El fraude que intenta tergiversar la historia de Al-Ándalus
PATRICIA R. BLANCO
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Moneda acuñada en Al-Ándalus en el año 766.
La inmensa mayoría de historiadores y arabistas denuncian la corriente que niega la conquista islámica de la Península Ibérica.
Negar que hubo una invasión islámica en la Península Ibérica en el año
711 es un "fraude historiográfico", una "barbaridad" que tergiversa el
pasado y que, sin embargo, suma cada vez más adeptos. La
reciente publicación de Fuimos árabes (Almuzara, 2018), del
islamólogo Emilio González Ferrín, un ensayo en el que refuta la
conquista musulmana de España, ha puesto en pie de guerra a la
comunidad internacional de historiadores y arabistas especialistas en
Al-Ándalus: "Los restos arqueológicos y literarios demuestran que buena
parte de la península fue conquistada por la intervención de unos
contingentes árabes y bereberes que actuaban bajo el califato Omeya de
Damasco", afirma el historiador y arabista Alejandro García Sanjuán.
El primero en plantear que la llegada del islam a la península no fue
producto de la conquista protagonizada por árabes y bereberes a
principios del siglo VIII fue "el falangista Ignacio Olagüe, que trató
de demostrar que la raza española no estaba contaminada por los
árabes", explica Eduardo Manzano, profesor de investigación del
Instituto de Historia del CSIC. Olagüe plasmaría sus ideas en el libro La revolución islámica de Occidente
(1974). Pero aquella hipótesis, "desdeñada" por la comunidad
científica, ha recibido en los últimos años un "renovado impulso",
lamenta Manzano, autor, entre otras muchas obras, de Conquistadores, emires y califas. Los omeyas y la formación de Al-Ándalus (Critica, 2011).
"Empieza a dar la sensación de que existen dos hipótesis: la primera,
que defiende la invasión islámica de la Península Ibérica, y una
segunda, que niega que el origen de Al-Ándalus esté vinculado a esa
conquista", protesta en una entrevista telefónica García Sanjuán,
profesor de Historia Medieval de la Universidad de Huelva y autor de La conquista islámica de la península Ibérica y la tergiversación del pasado
(Marcial Pons Historia, 2013). Sin embargo, el arabista recuerda que
"la primera opción está avalada por la evidencia científica, de manera
que considerar que existen dos hipótesis sobre el origen de Al-Ándalus
es lo mismo que decir que existe la medicina y la homeopatía, o el
evolucionismo y el creacionismo".
Que Al-Ándalus fue una "sociedad árabe e islámica" cuyo origen se
encuentra "en la conquista del reino visigodo que ordenó el califato de
Damasco" no es "una cuestión de opinión", sino una evidencia científica
a la luz de las "pruebas arqueológicas", sostiene también Eduardo
Manzano en conversación telefónica. Mientras que González Ferrín
defiende que "pensar que la España árabe dependía del califato de
Damasco es un relato bastante reciente del islam fundamentalista",
según afirmó en una entrevista con El País, Manzano señala que "los
árabes que llegaron a la península eran musulmanes", tal y como avalan
los restos arqueológicos.
Una de las pruebas que demuestran la vinculación entre la invasión de
la península y el califato omeya, según apunta Eduardo Manzano, es El mural de los seis reyes
del castillo de Qusayr Amra, en Jordania, construido en el siglo VIII
por el príncipe omeya –y futuro califa– Al Walid II. En el fresco,
aparecen seis monarcas o líderes que se enfrentaron al islam: cuatro de
ellos tienen inscripciones en árabe y griego y los expertos los han
identificado como el emperador de Bizancio, el emperador persa Cosroes,
el negus de Abisinia (Etiopía) y el rey Rodrigo de España, derrotado en
el 711. Las otras dos figuras se atribuyen a un soberano chino y a uno
turco o hindú.
Fresco de Los seis reyes, en el castillo de Qusayr Amra (Jordania).
Entre los seis monarcas figura Rodrigo, el último rey visigodo.
Pero hay muchas más evidencias en las que se
basan la comunidad de historiadores y arabistas para atestiguar el
origen islámico de Al-Ándalus, como las monedas, los sellos de plomo,
los papiros que confirman que los contingentes árabes y bereberes
llegaron a la Península Ibérica en barcos o los enterramientos de la
época que siguen el rito musulmán –el cadáver recostado sobre el lado
derecho y con la cara en dirección a La Meca–. como los hallados en
Pamplona o en Nimes (Francia) y cuyo origen norteafricano ha sido
corroborado con pruebas de ADN. "En las acuñaciones monetarias que
realizan los propios conquistadores aparece el nombre de Mahoma",
recuerda García Sanjuán.
"El dinar transicional y bilingüe, en latín y árabe, que fue acunado en
Al-Ándalus en el año 98/716 [el año 98 es del calendario musulmán], según
especifica la leyenda en árabe de su orla, reproduce en el área central
y en árabe la misión profética de Mahoma: Muhammad rasul Allah,
es decir, Muhammad es el enviado de Dios", detalla María Antonia
Martínez Núñez, directora del Departamento de Estudios Árabes de la
Universidad de Málaga. Es solo uno de los muchos ejemplos que cita
Martínez Núñez, que también alude a los precintos de plomo: "Sin duda
alguna, los precintos de plomo hallados en Narbona (Francia), junto a
los procedentes de diversas zonas de la península Ibérica, constatan
las dos modalidades de la conquista del 711, por las armas y mediante
pacto, así como el reparto del botín o la imposición de cargas fiscales
a los sometidos. Esto precintos además proporcionan la más arcaica
documentación del uso del nombre Al-Ándalus y un buen número de ellos
consignan los nombres de los primeros gobernadores, como Al Hurr, Al
Samh, Anbasa ibn Suhaym, Abul-Jattar", explica en un correo
electrónico.
También las crónicas latinas y árabes dan cuenta de la conquista
islámica de la Península Ibérica, según el consenso mayoritario de los
historiadores. Si González Ferrín defiende que no se pueden asumir como
tales los hechos descritos en el siglo VIII y narrados 200 años
después, Manzano y García Sanjuán diferencian entre dos tipos de textos
literarios: las crónicas latinas elaboradas unas décadas después de los
hechos y las árabes, más tardías, pero basadas en "textos más antiguos
que no se han conservado".
Y, pese a las "evidencias", la negación de la invasión islámica de la
península "va camino de aparecer como hipótesis en los libros de
texto", prevé Manzano, "algo así como divulgar que las pirámides las
construyeron los extraterrestres".
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