La crisis
escatológica en el Corán
AMOUR, TOLERANCE, PAIX
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Basándose en un estudio morfológico de cada
palabra del Corán
realizado
por un investigador de la Universidad de Haifa, Andrew G. Bannister, en
su libro An oral formulaic study of the Qur'an, y Mark Durie en
The Quran and its biblical reflexes, estudian
las fórmulas repetitivas de
3, 4 o 5 palabras (declinación o raíz) del Corán (con o sin variantes
de una de estas palabras) y deducen una medida de la presunción de
composición oral de las suras, según utilicen más o menos estas
fórmulas repetitivas (100 veces la relación entre el número de
secuencias repetidas y el número total de secuencias). Bannister
confirma así las investigaciones literarias que han mostrado las
diferentes características compositivas de las suras habitualmente
clasificadas como mecanas o como medineses. En efecto, cabe suponer que
las
primeras suras, basadas en escritos judíos y cristianos, difieren en su
composición y transmisión de las segundas, que son más bien arengas a
los fieles para conducirlos a la yihad en los caminos de Alá.
Bannister
llega incluso a poner de relieve en las suras bloques de versículos con
características que
difieren de la media de la sura; algunos de estos bloques han sido
identificados como rastros de composición o incluso añadidos tardíos
por parte de diversos investigadores (Bell, etc.). Demuestra que las
suras
medinesas son más densas en fórmulas repetitivas y que los bloques
destacados en las suras mecanas son más bien de características
medinesas. Durie pone de relieve también importantes cambios teológicos
durante
una crisis escatológica correspondiente a lo que se suele denominar la
emigración a Medina.
Elementos teológicos del mensaje coránico comunes
a todas las suras
– Alá es el único Dios y creador de todo lo que
existe. Creó a los seres humanos y los puso en esta tierra
exclusivamente como sus sometidos ('ibad). Alá también creó a
los
ángeles (como Gabriel), que le sirven, a los genios y a satanás,
"Iblis". Todos ellos tienen la capacidad de obedecer o no a Alá.
– El objeto y la meta final de la vida humana
están
determinados por el camino (sirat, sabil) que sigue cada
persona. Los
que obedecen a su Creador, creen y confían en él, observan sus signos
(ayat) y obedecen sus órdenes (amr) están en el "camino
recto"
(al-sirat al-mustaqim). Otros se han desviado del camino. Toman
como
guías a otros distintas de Alá: son los asociadores (al-mushrikun).
– Los seres humanos son ignorantes por
naturaleza,
carecen de conocimiento, rechazan (kafara) la verdad y se
extravían
fácilmente. Se vuelven hacia Alá en tiempos de necesidad, pero se
desvían del camino en cuanto las cosas van bien. Para mantener a la
humanidad en el camino recto, Alá envía mensajeros (rasul) que
recuerdan y guían a la gente recitando los signos de Alá.
– Las gentes pueden protegerse a sí mismas
siguiendo
la guía proporcionada por un mensajero. Cuando reciben esta guía, deben
arrepentirse y volver al camino de Alá. Si lo hacen, Alá les mostrará
su misericordia (rahmat).
– Ahora, todos los seres deben escuchar al
"mensajero"
(al-rasul) que, como los mensajeros anteriores, ha recibido un
"libro"
(kitab) de Alá, "la recitación" (al-qur'an). Alá tiene
una manera
característica e invariable de actuar (sunna) con los mensajeros
y los pueblos a los que son enviados, y esto también se aplica al
mensajero
Mahoma y a su pueblo.
– Los verdaderos creyentes (mu'minun)
escucharán al mensajero, cumplirán los rezos diarios (salat),
darán el tributo
(zakat) y adorarán solo a Alá.
– El día del juicio final, todas las gentes
resucitarán. Entonces será demasiado tarde para arrepentirse. Ese día,
los que hayan escuchado al mensajero serán contados entre los
creyentes. Bien guiados, tendrán éxito y vivirán, benditos, en el
paraíso (al-yannah).
– Los otros, hipócritas, asociadores y gente del
libro
(categoría que incluye a judíos y cristianos), habrán rechazado
(kafara) la verdad (al-haqq) traída por el mensajero (y
los mensajeros
anteriores), y habrán calificado los signos de los mensajeros como
mentiras (kadhaba). Estos son los descreídos (al-kafirun).
Todos los
que rechazan el camino de Alá y niegan (jaddaba) sus signos son
los
perdedores (al-khasirun) y sufren el castigo de Alá en esta vida
primero y el castigo eterno ('adhab, iqab) del fuego (al-nar)
en el más allá.
Teología del Corán, antes de la transición
escatológica de Medina
Los adversarios son los asociadores (cristianos que creen en Jesús como
hijo
de Dios y son acusados de politeísmo) y los judíos.
Los "nazaras" (cristianos nazarenos que creen en Jesús el Mesías) son
los mejores aliados de los creyentes.
Alá no tiene descendencia. Isa [Jesús] es un profeta.
Los genios y los demonios sólo se mencionan antes de la transición.
Satán es la serpiente implicada en la caída de Adán (Satán es
una víbora con cuernos en árabe).
A cada pueblo se envía un mensajero, salido de ese pueblo y que habla
su
lengua.
Los mensajeros son humanos y solo son advertidores, no portadores del
castigo. Los mensajeros son modelos de piedad
Los creyentes, de los que se burlan los incrédulos, deben soportar y
ser
pacientes mientras esperan que Alá envíe su castigo sobre los
incrédulos.
Este castigo a los incrédulos está previsto que sea doble, primero en
esta vida en forma de catástrofe natural: terremoto, tormenta,
incendio, inundación, etc. y en el futuro, después del día del juicio
final, mediante la pena del Infierno.
Los propios descreídos, con su insolencia, piden que se acelere el
primer
castigo.
El mensajero no se rinde por la no conversión de los descreídos, pero
se desespera por el retraso del castigo a los que no creen.
La transición
Ni la promesa de castigo a los incrédulos, ni la promesa de su
conversión se cumplió, ni la promesa de los nazarenos que anunciaba el
regreso del mesías, que
provocó la ruptura con ellos. Las burlas de los descreídos diciendo que
el castigo no llegaría, a pesar de que ellos mismos pedían que se
acelerara, acentuaban el hecho de que la comunidad de creyentes se
encontrara en un callejón sin salida que se resolvería con una crisis
escatológica.
Los creyentes en peligro a causa de los incrédulos tienen que emigrar.
Los cambios teológicos tras la transición
Los oponentes son los cristianos y los judíos.
Los descreídos se clasifican en: gentes del libro (judíos y
cristianos),
hipócritas además de los judíos y asociadores (cristianos) de la fase
previa a la transición.
Los "nazaras" (cristianos) cometen el peor de todos los crímenes, que
es imperdonable: la asociación.
Los hipócritas son creyentes que se niegan a apoyar a los creyentes
(¿moderados?), y son "los que tienen una enfermedad en el corazón".
Isa no es Dios, y no es el hijo de Dios.
Isa es el mesías, pero el Corán no especifica el significado de la
palabra mesías y los eruditos islámicos no tienen respuesta para
explicar la palabra al masih
(el cura, él viaja, incluso dicen que el
saber carece de interés y que Alá sabe más). La palabra se toma
simplemente de la Biblia, pero no se dice nada sobre su significado, ni
sobre su relación con otros conceptos teológicos. En particular, no se
establece ningún vínculo con los anuncios de un salvador por parte de
los profetas.
El espíritu santo (ruh al-qudus) aparece y se cita siempre en
coordinación con la revelación que transmite al mensajero.
Satán se convierte en el jefe de los demonios.
Como los judíos renegaron del mensaje de Alá, los beneficios de Alá
para con
Israel se trasladan al mensajero y los que le siguen.
El Corán no dice explícitamente que el mensajero sea el último
mensajero o el último profeta, pero los hadices lo repiten una y otra
vez.
Mahoma se convierte en legislador
El mensajero ya no es sólo un advertidor, se convierte en legislador.
Los creyentes obedecen a Alá y al mensajero.
Incitación a ir juntos en peregrinación.
Orden para regular la comunidad (matrimonio, etc.).
Numerosas instrucciones sobre las relaciones con el mensajero.
Advertencias para no aliarse con los descreídos.
No tener ningún aliado protector más que Alá, ni la familia, ni la
tribu.
Mohamed se convierte en jefe del combate en el
camino de Alá
Los antiguos mensajeros combatieron, así que es justo que el mensajero
actual combata y lleve de vuelta a los creyentes al lugar de donde
emigraron.
Ya no se trata de ser paciente, los creyentes ordenan el bien y
condenan lo censurable, obedecen a Alá y al mensajero, entonces irán al
paraíso, si no irán al infierno.
Las amenazas del castigo para los descreídos se convierten
ahora en llamadas a combatir contra los descreídos en el camino de Alá.
El castigo es más cercano, se desea aquí y ahora y a manos de
los creyentes. Los terremotos y las inundaciones son sustituidos por
las acciones de los creyentes en un combate que primero es defensivo y
luego se vuelve obligatoriamente ofensivo.
Ya no hay necesidad de signos, ni de narración de castigos pasados, ni
de amenaza de castigos aquí abajo, ni de día del juicio, porque el
castigo aquí abajo está ahí por la acción violenta de los creyentes.
Los hadices, todos escritos mucho más tarde, ya no hablan del
primer castigo aquí abajo.
Al imperar el estado de guerra, es necesario el reclutamiento y la
financiación, y hay que fortalecer los corazones con la promesa del
paraíso para los mártires y el botín que se repartirá.
Relatos de creyentes que se imponen a los descreídos, los matan y se
apoderan de
sus bienes.
La yihad es una solución teológica necesaria a la cuestión de cómo se
va a
realizar el plan de Alá para la humanidad. La yihad cumple las promesas
de castigo aquí en la tierra y es un reflejo de la voluntad de Alá: los
creyentes son los agentes de la voluntad de Alá.
Los creyentes deben castigar ellos mismos a los descreídos en nombre de
Alá, como anticipo del castigo del fuego. Se convierten en los
instrumentos
de Alá, los ejecutores de su venganza.
La violencia se convierte en un aspecto obligatorio del camino recto
para establecer la religión de Alá en todas partes y en todo tiempo,
porque los descreídos siempre combatirán contra los creyentes
intentando alejarlos de su religión.
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