‘Como mujer,
siento la responsabilidad de denunciar el islam’
TASLIMA NASRIN
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La autora, bengalí en el exilio, Taslima Nasrin,
llama a yugular el
fundamentalismo religioso, afirmando que las críticas a la religión no
son
propiedad exclusiva de los intelectuales no musulmanes.
Nacida en Bangladés en 1962, primero médica ginecóloga trabajando en un
hospital público y luego escritora, Taslima Nasrin fue amenazada por
los fundamentalistas islámicos tras la publicación de su primera novela
Lajja (La vergüenza), que denuncia la
opresión en la que vive la comunidad
hindú en Bangladés.
Humanista, feminista y laica, recibe prestigiosos
premios,
incluido el "Premio Sajarov a la libertad de pensamiento", otorgado por
el Parlamento Europeo en 1994, mientras que los fundamentalistas queman
sus libros y reclaman su ahorcamiento. Ese mismo año, Taslima Nasrin
huye de su
país después de que se emitiera una fetua contra ella por haber
criticado al islam en Bangladés. Desde entonces, ha estado viviendo en
el exilio.
Algunas publicaciones: La vergüenza (1993), El destino de mujer (1998), Viento a ráfagas (2003), Rumores de odio (2005), De mi prisión (2008).
¿Por qué es importante
para ti mencionar de nuevo la condición de las
mujeres musulmanas?
Por todo el mundo, las mujeres están oprimidas por las religiones, las
costumbres y las tradiciones. Pero donde más sufren hoy día es en los
países islámicos. Occidente ha establecido la laicidad, la
separación de las Iglesias y el Estado, mientras que, en la mayor parte
de los
países musulmanes, las mujeres todavía están bajo el yugo de
setecientos
años de ley de la charía. Millones de mujeres soportan terribles
sufrimientos.
Son encerradas, quemadas, apedreadas a muerte...
Al venir de una
familia musulmana, siento la responsabilidad de denunciar el islam,
porque las mujeres que allí están sometidas no tienen ni los derechos
ni la
libertad que deberían tener. Se les ha inculcado desde hace siglos
que eran esclavas del hombre, que debían seguir el sistema que los
hombres o Dios habían creado. Bajo la charía, las mujeres son
consideradas
no como seres humanos, sino como objetos sexuales, seres de segunda
clase.
No tenemos necesidad de esa ley. ¡Hace falta combatirla!
¿De qué modo tu
propia vida ilustra esta condición femenina? ¿Eres un buen
ejemplo?
Sí, lo soy. Yo he vivido en una sociedad dominada
por los hombres. Durante toda mi
infancia, sufrí mucho, especialmente porque la tradición me prohibía
salir. Debía quedarme en casa, para ayudar a mi madre.
Ella no era la única que estaba oprimida. Todas
las mujeres lo estaban: mis
tías, mis vecinas... En aquella época, yo no veía esto como una
opresión,
sino como el fruto de la tradición. No comprendía que el islam era la
herramienta del sistema patriarcal. Vivía en una sociedad musulmana, en
una familia musulmana, y estaba acostumbrada a ver a las mujeres
envueltas en su burka de
pies a cabeza, golpeadas por su marido, que podía ser polígamo o que
se divorciaba cuando le apetecía.
Pensaba entonces que, quizá, aquellos hombres
estaban actuando mal, que
seguramente el islam no permitía tales cosas.
¿Fue al leer el
Corán cuando viste las cosas de otra manera?
Sí. Fue mi madre quien me enseñó el Corán.
También tenía un maestro que
venía a mi casa a enseñarme árabe para poder descifrar el texto, sin
entenderlo realmente. Con frecuencia, las mujeres no saben lo que dice
el
Corán, porque el texto está escrito en árabe, y en muchos países que no
hablan árabe se lee el árabe sin entender el significado de los
versículos...
Pero, a los 14 años, me encontré con un Corán
traducido al
bengalí, y comparé más de doce traducciones bengalíes diferentes...
Para
mi sorpresa, comprendí que era Alá el que declaraba inferiores a las
mujeres, el que favorecía la poligamia, el divorcio únicamente para los
hombres, el derecho a golpear a sus esposas, la prohibición de que las
mujeres testifiquen ante los tribunales, la desigualdad en asunto de
herencia, el uso del velo...
Sí, Alá permitía todo eso. Comprendí que la
condición de las mujeres
musulmanas no era un problema específico de la sociedad bengalí, sino
el resultado de la ley de Alá, una ley terrorífica, o más precisamente
de la
ley que Mahoma había impuesto en nombre de de Alá... Cuando intenté
criticar el islam en nombre de las mujeres y de la justicia, los
fundamentalistas se volvieron locos. No aceptaban debatir, no
argumentaban, solamente querían hacerme callar y matarme. Decretaron
una fetua que
el gobierno respaldó en lugar de castigarlos. No era ilegal, puesto
que el Corán dice que el increyente debe ser matado: Alá lo permite.
Para salvar mi vida, me vi forzada a esconderme y abandonar mi país,
sabiendo que mucha gente me apoyaba pero no podían decirlo públicamente.
¿Realmente es
responsable el Corán, o los fundamentalistas que
lo interpretan a su manera?
Muchos musulmanes modernos dicen que los
fundamentalistas están
equivocados, que estos últimos no representan al verdadero islam, y que
este nunca ha prescrito asesinar a los increyentes. ¡Es
falso! Es sin duda el islam, el verdadero islam, el auténtico islam, el
que
prescribe matar a los apóstatas y a los increyentes. Esto está
explícitamente en
el Corán.
El Corán dice incluso que se puede matar a los
judíos y a los cristianos, y que si hacemos amistad con ellos, Alá nos
mandará al infierno.
¿No sería más exacto
decir que en él encontramos versículos contradictorios?
Sí, pero es únicamente porque, cuando Mahoma no
tenía el poder, buscaba alianzas
políticas con los no musulmanes. Quería ser tolerante. Pero, tan pronto
como
tuvo el poder, cambió radicalmente y comenzó a hablar de masacrar a los
no musulmanes... Si los fundamentalistas quisieron
matarme, es porque realmente quieren aplicar el verdadero islam. Ellos
son el islam auténtico. Los musulmanes que desearan ver a las mujeres
liberadas están en contradicción con su doctrina: Alá no los habría
aceptado. El Corán lo dice claramente, y son las palabras del mismo
Alá: "Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres, porque Dios ha
preferido a unos más que a otras, y porque los hombres gastan de sus
bienes en favor de sus mujeres. Las mujeres
virtuosas son obedientes... a aquellas que temáis que no sean dóciles,
reprendedlas, relegadlas en sus dormitorios, golpeadlas..."
(Corán 4,34).
¿Qué dice de la vida
sexual de las mujeres?
El islam considera a la mujer únicamente como un
objeto sexual, un objeto
sucio como una mierda, pues el Corán dice textualmente: "Oh, vosotros
que creéis, si estáis enfermos o de viaje, si venís de hacer vuestras
necesidades o habéis estado en contacto con mujeres y no tenéis agua,
recurrid a arena limpia [antes
de orar]" (Corán 4,43). También dice: "Vuestras mujeres son un campo de
labor
para vosotros. Venid a él como queráis". Así que cuando los hombres
quieren y
como quieren. Que la mujer quiera o no, es una cuestión que nunca se
plantea.
Los hadices especifican dos categorías de plegarias que nunca alcanzan
el cielo: las del esclavo huido y las de la mujer que rechaza de noche
a su marido ...
¿Y el velo?
Hay que saber que el velo existe únicamente
porque Mahoma era muy celoso
de sus amigos que venían a visitarlo y miraban a Aisha, su esposa. Él
no podía tolerar eso. Entonces fue cuando dijo que había recibido una
revelación de Alá, diciéndole que las mujeres debían cubrirse delante
de los hombres. Por eso, impuso el velo a Aisha, y por extensión a
todas las mujeres. Démonos cuenta de que Mahoma contrajo matrimonio con
Aisha cuando ella tenía 6 años. Esto es, por supuesto, un abuso
infantil. Sí, yo podría calificar a Mahoma de abusador infantil. Y el
velo
es,
para mí, el signo de la opresión más profunda.
¿Te das cuenta de que
tus comentarios pueden considerarse chocantes,
incluso insultantes, para el islam?
Si
es un insulto al islam decir que el Corán es un
texto opresor,
entonces puedo insultar al islam. Lo que me importa es el ser humano,
no el texto. El islam no es una persona con un corazón y sentimientos.
Es solo una creación humana que data de hace mucho tiempo. Creo que el
islam es realmente una tortura contra las mujeres, una
tortura que debemos combatir. Mi pluma es mi única arma. No me
considero especialmente radical. Solamente digo la verdad. Todo está
escrito
en el Corán. Soy yo quien quedó impresionada cuando lo leí por primera
vez, cuando vi que
millones de personas creían todavía en este horrible libro. ¿Cómo es
posible si creemos también en el humanismo? Pienso que cualquier
persona
consciente se sentirá tan impresionada como yo.
¿No tienes miedo de
hablar así?
¿Por qué voy a tener miedo, si estoy diciendo la
verdad? Incluso
en Bangladés, hablaba de esta manera, y no tenía miedo. El Corán no
dice
nada sobre la realidad del mundo, no permite la puesta en práctica de
los
derechos del hombre, la democracia, la libertad de expresión. Está
repleto de ideas falsas sobre el universo.
En vez de ser la
causa de la opresión, el Corán ¿no sería un pretexto
del que ser sirven los hombres para conservar su poder sobre las
mujeres?
Si pueden servirse de él, es porque el texto
existe. Si este texto no se
considerara como procedente de Alá, intangible para todos los tiempos
pasados y
futuros, entonces el Corán no sería importante. En realidad, los
fundamentalistas pueden justificar sus crímenes solamente porque este
texto
se considera sagrado.
Entonces, ¿no hay
nada que conservar del Corán?
No, porque ahora conocemos la modernidad y los
derechos del hombre. Y añado
que, para mí, no hay conflicto entre el islam y Occidente, entre el
cristianismo y el islam; más bien, existe un conflicto entre
secularización y fundamentalismo, entre pensamiento lógico y
pensamiento
irracional, entre innovación y tradición, pasado y presente, modernidad
y antimodernidad, entre quienes valoran la
libertad y quienes no la buscan. Defiendo a los musulmanes en todas
partes donde están oprimidos, en India o en otros lugares cuando están
en
minoría. Estoy en contra de la violencia. La violencia nunca es una
solución. Sé que la mayoría creen en el islam, ante todo, por
ignorancia y porque los políticos se sirven de la religión
para mantenerlos en la ignorancia. Lo que necesitamos es educación
ilustrada. Hace siglos, unos hombres crearon el islam. El Corán se
puede considerar como un documento histórico. Nunca he dicho que haya
que destruirlo, tampoco que haya que destruir los hadices. Debemos
tomarlo como
un elemento de nuestra historia pasada, pero no tratar de aplicarlo en
nuestros días.
No puedes negar
cierta evolución de la condición de las mujeres. ¡No estamos ya en
tiempos del profeta!
Claro. Pero lo esencial no cambia. Un ejemplo: en
Bangladés, antes de
1962, un hombre que quería divorciarse simplemente tenía que pronunciar
tres veces la palabra "divorcio" para obtenerlo. Desde la reforma de la
ley islámica, le basta con escribir una simple carta a la
autoridad local, y el divorcio está declarado. ¿Dónde está la
diferencia? Otro ejemplo: si un hombre quiere casarse por segunda vez,
debe pedir el permiso a su primera esposa. En realidad, como ella sigue
dependiendo económicamente de su marido, no tiene más opción que
aceptar... Del mismo modo, apedrear a una mujer ya no es legal en
Bangladés. Sin embargo, esto sucede a diario en los pueblos y las
autoridades dejan hacer: los fundamentalistas simplemente responden que
ellos no hacen más que seguir la ley de Alá. Para mí, estas reformas no
tienen sentido.
Quiero una revolución.
Todo depende del país. En el Magreb, por ejemplo,
las mujeres jóvenes
parecen más libres que sus madres.
En algunos países musulmanes, las mujeres puede
que tengan más libertad
sexual, pero no es gracias al islam. ¡Si tienen más libertad, es porque
se la han tomado! Ninguna sociedad se la ha concedido. El hecho es que
la
mayoría de las mujeres musulmanas tienen miedo todavía y no pueden
rechazar el sistema tan fácilmente.
¿Qué desearías decir
a todas esas mujeres?
Me gustaría hacerles comprender que deben leer el
Corán con un espíritu
clarividente, para buscar en él algo de justicia. Si no la encuentran
en el texto (y no la
encontrarán), deberán dejar de seguir esas reglas y comenzar a
luchar.
A cada uno le corresponde encontrar la manera de
hacerlo. La mía es la escritura.
Simplemente quiero animarlas, decirles que, si
queremos ser más civilizados, ya
no podemos seguir esos libros que prescriben la desigualdad. Quiero
hacerles tomar conciencia de que si ellas no emprenden su propia
liberación,
entonces sus hijas sufrirán también. Quizá las mujeres de hoy no
lleguen a ver el
advenimiento de una sociedad laica, pero es su deber
prepararla para las generaciones futuras.
A aquellas que no luchan para poner fin a la
opresión de este sistema
patriarcal y religioso, les digo: ¡la culpa es vuestra! La culpa de no
protestar, la culpa de consolidar semejante sistema. Es difícil,
porque existe una especie de conspiración que mantiene a las mujeres
dispersas y aisladas (en muchos países musulmanes ni siquiera tienen
derecho a
entrar en las mezquitas) y les resulta difícil reunirse... Pero, de
ahora en adelante, las mujeres deben conquistar su independencia
económica.
Deben luchar para vivir con dignidad, como seres humanos.
Tenemos necesidad ya de una educación laica,
tenemos necesidad de la Ilustración.
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