Cuando
el 11-S fue un día de victoria contra la yihad
RAYMOND IBRAHIM
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Aunque el 11-S se asociará para siempre con la
masacre yihadista de unos 3.000 estadounidenses, durante siglos antes,
el 11 de septiembre se celebraba como el día en que unas huestes de
caballeros cristianos derrotaron a una masiva horda musulmana. Merece
la
pena contar esa historia.
Después de que el Imperio Otomano declarara la yihad contra Malta en la
primavera de 1565, unos 30.000 turcos, armados hasta los dientes y con
todo
tipo de artillería pesada, arremetieron contra la diminuta isla
mediterránea, defendida por unos pocos miles de malteses mal armados,
bajo la jefatura de los caballeros de San Juan.
Jean Parisot de La Valette (1494-1568), Gran Maestre de los caballeros:
"Su disposición es más bien triste", escribió un contemporáneo, pero
"para su edad [setenta y un años], es muy robusto" y "muy devoto". Al
acercarse las velas musulmanas, explicó a sus hombres lo que estaba en
juego: "Un formidable ejército compuesto por audaces bárbaros viene al
ataque contra esta isla", advirtió; "estas personas, hermanos míos, son
los enemigos de Jesucristo. Hoy es una cuestión de defensa de nuestra
fe: si el libro del Evangelista [el Evangelio] ha de ser sustituido por
el del Corán". En esta ocasión, Dios exige de nosotros nuestras vidas,
ya consagradas a su servicio. Felices serán aquellos que lleguen a
consumar este sacrificio".
Una vez que arribaron los turcos, sometieron a la diminuta isla
mediterránea a lo que entonces fue el bombardeo ininterrumpido más
intenso al que se había visto sometido ningún lugar en la historia.
"Con el estruendo de la artillería y los arcabuces, los gritos
espeluznantes, el humo, el fuego y las llamas", escribió un cronista,
"parecía que el mundo entero estaba a punto de estallar".
Los defensores, ampliamente superados en número y pronto agotados, a
los que se ordenó "luchar con valentía y vender sus vidas a los
bárbaros lo más caro posible", así lo hicieron; y por cada cristiano
muerto defendiendo el fuerte, cayeron numerosos sitiadores musulmanes.
Tras reducir a escombros y asaltar el fuerte de San Telmo, los turcos
masacraron sádicamente a sus 1.500 defensores: a los caballeros de San
Juan "los colgaron cabeza abajo de argollas de hierro... y les
partieron la cabeza, les abrieron el pecho y les arrancaron el
corazón". El comandante musulmán, Mustafá, ordenó que sus cadáveres
mutilados (junto con un sacerdote maltés) fueran clavados en cruces de
madera y dejados a la intemperie para escarnio y desmoralización del
resto de los defensores.
La táctica de terror fracasó. La Valette, de 71 años, pronunció un
discurso atronador y desafiante ante los cristianos apiñados, decapitó
a todos los prisioneros musulmanes y disparó sus cabezas desde un cañón
contra los sitiadores turcos.
Los otomanos continuaron sometiendo al resto de la isla a un bombardeo
sostenido (se dispararon unas 130.000 balas de cañón en total). "No sé
si la imagen del infierno puede describir la espantosa batalla",
escribió un contemporáneo: "el fuego, el calor, las llamas continuas de
los lanzallamas y los aros incendiarios; el humo espeso, el hedor, los
cadáveres destripados y mutilados, el choque de armas, los gemidos,
gritos y llantos, el estruendo de los cañones... hombres hiriendo,
matando, escarbando, repeliéndose unos a otros, cayendo y disparando".
Aunque el resto de los fuertes quedaron reducidos a escombros, se
derramó mucha sangre musulmana por cada centímetro ganado, pues "cuando
se ponían al alcance de las armas, la cimitarra no era rival para la
larga espada de mandoble de los cristianos". La lucha desesperada se
extendió a las calles, donde participaron incluso mujeres y niños
malteses.
Era finales de agosto y la isla aún no había sido tomada. Eso, y las
masivas bajas musulmanas, llevaron a una desmoralización masiva en el
bando otomano. Ya se había empezado a hablar con vergüenza de levantar
el asedio cuando una fuerza de socorro siciliana llegó finalmente con
casi 10.000 soldados a la bahía de San Pablo. Allí, donde una vez
naufragó el apóstol, se desarrolló la escena final de este Armagedón
cuando los recién llegados derrotaron a los otomanos en retirada.
Finalmente, los musulmanes huyeron y Malta fue liberada el 11 de
septiembre de 1565, día que se celebró durante años.
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