¿Por
qué no me hago musulmán?
SAMI ALDEEB
|
Los
musulmanes tienen la costumbre de invitar a los demás a convertirse a
su
religión, como lo demostraron los llamamientos de Gadafi en Italia (en
2010). A
veces lo hacen con medios "educados", que respeto mucho. A veces, lo
hacen con medios coercitivos, directos o indirectos, detestables, que
yo
condeno. En este artículo explico las razones por las cuales no me hago
musulmán.
Los musulmanes piensan que hacen un servicio a
los demás convirtiéndolos al islam, porque creen que su religión es la
mejor y
que la conversión al islam asegura al converso la salvación eterna y a
quien lo
convierte un mérito ante Dios. Yo no pretendo poner en duda su buena
intención
en ese aspecto. Por lo demás, los cristianos, al menos una parte de
ellos,
piensan lo mismo y también quisieran convertir a los otros al
cristianismo…
He recibido numerosas invitaciones para
hacerme musulmán, invitaciones por parte de personas analfabetas, de
intelectuales
y de profesores universitarios, o incluso de políticos. Siempre he
agradecido
cortésmente la invitación, a veces añadiendo que lo reflexionaría. Y
cuando mis
interlocutores insistían en conocer la razón por la que no me he
convertido al
islam, a pesar del hecho de que conozco bien el islam y el Corán,
puesto que lo
he traducido, yo respondía que el islam no me conviene y que prefiero
claramente a Jesús antes que Mahoma. Esto, evidentemente, agudizaba la
curiosidad
de mis interlocutores: "¿Por qué? Mahoma es árabe como tú, y el Corán
está
en árabe, y hay más de mil millones de musulmanes que siguen el islam".
Entonces yo explicaba que Mahoma era un
militar con las manos manchadas de sangre, un verdadero dictador que no
dudaba
en cortar la cabeza de sus oponentes y acostarse con sus mujeres. Yo no
tengo ningún
deseo de tomar como modelo un personaje así, fuertemente sospechoso en
el plano
moral. Jesús, mi compatriota, que vivió a unos kilómetros de mi pueblo,
representa para mí un hombre totalmente diferente, que pide incluso
amar a los
enemigos y orar por ellos. Él no dudó en morir por sus ideales,
rehusando
utilizar la violencia frente a sus adversarios. En cuanto al hecho de
que mil
millones de personas sigan a Mahoma, eso no significa nada para mí. Si
uncimos un
camello o mil millones de camellos a un burro, eso no cambia la
naturaleza del burro.
El burro sigue siendo un burro.
Además, añadía que deseo permanecer libre,
con posibilidad de cambiar de religión en todo momento, sin poner el
peligro mi cabeza.
Sin embargo, si entro en el islam, ya no podré salir de él. Y si lo
hago, me
cortarán la cabeza por apostasía. Solo por esta norma estúpida, no
podré
convertirme al islam nunca. La conversión al islam es como la entrada
en
prisión: es fácil entrar en ella, imposible salir de ella. Un hombre
libre como
yo no puede, de ninguna manera, aceptar que se limite su libertad con
semejante
norma estúpida.
En fin, yo explicaba que no puedo aceptar la
idea de que el Corán sea la palabra de Dios. Mientras que los
musulmanes creen
que el Corán fue dictado por Dios, y por eso es una obra perfecta, yo
considero
que el Corán fue escrito por un rabino, y que se trata de un borrador,
mal trabado,
mal articulado, probablemente el libro más desordenado que existe sobre
la tierra.
Mis interlocutores se extrañaban ante mi juicio acerca del Corán y
continuaban
afirmando que el Corán es perfecto. Yo les respondía que su afirmación
es la
prueba de su ceguera y que han sufrido un lavado de cerebro.
FUENTE
|
|
|
|