Circuncisión
masculina y femenina
SAMI
ALDEEB
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Tras
siete años
de investigación, utilizando 600 fuentes de información en cinco
lenguas,
publiqué un libro en árabe, francés e inglés "La circuncisión masculina
y
femenina entre los judíos, cristianos y musulmanes: el debate
religioso,
médico, social y legal".
Hay
cuatro
niveles de gravedad en la circuncisión femenina: extirpación del
prepucio,
extirpación del prepucio y de parte, o de todo, el clítoris,
extirpación del
prepucio y de parte, o de todo, el clítoris con extirpación parcial o
total de
los labios menores, extirpación de parte o de la totalidad de los
genitales
externos con sutura de los mismos y la consiguiente estrechez de la
abertura
vaginal. Este último grado, llamado infibulación, afecta entre el 15 y
el 20%
de las mujeres circuncidadas. La circuncisión femenina, en cualquiera
de sus
cuatro grados, es practicada anualmente en cerca de dos millones de
mujeres,
fundamentalmente africanas y musulmanas. En los siglos XIX y XX también
se
practicaba la circuncisión femenina en los países occidentales, de
manera
notable en Estados Unidos, para prevenir la masturbación, la histeria,
los
excesos
sexuales, etc. Incluso hoy en día,
algunas mujeres blancas son circuncidadas (por extirpación del
prepucio) para
¡aumentar el placer sexual!
La
circuncisión
masculina también se puede dividir en cuatro niveles de gravedad:
extirpación
parcial o total de la piel del pene que sobresale del glande (llamada
prepucio), extirpación del prepucio y del revestimiento interno del
mismo (tal
y como la practican los judíos), extirpación total de la piel del pene
y, a
veces, del escroto y del pubis (practicada por algunas tribus de África
y
Arabia del sur), y abrir el conducto urinario desde el escroto hasta el
glande,
de modo que se crea una abertura que semeja la vagina femenina. Llamada
subincisión, este tipo de circuncisión se practica todavía por los
aborígenes
australianos. La circuncisión masculina, en cualquiera de sus cuatro
variedades, se practica en unos trece millones de niños cada año,
fundamentalmente musulmanes y judíos. Algunos cristianos también
practican la
circuncisión masculina, como en Egipto, Etiopía y Estados Unidos. En
Estados Unidos,
alrededor del
60% de los niños son circuncidados por un ciento de razones, entre las
que se
incluyen la prevención de la masturbación, la enuresis, la epilepsia,
las
infecciones urinarias, el cáncer... y ¡el SIDA!
En mi
libro,
trato de ambos tipos de circuncisión, masculina y femenina, y comparo
sus
desventajas y las supuestas ventajas. Si hablo también de la
circuncisión
masculina es porque uno la olvida con frecuencia. Las organizaciones
internacionales y los países occidentales han elegido luchar sólo
contra la
circuncisión femenina porque es frecuente sólo en África. Sin embargo,
uno no puede decir "nuestras normas son mejores que las suyas".
Los que
practican la circuncisión femenina recuerdan que es parte de sus
tradiciones, o
de sus creencias religiosas, como es el caso de la circuncisión
masculina entre
los musulmanes y judíos. Es necesario saber, por ejemplo, una mujer no
circuncidada
no se puede casar, en el seno de algunas religiones. Para mí, no es
posible
luchar contra la circuncisión femenina sin luchar contra la masculina.
Culturalmente, ambos tipos de práctica tienen el mismo sentido:
purificar al
niño. Ambas infringen la integridad física de personas que no lo
autorizan, y
sin razones médicas que lo justifiquen. Ambas son, por lo tanto,
reprensibles y
deben ser condenadas, a menos que hay una razón médica válida... lo que
es muy
raro.
La
circuncisión
femenina se presenta, a menudo, como una práctica cuyas consecuencias
físicas y
psicológicas son más graves que las de la circuncisión masculina. Ésta
es una
simplificación errónea. Todo depende del nivel de gravedad del que
estemos
hablando, ya que los niveles tercero y cuarto de la circuncisión
masculina son
más serios que los dos primeros de la femenina.
La circuncisión femenina también se presenta como una
práctica que
pone en peligro la vida de las niñas y de las mujeres y que disminuye
considerablemente, o incluso de modo total, su placer sexual, lo que no
sería
el caso para la circuncisión masculina. Ésta es, también, una
simplificación
errónea. Los autores clásicos judíos, como Philo o Maimónides, así como
Tomás
de Aquino y los autores clásicos musulmanes, afirman que el objetivo de
la
circuncisión masculina es reducir el placer sexual. Hombres
estadounidenses y
europeos solicitan, a menudo, la restauración de sus prepucios con el
fin de
aumentar su placer sexual. Además, la circuncisión masculina pone en
peligro la
salud y puede complicarse con copiosas hemorragias y, en ciertos casos,
con la
muerte. Algunos niños fueron víctimas de un cambio de sexo a
consecuencia de
complicaciones de sus circuncisiones. La circuncisión masculina también
puede
tener consecuencias psicológicas. Algunos dicen que lleva a la
violencia. Por
otra parte, como dije antes, algunas mujeres occidentales solicitan ser
circuncidadas para incrementar su placer sexual.
Aunque
algunas
organizaciones luchan contra la circuncisión masculina hoy en día, su
silencia
está dictado por razones políticas. Temen que se les tache de
antisemitas o de
antiislámicos. Pero, ¿es fallo de los niños mutilados haber nacido
judíos o
musulmanes? Es más, su silencio está motivado por el hecho de que la
circuncisión masculina está mencionada en la Biblia. La gente tiene
miedo de
contradecir esta importante norma religiosa. Los tabúes religiosos son
los más
tenaces, socialmente.
Es necesario atraer la atención hacia el hecho de que
muchos grupos
religiosos diferentes practican la circuncisión. De hecho, además de
los judíos
y musulmanes, algunos cristianos interpretan literalmente la Biblia y
circuncidan a sus hijos. Así, además de razones pseudomédicas, los
cristianos
fundamentalistas de los Estados Unidos se refieren a la Biblia: "lo que
es
bueno para el pueblo de Dios es bueno para la humanidad". Olvidan que
la Biblia
también impone la lapidación como castigo para el adulterio, la ley de
la
retribución, la exclusión de las mujeres de una herencia, la pena de
muerte
para los que trabajan el sábado, etc.
Para
luchar
contra la circuncisión, masculina o femenina, es necesario comprender
los
argumentos religiosos que la respaldan. La circuncisión masculina es
obligatoria para los judíos como un signo de alianza entre Dios y el
pueblo
judío. Según el capítulo 17 del libro del Génesis, Abraham recibió la
orden de
circuncidarse a sí mismo y de circuncidar a todos sus hijos varones y
esclavos.
¡Todavía es necesario recordar que el patriarca tenía 99
cuando se
circuncidó! Algunos grupos judíos, que luchan contra la circuncisión
masculina,
sustituyen esta práctica por una simple ceremonia religiosa para niños
y niñas,
porque creen que la circuncisión atenta contra el mandamiento que
prohibe
robar. En lo que concierne a los musulmanes, el Corán no dice nada
acerca de la
circuncisión masculina, y las narraciones de Mahoma sobre este tema son
contradictorias y no fiables. No se sabe si Mahoma estaba circuncidado.
En lo
que respecta a los cristianos, el Nuevo Testamento abole la obligación
de la
circuncisión y santo Tomás de Aquino consideraba que esta práctica era
pecado.
Con respecto a la circuncisión femenina, no se menciona en ningún texto
sagrado,
sea judío, cristiano o musulmán, con la excepción de algunas
narraciones poco
fiables de Mahoma.
Desde luego,
una
lucha contra la circuncisión, masculina o femenina, no puede descansar
sólo en
argumentos religiosos. Pero si uno habla con gente religiosa, las
razones
médicas son irrelevantes. Es necesario utilizar el mismo modo de
razonamiento,
si se quieren desmantelar los argumentos religiosos. No es posible
ningún
progreso sin una solución para el problema religioso. Si, además,
tratamos con
médicos, enfermeras, sociólogos o juristas, debemos discutir según sus
propios
argumentos. Cada interlocutor debe ser tratado según su bagaje cultural
e
intelectual. Por esta razón, la lucha contra la circuncisión, masculina
y
femenina, debe ser multidisciplinar. Esto es lo que he intentado hacer
en mi
libro, al describir tanto el debate religioso como el médico, el
social
y el legal.
Circoncision masculine et fémenine
St-Sulpice (Suiza), Centre de Droit Arabe et Musulman, 2012.
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