñadores estaban de espectadores. Estos no dudaron de que los musulmanes se comían la carne de su compañero; los demás, al ser soltados, informaron a la gente de Al-Ándalus [la España cristiana] de que los musulmanes se alimentaban de carne humana, contándoles lo que le habían hecho al viñador" (fuente).


Tariq ibn Ziyad –otro yihadista extraordinario, venerado por quemar sus barcos al llegar a las costas españolas como prueba de su compromiso con la yihad o el "martirio"– también mandó sacrificar, cocinar y, al parecer, comerse a los cautivos cristianos delante de sus compañeros rehenes. Después, según el historiador musulmán Ahmad Muhammad al-Maqqari, el héroe musulmán "permitió escapar a algunos de los cautivos para que contaran a sus compatriotas lo que habían visto. Y así la estratagema produjo el efecto deseado, ya que el informe de los fugitivos contribuyó en no poca medida a aumentar el pánico de los infieles" (Historia de la dinastía mahometana, p. 276).


Obsérvese que, según los cronistas musulmanes citados, los yihadistas realizaban estas prácticas caníbales para aterrorizar y sembrar el pánico entre los infieles y apóstatas, es decir, como una forma de guerra psicológica. Esto se acentúa aún más cuando, como hacen a menudo, los cronistas citan o parafrasean versículos del Corán que llaman a "infundir terror" en los corazones de los no creyentes (por ejemplo, Corán 3,151; 8,12; 8,60), adjuntándolos a las salvajes historias que cuentan.


Hace años, vi y enlacé un vídeo de un clérigo egipcio moderno que también dejaba claro que las acciones de Jalid estaban calculadas para aterrorizar a los apóstatas. Aunque YouTube, como de costumbre, ha censurado el vídeo, aquí está mi traducción original de las observaciones que hacía el clérigo:


"La gente se pregunta cómo nuestro señor Jalid pudo haber comido de esa carne. Oh, sí, ¡comió de ella! Nuestro señor Jalid tenía un carácter muy fuerte, un gran apetito, ¡y decisión! Todo para aterrorizar a los árabes del desierto [apóstatas]. El asunto requiere determinación; estos asuntos requieren un terrorismo fuerte."


De hecho, nada menos que Al-Azhar –la universidad musulmana más prestigiosa del mundo, que acogió el discurso de Obama sobre "El nuevo comienzo" en 2009– enseña que "quienes no rezan el azalá pueden ser asados a la parrilla y luego comidos".


La razón es sencilla: una herencia tan bárbara no es más propia del Estado Islámico que de Al-Azhar. Es propia del islam. De ahí que una apreciada joven palestina llegue ahora a decir a los israelíes: "beberé vuestra sangre y me comeré vuestro cráneo".



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