Los orígenes
del islam a examen
HOCINE KERZAZI
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Desde hace unas
décadas, está en marcha una verdadera revolución en los ámbitos
de la investigación islamológica (1). Y con toda razón, el estado
actual
de los conocimientos históricos socava profundamente la historiografía
musulmana de los primeros tiempos del islam. Estos descubrimientos, que
se
afirman como un gran desafío para el islam contemporáneo, son
contundentes para la credibilidad del discurso musulmán y requieren una
reflexión a fondo sobre sus pretensiones de historicidad.
Quizá no esté en los
prerrequisitos del lector ser experto en el estudio
histórico-crítico de la aparición del islam, aunque, a veces
a pesar de sí mismo, puede ser testigo de falsedades proferidas sobre
este
tema. De ahí el interés de este artículo que se centrará, en términos
simples, en establecer hitos conceptuales en beneficio de una amplia
audiencia, que espera una pedagogía de divulgación: primero
presentaremos el relato de los inicios del islam tal como lo refiere la
historiografía musulmana, y luego lo confrontaremos con el estado
actual de
los
conocimientos históricos.
Introducción
La
historia de los primeros tempos del islam, tal como la refiere la
tradición musulmana, se inscribe en un contexto inestable y agitado:
tres
de los cuatro primeros califas fueron asesinados; incesantes luchas
intestinas enfrentaron a muerte a los compañeros más íntimos del
Profeta; guerras civiles reiteradas en un contexto de conquista armada
llevada a cabo en tierras no musulmanas y una autoridad califal
absoluta ejercida
brutalmente en el seno del imperio. En este período atormentado, el
Corán,
la palabra de Dios, se habría conservado de manera milagrosa (2), así
como el
relato fiel de los hechos y gestas del profeta (los hadices). Problema:
toda esa historia fue registrada varios siglos después de que
ocurrieran los supuestos acontecimientos.
Peor aún, el estado actual de los conocimientos históricos hace temblar
los cimientos de esta versión de la historiografía musulmana. En
efecto,
las investigaciones arqueológicas y literarias sobre La Meca tienden a
mostrar que
sería una creación tardía de los califas (3). Los estudios de los
manuscritos antiguos del Corán revelan manifiestas actividades de
reescritura y correcciones del texto (4) y atestiguan la circulación de
versiones en concurrencia hasta el siglo VIII (5). El examen de los
testimonios no musulmanes contemporáneos del profeta y de las primeras
conquistas árabes traza un retrato de Mahoma totalmente ajeno a la
biografía
convencional que da de él la Sīra
(6) y la Sunna. En cuanto a las investigaciones
filológicas, establecen sustratos siroarameos del Corán, refutando
las pretensiones musulmanas de la pureza (7) árabe original (8) de la
lengua coránica.
1. El islam según él mismo
Según
la tradición musulmana, fue alrededor del
año 610 cuando un hombre,
llamado Mahoma, tuvo la experiencia mística de una revelación divina
por medio del ángel Gabriel. Durante una meditación, apartado de su
tribu mequí politeísta, Dios le manda predicar a su entorno,
y le comunica su palabra versículo tras versículo. Frente a la
hostilidad de
su tribu, es acogido y protegido en Medina, donde poco a poco se
convierte en jefe de guerra y dirigente político de la umma
naciente.
La revelación le impone tomar la ofensiva contra las caravanas de
La Meca (9) y a sentar las bases de una religión monoteísta organizada.
Hace eliminar a sus adversarios: las tribus judías mediníes de los
Quraiza (10) y los Qainuqa (11) son acusadas de traición, así como los
poetas caricaturistas (12),
los "hipócritas" (munāfiqūn)
(13) y otros indeseables (14).
En 630, se apodera definitivamente de la Meca, que se convierte en
ciudad santa de
la nueva religión, antes de proseguir sus
conquistas en toda la
península arábiga, que se unificaría en torno a la lengua árabe y a su
nueva identidad religiosa. En 632, Mahoma
hace su peregrinación
de despedida, islamizando de facto esa antigua costumbre
politeísta,
antes de morir ese mismo año en Medina.
Uno de sus compañeros, Abu Bakr, se convierte entonces en califa
(ḫalīfa:
"sucesor") (15), asumiendo el papel de jefe religioso, político y
militar de la comunidad musulmana. Este prosigue las conquistas y
aplasta
a las
tribus musulmanas recalcitrantes que rechazan su autoridad ("ḥurūb
al-ridda", guerras de apostasía). Abu Bakr muere en 634.
Omar le sucede y se hace famoso por la extensión de sus conquistas
desde los extremos del actual Túnez hasta los confines del actual Irán.
En
637-638, entra en Jerusalén liberando el territorio de la autoridad
bizantina. Allí erige un santuario llamado "mezquita de Omar" (16) en
el
emplazamiento donde estuvo el antiguo templo judío (17).
Después del asesinato de Omar en 644, Utmán le sucede en el poder. Ante
la muerte de muchos compañeros del profeta y la aparición de
divergencias, el tercer Califa hace compilar una vulgata oficial y
única del
Corán. Hace quemar todas las otras versiones concurrentes y difunde su
vulgata en cinco ejemplares. Utmán muere asesinado en 656.
Alí, primo y yerno del profeta le sucede en un contexto de
crisis y llega la primera "guerra civil" (fitna) (18), durante la cual
compañeros muy íntimos del profeta se enfrentan, al punto de matarse
unos a otros (19) ]. Alí muere asesinado en 661, lo que acaba en una
disputa por la sucesión que divide a los musulmanes en tres grupos
distintos:
suníes, chiíes (20) y jariyíes.
En 661, el gobernador de Siria, Muawiya, se impone por la fuerza como
califa haciendo envenenar a uno de los hijos de Ali, Hasán. Muawiya
funda la dinastía de los Omeya, al imponer a su hijo Yazid como
sucesor. Este hace decapitar a Huseín, el segundo hijo de Alí. Los
omeyas
perduran hasta el año 750, en un contexto turbulento y sanguinario de
la
segunda
"guerra civil" (fitna) y las
incesantes luchas intestinas.
A pesar del éxito de las conquistas que ahora prosiguen desde Asia
Central hasta los francos, esta segunda fitna
da lugar a la batalla del
Gran Zab en 750, cuyo resultado hace caer el califato omeya en
beneficio
de un nuevo califa, Al-Saffah ("el sanguinario") y una nueva dinastía,
los abasíes. Estos gobiernan el Imperio musulmán desde una nueva
capital,
Bagdad, símbolo de la influencia de los persas en el imperio, hasta
sufrir el saqueo de los mongoles en el siglo XIII, luego reemplazados
por los
otomanos un siglo más tarde.
Esto es, esbozado a grandes rasgos, lo que el islam relata acerca de su
aparición. Hay que señalar que esta trama historiográfica se funda
exclusivamente en los textos musulmanes. Los "hechos" ahí relatados no
son percibidos como tales por los investigadores. Por eso, vamos a
confrontar ahora
esta historia con el estado actual de los conocimientos históricos.
2. El islam frente a su historicidad
A. ¿Qué se sabe
históricamente de La Meca y la Caaba?
Un agujero negro
En la historiografía
musulmana, la ciudad de La Meca es un modelo de
ciudad comercial, cuyos fundamentos arqueológicos e históricos se
encontrarían en la literatura geográfica de lo que, al final de la
Antigüedad,
los romanos llamaban la "Arabia Feliz". Hay una leyenda difundida
ampliamente en los círculos de la apologética musulmana,
según
la cual el geógrafo griego Ptolomeo habría identificado La Meca (21),
llamada "Makoraba", en el siglo II de nuestra era. Problema: está
situada en el actual Yemen y, por lo tanto, no tiene nada que ver
con La Meca del Hiyaz (22).
Lo que sabemos con total certeza es que no queda absolutamente
nada de la supuesta Meca original, nada. Un vacío arqueológico que las
obras, más que titánicas, llevadas a cabo en los últimos años por
Arabia
Saudí no han logrado colmar. A esta nada se añade otra. De hecho, no
se encuentra ninguna mención explícita de La Meca hasta finales del
siglo VII. Nada
del santuario en la carta de Medina, donde nunca se menciona La Meca
(23), a pesar de que es considerada por la tradición como milenaria,
pues se remontaría a Abrahán. Nada de su comercio, de las
peregrinaciones que
se supone que la habían enriquecido, que habían forjado su reputación
de inevitable encrucijada caravanera.
La Meca islámica
versus La Meca histórica
Además,
la descripción de La Meca, tal como se encuentra en el texto coránico,
sería completamente incompatible con la realidad histórica.
Los referentes climáticos y geográficos aportados por el Corán y los
hadices corresponderían mejor a un entorno mediterráneo próximo a Siria
(24). En efecto, la topografía real de La Meca con su clima subtropical
desértico, excluye la existencia de actividades agrícolas, panaderas o
pesqueras (25) que la tradición describe, sin embargo, en las
predicaciones del profeta ante sus contemporáneos mequíes.
Recordemos que el sitio de La Meca es similar a un cuenca y proclive a
innumerables inundaciones, como relatan las crónicas de los primeros
siglos del islam, a lo largo de los siglos VII, VIII, IX y X. En 960,
una
caravana de peregrinos egipcios fue víctima de esas lluvias
torrenciales. De
hecho, en 1620, la Caaba fue completamente destruida por una de esas
catástrofes, antes de ser reconstruida desde cero por el sultán Murād
(26).
Además, como se señaló anteriormente, el clima de la región
(subtropical desértico) impide cualquier posibilidad de agricultura
que permitiera vivir en el sitio actual de La Meca a las numerosas
poblaciones mequíes descritas por la
tradición musulmana. ¿Cómo imaginar la presencia de olivares o
rebaños de ovejas a
temperaturas cercanas a los 50 grados? ¿Cómo admitir que se cultivara
allí
trigo, dátiles, olivos, viñas y granados?
Por otro lado, la tradición musulmana evoca la existencia de
politeístas en La Meca, dominados por la tribu de los curaisíes.
Ahora bien, la
investigación arqueológica muestra que todos los árabes de la
Península, junto con los de Siria y Palestina, estaban cristianizados
(28). Y,
contrariamente a lo que afirma la tradición musulmana, La Meca tampoco
se situaba en la ruta del incienso, y no constituía la
prestigiosa encrucijada comercial descrita en la Sira de Mahoma y los
hadices. Finalmente, investigaciones recientes
realizadas por el
arqueólogo canadiense Dan Gibson han demostrado que ninguna mezquita
apuntaba su quibla a La Meca antes de 725, y que algunas de las
mezquitas
construidas entre 640 y 725 orientaban la quibla con mucha precisión
hacia
Petra, en Jordania. Ha demostrado, además, que solo a partir de 822
todas las nuevas
mezquitas dirigían su quibla hacia La Meca (29).
La Meca histórica
¿se encontraría en Siria?
Hoy sabemos que una tribu asentada en Siria, igualmente llamada
"curais",
fue objeto de descripciones históricas concordantes con la del Corán
y los hadices. Establecida cerca de Lataquia, una gran ciudad portuaria
de Siria, esta tribu cristianizada, dedicada al comercio, albergaba,
hasta
1920 (30), las ruinas de un caravasar (31), un lugar de alojamiento
para mercaderes nómadas y comerciantes caravaneros (32).
La reciente crítica textual sostiene, pues, que La Meca sería
una creación tardía de los califas omeyas, datada en el siglo VII (33).
Al estudiar las descripciones de la ciudad en los hadices, la Sira y el
Corán, la conclusión es que ciertos lugares de los orígenes del islam
no se
encontrarían en el Hiyaz, como relata la tradición musulmana, sino en
la actual Siria (34).
En fin, señalemos que hubo varias decenas de Caabas ("Qobba") (35) mucho
antes del islam. El
culto a la piedra negra (betilo),
que a menudo se menciona en la Biblia,
estaba ampliamente extendido en Oriente Próximo y Medio,
particularmente en Petra, donde
se veneraba la piedra negra de Dusara, símbolo del culto solar de los
nabateos en siglo IV (36).
La pregunta sigue
planteada
¿Cómo explicar entonces que, sorprendentemente, ningún testigo, ningún
cronista, y ningún
geógrafo hayan informado de la existencia de esta
ciudad? (37). Los grafitis descubiertos en Arabia Saudí, que datan
del siglo VII y se tienen como "islámicos", tampoco mencionan La Meca,
ni
siquiera su santuario (38).
En
el campo de la arqueología, la cuestión de la existencia de La Meca
sigue planteada, según Christian Robin, especialista en la historia de
la Arabia antigua y de los primeros siglos del islam. Este último
señala
que, a falta de excavaciones realizadas en el sitio, "la
arqueología no puede ser un argumento histórico" (39). El hecho de que
La Meca no aparezca en ningún documento antes de finales del siglo VII
es, según él, "poco significativo", ya que eso no quiere decir en
absoluto que no
existiera antes (40).
Él cree que "la tradición erudita árabe-islámica refiere muchos datos
sobre La Meca antes de Mahoma, algunos de los cuales parecen
plausibles" y "no hay razón para dudar de la existencia de un
santuario y una pequeña aldea en La Meca desde principios del
siglo VI" (41). Por el contrario, considera que "las tesis que
pretenden
que La Meca no existía antes del islam pertenecen más a la polémica
ideológica que a la historia". Y prosigue: "Se utiliza como argumento,
para
probar que el islam surgió de una secta del Próximo Oriente. Pero es un
argumento que no prueba nada. Se utiliza a la desesperada, porque no
sabemos nada sobre las ideas de esas sectas, el único argumento que
sería determinante" (42).
Lo seguro es que el islam, desde los orígenes, es una
civilización híbrida entre el nomadismo y la cultura
urbana. La
existencia de un urbanismo muy antiguo en Arabia y en Yemen proporciona
suficientes obras a la arqueología para que no sea cuestionable. Al
contrario de lo que se inculcaba en la época colonial, la tesis de que
el
islam era una religión necesariamente nómada y limitada a ese
entorno ya no es admisible en los círculos científicos (43).
B.
¿Qué se sabe históricamente del profeta del islam?
El "Mahoma islámico"
y el "Mahoma histórico"
Las investigaciones
recientes atestiguan que,
entre la muerte del profeta y la constitución de la Sira, dos siglos
más tarde, existe, a imagen de La
Meca, un verdadero agujero negro en lo que respecta a los
escritos musulmanes (44). Nada emerge de la historia antes del año 50
de la hégira
(el 683), cuando se menciona por primera vez el calificativo "mḥmd" en una
moneda con la efigie de Abdallah Ibn Al-Zubair, un "anticalifa"
opuesto
a los omeyas y que la tradición musulmana describe como "gobernador
de La Meca" (moneda acuñada, sin embargo, en Bishapur, en el actual
Irán).
Otros documentos registran testimonios contemporáneos de Mahoma y lo
describen no como un profeta, sino como un guerrero apocalíptico,
versado e instruido en la historia de Moisés (Pseudo-Sebeos) (45). En
tal
testimonio, aparece en contacto con personas que lo habrían
"instruido". En otro (la Doctrina
Jacobi), se le presenta en una discusión
entre judíos como posible candidato a la profecía (es decir,
para "anunciar la venida del Mesías").
Hasta el siglo IX no se redacta por primera vez la biografía (sīra) del profeta, en un imperio
que se extiende desde Marruecos a la India, muy lejos del entorno
original, en un contexto
controlado por el autoridad califal. Además, es a partir del siglo X
cuando se escribe
el discurso de los orígenes, las primeras exégesis coránicas (tafsir),
las primeras historias de conquistas islámicas (maġāzī) y un increíble
número de hadices forjados a petición de los califas con el propósito
de
legitimar su autoridad y explicar el Corán, forzando su interpretación
(46).
La profetología en cuanto género literario autónomo es relativamente
reciente en la historia intelectual musulmana. La obra más conocida
sobre este tema lo muestra: se trata de una recensión de las
tradiciones
profetológicas musulmanas (nutridas con un cierto aparato de relatos
israelitas -Isrâ'îliyyat-
judaicos) atribuidas a Ibn Kaṯīr (1300-1373), lo que nos
remite como mucho a la invasión mogol (siglo XIII), contenida por los
mamelucos... Detalle
que también puede tener sentido, dado el sentimiento apocalíptico que
inspiró este período.
En cambio, es en una época mucho más cercana a los albores del
islam cuando se sitúa el establecimiento de una práctica similar: la
lectura
pública, comentada y aprendida, de los relatos de incursión que se
llamaban maġāzī (relatos de
conquista), y que de hecho proporcionó
un marco contextual a un material mucho más dispar: histórico, jurídico
y, a veces, literario. Los maġāzī
están tan profundamente arraigados en
la tradición musulmana que precedieron a la eclosión del género
biográfico (sira)
(47).
¿Una figura mesianista?
A pesar de los numerosos testimonios externos de la época, ninguna
crónica hace mención del Corán, del islam o de "musulmán". La misma
denominación "islam"
no se convertirá en nombre oficial de la nueva religión
hasta 720, fecha antes de la cual se designaba
sistemáticamente con
la expresión "religión de Abrahán" (48). Para "designar a los
conquistadores, en esa época, nunca aparece entre ellos un término
derivado de la palabra árabe muslim
(musulmán). Esto hace pensar que los
conquistadores no se designaban a sí mismos así" (49). Por ejemplo, no
se encuentra ninguna referencia en el primer diálogo "islamo-cristiano"
de Homs (644),
entre Juan I, patriarca de Siria (631-646), y Said Ibn Amir,
gobernador y compañero Mahoma (50).
Tampoco hay ninguna mención de "islam" o de "musulmanes" en las Homilías
de san
Sofronio de Jerusalén (634-639) (51), en la Didascalia de Jacobo (634) (52), en
la Crónica de Tomás el
Presbítero (53) ], nada en Sebeos
(o Pseudo-Sebeos), nada en la Carta
de Teodoro, nada en la Carta de la
Academia de Jerusalén a la diáspora de Egipto, nada en el Tratado de
Arculfo (679 y 688), nada en los testimonios de Teófanes (758-817),
Jacobo de Edesa (640-708) y Juan Damasceno (676-749). Los
grafitis descubiertos recientemente en Arabia Saudí tampoco hacen
alusión a ello antes del año 687 (54).
Este
material histórico contemporáneo de los comienzos del islam, y
compuesto
por testimonios independientes y concordantes, evoca la irrupción de
unos "árabes conquistadores", dirigidos por un profeta "mercader",
junto con unos
"judíos", que, cuando la toma de Jerusalén, se apresuraban a edificar
allí un
lugar de oración:
"Que Dios conceda a
nuestros emperadores cetros robustos y
poderosos para quebrar el orgullo de todos los bárbaros, y
sobre todo de los sarracenos (= árabes de las tiendas) que (...) se han
alzado repentinamente contra nosotros y se entregan a un saqueo total,
con crueldad y salvajismo" (55). Homilías
de san
Sofronio de Jerusalén (634-639).
"Mi hermano Abraames me ha escrito -dice Justos a Jacob- que ha
aparecido un falso profeta.
‘Cuando
el Candidato fue matado por los sarracenos, yo estaba en
Cesarea -me dice Abraames- e iba en barco a Sykamina. Se decía: ¡Han
matado al Candidato! Y nosotros, los judíos, sentíamos una gran
alegría.
Se decía que el profeta había aparecido, que venía con los sarracenos,
y
que proclamaba la llegada de Cristo, el ungido que iba a venir (...) Yo
le
digo: ¿Qué me dices del profeta que ha aparecido con los sarracenos? Y
él
me responde, gimiendo profundamente: Es un falso profeta. ¿Acaso vienen
los
profetas armados de los pies a la cabeza? (...) Escuché de aquellos que
lo
habían encontrado que no se encuentra nada auténtico en ese pretendido
profeta: todo es cuestión de masacres. Dice además que posee las
llaves del paraíso, lo cual es increíble’. Esto es lo que me ha escrito
mi
hermano Abraames desde Oriente" (56). Didascalia
de Jacobo (634).
"Había uno de los hijos de Ismael, de nombre Mahoma, un mercader"
(57). Sebeos (o Pseudo-Sebeos).
"Y Mhmt (Mahoma) fue a comerciar en tierras de Palestina,
de los Arabaya y de Fenicia de los Tirios" (58). Jacobo de Edesa (m.
708).
"En el año 634 (...) tuvo lugar el combate entre los romanos y los tayayê (= los
árabes) de Mahoma en Palestina, a 12 millas al este de Gaza. Los
romanos huyeron, abandonando al patricio Bar Yardan, a quien mataron
los tayayê (= los árabes).
Allí mataron a unos 4.000 campesinos pobres de Palestina, cristianos,
judíos y samaritanos. Y los tayayê
devastaron toda la región" (59). Crónica
de Tomás el Presbítero.
"Tan pronto como entraron en Jerusalén, corrieron al lugar llamado
Capitolio. Llevaron consigo a unos hombres, algunos de ellos a la
fuerza,
otros voluntariamente, para limpiar aquel lugar y edificar esa
maldita cosa, destinada a su rezo, que llaman una midzgitha
(lugar de
rezo). Entre esos hombres estaba Juan, archidiácono de San Teodoro
Mártir, porque era de oficio artífice del mármol. Se dejó
seducir por ellos con una ganancia deshonesta y fue a trabajar allí
voluntariamente. Era muy hábil con sus manos" (60). Carta de Teodoro.
"En este célebre emplazamiento donde se levantaba en tiempos el Templo
magníficamente
construido, los sarracenos (= los árabes) asisten ahora a una
casa de rezo cuadrangular que construyeron de manera destartalada
(vili opere) sobre aquellas
ruinas. Está hecha de tablas levantadas y vigas
grandes. Dicen que esa casa tiene cabida para 3.000 personas a la
vez" (61). Tratado de Arculfo
(670).
"Fue voluntad de Dios concedernos su favor desde antes del reino
ismaelita, en el tiempo en que, al conquistar la Tierra Santa, la
arrancaron de las manos de Edom. Cuando los árabes vinieron a
Jerusalén, había con ellos hombres de entre los Hijos de Israel que les
mostraron el emplazamiento del Templo" (62). Carta de la Academia de
Jerusalén a la diáspora de Egipto.
Ahora bien, todos estos testimonios de época son incompatibles con la
historiografía musulmana, puesto que, según la tradición, se supone
que, cuando la toma de
Jerusalén, el profeta ya había muerto varios años antes. Además, el
nombre del califa Omar no aparece en ninguna parte, los conquistadores
parecen motivados por el botín y el poder, y los dirigentes judíos
están a la cabeza de los nuevos conquistadores árabes.
C. ¿Qué se sabe históricamente del Corán?
¿Un largo trabajo de
reescritura? (63)
Según la tradición musulmana, la revelación recibida por Mahoma se
habría transmitido fielmente hasta el califa Utmán, quien la habría
registrado por
escrito. De acuerdo con la tradición, por lo tanto, el Corán original
fijado en 656 sería perfectamente idéntico al Corán actual. Sin
embargo, nunca se ha encontrado ningún Corán de Utmán. Las pocas
colecciones que tienen este nombre hoy día son "piadosas
falsificaciones", según François Déroche, lo que significa que todos
los
Coranes de Utmán, si existieron, fueron destruidos por los propios
musulmanes.
Con todo, bajo el califato omeya de Abd Al-Malik, aún se destruían
Coranes no
conformes y esto hasta el siglo VIII en el Imperio abasí
(64). Además, no se ha encontrado ningún Corán de Utmán anterior al
siglo
IX, y
los fragmentos antiguos indican que la historia de su escritura no
ocurrió como
afirma la tradición: un largo trabajo de reescritura se habría
continuado
desde los años 650, con modificaciones del texto, borrados y
correcciones
(65).
Los
manuscritos coránicos más antiguos disponibles se encontraron en
1972, en Saná, Yemen, posteriormente identificados por el paleógrafo
alemán Gerd Rüdiger Puin. Fechados, para algunos, en la segunda mitad
del siglo VII, estos escritos probablemente escaparon de los autos de
fe ordenados por los califas en su lucha, en los primeros tiempos
del islam, contra las versiones coránicas heterodoxas. El examen de
estas hojas, que continúa hoy, es realmente impresionante, ya que dan
testimonio de versiones no conformes con la edición
definitiva de Utmán.
Finalmente, algunos relatos de la literatura de los hadices admiten
explícitamente la realidad de retoques tardíos en el texto coránico
(66),
en particular ese famoso relato que narra las circunstancias de la
abrogación del versículo de la lapidación, que se lo habría comido una
cabra (67).
¿Un
leccionario judeonazareno?
Otros estudios críticos del Corán (68) registran la expresión de ideas
judías poscristianas. El ejemplo más emblemático es el célebre pasaje
del Corán que condena una forma imaginaria de cristianismo (69), que,
de
hecho, es una mala comprensión por la tradición musulmana del
significado
real del texto coránico. Así, por ejemplo, la misteriosa tríada divina
compuesta por María y Jesús:
"Oh Jesús, hijo de María, ¿has dicho a la gente: ‘Tomadme a mí ya mi
madre como dos divinidades además de Dios?’" (Corán 5,116).
El rechazo de Jesús como Hijo de Dios y Señor:
"Ciertamente son no creyentes los que dicen: ‘En verdad, Dios es el
Mesías, hijo de María’" (Corán 5,72).
"Han tomado a sus rabinos y sus monjes, así como a Cristo, el hijo de
María, como señores además de Dios, cuando se les ordenó adorar a
un único Dios" (Corán 9,31).
La negación de su crucifixión:
"Y porque dijeron:
—Hemos matado al Mesías Jesús, hijo de María, el enviado de Dios. Ahora
bien, ellos no lo mataron, ni lo crucificaron, sino que eso les
pareció. Los que discreparon a propósito de él, están en la duda sobre
ello. No tienen ningún conocimiento, sino que siguen una presunción. Y
ellos ciertamente no lo mataron" (Corán 4,157).
Lo mismo ocurre con la María coránica presentada como madre de Jesús,
hermana de Aarón y Moisés, prestando el flanco a las siguientes
confusiones: "Imrán, padre de Moisés" = "Imrán, padre de María"; "María
madre de Jesús" = "María hermana de Moisés".
"Luego vino ella a su familia llevándolo [al bebé]. Dijeron: ‘¡Oh,
María,
has hecho algo monstruoso! Oh, hermana de Aarón, tu padre
(Imrán) no era un hombre malvado y tu madre no era prostituta’" (Corán
18,27-28).
Se han establecido con certeza otros vínculos con influencias
propiamente cristianas. Por ejemplo, la interpretación musulmana del
Paráclito del Evangelio de Juan como prefiguración de la venida de
Mahoma resulta ser una interpolación de apologética musulmana, ya
que esta vinculación no ofrece ninguna correspondencia posible (70).
"Y yo oraré al Padre, y él os dará otro consolador (paráclito,
parakletos), para que permanezca siempre con vosotros" (Juan 14,16).
"Cuando
Jesús, el hijo de María, dice: ‘¡Hijos de Israel! Soy el enviado de
Dios a vosotros, para confirmar lo que está antes de mí en
la Torá y para anunciar un enviado que vendrá después de mí, cuyo
nombre
será Ahmad" (Corán 61,6).
La
cristología coránica, como se describe en estos versículos, no se
corresponde con ninguna concepción cristiana ortodoxa, excepto con la
creencia judeonazarena descrita por Édouard-Marie Gallez (71). Su
tesis, sólida, argumentada y basada en referencias cruzadas de
textos literarios y apocalípticos de tradiciones arameas, judías,
árabes y siríacas, y en la exégesis científica del texto coránico (72),
establece que Mahoma sería miembro de una secta mesianista
judeonazarena.
Según Gallez, el "profeta" habría llegado a federar las tribus árabes a
su alrededor
para apoderarse de Jerusalén, donde, según esa creencia, se suponía
que regresaría el Mesías. Sin embargo, una vez muerto Mahoma y
conquistada la
ciudad santa, al no regresar Cristo, los árabes se habrían
desolidarizado de los judeonazarenos y habrían hecho una selección de
los
textos
dejados por los predicadores judeonazarenos, para constituir un nuevo
libro
sagrado, que se convertiría poco a poco en el Corán, y habrían
reescrito
la
historia de sus orígenes -en especial inventando la profecía de
Mahoma-, para legitimar religiosamente el poder que habían conquistado
(73).
¿Pasajes
del Corán sacados del Talmud?
La tradición talmúdica judía no puede excluirse, ya que se
habrían tomado préstamos de ella, sobre todo de este pasaje del tratado
del
Sanedrín,
escrito varios siglos antes del islam:
"Por eso, el hombre fue creado solo, para enseñaros que el que
quita la vida a un hijo de Israel destruye un mundo entero; y el que
salva la vida a un hijo de Israel, salva un mundo entero" (Tratado
del Sanedrín, capítulo 5, misná 5).
"Por eso hemos prescrito a los hijos de
Israel que quien mate a una persona no culpable de asesinato
o corrupción en la tierra, es como si hubiera matado a todos los
hombres. Y quien le dé la vida, es como si le hubiera dado la vida
a todos los hombres" (Corán 5,32).
Además de los pasajes narrativos tomados de forma alusiva (74), se
mencionan pasajes del texto bíblico, en parte palabra por palabra (75).
Así, por ejemplo:
"Hemos escrito en los salmos, después del apercibimiento: En verdad,
mis
siervos justos heredarán (yarithû)
la tierra (ard)" (Corán
21,105).
"Los justos heredarán (yirshû)
la tierra (eretz), y allí
vivirán en paz"
(Salmo 37, 29).
O:
"Y el cielo desapareció como un libro que se enrolla" (Apocalipsis
6,14).
"El día que plegamos el cielo como se pliega un rollo en el que
se escribe" (Corán 21,104).
O
también:
"Entonces vi un cielo nuevo, una tierra nueva (...) He aquí que hago el
universo nuevo (...) Escribe: Estas palabras son ciertas
y verdaderas" (Apocalipsis 21,1-8).
"Lo mismo que creamos al principio, crearemos de
nuevo. Es una promesa que nos compromete; sí la cumpliremos"
(Corán 21,104).
El Corán, ¿un
leccionario judeonazareno?
Por otra parte, la expresión misma "Corán" sería una recuperación de la
de
"Evangelio" ("buena noticia") o de "Qeryana",
leccionario cristiano
siríaco (76). Estos leccionarios eran colecciones dispares de
oraciones, cantos y textos sagrados que, una vez reunidos, no
presentaban ninguna coherencia de conjunto, aunque se observe siempre
cierta coherencia retórica en algunas suras (77). En cuanto a las
expresiones "sura" (sūra) y
"aleya" (āya), tienen
correspondencia en
siríaco: "sûrtâ" ("pasaje de la escritura leído") y "āthâ" ("signo,
marca de escritura") (78).
También se hallan "ecos" como un pasaje del De paradiso de san Efrén (siglo IV)
que ofrece una descripción de uvas que, en el
Corán, se convierte en una descripción de huríes paradisíacas (79):
"Quien se abstiene del vino aquí abajo, las uvas del paraíso suspiran
por él. Cada una de ellas [?] le tiende una uva pendiente. Y si
alguien ha vivido en castidad, lo reciben en su seno puro, porque como
monje no cayó en el seno ni en el lecho del amor terrenal" (De
paradiso, himno 7,18) .
"Les daremos por esposas a huríes ("uvas", según una correspondencia
siríaca establecida por Luxenberg (80)) de grandes ojos. Allí
pedirán en seguridad toda clase de frutas" (Corán 44,54).
"Las creamos a la perfección, las hicimos vírgenes, afectuosas, todas
de
la misma edad" (Corán 56,35).
"Y cuando se les dice: ‘¡Seguid
lo que Dios ha revelado!’, dicen: ‘¡No! Seguiremos las tradiciones de
nuestros padres’. Pero ¿y si sus padres eran incapaces de razonar y no
estaban bien dirigidos? (Corán 2,170).
"Estas son las religiones que les transmitieron sus antepasados
y que ellos se obstinan en proteger y defender" (Instituciones divinas, II, 6,
7).
En fin, algunos pasajes de los diálogos iniciáticos del Hermes trismegisto redactados
alrededor del siglo I antes de nuestra era encuentran eco en el Corán,
como si este respondiera a preguntas formuladas varios siglos antes
(81):
"¿Quién trazó los círculos de los ojos? ¿Quién perforó los agujeros de
las narices y las orejas? ¿Quién hizo la abertura de la boca? ¿Quién
tensó los
músculos y los fijó? (Corpus
hermeticum, V, 6).
"Nosotros le hemos dado al hombre el oído y la vista" (Corán 76,2).
"Nosotros los creamos, y fijamos sólidamente sus articulaciones" (Corán
76,28).
Un último elemento probablemente heredado de la tradición
judaica: la profesión de fe. La creencia musulmana, en la
formulación de su šahāda, se
afirma, de manera antitrinitaria, en oposición a la fe
cristiana. Ahora bien, esta formulación antitrinitaria se empleaba,
varios
siglos antes del islam, en uno de los textos más importantes que nos ha
llegado del "movimiento judeognóstico en el siglo II" (82): las
homilías seudoclementinas, en las que la fe cristiana se caricaturiza
como "asociacionismo". Una de las fórmulas que se encuentran en
este texto coincide exactamente la primera parte de la šahāda musulmana:
"Testifico que Dios es uno y no hay más dios que él" (83)
D. ¿Qué se sabe
históricamente de los hadices?
El control califal
Primero debemos situarnos en el contexto: el quinto califa omeya Abd
Al-Malik
(m. 705) se propone legitimar la superioridad de los árabes sobre
todas las demás culturas. Arabiza la administración del imperio creando
un servicio de correos, imponiendo el árabe como lengua oficial de la
corte, que es codificada por los gramáticos musulmanes. El texto
coránico queda así fijado (84) y luego se difunde por el imperio para
uso de
los dignatarios religiosos.
Sin embargo, los siglos siguientes se inscriben en un período en que el
texto coránico se vuelve cada vez más difícil de entender, dada la
naturaleza consonante del texto (rasm)
y la ausencia de tradición oral:
los copistas no sabían lo que significaba. Esto causó una ruptura con
el
medio arameo original, y una pérdida del sentido de las palabras
arameas o de inspiración aramea (por ejemplo: maysir y miserah).
La necesidad de aclarar ciertos pasajes conducirá a la proliferación de
una verdadera industria de los hadices, destinada a la exégesis del
relato
coránico. La biografía oficial del profeta (sīra)
aún no estaba
establecida a principios del siglo IX, pero será reconocida como un
texto con autoridad político-religiosa por los califas abasíes que
controlaban la
producción de ese discurso y lo financiaban (85). Así, en la primera
mitad del siglo IX, los escribas oficiales a sueldo del califa se
dedicaron a elaborar la genealogía y todos los episodios clave de
la vida de Mahoma.
Solo en el siglo X, se llegó a la fijación definitiva de un relato
musulmán presentado como "histórico" acerca de los primeros tiempos
del
islam,
a lo que después se agregaron tres dogmas principales que
cristalizarían en el discurso
oficial islámico, a saber:
- El dogma del "Corán increado" (86), que eleva el texto coránico
al rango de texto sagrado e intocable.
- El dogma de los versículos "abrogantes" y "abrogados" con vistas a
superar las
contradicciones del discurso coránico, haciendo prevalecer las suras
más tardías (llamadas "mediníes"), compuestas mayoritariamente por
mandatos
políticos y bélicos, sobre las suras "mequíes", compuestas de llamadas
a
la
tolerancia. Esta doctrina permitirá introducir la noción de
minoría/mayoría musulmana, según la cual los musulmanes bajo una
autoridad impía
pueden, a ejemplo de Mahoma, promover la tolerancia, hasta que estén
en situación mayoritaria y puedan imponer la relación de fuerza.
- El final del "esfuerzo de interpretación" (iǧtihād) que vuelve imposible
criticar el contenido del discurso islámico oficial.
En una óptica exterior a la fe musulmana, estos dogmas poscoránicos
parecen apoyar la fe y justificar la tesis tradicionalista (suní) del
carácter no creado del Corán, cuyo pensamiento y doctrina se
construyeron a lo largo de varios siglos después de la muerte del
profeta.
¿La imposible
tradición oral?
La tradición musulmana sostiene que los hadices, como el Corán, se
habrían transmitido oralmente, con exactitud, desde que vivía Mahoma
hasta la edición de las primeras colecciones en los siglos IX y X.
Según esta
versión, la "memoria coránica y profética" habría sido imposible de
falsificar, ya que fue aprendida de memoria y conservada por
miles de
memorizadores (huffāẓ) que
habrían transmitido la recitatación durante
los primeros siglos.
Sin embargo, hay seis datos fácticos que socavan esta posibilidad de
transmisión oral y, en cambio, abogan por la hipótesis de un largo
proceso de escritura y reescritura:
- El número cada vez mayor de hadices, a medida que nos alejamos de los
supuestos hechos.
- La suma considerable de "falsos" hadices, considerados apócrifos
(87), que ponen en entredicho la infalibilidad reivindicada para los
memorizadores.
- La ausencia de procedimientos formales de memorización como los que
se encuentran en
cualquier civilización oral.
- La imposibilidad fisiológica de retener 200.000 hadices, como
pretende
Al-Bujari, uno de los tradicionalistas más famosos.
- El hecho de que Abu Huraira esté en el origen de un tercio de los
hadices "auténticos" (sahih)
(88), siendo así que solo frecuentó al profeta durante dos años, y que
Abu
Bakr, compañero de toda la vida y primer califa del islam, no haya
aportado más que un centenar.
Las cadenas de
transmisión ¿son infalibles?
La naturaleza puramente declarativa de los hadices y el carácter a
veces insensato de ciertos relatos han llevado al discurso musulmán a
tener que
defender su legitimidad. Así es como la cadena de transmisión pasa a
desempeñar un
papel clave en la búsqueda de fiabilidad para los transmisores.
Es casi tres siglos después de la muerte del profeta, cuando
los "grandes compiladores" de hadices van a trabajar a partir de la
cadena de transmisión oral, aunque también esta sea de naturaleza
puramente
declarativa. Entre las colecciones consideradas como serias por el
discurso musulmán figuran obviamente las de Al-Bujari y Muslim, que
juntas cuentan con cerca de 7.000 hadices diferentes, es decir, un
relato por cada día
vivido por el profeta. Otros compiladores completan este primer
"núcleo" de hadices: la Sunan
al-Suġra de Al-Nasāī, los de Abū
Dawūd, los de Al-Tirmiḏī y los de Ibn Maǧah. Si contabilizamos la suma
de los hadices llegados hasta hoy, se alcanza un número que supera el
millón y medio de relatos.
En una panorámica del estado actual de las investigaciones sobre
los
hadices, aumentan los estudios que muestran que hay un hiato en la
transmisión de algunos
de ellos. Nos referimos en particular a los estudios de Juynboll
Gautier (89), que ha aplicado una nueva metodología para el censo de
los hadices, y Jonathan Brown (90), que saca a la luz las causas
históricas de
por qué los suníes eligieron a Al-Bujari y a Muslim en detrimento de
otros
tradicionalistas como Daraqutni, por ejemplo.
Por lo demás, la metodología de Al-Bujari para recensionar los hadices
está
limitada por el hecho de que se daba por satisfecho considerando que
un hadiz
era admisible tan pronto como dos eslabones de transmisión hubieran
vivido en la misma época, sin asegurarse de que se hubieran encontrado
(precaución tomada por Muslim). Además, después de leer los
artículos de Mohammed Hocine Benkheira, muchos de los hadices relatados
por Abu Huraira pueden provenir de la tradición de los isrā'īlliyyāt aportada por el judío
yemení Kab Ajbār. De ahí el escepticismo de
muchos musulmanes ante las "extrañas" historias de Abu Huraira
(¿se conoce la del mono y la mona apedreados por haber copulado en
público?). En fin, otros investigadores han señalado una "moda"
aparecida tras el tercer siglo de la hégira, que consistía en recuperar
hadices referidos a la vida de Omar y Abu Bakr, y atribuírselos a
Muawiya para defender su legitimidad.
Conclusión
Para concluir esta modesta contribución, me parece oportuno subrayar
que
los trabajos evocados aquí, aunque sus hipótesis estén respaldadas, aún
están lejos de darnos un análisis claro
de todos los detalles. El diccionario más utilizado, como se constata
fácilmente en ciertos medios, es el de las pasiones que rodean esta
cuestión.
Por mi parte, confieso que no tengo ni la aptitud ni la audacia para
adoptar un tono la confianza y afirmación. Por un lado, debemos
convencernos de que la historia es enormemente humana, mucho más
compleja de lo
que dejan captar los discursos. El proceso histórico consiste en
interpretar los hechos
y testimonios por lo que son. El historiador razona en términos de
probabilidades que alcanza mediante la convergencia de elementos
probatorios, que puede conducir a certezas. Por tanto, no busca
encontrar la verdad, sino aproximarse a ella continuamente, con el
respeto y
las precauciones que requiere todo proceder científico.
Por otro lado, no quiero sugerir en esta conclusión del artículo que
todo
el trabajo de análisis se haya realizado debidamente (todo lo
contrario).
En esta etapa de mi síntesis, el lector se encuentra frente a una gran
masa de hechos e interpretaciones muy consecuentes, pero cuya
explotación no puede ser exhaustiva en el marco de esta modesta
contribución. Hubiera sido necesario para eso que yo pudiera dedicar la
misma porción de atención y tiempo a innumerables campos
epistemológicos: paleografía,
codicología, epigrafía, retórica, semántica, etc. Pero me
he limitado a entregar, en unas cuantas páginas, la síntesis de los
trabajos histórico-críticos ya existentes.
Por último, este tema de trabajo probablemente esconde mucha más
complejidad de lo que deja traslucir su título. Pudiera ser, quizá,
que, en
los próximos años, determinadas interpretaciones queden descartadas.
Por consiguiente, el lector interesado podrá recurrir a trabajos de
análisis
mucho más elaborados y legitimados con respecto a la problemática
planteada.
Notas
1. Patricia Crone y Michael Cook, Hagarism. The
making
of the islamic world, Cambridge University Press, 1977. Robert
G.
Hoyland, Seeing Islam as others saw
it, a survey and evaluation of
Christian, Jewish and Zoroatrian writings on early Islam,
Princeton,
Darwin
Press, 2001, c
1997. Alfred Louis de Prémare, Les
fondations de
l’Islam, entre
écriture et histoire, Paris, Seuil, 2002. Patricia Crone, "How
Did the Quranic Pagans Make a Living?", Bulletin of the School of Oriental and
African Studies,
University
of London, 2005.
2. R. Blachère, Introduction
au Coran..., p. 27.
Jacqueline Chabbi, Le seigneur des
tribus. L'islam de Mahomet,
Paris,
1997, p.
65 : "La representación de una fijación del texto coránico en un lapso
de tiempo tan corto y durante un período tan positivo desde todos los
puntos de vista es muy satisfactoria para la creencia". Citado por
Olivier Hanne, Le
Coran à
l’épreuve de la critique historico-philologique. Ecueils de
l’hypercritique,
impasses de la littéralité.
4.
El sitio Coranica.de
publica los clichés de los manuscritos coránicos
más antiguos descubiertos hasta hoy, llamados de Saná. En ellos se
encuentran trazas de la empresa de reescritura evocada con
anterioridad.
6. La legitimidad del autor, Muḥammad Ibn Ishâq
Ibn Yasâr, fue incluso contestada por algunos grandes nombres del
islam, que lo trataron de falsario ("mudallis"):
cf. Mu’jam al-Udaba de
Rumi; Ta’rif ahl al-Qadis de
Al-Asqalani.
7. "Mahoma habla "según una lengua árabe clara"
(Corán 16,103 : "bi-lisānin
ʿarabiyyin mubīn"). Sin embargo, "mubīn"
no es un adjetivo, sino un participio activo: "en lengua árabe que se
ha hecho clara",
es decir, interpretada. Los exegetas y juristas de la sunna también han
defendido la excelencia de la lengua coránica, igual que Ṭabarī: véase
Claude
Gilliot, "Langue et Coran selon al-Ṭabarī", Studia Islamica, t.
68,
1988, p. 79-106, en Olivier Hanne, Le
Coran à l’épreuve de la
critique historico-philologique. Ecueils de l’hypercritique, impasses
de la
littéralité… 2017.
8. Catherine Pennacchio, "Les emprunts lexicaux
dans le
Coran", Bulletin du Centre de
recherche français à Jérusalem, p. 31. En línea el 1 abril 2012,
consultado el 26 mayo
2017.
9. Razias.
10. Maxime Rodinson, Mahomet, Essais, Seuil, 1968,
rreedición de mayo 1994, p. 247.
11. Hadices de Al-Bujari (n° 1578-1580). E Ibn
Ishaq, Muhammad, tome II,
Paris, éditions Albouraq, 2001, p. 562.
12. Hadices de Al-Bujari (n° 1581). E Ibn Ishaq, Muhammad, tome II, Paris, éditions
Albouraq, 2001, p. 562.
13. Mathieu Tillier y Thierry Bianquis, "De
Muhammad à
l'assassinat de 'Alî", en Thierry Bianquis, Pierre Guichard y Mathieu
Tillier
(dir.), Les débuts du monde
musulman, VIIe - Xe siècle. De Muhammad
aux
dynasties autonomes, P.U.F./Nouvelle Clio, 2012, p. 83.
14. Entre ellos el asesinato "profético" mandado
contra Sallâm ben Abu al-Huqayq (Al-Bujari, n° 1582).
15.
Según el sentido dado a la palabra por la tradición musulmana, el Corán
mismo atestigua el sentido de "lugarteniente" o "gestor" (de
Dios).
16.
La existencia de un santuario reconstruido sobre el monte del Templo
bajo Omar está atestiguada por testimonios locales (Teodoro, el
peregrino Arculfo), por la tradición cristiana (Pseudo-Sebeos), la
tradición judía (Los secretos del rabino Simon Ben Yohai), y por la
tradición musulmana (el judío Ka’b
al-Ahbar, que habría construido allí una "sinagoga"). Precisemos, no
obstante, que el nombre de "mezquita de Omar" dado al templo
reconstruido es una hipótesis, a la vista de la persistencia de este
nombre utilizado siempre hoy para designar el Domo de la Roca..
17.
Reemplazado un siglo más tarde por otro edificio, el Domo de la Roca,
construido el final del siglo VII por el califa omeya Abd Al_Malik.
18. Cisma político-religioso que condujo a una
guerra civil.
19. Dos
enfrentamientos marcaron también esas disensiones intestinas: La
batalla del Camello (656), durante la cual Aisha, esposa del profeta,
luchó frontalmente contra Alí, primo y yerno de Mahoma; la batalla de
Siffin (657), que opuso a compañeros próximos, como los dos hijos de
Alí (Hasán y Huseín), Amr Ibn Al-As, Ammar Ibn Yasir y tantos otros.
20. Los chiíes acusan siempre a los suníes de
falsificación del texto coránico y de alteración de la historia.
21.
Si uno suscribe esta audaz hipótesis de la idetificación de Makoraba
con La Meca, ¿por qué no hay ningún otro testimonio de La Meca entre el
siglo II y alrededor del año 670 (si se considera el testimonio de un
monje irakí que menciona un "santuario de Abrahán" en el desierto como
designación de La Meca)? ¿Dónde están los indicios del comercio mequí
antes y también después de Mahoma? (cf. Patricia Crone, Meccan rade...).
22. Patricia Crone, Meccan trade and the rise of
Islam, Princeton University Press, 1987. Dan Gibson, "Suggested
Solutions for Issues Concerning The Location of Mecca in Ptolemy's
Geography", 2013.
23. Alfred de Premare, Les fondations de l'Islam,
2002, p. 27.
24. Patricia Crone, "How Did the Quranic Pagans
Make a
Living?", Bulletin of the School of
Oriental and African Studies,
University of
London, Vol. 68, nº 3 (2005), pp. 387-399.
25. Patricia Crone, How did the quranic pagans make a
living? Patricia Crone y Michael Cook, Hagarism. The making of the
islamic
world, Cambridge University Press, 1977.
26. IMA - Catalogue
d'exposition - Hajj - Le
pèlerinage à la Mecque
- p. 55. Hubo además una gran renovación en 1996. Se reemplazaron
entonces la mayor parte de las piedras, y se transformó el edificio.
27.
"Los campos de viñas, el olivo y el granado, semejantes o diferentes
unos de otros. Mirad sus frutos en el momento de su producción y su
maduración" (Corán 6,99); "el olivo y la granada, de especies
semejantes o diferentes. Comed de sus frutos, cuando se producen; y dad
lo debido el día de la cosecha. Y no derrochéis, que él no ama a los
derrochadores (Corán 6,141); "Hemos producido para vosotros campos de
palmeras y de viñas en los que tenéis frutos abundantes y de los que
coméis" (Corán 23,19).
"La péninsule Arabique à la veille de la
prédication muḥammadienne", en Les
débuts du Monde musulman (VIIe -Xe siècle). De Muhammad aux
dynasties
autonomes, bajo la dirección de Thierry Bianquis, Pierre
Guichard y
Mathieu
Tillier, Paris, Presses Universitaires de France,
2012, pp.
5-33 y XIV-XV.
29. Salvo la mezquita del Domo de la Roca (Jerusalén)
que está desprovista de quibla. M. Cuypers y G. Gobillot, Le Coran..., p. 23 ss.
La
religión patrimonial árabe antigua influyó profundamente a Muḥammad:
véase
Kurt Rudolph, "Die Anfänge Mohammeds im Lichte der
Religionsgeschichte",
en Festschrift Walter Baetke,
éd. Kurt Rudolph, Rolf Heller y Ernst
Walter,
Weimar, 1966, p. 298-326.
30. Topographie
historique de la Syrie antique et
médiévale, Geuthner 1927: este caravasar figuraba todavía en el
mapa de Siria realizado en 1927 por René Dussaud bajo el nombre de Khân
el-Qurashiyé.
31. Caravasar = base trasera; lugar para
almacenamiento de mercancías, vivienda de las familias y cría de
camellos.
33. Robert Kerr, The
Language of the Koran (2013). Édouard-Marie Gallez, Le Messie et son Prophète, Paris,
Editions de
Paris,
2005-2010.
34. Patricia Crone, "How Did the Quranic Pagans
Make a
Living?", Bulletin of the School of
Oriental and African Studies,
University
of London, 2005. Christian Robin, "La péninsule arabique à la
veille de
la prédication muhhammadienne", en Thierry Bianquis, Pierre Guichard y
Mathieu Tillier (dir.), Les débuts
du monde musulman, VIIe – Xe siècle. De
Muhammad aux dynasties autonomes, Presses Universitaires de
France,
2012, p. 28. Véase el documental The
Sacred City, de Dan Gibson.
35. Henri Lammens habla de Qobba (tienda
tabernáculo), pero no de Kaaba: "Se utilizaba para esta traslación de
los qobba, especie de
pabellones-tabernáculos de cuero, de color rojo. Estas procesiones
terminaban con el séptuple tawaf,
la circunambulación ritual alrededor del santuario".
L'islam: croyances
et institutions (3ª éd.
rev. y aum.). Henri Lammens, "Le culte des bétyles et les
processions
religieuses chez les Arabes préislamites", ifao.egnet.net, Bulletin de
l'Institut français d'archéologie orientale, 1920, p. 39-101.
Claude
Gilliot, "Origines et fixation du texte coranique", Études, vol. 12,
t. 409,
2008, p. 643-652.
36. Dan Gibson menciona por lo demás la existencia
de otras "piedras negras" en Quranic
Geography, p.294. Cf. testimonios de
Maxime de
Tyr, Dissertations, II,
capítulo 8 (siglo II), Clemente de Alejandría, etc.
37. Sobre la existencia de La Meca, nos referiremos
a Dan
Gibson, Quranic Geography,
2011.
38. F. Imbert, "L’Islam des pierres.
L’expression de la
foi dans les graffiti arabes des premiers siècles, Écriture de
l’histoire et
processus de canonisation dans les premiers siècles de l'islam", Revue des
études du monde musulman et de la Méditerranée, nº 129, julio
2011.
39. Correspondencia fechada el 24/02/18.
40. Ibid.
41. Ibid.
42. Ibid.
43.
Esta era una noción que también espesó la sopa doctrinal del kemalismo
turco, por ejemplo: en 1918, cuando el Imperio otomano se hundió,
Ataturk hizo todo lo que estuvo en su mano para separarse de la
arabidad. Hizo inscribir en los libros escolares que "el islam es una
religión propia de pastores de cabras y camellos", en ruptura con la
civilización moderna que él intentaba promover, con desprecio por la
historia estrictamente factual de los turcos, cuyos orígenes nómadas en
Acia Central son nococidos. El mejor indicador eta la lana de Angora,
símbolo de la cultura nómada de los turcos.
44. Se han hallado numerosos testimonios y
escritos no musulmanes.
45. Referirse a la tesis titulada Des "Nazaréens" aux "Emigrés",
Strasbourg
II,
2004, 2 vol. Editado en Versalles por
Editions de Paris en 3 volúmenes, con el título Le messie et son prophète. Aux
origines de l’islam (tomo I), du
Muhammad des califes au Muhammad de
l'histoire
(tomo II), histoire et légendologie,
annexes (tomo III), 2005.
46. Des
"Nazaréens" aux "Emigrés", Strasbourg
II,
2004, 2 vol. Editado en Versalles por
Editions de Paris en 3 volúmenes, con el título Le messie et son prophète. Aux
origines de l’islam (tomo I), du
Muhammad des califes au Muhammad de
l'histoire
(tomo II), histoire et légendologie,
annexes (tomo III), 2005.
47. Centrado en la vida del profeta y
representado
en la conciencia colectiva a través de los nombres de Ibn Ishaq y
de Ibn
Hisham.
48. A este propósito, referirse a los trabajos de de
Manfred
Kropp.
49. Alfred-Louis de Prémare, Les Fondations de
l’islam.
Entre écriture et histoire, Le Seuil, 2002, p. 30.
50. Manuscrito de 875 en el que está recopiada la
carta de Mar Juan (Juan I).
51. Alfred-Louis de Prémare, Les Fondations de
l’islam.
Entre écriture et histoire, Le Seuil, 2002, p. 153.
52. Patricia Crone y Michael Cook, Hagarism. The
making
of the islamic world, Cambridge University Press, 1977.
53. Chronica
minora, traducción parcial de Alfred-Louis
de Prémare, en Les Fondations de
l'islam, Édition du Seuil, 2002,
pp.
147, 385-386.
54. Christian Robin, "Les écritures de l'Arabie
avant
l'Islam", Revue du monde musulman et
de la Méditerranée, vol. 61,
1991, p.
127–130.
55. Alfred-Louis de Prémare, Les Fondations de
l’islam.
Entre écriture et histoire, Le Seuil, 2002, p. 152-153.
56. Ibid.
p. 148
57. Ibid.
p. 37.
58. Ibid.
p. 37.
59. Ibid.
p. 146.
60. Ibid.
p. 165.
61. Ibid.
p. 166.
62. Ibid.
p. 161.
63. Para algunos investigadores, el Corán sería una
obra colectiva: Jean-Jacques Walter, Marie-Thérèse Urvoy (dir.), Le
Coran
révélé par la théorie des codes, p. 25. Claude Gilliot,
"Reconstruction
critique du Coran ou comment en finir avec les merveilles de la lampe
d'Aladin?" / "A critical reconstruction of the Koran or how can we put
an end
to the
wonders of Aladin's lamp?" (2007) (actualizado y revisado en diciembre
de 2013) G.3.
113. Édouard-Marie Gallez, Le Messie et son Prophète,
Paris, Éditions de Paris, 2005-2010.
64. Olivier Hanne, Le
Coran à l’épreuve de la
critique
historico-philologique.
Ecueils de l'hypercritique, impasses de la
littéralité. Jean-Baptiste Amadieu, Jean-Marc Joubert,
François
Ploton-Nicollet, L'hypercritique et
le littéralisme dans la démarche
historienne, Mar 2012, La Roche sur Yon, France. Etudes et rencontres
de
l'école des chartes, 48, 2016, Les sources au coeur de
l’épistémologie
historique et littéraire.
65. Hanane Harrath, "L'inavouable vérité des
manuscrits
de Sanaa", Le Courrier de l'Atlas,
nº 24, 16 marzo 2009. Se consultarán igualmente los manuscritos
llamados de Tubinga:
67.
Sunnan Ibn Maja, Volumen 1, páginas 625 y
626
(Hadiz 1944): "Abu Salma Yahia bin Khalaf dijo: Abd
al-Aalla contó según Mohammed bin Ishaak, según Abdallah bin Abi Bakr,
según
Amarat, según Aicha y también según Abd al-Rahman bin al-Qassim
según su padre, según Aicha que dijo: "Los versículos sobre la
lapidación y el es versets sur la
lapidation et
la lactancia del adulto fueron revelados diez veces. Estaban en un
documento debajo de mi cama. Cuando el profeta falleció y estábamos
ocupados con su muerte, un animal doméstico entró y se lo comió".
68. Dirigidos por Édouard-Marie Gallez y André
Moussali.
69. La Trinidad cristiana nunca a incluido a
María:
Adolf von Harnack, Lehrbuch der
Dogmengeschichte, Tubinga, 1909-1910; véase también Tor Andrae, Les origines de l’islam..., p.
209-210.
70. Correspondencia refutada sobre todo a partir de textos musulmanes.
71. Édouard-Marie Gallez, Le messie et son
prophète. Aux
origines de l’islam, Paris, 2005.
72. Primera prueba, según su autor. de la existencia
de los judeonazarenos y de su papel en la génesis del islam.
73. Patricia Crone, Meccan trade and the rise of
Islam,
Princeton University Press, 1987. Señalemos que esta tesis de un
,esianismo islámico primitivo, ya desarrollada por Patricia Crone y
Michael Cook, ha sido objeto, sin embargo, de interpretaciones
divergentes y hasta de objeciones por parte de otros islamólogos, como Fred Donner.
74. Como el episodio de los visitantes de Mambré
(Corán
11,69; 51,24-26; 11,70; Génesis 18,2, 3, 23) o el del becerro de oro
(Corán 7,148-153; Éxodo 32,22-25).
75. "Exemple de références bibliques dans le
Coran" por Geneviève Gobillot, en Bible
et Coran. Le Monde de
la Bible.
76. Claude Gilliot, "Le Coran, production
littéraire de
l’Antiquité tardive ou Mahomet interprète dans le “lectionnaire arabe”
de La
Mecque", Revue des mondes musulmans
et de la Méditerranée. En línea desde 5 enero 2012, p. 35.
77. Michel Cuypers, Le
Festin. Une lecture de la sourate al-Mā’ida, Paris,
Lethielleux,
Rhétorique sémitique, 2007.
78. Olivier Hanne, Le
Coran à l’épreuve de la
critique
historico-philologique. Ecueils de l'hypercritique, impasses de la
littéralité. Jean-Baptiste Amadieu, Jean-Marc Joubert,
François
Ploton-Nicollet. L'hypercritique et
le littéralisme dans la démarche
historienne, marzo 2012, La Roche sur Yon, France. Etudes et rencontres
de
l'école des chartes, 48, 2016, Les sources au coeur de
l’épistémologie
historique et littéraire, p. 201.
79. Tor Andrae, Der
Ursprung des Islams und das
Christentum, 3 t., Uppsala, 1923-1925; Les origines de l’islam et
le
christianisme, Paris, 1955, p. 153-154. Edmund
Beck, "Les houris du Coran et Éphrem le Syrien", Mélanges de
l’Institut
dominicain d’études orientales du Caire, t. 6, 1959-1961, p.
405-408.
80. Christoph Luxenberg, The Syro-Aramaic
reading
of the Koran. A contribution to the decoding of the language of the
Koran, Verlag Hans Schiler, 2007.
81. M. Cuypers y G. Gobillot, Le Coran, p. 62, citado por
Olivier Hanne. Le Coran à
l'épreuve de la critique
historico-philologique.
Ecueils de l’hypercritique, impasses de la littéralite, p. 61.
82. “Eis estin o Theos kai plên autou ouk estin
Theos”, Hom. pseudoclém., 16,
7.9. Citado por Édouard-Marie Gallez, en La Shahâdah
islamique primitive, avec des extraits de Le messie et son prophète.
83. “Eis estin o Theos kai plên autou ouk estin
Theos”, Hom. pseudoclém., 16,
7.9. Citado por Édouard-Marie Gallez, en La Shahâdah
islamique primitive, avec des extraits de Le messie et son prophète.
84. El esqueleto consonántico está determinado y
vocalizado.
85. Cf. Joseph Schacht, "A revaluation of Islamic
Traditions", JRAS, 1949. Medieval Islamic Historiography.
Remembering
Rebellion,
Heather N. Keaney, Routledge, 2013. Ejemplo: "Escuché a Ali
bin
Al-Madini decir: Entré en casa del emir de los creyentes [califa] y él
me dijo: –¿Conoces un hadiz con una buena cadena de narración a
propósito de alguien que insulta al profeta y lo matan? Dije: sí, y le
cité el hadiz de Abd al-Razak, según Maamar, según Simak bin
al-Fazhl,
según Urwa bin Mohammed, según un hombre de [la tribu de] Bilqain
que había dicho: 'Un hombre insultaba al profeta. El profeta entonces
dijo: ¿quién me arregla las cuentas con mi enemigo? Jalid ibn al-Walid
respondió: yo. El profeta entonces le envió al hombre para matarlo'. El
emir de los creyentes respondió:
eso no es una cadena de narración. Está contado según un hombre. Yo le
dije: Oh emir de los creyentes, ese hombre es bien conocido y fue a
manifestar su lealtad al profeta. Es famoso y bien conocido. Y
continuó: entonces ordenó que me dieran mil dinares" (Ibn Hazm, Al Muhala Ibn
Hazm, vol.
11, pág. 413; Ibn Taymiya, Al Sarimu
al-Maslul, p. 59. Traducción.
86. Alfred-Louis de Prémare, "Le Coran ou la
fabrication de l'incréé", Médium, vol. 3, nº 2,
2005, p. 3-30.
87. La tradición musulmana misma contabiliza casi
1.400.000 "falsos" hadices sobre un total de 1.500.000 recopilados:
solamente unos 20.000 hadices se consideran "auténticos" (sahih).
88. Cerca de 5.300 hadices atribuidos a él.
89. Encyclopedia
of Canonical Ḥadīth. Leyde,
Brill, 2007.
90. The
Canonization of al-Bukhârî and Muslim. The
Formation and Function of the Sunnî Hadîth Canon, 2007.
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