El islam es la religión de la homosexualidad y la pederastia

WALID SHOEBAT / SHOEBAT FOUNDATION




Occidente durante la era del cristianismo no conoció el fenómeno que llamamos movimiento homosexual, hasta el siglo XX. Durante la era cristiana, cada vez que se discutía sobre la homosexualidad, casi siempre se consideraba una aberración importada del oriente musulmán, donde siempre se la consideró no solo una práctica aceptable, sino una norma, y ​​por eso los homosexuales tienden a ser más comprensivos con el islam que con el cristianismo.


La prueba de esto es simple. Todo lo que hay que hacer para entender la historia islámica es observar el Estado Islámico y ver que es un microcosmos de los tiempos de Mahoma y sus compañeros, Jalid, Alí, Omar, Abu Bakr, añadiendo todas las dinastías musulmanas posteriores... Parecen fantasmas de un oscuro pasado histórico que por obra de magia hubieran salido desde el abismo a la red social y a Youtube, todos con la máscara de ojos típica de hombres, barbas tintadas de aleña roja, cabello largo como mujeres (Apocalipsis 9,8), vestidos, hábitos sexuales que incluyen toda clase de preferencias raras y depravadas, y una inimaginable brutalidad.


Lo que el analista occidental no tiene en cuenta es que el mundo musulmán ha sufrido un período de occidentalización en el que el Imperio Británico los libró poco a poco de la enfermedad de Sate en la India, las novias infantiles a lo ancho del mundo musulmán, y de alguna manera estableció leyes que chocaban con la charía, pero que fracasaron en desterrarla del todo.


Los detractores arguyen en pro del Estado Islámico, y nosotros redargüimos preguntando: ¿cómo puede esta pequeña banda de terroristas musulmanes transformar una sociedad en Siria e Irak en un infierno viviente? Ellos contestan diciendo que el Estado Islámico es un fenómeno inusual, que es diferente de la cultura musulmana tradicional, y nosotros preguntamos: ¿después del desmantelamiento de los otomanos, ha existido algo más cercano a una cultura musulmana? En Egipto, en el mismo lugar donde había prosperado la civilización musulmana, prosperaron las artes británicas que recubrieron sus ruinas y hoy todavía tenemos que el cincuenta por ciento de "musulmanes" de Egipto son musulmanes "protestantes", que luchan para mantenerlo de ese modo y por eso insisten en que, junto con los coptos, adoran al mismo Dios, e inventan un nuevo islam que nunca existió.


El Estado Islámico tiene una religión, de hecho, la forma purista del islam: el islam mismo. El islam es el Estado Islámico y el Estado Islámico es el islam en su forma más pura. Nuestros críticos argumentarán que cómo va a ser así, sobre todo cuando la comprensión del islam que tiene el Estado Islámico ha sido desmentida mil veces por los principales teólogos musulmanes en todo el mundo. Siempre exclaman "¿Cómo te atreves?".


Nos atrevemos, porque incluso atreverse a ir a contracorriente es un fenómeno occidental, no musulmán. El fenómeno del Estado Islámico es el islam mismo, que simplemente ha sido catapultado desde el túnel del tiempo histórico para desvelar su realidad original. El islam, a lo largo de la historia, siempre convirtió cualquier región que conquistaba en tierra de corruptos, sodomitas y degenerados, mientras que el cristianismo, después de los otomanos, convirtió todo Oriente Medio en una tierra de leche y miel.


Una exposición honesta que argumenta cómo el islam es una religión de sodomitas la encontramos en el escritor musulmán saudí Dr. Zuhair Mohammed Jamil Kutby, quien lamenta (traduciendo del árabe) que: "La nación árabe y sus eruditos, juristas e intelectuales consideran el mundo musulmán como una de las mejores naciones. Dicen que es una nación como ninguna otra en el universo. Pero la realidad es que ha atravesado períodos de degeneración física y moral, de los que hasta la historia se avergüenza".


Y añade: “Cuando volvemos a leer algunas páginas de nuestra historia, no la historia escrita por los orientalistas occidentales, tenemos que reconocer que son antagónicas. Encontramos que nuestra historia árabe está llena de conflictos, plagada de una cultura de mentiras y expuesta por la desviación moral y sexual... ¿No se considera erróneo y vergonzoso el propagarse la corrupción y la desviación sexual por los pasillos y los palacios durante el gobierno árabe [musulmán]?”


Kutby no está discutiendo sobre algún gobernante raro o algún fenómeno aberrante, no, está discutiendo sobre los gobernantes más prestigiosos de la historia musulmana: "fueron abundantes estas [desviaciones] escritas en nuestros libros de historia, novelas y relatos. Por ejemplo, el califa abasí Harun al-Rashid pasaba sus noches con un muchachito llamado Al-Majin; y el poeta inmoral Abu Nawas... Aquí están los versos que indican la decadencia sexual y la corrupción en los que Abu Nawas dice: "Alguien culpa mi elección, un chico suave como una gacela... déjame en paz, le dije, no me culpes, estoy comprometido con lo que odias y hasta que la muerte nos separe. ¿No  lo enseña el libro de Alá? Preferir a los chicos antes que las chicas".


Y si uno piensa qué futuro le espera a Occidente con su promoción de la homosexualidad en el ejército, no necesita más que mirar la historia musulmana para ver los resultados. A lo largo de la historia musulmana, los sultanes musulmanes fueron muy aficionados a los jóvenes esclavos guapos, a quienes mantenían cerca de sus personas como pajes, sirvientes, escuderos, tropas especiales y como colegas sexuales. El encaprichamiento por tales esclavos fue una desgracia para la vida de la realeza y la nobleza musulmanas en particular, aunque lo tomaban como una moda. De hecho, la totalidad de los ejércitos y el sistema musulmanes eran un lugar de citas gais.


Casi todos los califatos musulmanes, empezando con el ortodoxo, el omeya, el abasí, el de Córdoba en España, el fatimí, hasta llegar a los otomanos, desde los más altos dirigentes hasta los más bajos, se entregaron al ghilman (al amor de los efebos).


Bajo la dinastía khilji en India (1290-1320), el sultán Alaudín Khilji sodomizó a su soldado más querido, Malik Kafur, un esclavo de Guyarat, después de que "fuera castrado, convertido al islam y puesto al servicio de Alaudín". Vincent Smith describe, por ejemplo, la "adicción al repugnante vicio" del sultán Khilji. Kafur terminó asesinando a Khilji, el sultán que se hizo cargo de la dinastía solo para terminar decapitado y relevado por el hijo de Khilji, Qutb-ud-din Mubarak Shah, quien también estuvo entre los sultanes musulmanes bisexuales y pederastas.


K. S. Lal, en su libro, El sistema esclavista musulmán en la India medieval, documentó a los sultanes musulmanes bisexuales y pederastas. Qutb tenía un amante jovencito, Hasán. El final, el degenerado rey fue asesinado por su amiguito cuando otro amante homosexual llamado Khusrau Khan se hizo íntimo y entonces lo mató, tal como había sucedido con a su padre.


La cultura de Occidente se está degradando hasta tal extremo que incluso quienes se profesan cristianos no ven lo que se cierne en el horizonte, y no aprenden de la historia, que en tal comportamiento del mundo musulmán se cumplió lo que dice la carta a los Romanos 1,26-27, cuando Dios los entregó a pasiones degradantes... los hombres abandonaron las relaciones naturales con la mujer, y recayó sobre ellos mismos el pago merecido por su extravío. Toda la Escritura es profética y ese pago fue la muerte a través de asesinatos, corrupción y juicios del Dios Todopoderoso, que nos dio la fe pura más bella y maravillosa del cristianismo. Un converso del islam como yo se inclina ante la mención de la palabra "cristianismo", mientras que Occidente critica su maravillosa historia y su asombrosa civilización, y hasta los progresistas y los evangélicos descalifican a los cruzados y a Constantino sin el menor recato. Es una sociedad degradada que dice "no juzgues", imponiendo siempre como regla el defender a los homosexuales, pero que juzga continuamente con tanta difamación y malicia a los hombres que llevaron el escudo de la cruz, ante los cuales me inclino yo, sin avergonzarme de la señal de la cruz.


El cristianismo me dio la luz. Mientras asistía a la escuela secundaria en Dar Jasser, en Belén, donde la historia musulmana se expurgaba de todo su libertinaje, pero la verdad se susurraba a veces cuando los maestros se veían sorprendidos al toparse con palabras obvias en la poesía y en el Corán, como la palabra "ghilman" (efebo), lo que finalmente los obligaba a decir lo obvio.


El islam del Estado Islámico no es diferente del islam de Qutub, a quien sucedió Ghiyath al-Din Tughluq, que fue asesinado por su hijo Muhammad bin Tughlak. Incluso el famoso Ibn Batuta, historiador africano y viajero, documenta la historia de cómo Ghiyath al-Din Tughluq estaba interesado en matemática, física y filosofía griega (lo que a Occidente le gusta recordar para encomiar al islam), pero el demente Tughluq superó a sus predecesores en derramamiento de sangre y brutalidad y, lo mismo que el Estado Islámico, arrasó el país con saqueos y asesinatos, haciendo que los habitantes tuvieran que huir a la jungla. Y tal como hace el Estado Islámico, mató a tantos hindúes que, en palabras del historiador musulmán Ibn Batuta, "frente a su pabellón real y su tribunal civil, había constantemente un montón de despojos humanos, una pila de cadáveres, mientras los barrenderos y los verdugos estaban agotados por su trabajo de arrastrar" a las víctimas y "conducirlas a la muerte en masa". Para fundar una nueva capital en Daulatabad, obligó a ir a todos los habitantes de Delhi y la dejó desierta, y al oír que un ciego se había quedado atrás en Delhi, ordenó que lo arrastraran desde la antigua capital a la nueva, de modo que solo llegó una pierna del desgraciado (Durant, página 461). ¿Y quién habría creído hace un par de décadas, cuando lanzamos nuestras advertencias, que semejante historia sería catapultada a nuestro tiempo?


Para que no digan que tales comportamientos no representan el verdadero islam, lo cierto es que la pederastia proviene del Corán y del propio Mahoma. El doble discurso musulmán encubre el matrimonio de Mahoma con Aisha, su esposa de seis años, y argumenta que esperó para consumar su matrimonio hasta que ella tuvo nueve años. Tal historia se repite hasta la saciedad, pero muy pocos investigan la verdad que hay detrás, que rara vez se conoce respecto a esa historia. Por ejemplo, el Huffington Post publicó un artículo de un converso al islam, un ignorante, que se avergonzaba del mismo legado cristiano que yo tanto anhelaba admirar. Se trata del Dr. David Liepert, que escamotea la historia mediante el habilidoso método de barajar las fechas utilizando fuentes islámicas carentes de credibilidad. Por el contrario, tales argumentos se desmoronan tan pronto como examinamos las fuentes islámicas más fiables, como Al-Tabari. La verdad es que incluso la supuesta "espera", que Mahoma no tuvo relaciones sexuales con la novia niña hasta la edad de 9 años, no tenía nada que ver con la madurez de Aisha o con que hubiera llegando a la pubertad. Todo tenía que ver con una transacción financiera. Escribe Al-Tabari: "Entonces Abu Bakr le preguntó [al Profeta] 'Oh, enviado de Dios, ¿qué te impide consumar el matrimonio con tu esposa?' El profeta dijo: 'La dote (sadaq)'. Abu Bakr le entregó la dote, doce onzas y media [de oro], y el profeta mandó por mí [cuenta Aisha]. Él consumó nuestro matrimonio en mi casa, donde vivo ahora y donde él falleció" (La historia de Al-Tabari. Biografías de los compañeros del profeta y sus sucesores, SUNY Press, Albany, 1998, volumen XXXIX, págs. 171-173).


Los compañeros de Mahoma y la mayoría de los veteranos se casaron con niñas menores de edad. Alí entregó a su hija menor de edad a Omar, de modo que este tuvo relaciones sexuales con una niña que no había alcanzado la pubertad: "Omar le pidió a Alí la mano de su hija, Umm Kulthum, en matrimonio. Alí respondió que aún no había alcanzado la edad (de madurez)... Entonces, Alí dio a su hija Umm Kulthum un vestido y le pidió que se fuera con Omar... Ve y dile a tu padre que eres muy guapa... De este modo, Ali casó a Umm Kulthum con Omar" (En Tarikh Khamees, Volumen 2, pág. 384 (‘Dhikr Umm Kalthum’) y Zakhair Al-Aqba, pág. 168).


Examinemos el libro titulado Sumario del mensaje del rezo. Cómo enseñar a nuestros hijos a rezar del jeque Yousuf Al-Asfuri Al-Bahreini, 1989, utilizado en las escuelas primarias de Bahrein (por los chiíes). En él, se explica el modo de lavarse después de la eyaculación.


En la página 53, por ejemplo, se explica la necesidad de limpiarse y las maneras de  lavarse, según el caso: "1) relación sexual con la parte vaginal de una mujer... relación sexual con eyaculación en el ano de ella... relación sexual eyaculando en el ano de un niño... relación sexual con un animal..."


"Pero este libro es para los chiíes, no para los suníes", exclaman los musulmanes por las páginas de Internet. Al exponer todo esto, los suníes responden siempre con las consabidas refutaciones del musulmán mediante ciertos versículos y narraciones de Mahoma que muestran supuestamente que tales comportamientos no son islámicos. Pero el truco está en que mientras uno puede encontrar fácilmente versículos y hadices sobre la castidad, hay lagunas -recordemos siempre que el islam es una religión de lagunas-, no se nos dice que, cuando se trata de esclavos, todo está permitido y esto lo enseñan las cuatro escuelas de juresprudencia: shafií (23% musulmanes), hanafi (31%), malikí (25%) y hanbalí (16%). Por ejemplo, en la malikí, está autorizada la pederastia y la sodomía con los esclavos enemigos, hombres, niños o niñas menores de edad,  de modo que la sodomía está permitida en el islam. Si alguien cree que puede refutarlo, debe designar a un erudito musulmán para que denuncie a las cuatro escuelas de jurisprudencia que han interpretado el islam.


El periodista marroquí Hamid Tulist, al abordar el problema de la pederastia en Oriente Medio, se lamenta no por algunos califas musulmanes insignificantes, sino por el más prestigioso de la historia musulmana: "Incluso el príncipe de los creyentes, el califa Al-Amin, hijo de califa Harun al-Rashid, compró sus eunucos y los destinó a su uso privado, y rechazó a las mujeres y esclavas, y padecía de amor por un niño llamado Kauthar, y cantaba canciones de amor y poesías dedicadas a él. El califa y comendador de los creyentes en Alá, al-Wathiq bin Jalifa Mutasim y nieto del califa Harun al-Rashid, suspiraba por un niño llamado Mahj. Le dedicó poemas dulces y delicados. Se decía incluso que el comendador de los creyentes y califa al-Walid ibn Yazid ibn Abd al-Malik persuadió a su hermano para que lo sodomizara".


A todos los que en Occidente se avergüenzan de su historia cristiana, los emplazo a que hablen con algunos de los eruditos árabes que consideran que la única solución para resolver este problema es convertirse a la forma de ética judeocristiana. Tulist no mira al Corán, los hadices o la jurisprudencia islámica para resolver el problema de la pederastia en el mundo arabomusulmán, sino a la propia fe judía: "La primera mención de ese tipo de perversión sexual (la homosexualidad) se recoge en el primer libro religioso conocido en el oriente árabe, el Génesis, un libro judío y el primero de los cinco libros de la Torá. En la historia de Lot, Dios castigó la perversión sexual. De hecho, la palabra árabe "luat" (sodomía) proviene del hebreo "Lot" y no del árabe".


El cristianismo y Occidente son no son culpables de tal aberración, "El Occidente cristiano en general desaprobó e incluso criminalizó la sodomía. Cuando algunas élites europeas del siglo XIX quisieron experimentar sexualmente, tuvieron que ir a tierras musulmanas. Richard Burton escribió en su último ensayo que algunas élites europeas en especial se desplazaban a tierras islámicas específicamente para experimentar las perversiones sexuales, que eran desenfrenadas, como lo confirmaron Murray & Roscoe y otros" (Yoel Natan, Moon-o-theism, vol. 2, p. 105). Gavin Maxwell afirma: "La homosexualidad entre un hombre y un jovencito menor nunca se consideró algo anormal o vergonzoso en Marruecos, hasta que hubo una influencia de la opinión europea con ocasión de la [ocupación] francesa" (Samar Habib, El islam y la homosexualidad, vol. 1, p. 65).


Cuando el laicista en Egipto lamenta que el islam haya sido secuestrado, o es un ignorante o está engañando mientras se engaña a sí mismo. Desde mi juventud hasta ahora, lo que veo es casi imposible de imaginar; la transformación de una época clásica en Egipto. Todas las mentes razonables de mi generación echan de menos las orquestas sinfónicas, la maravillosa mezcla entre el romántico italiano y la pasión oriental de Farid Al-Atrash (y por favor escuchen la sinfonía entera [en la columna de la derecha] para apreciar el asombro y la maravilla por lo que se trajo de la Italia católica y la Gran Bretaña protestante a la gran tierra de Egipto).


Se llama "Lahn Al-Khloud" (La eterna sinfonía). ¿Quién de mi generación no siente nostalgia y se lamenta por los recuerdos de la antigua, la hermosa influencia cristiana que barrió la religión de los paganos? Y ahora, en cambio, los paganos están de vuelta trayendo consigo un mal absoluto.


Lloro diariamente por mi amado Oriente Medio. ¿Quién enjugará las lágrimas del dolor, sino solo Dios que envió a su Hijo unigénito y lloró mientras mientras estuvo en esta tierra anhelando redimirlo? Nosotros también debemos llorar hasta que Él venga a la tierra de Egipto (Isaías 19) y lo defienda de la tiranía del turco y retornen las eternas sinfonías. ¿No fue Egipto, el faro de Oriente Medio, donde vivió la Sagrada Familia -y Cristo devolverá el favor- para mantener a salvo al Hijo de Dios? ¿No fue su antepasado el rey David, de Belén, nuestro querido pueblo, quien se inspiró con el arpa? ¿Y no fue Mahoma quien prohibió el uso de instrumentos musicales, privando a miles de millones de una alegría natural? Y gracias a Dios, ¿no fue una madre cristiana protestante estadounidense, una excelente pianista, quien me enseñó a tocar instrumentos musicales y la flauta pastoril que aprendí de los pastores locales que cuidaban las ovejas con su simple melodía? Yo espero y miro adelante al futuro, cuando algún día toda la Tierra cante así [en la columna de la derecha].


Los musulmanes frecuentemente dicen que nosotros, los críticos del islam, "no sabemos nada sobre el islam". Nos tienen hartos con esa indefectible cantinela de que los terroristas del Estado Islámico no entienden el verdadero islam. Al final, voy a darme por vencido. Llevan razón. Concedo humildemente que ellos han ganado el debate: La verdad es que verdaderamente nadie entiende el verdadero islam, ni los eruditos musulmanes, ni los musulmanes en general. Ni siquiera el mejor de sus críticos laicos lo entiende. La única manera de entender plenamente el islam es ser el mismísimo diablo.



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