¿Qué
diferencias hay entre el islam y el cristianismo?
ALAIN FEUVRIER
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Alain Feuvrier,
jesuita y especialista en el islam,
analiza las principales diferencias entre islam y cristianismo
Los obstáculos entre la
religión musulmana y la
religión católica son numerosos. Que se trate de la persona de Jesús,
del dogma
de la Trinidad, del concepto de revelación, de la libertad religiosa,
de la
oración, de la salvación, de la condición de la mujer, etc., a la raíz
de todas
estas divergencias hay una relación distinta respecto a nuestras
correspondientes "escrituras".
Coran y Biblia
Para el creyente
musulmán el Corán es la revelación.
Los musulmanes devotos lo consideran como un "dictado sobrenatural
anotado
por el profeta inspirado", escribía el orientalista Louis Massignon a
comienzos del siglo pasado. Además, el Corán es la revelación última
que resume
todos los Libros anteriores, en particular el de Moisés (la Torá) y el
de Jesús
(el Evangelio). El Corán es también el Libro. De alguna manera, es Dios
hecho
libro. En el cristianismo, la Biblia no está considerada la revelación;
en
cambio, los libros que forman esta Biblia se dice que han sido
inspirados, en
el sentido que permiten conocer a quien, en el cristianismo, es la
revelación,
Jesús de Nazaret, Dios hecho hombre. El concepto de revelación no
tiene, por
consiguiente, el mismo significado en el islam y en el cristianismo.
Por un
lado, la revelación es un libro, el Corán; por el otro, la revelación
es una
persona, Jesucristo. ¡De aquí nacen terribles confusiones!
Mahoma y Jesús
Uno de los malentendidos
más dolorosos concierne
precisamente a la persona de Jesús. Musulmanes y cristianos lo
reivindican.
Pero, ¿podemos afirmar que se trata de la misma persona? En el islam,
Jesús (Isa)
es uno de los numerosos profetas musulmanes enviados por Dios para
recordar el
pacto primordial entre Dios y su creación. Siguiendo el ejemplo de
otros
profetas musulmanes de tiempos pasados (Adán, Abrahán, Noé, Moisés,
etc.),
Jesús (Isa) es también un gran profeta musulmán, justo por
debajo de
Mahoma. Como este, Jesús es un profeta enviado: trae consigo un libro,
el
Evangelio (al-Inyil), con el que los cristianos se identifican,
pero que
han falsificado. Esta terrible acusación hace que, según los
musulmanes, para
conocer la auténtica figura de Jesús, se tenga que recurrir al Corán,
la única
revelación creíble. Al final, el malentendido se duplica porque el
Corán es,
para todo musulmán, la última escritura, entregada a Mahoma, sello de
toda
profecía.
Ahora bien, es imposible para los cristianos
reconocer a
Mahoma como
profeta, ni siquiera como ejemplo de fidelidad total a Dios. A lo sumo,
pueden
verlo como un personaje de los primeros años del Antiguo testamento,
antes de que
la palabra de Dios reglamentara las costumbres. Respecto a este punto,
la
distancia entre cristianos y musulmanes es inmensa. En lo que atañe a
Jesús, este
es, entre cristianos y musulmanes, un vínculo muy fuerte y, también,
"la
manzana de la discordia", escribe el pensador musulmán Mohammed Talbi,
que
dice: "El islam lo reivindica y lo glorifica. Pero, por este motivo,
corolario inevitable, Jesús es también el punto focal de las
divergencias que
oponen a cristianos y musulmanes. Honestamente, tenemos que reconocer
que
nuestras divergencias son insuperables".
Monoteísmo y Trinidad
De esta
relación radicalmente (en el sentido de "raíz") distinta a sus
respectivas escrituras deriva, entre cristianos y musulmanes, el
malentendido
concerniente al dogma cristiano de la Trinidad. No nos detengamos en
las
polémicas, muy presentes en el Corán, en relación con la "tríada"
cristiana (un dios "padre", un dios "hijo" y María) (Corán 112/5,116).
Es obligatorio constatar que este es el mayor obstáculo. Los musulmanes
creen
ser, de hecho, los únicos monoteístas auténticos. Puesto que el Corán
prohíbe
formalmente "asociar" otros dioses a Dios, los cristianos son
tachados, con toda buena fe, de politeístas. Y el politeísmo es, en el
islam,
¡el único pecado imperdonable! En estas condiciones, es difícil
presentar a los
creyentes musulmanes el movimiento de amor trinitario de Dios Padre que
me
invita a seguir a su único Hijo Jesús, que "nació de Santa María Virgen, padeció bajo
el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado", para que viva a
partir
de ahora de su Espíritu. Es un escándalo para los musulmanes, que
rechazan la
muerte de Jesús en nombre mismo del respeto que sienten por su persona.
El
Corán afirma que los judíos no han matado a Jesús: "Aunque así lo creyeron, no lo mataron ni
crucificaron"
(Corán 92/4,157). La encarnación de Dios en Jesucristo es totalmente
absurda
para un creyente musulmán.
Fe y
razón en las dos religiones
La polémica
suscitada por el discurso de Benedicto XVI, en Ratisbona, ha puesto de
actualidad
esta delicada cuestión. En el islam, el problema es saber si la fe a la
que
llama el Corán está en línea con la razón humana (y es, en este
sentido, "racional")
o si, aunque llama a un uso sabio de la razón humana, rebasa la pura
razón y
exige el sentido del misterio divino. Ciertamente, el Corán llama a los
musulmanes a reflexionar, a utilizar su razón para meditar los "signos"
que Dios ha dado. Creer significa utilizar de una manera sana la razón;
la fe,
entonces, es "razonable". Pero la fe no es el resultado de una
evidencia de orden racional, de un razonamiento restrictivo. Al Corán
le
horrorizan las discusiones en las que cada parte quiere demostrar que
tiene
razón, por lo que no hay que querer ver el objeto de la fe –Dios–, que
fue el
pecado de Moisés (Corán 39/7,142-143), porque Dios es invisible
(55/6,143). Por
último, según el Corán, "creerán
sólo
los que ya creen" (es decir, los que están dispuestos a
creer)
(Corán 52/11,36).
En el cristianismo, el lugar de la razón se sitúa
en
la
puesta en marcha de la expresión "creer
para comprender y comprender para creer" de san Anselmo.
Con
ese fin, la razón se pone al servicio de la fe. A fin de cuentas, en la
experiencia cristiana, ¿no estoy invitado de manera análoga a buscar a
Dios ("desde
la aurora", añade el Salmo 62)? Y, si lo busco, utilizando también mi
inteligencia, es con la esperanza de encontrarlo; pero, en cuanto lo he
encontrado, a este Señor de mi fe, ¡no puedo dejar de buscarlo una y
otra vez!
La búsqueda de san Agustín: "Nuestro
corazón está inquieto hasta que descansa en ti" no es lo
primero en el islam; en cambio, es sin duda el ámbito en el que el
cristiano
está más cercano a los místicos musulmanes. Pero estos, los sufíes, son
sospechosos de "desviación" (bida) para el islam ortodoxo.
La
oración
En el sentido
técnico de la palabra, la "oración" es, en el islam, uno de los cinco
pilares de la religión. Todo creyente, hombre o mujer, debe realizarla
cinco
veces al día, siguiendo gestos e invocaciones concretas; el viernes
esta
oración se hace en común en la mezquita. Los musulmanes realizan estos
ritos
inmutables con seriedad, expresión de la fe subyacente. En el
cristianismo, la
palabra "oración" puede evocar, ciertamente, ritos religiosos
concretos, como los prescritos en la celebración de la eucaristía, o en
algunas
prácticas religiosas de devoción, como el rosario, las peregrinaciones,
etc.
Pero la oración, en el cristianismo, ¿no es ante todo esa relación
personal (o
comunitaria), corazón a corazón, con la que se da las gracias al autor
de todo don,
con la que se habla como un amigo habla a un amigo, según san Ignacio
de
Loyola, confiándole todos tus asuntos y pidiéndole consejo (Ejercicios
espirituales, n. 53)? De nuevo, las mismas palabras no expresan la
misma
realidad.
La
situación de la mujer en el islam
Este es un tema
especialmente delicado, que impide cualquier tipo de generalización.
Los rasgos
del derecho musulmán clásico, que se apoyan en una lectura literal del
Corán,
reservan a la mujer una situación de eterna sumisión: pasa de la tutela
del
padre a la del marido, al que están totalmente sometidos sus
"derechos".
En cualquier caso, la situación de la mujer es muy distinta,
dependiendo del
país musulmán. El código argelino de la familia, votado en 1984,
autoriza la
poligamia, el repudio y deja en la estacada a centenares de mujeres.
Pero, en
este mismo Magreb musulmán, la mujer tunecina tiene una situación
jurídica
mucho más liberal. En Francia, muchas musulmanas viven felizmente su
condición
de mujeres, a pesar de que algunas familias siguen enviando al "país de
origen" a sus hijas para que se casen allí, por la fuerza… Y en lo que
atañe a los países bajo dominación islámica, ¡la situación es a veces
terrible
para las mujeres!
Los obstáculos
entre nuestras dos religiones son dolorosos. Utilizamos los mismos
términos en
la comparación de dos estructuras religiosas diferentes: Dios, los
profetas, la
revelación, la religión, etc. "El
contenido de la experiencia que estos términos abrigan es radicalmente
diferente, no cabe suponer una experiencia común", escribía
Pierre Claverie, obispo de Orán, asesinado en 1996. Decía también: "El diálogo no consiste en intercambiar
información,
sino en plantear al otro, y plantearse a sí mismo, preguntas radicales":
es un trabajo interminable, de profundo respeto mutuo. Con mayor razón,
el
cristiano está invitado, primero, a vivir un diálogo diario, "compartiendo el pan y la sal"
con su
vecino, creyente como él en Dios, pero de manera diferente. ¡Tenemos
tantas
experiencias de Dios que compartir!
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