Incompatibilidades
del islam con el cristianismo
DENNIS GOTAY
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Las incompatibilidades con el cristianismo no son
del mismo tipo que con el judaísmo. El judaísmo no hace proselitismo,
sino que forma una entidad compacta, homogénea, con un carácter
nacionalista, y esto perturba al islam en este caso
específico. Con el cristianismo es muy diferente.
La Iglesia (en griego ecclesia) es una comunidad
espiritual, cuerpo místico de Cristo. Es invisible y solo Dios conoce a
sus verdaderos miembros:
"No todo el que me diga 'Señor, Señor' entrará en
el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre
celestial", dice Jesús (Mateo 7,21).
El mundo cristiano en su conjunto presenta un aspecto difuso y da
impresión de libertad. Esta libertad puede parecer permisiva para un
musulmán. La libertad es un don de Dios a los seres humanos. Los creó
libres en sus acciones y sus elecciones. Pero un día, tendrán que dar
cuenta de todo esto ante su creador. Es una responsabilidad
individual. El cristianismo es tolerante respecto a los mahometanos,
pero el islam no lo es respecto a los cristianos: discriminación social
y jurídica, y prohibición del proselitismo cristiano en los países
musulmanes,
etc.
Todas estas medidas proteccionistas nos
demuestran que, a pesar de sus rígidas estructuras, el islam se percibe
como frágil.
En la medida de sus
posibilidades, el mundo
mahometano se beneficia de las ventajas prácticas que le ofrece la
cultura occidental, sin por ello integrarse en ella, les parece
inaccesible. De alguna manera dependen de ella, incluso cuando ciertos
países mahometanos han adquirido una gran riqueza económica gracias a
sus
recursos petroleros, siguen siendo dependientes del mundo "cristiano",
productor y poseedor de las tecnologías, el saber y las ciencias. Si
consideramos los países musulmanes en su conjunto, emerge la impresión
de que el islam es la religión del subdesarrollo. En realidad, la
edad de oro de los mahometanos corresponde a la época en que, el sable
en una mano y el Corán en la otra, montados a caballo, subyugaban
mediante el terror pueblos y civilizaciones que saqueaban, dándole un
color islámico a las riquezas culturales que habían expropiado.
Sabemos, por ejemplo, que el álgebra la enseñaban
en la corte abasí de Bagdad unos sacerdotes nestorianos reducidos a
semiesclavitud, que la arquitectura de las mezquitas turcas la copiaron
de las catedrales bizantinas, que los números arábigos son en realidad
indios, que los magníficos mosaicos del Domo de la Roca en Jerusalén
son obra de los ceramistas armenios, que la Andalucía española no se
llamaba Al-Ándalus como pretendían los mahometanos desde que la
ocuparon y fundaron allí un reino, sino Vandalusía, antiguo reino de
los vándalos. Así encontramos mistificación en todos los sitios donde
se han establecido los mahometanos Tienen el arte y la maña de
reescribir la historia en su propio beneficio.
La época abasí fue, sin duda, la edad de oro del
islam. Desde Bagdad, situado en la antigua Babilonia, irradiaba sobre
el inmenso territorio conquistado por Alejandro Magno y más allá. En la
encrucijada entre el Imperio bizantino (griego) y el Imperio sasánida
(persa), realizó una hábil síntesis de estas dos poderosas y antiguas
culturas, de las que supo aprovecharse, haciendo de la lengua árabe el
vector
de difusión de toda esa aportación cultural y científica que, desde
entonces, apareció como un producto con etiqueta islámica.
Para el mahometano es obligatoria la demostración
pública del
cumplimiento de sus deberes religiosos, a fin de que todos
sepan que es un buen mahometano y, por eso mismo, siente el deber de
vigilar y entrometerse incluso en la vida de los demás mahometanos.
Siente una responsabilidad comunitaria. Un mahometano que abandona el
islam se expone a la muerte, ejecutada por cualquier miembro de su
comunidad, con todas las de la ley.
Para el cristiano, la fe es un asunto personal,
está interiorizada. Un cristiano no tiene la obligación de orar
públicamente, de acuerdo con lo que dice el evangelio:
"Pero tú, cuando vayas a orar, entra a tu
aposento, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, en lo
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y al orar,
no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su
palabrería van a ser escuchados", dice Jesús (Mateo 6,6-7).
El cristiano debe ser ante todo un ciudadano del cielo; no le concede
valor sagrado a un lugar determinado: "Mi reino no es de este mundo",
dijo Jesús (Juan 18,36).
Jesús promete vida eterna en su reino a aquellos
que redimió con su muerte en la cruz como sacrificio por los pecados.
Su reino no es un paraíso sensorial, un derroche de sensualidad carnal
y sexual, como lo imaginan los mahometanos; porque las pasiones
sensoriales desaparecen con la muerte del cuerpo físico, pero el afecto
del espíritu es la vida verdadera:
"Los que viven según la carne, desean lo carnal;
pero los que viven según el espíritu, lo espiritual. Pues las
tendencias de la carne son muerte; mientras que las del espíritu son
vida y paz (...) Pero si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya
muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la
justicia. Y si el espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los
muertos habita en vosotros, aquel que resucitó a Cristo de entre los
muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su
Espíritu que habita en vosotros" (Pablo a los romanos 8,5-6
y 9-11).
"Si vivís según la carne, moriréis; pero, si por
el espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis" (Romanos 8,13).
El reino de Dios es un mundo espiritual en el que
el ser humano es introducido en el éxtasis permanente con su Creador.
El disfrute sexual y la sensualidad están excluidos, porque perecen con
el cuerpo mortal. No hay ya ni hombres ni mujeres, sino seres
celestiales como los ángeles:
"Porque en la resurrección, los hombres no
tomarán esposas, ni las esposas maridos, sino que serán como los
ángeles de Dios en el cielo", palabra de Jesús (Mateo 22,30).
Respuesta cristiana a
Mahoma
La teología cristiana no permite ninguna
concesión doctrinal al islam. Para convencerse, basta con meditar
algunos pasajes:
"Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y
crees que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás" (Romanos
10,9).
Esta afirmación se opone directamente al Corán,
que pretende que Jesús no murió ni resucitó. Ahora bien, la muerte y la
resurrección de Jesús son el credo cristiano, es la base sobre la que
se articulan las nociones de salvación por la gracia, de expiación de
los pecados y redención eterna:
"Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola
vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne,
vivificado en el espíritu" (1 Pedro 3,18).
"El que crea y se bautice se salvará, pero el que
no crea se condenará" (Marcos 16,16).
"Si alguien o incluso un ángel os predica otro
evangelio, sea anatema" (Gálatas 1,8).
Jesús es, por otra parte, el único mediador entre
Dios y los hombres:
"Dios quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios y también
un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, que se
entregó a sí mismo como rescate por todos" (1 Timoteo 2,4-6).
"Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie
viene al Padre sino por mí", dice Jesús (Juan 14,6).
En el décimo capítulo del evangelio de Juan,
Jesús dice también:
"'En verdad, en verdad os digo: el que no entra
por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado,
ése es un ladrón... pero el que entra por la puerta es pastor de las
ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a
sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado
todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él,
porque no conocen la voz de los extraños... En verdad, en verdad os
digo: yo soy la puerta de las ovejas... Yo soy la puerta; si uno
entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El
ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para
que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El
buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es
pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona
las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque
es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor;
y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el
Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas'" (Juan
1-15).
Si la mente de algunos todavía reservaba algún
lugar para el islam en el cristianismo, porque en el Corán se habla
vagamente de Jesús, es necesario rendirse a la evidencia: las dos
doctrinas divergen completamente.
Algunos mahometanos lo han presentido con
incomodidad; y por eso hacen circular una teoría que pretende que los
evangelios habrían anunciado a Mahoma, pero los cristianos habrían
falsificado las escrituras que lo mencionan. No nos extenderemos más
sobre este tema, porque es perfectamente inútil tomar en consideración
semejante objeción. De hecho, los textos judíos y cristianos que
tenemos son mucho más antiguos que el islam de Mahoma, y su
autenticidad es irrefutable en el plano histórico y científico. Jesús
anunció
que enviaría al Paráclito, que es el Espíritu Santo, y no un individuo
llamado Mahoma, como pretenden los mahometanos (véase Lucas 24,49 y
Juan 15,26).
Invitamos a todos los lectores a que lean la
Biblia,
para descubrir allí la historia, las obras y la vida de los grandes
personajes citados en el Corán. Encontrarán en este libro, el camino de
la salvación y la plenitud de la revelación.
Jesús dice: "Si alguien tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7,37).
Los hijos de Agar que acudan a la fuente de
la salvación nunca volverán a vagar errantes, sino que serán injertados
en
el árbol de la vida para siempre.
"Aslim!",
¡Sé perfecto! " (Corán 2,131).
Aslim,
de la raíz slm, que significa
completo, acabado, cumplido, perfecto. De este radical derivó la
palabra salam en árabe. El
nombre muslim (musulmán)
proviene del mismo radical e indica a alguien que ha alcanzado la
plenitud.
"Pero el que guarda su palabra, en él
el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto
conocemos que estamos en Él" (1 Juan 2,5).
"El misterio escondido desde siglos y
generaciones, y manifestado ahora a sus santos, a quienes Dios quiso
dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre
los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria,
al cual nosotros anunciamos, amonestando e instruyendo a todos los
hombres con toda sabiduría, a fin de presentarlos a todos perfectos en
Cristo" (Colosenses 1,26-28).
"Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es
perfecto" (Mateo 5,48).
Traducido de Dennis Gotay, Les
origines du dogma mahometan, habituellement appelé islam et le
substratum du Coran. Édition franco-arabe.
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