Una nueva apologética basada en el mesianismo del Islam

ODON LAFONTAINE





1. La naturaleza profunda del Islam es y ha sido siempre el mesianismo político


El Islam se originó como una herejía cristiana milenarista, centrada en la expectativa de un mesías que establecería el reino de Dios en la tierra (Jesús, o jefes árabes suplantando su figura mesiánica). Cuando el mesías no vino, los jefes árabes y los califas asumieron ese papel, justificándolo por medio de la invención de una revelación divina (el Corán) y una figura profética (Mahoma).


El mesianismo político del Islam no es una invención del wahabismo del siglo XVIII ni de los movimientos reformistas islámicos del siglo XX (como la Hermandad Musulmana o el salafismo). Más bien, está profundamente arraigado en la naturaleza misma del Islam desde sus orígenes. Por lo tanto, la creencia central del Islam no es el Corán, ni el profetismo de Mahoma, sino la misión de establecer el reino de Dios en la tierra, principalmente mediante la imposición de la saría [ley islámica]. Y si los musulmanes fracasan en esta misión sagrada, entonces el reino de Dios se establecerá de todos modos al fin de los tiempos.


Eliminar el mal del mundo mediante el establecimiento del reino de Dios en la tierra por la fuerza no fue una invención de la nada. La idea de una salvación colectiva se tomó prestada del cristianismo, que por primera vez proclamó que el mundo no estaba destinado a ser gobernado por el mal, sino que un día sería liberado de él, mediante el juicio y la segunda venida de Jesús. El Islam distorsionó esta idea, transformándola en la creencia de que el mal podía ser vencido mediante la acción política y violenta (es decir, mediante la acción humana), mientras que el cristianismo se basa en el libre albedrío y en una alianza libre entre el hombre y Dios por medio de Jesús.


Cuestionar el mesianismo político del Islam es mucho más eficaz que atacar directamente la doctrina islámica, como criticar el comportamiento de Mahoma, cuestionar la preservación del Corán o abordar otros temas que, en última instancia, solo rozan la superficie del Islam. Además, las creencias fundamentales del Islam pueden ser cuestionadas desde dentro de su propio marco, sin enemistarse con los musulmanes, simplemente planteando algunas preguntas clave.



2. Principios para anunciar la buena noticia a los musulmanes


2.1. El lugar ya está ocupado


Anunciar la buena noticia de la salvación [el Evangelio] a un musulmán requiere comprender que el lugar ya está ocupado por otras esperanzas de «falsa salvación»:

- el paraíso musulmán;

- y, sobre todo, las poderosas ambiciones colectivas del mesianismo político (la islamización mundial y las expectativas apocalípticas).


Este es un desafío importante que no afrontaron los apóstoles ni los primeros cristianos, que proclamaron la salvación a un mundo no familiarizado con el concepto (excepto a través de su prefiguración en la historia precristiana del pueblo judío).


El mesianismo político del Islam proviene del cristianismo, pero es fuertemente anticristiano. Ha construido un muro doctrinal e ideológico alrededor de los musulmanes, impidiendo que la buena noticia los alcance.


La puerta está doblemente cerrada: la buena noticia puede ser proclamada, pero no puede ser recibida. Esto se debe a que el Islam enseña que:


a. Jesús fue un profeta y mensajero de Dios musulmán, no un Salvador en sí mismo. Solo el Islam salva; el Islam es la solución al mal.


b. Los cristianos son los «extraviados» del «camino recto» (Corán 1,7), como se declara en la Fatiha (la sura inicial del Corán, recitada hasta 17 veces al día en el rezo ritual). Consideran que los Evangelios están falsificados y que la fe cristiana es una corrupción del verdadero mensaje del Jesús musulmán, quien supuestamente reveló el Evangelio islámico (al-Inyil).


c. Solo los musulmanes se salvarán:

- ¿Por qué abandonar «la mejor comunidad jamás creada para la humanidad» (Corán 3,110)?

- Solo los musulmanes entran al paraíso; los no musulmanes y los exmusulmanes están condenados al castigo infernal; el infierno del Islam está diseñado para infundir los más profundos temores.

- La apostasía del Islam es teóricamente punible con la muerte, y a menudo en la práctica es castigada con la muerte social y un desprecio abrumador.


d. La manipulación de la idea de una posible salvación colectiva mediante la acción política (la aplicación de la ley: en este caso, una ley divina) activa mecanismos psicológicos profundos comunes a los sistemas ideológicos. Si el hombre cree que puede salvar al mundo por sí mismo, debe hacerlo, cueste lo que cueste. Esta mentalidad da una versión alterada de la realidad para justificar la misión del Islam. Ignora o distorsiona los hechos para proteger la narrativa islámica.


- Ejemplo. Los musulmanes enaltecen a Mahoma no por su mérito objetivo, sino porque el Islam lo exige. Dado que el Islam es el bien supremo, su profeta debe ser el mejor de los hombres, y su conducta registrada debe ser el modelo, incluso cuando las fuentes islámicas revelan acciones problemáticas. En el Islam, Mahoma no es bueno en sí mismo; más bien, se lo declara bueno porque el Islam lo considera así. Dado que Mahoma es bueno, el Islam debe ser bueno también. Esta lógica circular es característica del colapso de la razón dentro del Islam.



2.2. Lo que se debe hacer


El objetivo de la evangelización es guiar a otros a la salvación en Cristo. Sin embargo, en muchos casos, esa salvación no se puede recibir debido a los obstáculos mencionados. Se puede entonces intentar un proceso de «desbloqueo», a menudo mediante un choque con la realidad, pero siempre con caridad (la verdad sin amor puede herir) y en el contexto de una invitación cristiana a la salvación. Tengamos presente que la evangelización no consiste en hacer que otros doblen la rodilla y pidan el bautismo, sino en ayudarlos a responder personalmente la pregunta que Jesús plantea a todos: «¿Y vosotros, quién decís que soy yo?», en lugar de permitir que la doctrina (islámica) responda por ellos.


En cierto sentido, no es el misionero quien evangeliza, sino el Espíritu Santo. Simplemente ayudamos a abrirle la puerta. Esto suele ser más fácil de lo que creemos. Los testimonios de conversos muestran que la conversión por lo general comienza con un cuestionamiento personal, tras el cual los ángeles y el Espíritu Santo obran, incluso mediante señales sobrenaturales.


Algunas maneras de alentar el cuestionamiento personal incluyen:


- Conectar con la fe del musulmán en Dios, su deseo de agradarle, comprenderlo y construir una relación con Él (especialmente con musulmanes de buena voluntad).


- Compartir testimonios personales de encuentros con Jesús (que pueden conmover profundamente a personas de mente abierta, aunque a menudo son desestimados por musulmanes devotos debido a bloqueos doctrinales).


- Crear un choque con la realidad mediante las contradicciones entre la doctrina o narrativa islámica y la realidad observable:

     · Inconsistencias y dilemas internos en el Islam, el Corán y la doctrina (requiere una preparación sólida).

     · Comparaciones entre Mahoma y Jesús (el verdadero Jesús bíblico), y entre el Corán y los Evangelios.

     · Evidencia histórica que socava la autenticidad del Islam (por ejemplo, La Meca, los manuscritos coránicos, el análisis textual, los hallazgos arqueológicos, etc.). Pocos musulmanes están expuestos o tienen acceso a esto debido a barreras teológicas.


- Cuestionar la salvación que ofrece el Islam, en particular su salvación colectiva, que ha sido el principal impulso espiritual del Islam desde su surgimiento: es tema central de este documento.



3. Las deficiencias de las esperanzas islámicas de salvación colectiva


3.1. El fracaso del Islam


¿El Islam ha funcionado alguna vez? ¿Su implantación ha producido alguna vez la sociedad ideal que imagina? ¿Los musulmanes han logrado erradicar el mal mediante la aplicación de la saría? ¿El reino de Dios se ha establecido ya?


Refutemos las referencias a las falsas «edades de oro» del Islam (Medina, la era abasí, Al-Ándalus) con evidencia histórica: la discriminación basada en la religión y el sexo, la esclavitud, la violencia, la persecución, etc.

- La islamización se detuvo cuando los imperios musulmanes declinaron, cayeron bajo control occidental y, finalmente, se abolió el califato: un gran revés para el Islam, que deja a todo musulmán en un estado de pecado grave. Las instituciones islámicas fracasaron. Como cosmovisión, el Islam ha fracasado.

- De ahí que el Islam lleve más de dos siglos experimentando una crisis profunda, no resuelta por el renacimiento islamista. El significado histórico del Islam se ve profundamente cuestionado. El resultado es el estancamiento, la desilusión y las promesas mesiánicas incumplidas.

- Los musulmanes no son, de hecho, los «califas» de Dios en la tierra, como se les ordenó. Fracasan en llevar a cabo la misión coránica de defender el bien y prohibir el mal. Fracasan en establecer el reino de Dios en la tierra.


¿Por qué ha fracasado el Islam? ¿Una conspiración no musulmana? ¿Los musulmanes son las víctimas de los infieles? ¿Se trata simplemente de que siempre están al mando malos musulmanes?


Se necesita un análisis más profundo: si la inclinación del hombre al pecado es intrínseca, como dice el Islam, ¿puede él realmente liberar al mundo del mal, incluso con un método divino? ¿La islamización puede traer el paraíso a la tierra, o eso es algo que solo Dios y su Mesías pueden lograr, como el propio Islam afirma que sucederá al fin de los tiempos?


Si solo Dios y su Mesías pueden juzgar al mundo con justicia, ¿cómo pueden los musulmanes reivindicar esa autoridad (según está escrito en el Corán 3,110; 24,55)? Sin embargo, el Corán también dice que «el juicio pertenece solo a Dios» (Corán 5,50; 13,41). Al pretender juzgar en nombre de Dios, los musulmanes se arriesgan a hacer la obra de Satanás, no la de Dios.


Esto nos lleva a la conclusión de que la esperanza islámica en el reino de Dios y el verdadero juicio divino no pueden alcanzarse por medio de los musulmanes. Se pospone hasta el fin de los tiempos.



3.2. Los musulmanes son manipulados por medio de sus esperanzas y expectativas islámicas


Históricamente, desde el principio, los musulmanes fueron manipulados por los judeonazarenos, quienes se valieron del fervor árabe para su proyecto mesiánico. Los califas y los gobernantes árabes explotaron el sentimiento religioso por medio del Islam y la yihad para obtener beneficios personales: autoridad, harenes, botines, esclavos… Los líderes musulmanes posteriores siguieron el ejemplo: Kemal, los saudíes, el FLN, Izetbegović, Sadam y Gadafi (tras su fase socialista), etc.


La psicología islámica facilita la manipulación a través de varios mecanismos clave, mecanismos que pueden llevar incluso a los musulmanes más devotos a cometer actos dañinos a pesar de a su buena voluntad:

- Obediencia a la autoridad, sumisión al poder musulmán, incluso cuando quienes están en el poder son corruptos o abusivos;

- Una mentalidad de víctima que se resiste a hacer una autocrítica honesta y que resta importancia a las malas acciones;

- El miedo —al deshonor, a la incredulidad, a desagradar a Dios o al castigo infernal— opera profundamente en la psique, suavizando la resistencia y fomentando la obediencia ciega;

- Al igual que el miedo, el tribalismo (pertenecer a la umma [la comunidad musulmana]) y la presión comunitaria fomentan una doble moral, lo que lleva a algunos a aliarse con criminales como los yihadistas, simplemente porque comparten la misma fe.


Estas dinámicas psicológicas están profundamente arraigadas en la mentalidad musulmana tras siglos de enseñanzas islámicas. Se vuelven aún más poderosas al imponerse mediante la coerción colectiva. Como resultado, es extremadamente difícil para un individuo liberarse de la presión social que reivindica una legitimidad divina.


Ejemplos:

- ¿Por qué los musulmanes reformistas y liberales modernos se alían con radicales o criminales, como los líderes de los países que más respetan la saría?

- ¿Por qué muchos musulmanes defienden incluso a los extremistas bajo la bandera de la islamofobia?

- ¿Por qué las naciones de mayoría musulmana toleran a dirigentes corruptos?

- ¿Por qué los inmigrantes musulmanes se involucran en la construcción de comunidades enfrentadas a los países no musulmanes que los han acogido?


Por consiguiente, cualquier musulmán honesto debe reconocer que puede verse obligado a hacer el mal en nombre del Islam: algunos a regañadientes y justificándolo en aras de un bien islámico mayor, otros incluso regocijándose en ello.



3.3. Invertir la visión islámica del juicio, el Anticristo y el regreso de Jesús


La revelación cristiana enseña que el Anticristo centralizará el dominio mundial y exigirá adoración. Esto culminará el juicio de la humanidad. La respuesta de cada persona determinará su alineamiento, ya sea con Cristo o con el Anticristo. El juicio será entonces completo, ya que no quedará término medio ante la maldad y el poder seductor del Anticristo. En ese momento, Jesús regresará en gloria y los ángeles separarán a los justos de los malvados (cf. Mateo 13,41-42).


El concepto islámico del Anticristo (al-masih al-dayyal) es una versión distorsionada del concepto bíblico. Es una figura maligna escatológica que dominará el mundo. El Jesús islámico descenderá, lo matará y, con la ayuda del Mahdi, unirá a todos los musulmanes e islamizará el mundo por la fuerza. El juicio final será entonces realizado por el Jesús islámico (el día de la Resurrección).


Este marco de referencia islámico abre la puerta a una conversación sobre la naturaleza del verdadero juicio divino —y el papel de Jesús en él—, similar a una especie de llave de judo teológica que vuelve la fuerza del oponente en su contra: si el Anticristo apareciera hoy, sería demasiado tarde para elegir. Cualquier musulmán puede reconocer que el juicio ya se está produciendo a través de nuestras decisiones (como Jesús le dijo a Nicodemo en Juan 3,19-20 (1). Sin embargo, el sistema islámico predispone a los musulmanes —a menudo de mala gana— a servir al mal, bajo la apariencia de bien, como acabamos de explicar. Por lo tanto, los musulmanes corren un serio riesgo de ser forzados a unirse al Anticristo si él apareciera ahora.


Más aún, puesto que el Islam los fuerza con un doble vínculo: tratar de imponer el juicio de Dios aquí y ahora, aunque solo Dios o su Mesías pueden juzgar legítimamente. En verdad, el único que puede juzgar al mundo es Jesús (especialmente dentro del marco islámico). Quienes intentan instaurar un gobierno divino sin Jesús usurpan la autoridad de Dios. Son engañados por el Islam y podrían caer en la trampa del Anticristo.

Para salvar al mundo de verdad, no necesitamos imponer la ley divina ni anticipar el Día del Juicio. Solo Jesús (por medio de sus ángeles) puede separar el trigo de la cizaña. Nuestra misión es llevar la luz de la verdad: «Vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5,14). La misma luz de la que Jesús habló a Nicodemo. Por lo tanto, al convertirnos en santos y llevar la luz verdadera, ayudamos a juzgar al mundo (cf. 1 Corintios 6,2). Esto es lo que se debe explicar a los musulmanes.



4. Tres preguntas simples para plantear a un amigo musulmán


Formulamos tres preguntas que resumen la crítica de la salvación colectiva islámica. Están elaboradas para suscitar una reflexión personal en un interlocutor musulmán.



4.1. «¿Quién juzga al mundo: Dios o los musulmanes?»


¿Por qué el paraíso islámico nunca viene? ¿Esto se debe realmente a los malos musulmanes? ¿Incluso los buenos musulmanes pueden juzgar al mundo, como lo ordena el Islam, mientras que el Corán dice que solo Dios puede juzgar? ¿Si yo juzgo de modo incorrecto –incluso en nombre de Dios–, estoy sirviendo a Dios o a Satán?

Cf. Mateo 7,1; Lucas 6,37: «No juzguéis y no seréis juzgados».



4.2. «Si el Anticristo llegara hoy, ¿de qué lado estarías tú?»


El Islam reconoce al Anticristo, pero lo define mal. Se formarán dos bandos cuando él aparezca: el del Jesús islámico y el del Anticristo. El juicio no ocurrirá en este momento: ya está ocurriendo ahora, en este tiempo en que el Islam obliga a los buenos musulmanes a hacer el mal, bajo obligación religiosa. Por lo tanto, los hace servir al Anticristo.



4.3. «¿Quién es el salvador en el Islam?»


Los textos islámicos reconocen que Jesús volverá para juzgar al mundo:

- Sahih al-Bujari 3448, 2222; Muslim 155a: «Jesús juzgará a la humanidad».

- Abu Dawud 4285; Ibn Mayah 4039: «Jesús es el Mahdi».


Si el Jesús islámico juzga, entonces él separa el bien del mal (al-faruq, el «separador», un título equivalente al de Mesías y salvador en el Islam primitivo; la tradición islámica dice que Mahoma y Omar también llevaron este título). Al hacer esto, él salva. ¿Entonces no es un salvador? Y si tú crees que sí, ¿no eres ya, de alguna manera, cristiano?

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(1) «Y la condenación está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios» (Juan 3,19-20).


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