Los cristianos orientales martirizados por el islam. Testimonio personal
RAAD SALAM NAAMAN
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Desde muy joven, tanto mis profesores como mis colegas en el
colegio me veían como un muchacho muy inquieto, buen estudiante, hambriento de
saber, sobre todo la historia de las religiones. De hecho, durante muchos años
en mi país natal, Irak, he sobrevivido a miles de experiencias pesadas, impertinentes,
muy duras y difíciles de soportar. De forma simple, contaré algunas de estas
penosas experiencias, solamente para mostrar que el islam no es compatible con
la libertad de expresión religiosa y la democracia. (…)
Mis profesores en el colegio nos educaban y nos dejaban
entender que los judíos en general son muy malos e invasores. Nos enseñaban
insistiendo en que los árabes musulmanes son los descendientes de los filisteos
cananeos, los originales y verdaderos herederos de la tierra de Canaán y su
capital Jerusalén, antes de los judíos. (…)
Los palestinos de hoy en día están mal informados al
insistir que sus antepasados habitaron la tierra de Canaán antes de la promesa
de Dios a Israel. Tampoco los árabes musulmanes son descendientes de los
antiguos filisteos, porque, son semitas y los filisteos eran camitas.
Muy orgulloso presenté mi trabajo [exponiendo la historia
según el Génesis]. Sin embargo, mis profesores lo recibieron con mucho enfado.
Me citaron en el despacho del director. Allí recibí todo tipo de insultos y
palizas físicas con palos y bonetazos. Además, fui denunciado y condenado a
tres meses en un centro de menores para la educación ciudadana y trabajos
forzados, y gracias a mi padre que pagó muchísimo dinero sobornando tanto al
colegio como al Estado, para llegar a este acuerdo; de lo contrario, la condena
podía llegar a ser mucho más severa, llegando a costarme la vida. Aquella
condena era el inicio de un ciclo interminable de condenas que he sufrido por
la misma causa, el islam, durante el tiempo que he vivido en mi país
natal, lrak.
Tres años más tarde, en el año 1976, durante un curso de
Orientación Universitaria, mi profesor de historia, me encargó, señalándome
aposta, hacer un trabajo de investigación, pidiendo mi opinión personal sobre
el islam en general, sabiendo que mi perfil cristiano iba en contra los
preceptos del islam. Fue una cabronada instrumentalizar el islam con toda la
mala intención. Además, conocía mi deseo de estudiar filología árabe, estudios
árabes e islámicos en la universidad. No tenía elección, eso es lo que me
trasmitió el profesor; con la condición de decir la verdad sin prejuicios, eso
era lo que yo pedía a cambio a mi profesor. Tenía tres meses, tiempo máximo
para entregar el trabajo. Así fue, después de mucha tarea averiguando en los
libros antiguos de la historia del islam, terminé mi encargo a su debido tiempo
y presenté mi minitesina. Resumiendo lo que decía en mi análisis:
"Examinando la historia del islam y su libro sagrado el
Corán, revelan claramente el espíritu violento que caracteriza la fe islámica.
El Corán, el libro sagrado de los musulmanes, es un libro violento, lleno de
odio y discriminación. El Corán mismo impulsa a sus creyentes a una lucha armada
por su fe, para seguir los preceptos de Alá, conocida como la yihad. Hay
doscientos cincuenta y cinco versículos en el Corán que ordenan la violencia y
matar a los infieles, lo que no está permitido en cualquier otra religión o en un
mundo civilizado. El islam es una ideología y un plan provocador que tiene como
fin alterar el orden social del mundo entero y establecer uno nuevo que
obedezca a los principios e ideales propios del mismo islam. El propósito del islam
es fundar un Estado basado en su ideología y su programa, sea cual sea la
nación que asuma el papel de transmitir las normas islámicas y sea cual sea el
gobierno que resulte destruido durante el establecimiento de un Estado
ideológicamente islámico. La yihad es la lucha revolucionaria y el principal
empeño del Partido Islámico para conseguir este objetivo: "Él es quien
ha mandado a su enviado con la dirección y con la religión verdadera para que,
a despecho de los asociadores, prevalezca sobre toda otra religión"
(sura 9,33). El islam está fundamentado sobre la conquista militar. La historia
del islam, desde su nacimiento, está atestada de violencia y guerra, fue
trascendido por "el filo de la espada". Si seguimos la pista de la
vida privada de Muhammad (en español, Mahoma), el profeta del islam, observamos que vivió para
satisfacer sus deseos carnales, teniendo relaciones sexuales con 55 mujeres. Mahoma
dirigió y luchó en 88 batallas, mató y ordenó matar a miles de personas.
Según la tradición musulmana, el año 622, Mahoma, en Medina,
gozó al constituir una comunidad y un Estado, siendo él mismo el dirigente
religioso, jefe político y caudillo militar. La historia registra la masacre de
los judíos en Medina, entre los años 624 y 627, cuando Mahoma y sus seguidores
conquistaron las tribus judías, degollando a más de 3.000 hombres judíos,
llevándose a las mujeres como esclavas sexuales, a las niñas y los niños como
cautivos.
Después de la muerte de Mahoma en 632, sus sucesores, los
califas ortodoxos, se dedicaron a conquistar grandes pueblos y ciudades. El más
conocido, Omar, el segundo califa ortodoxo, gobernó entre los años 634 y 644;
conquistó Irak en 637, Damasco en 636, Jerusalén en 638, Egipto en 641 y Persia
en 642, aplicando y siguiendo las indicaciones de su profeta en el Corán:
"Combatid contra quienes, habiendo recibido la escritura, no creen en
Alá ni en el último día, ni prohíben lo que Alá y su enviado han prohibido, ni
practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo
directamente" (sura 9,29), degollando hombres, expulsando familias
enteras de sus hogares, mujeres violadas, niños esclavizados, imponiendo su
brutal dominio por la espada."
Una semana más tarde de la entrega de mi tesina, el profesor
que me encargó hacer este trabajo me mandó una nota para que me presentase en
el despacho del director del colegio, para valorar mi trabajo. ¡No sabía que
era una trampa! En el día y la hora indicados en la nota, me presenté solo.
Allí estaban esperando, el director, el profesor de historia y el imán del
colegio; tres hombres, hechos y derechos, muy fuertes, con palos. El profesor
de historia, cenó la puerta con llave y, sin dirigirme una palabra, los tres
empezaron a pegarme. Sentí los palos y el dolor por todo el cuerpo,
insultándome a mí y a mi familia. Gracias a un profesor vecino y amigo de mi
familia, que oyó mis gritos de socorro, tiró la puerta a empujones y entró en
el despacho del director, salvándome la vida. Me sacó en brazos de las manos de
los tres bestias y sus palos, empapado en sangre de la cabeza a los pies. El
amigo profesor, me llevo al hospital en su coche, medio muerto, totalmente
inconsciente. Al día siguiente desperté en el hospital, con los dos brazos
escayolados, veinte puntos en la cabeza, la cara desfigurada totalmente y todo
el cuerpo morado. Allí estaban mis padres y algunos familiares, llorando,
desconcertados y no entendían nada, ni el porqué.
Dos días más tarde, llegaron al hospital cuatro policías
con una denuncia por blasfemia contra mí, adjuntando una copia de mi artículo,
firmada por el director, el imán y el profesor de historia de mi colegio, los
tres salvajes, los mismos que me agredieron. La denuncia era muy sería: la
condena podía llegar hasta pena de muerte. Dos meses más tarde, cuando me
encontré un poco mejor, llegó el día del juicio. Gracias a mi padre, que en paz
descanse, que era una persona muy conocida y respetable en la ciudad, allí
estaba a mi lado como siempre ayudándome y rescatándome de todos mis apuros,
utilizando sus medios de sobornar a los tres bárbaros (el director, el imán y
mi profesor del colegio), para cambiar su denuncia por blasfemia a un
malentendido de la historia del islam. Por mi parte, para no perjudicar a mi
familia, seguir en el colegio y proseguir en la universidad, tuve que pedir
perdón públicamente en el colegio y presentar otra tesina inversa.
Además, mi padre tuvo que pagar mucho dinero al juez, el
fiscal y algunos responsables del gobierno de aquel tiempo, que afortunadamente
era un régimen laico, no islamista como hoy día, para evitar males mayores
contra mí y para conseguir una condena menor: un mes de prisión en un centro de
menores. Aquel mes fue para mí un infierno interminable, porque los
encarcelados, que eran musulmanes, conociendo la causa de mi condena,
diariamente me insultaban y me maltrataban física y psicológicamente.
Durante los cuatro años de la universidad, tuve que aguantar
muchas burlas, desprecios y acusaciones, por ser un cristiano estudiando en una
facultad de teología islámica y estudios árabes. Algunos teólogos islámicos
profesores en la facultad nos ilustraban y comparaban al segundo califa ortodoxo,
Omar, con el apóstol cristiano Pablo. Según ellos, gracias al apóstol Pablo se
extendió el cristianismo a todo el mundo, y gracias al califa Omar se extendió
el islam a toda Mesopotamia y Egipto.
En el año 1980, presenté un trabajo de fin de curso, tipo
tesina, en la universidad de Basora, facultad de filología árabe y estudios
árabes-islámicos, tratando ese tema. Entre lo que escribí, resumo:
"Es verdad que gracias al apóstol Pablo el cristianismo
se extendió en todo el mundo, predicando el Evangelio, mostrando amor y perdón,
y murió como un mártir. Por otro lado, también gracias a Omar el islam se
extendió en toda Mesopotamia y el norte de África, pero con conquistas, guerras
y por la espada, obligando a la gente a la conversión al islam. Y Omar fue
asesinado a manos de un esclavo suyo de origen persa, que se llamaba Feiruz,
porque Omar mató a toda su familia, cuando conquistó Persia."
Un familiar mío, muy culto, buen cristiano y amigo, tenía
una editorial, leyó y se interesó en mi trabajo. Me ofreció publicar mi tesina
y se publicó. Un mes después, los musulmanes radicales de mi ciudad, Basora,
quemaron la editorial y mi familiar murió dentro quemado vivo. Sus familiares
tuvieron que abandonar el país y emigrar a Estados Unidos. Hasta hoy día no
quieren saber nada de mí y con razón. Yo tuve que escapar de Basora a mi pueblo
natal en el norte del país, Telesquef, escondiéndome durante tres meses, hasta
que mi padre, que en paz descanse, llegó a un acuerdo con los dirigentes
religiosos de mi ciudad, pagándoles mucho dinero para conseguir el perdón, así
como con el gobierno de Sadam Husein, para que me entregase sin matarme. Fui
condenado a seis meses de cárcel, con muchas palizas y malos tratos antes de
ser liberado, gracias a mi padre que volvió a pagar un rescate muy caro para
que salvase la vida. Cundo salí de la cárcel, fui llamado al ejército para
hacer el servicio militar, en dos guerras: Irán-Irak (1980-1988) y la primera
guerra del Golfo (1991), casi doce años seguidos.
En el año 1982, dos amigos cristianos y yo fundamos una
revista pequeña secreta, para informar y enseñar a los cristianos nuestros
orígenes y nuestras raíces, además de nuestra lengua natal, el arameo. Claro,
estaba prohibido hablar o enseñar todo lo que no era árabe e islam. Cuando la
guerra de Irán-Irak estaba en su plena dureza, tanto los dirigentes religiosos
iraníes (chiíes) como los de Irak (suníes), en sus fetuas decían: los
cristianos que participen en esta guerra, si matan o mueren van al infierno.
Pues, al oír y leer estas fetuas, tanto yo como mis compañeros publicábamos
artículos y declaraciones, en la revista, pidiendo la libertad religiosa para
las minorías en Irak, liberar a los cristianos de estudiar el Corán en los
colegios, eximirles de participar en la guerra de Irán- Irak, porque pensábamos
que era una guerra islámica entre chiíes y suníes. También, publicábamos artículos
recordando y condenando el genocidio cristiano armenio, realizado por los turcos
otomanos durante la primera guerra mundial, asesinando a casi 2.000.000 de
cristianos armenios, entre ellos 30.000 cristianos caldeos. Hasta hoy en día,
los musulmanes turcos no quieren reconocerlo.
No obstante, aunque la revista era secreta, siempre hay un
traidor o algún chivato. Tanto el régimen dictatorial de Sadam Husein como los dirigentes
religiosos islámicos de aquel tiempo no consentían aquellas divulgaciones y
afirmaciones. Como consecuencia, el año 1984, fui detenido y llevado a la
cárcel con cuatro amigos, colaboradores en la revista, con duras palizas y
malos tratos físicos, durante tres meses.
Dos de mis amigos fueron liberados, por confidentes y
cómplices con la policía. Otros dos fueron asesinados delante de mis ojos y yo
fui salvado gracias a los contactos y la influencia de mi padre, pagando
nuevamente mucho dinero como rescate. La guerra de Irán-Irak, terminó el 8 de
agosto del año 1988. Relativamente Irak ganó la guerra, en la que hubo casi un
millón de muertos, 700.000 iraníes y 300.000 iraquíes.
Milagrosamente, sobreviví a esta macabra guerra, con todo lo
que he vivido y he visto y con la esperanza de liberarme del servicio militar.
Sin embrago, Sadam Husein estaba pensando invadir Kuwait y encender otra
guerra. El 4 de agosto del año 1990, lrak invadió Kuwait. Yo he estado allí,
entre los primeros que entraron en Kuwait y los últimos que salieron con vida.
A finales de marzo de 1991, Sadam Husein ordenó al ejército iraquí la retirada
de Kuwait y se dio por terminada la guerra del Golfo.
Al mismo tiempo, en Irak, se levantó una gran rebelión chií
contra el régimen de Sadam. Empezó en Basora al Sur del país y se extendió en
todo el país. La rebelión chií fue dirigida por el partido Al Dawa
(llamamiento), el mismo que está gobernando y arruinando Irak en la actualidad.
Los rebeldes hicieron grandes disturbios, destruyendo y quemando casi todos los
edificios oficiales del Estado. Además, matando a varios cristianos y
amenazando acabar con el resto de la comunidad cristiana. Mientras que la rebelión
estaba en Basora, pedí permiso a mi general para ir a ver mi familia, que vivía
allí. Por el camino caí prisionero en manos de los rebeldes chiíes, y me
llevaron como cautivo a una casa muy grande a diez kilómetros de mi casa en
Basora, junto con otros quince presos, todos cristianos y conocidos míos.
Durante un mes de cautiverio, viví todo tipo de humillaciones, desprecios y
ataques con todo tipo de objetos.
He sentido físicamente la espada en mi cuello siete veces, a
manos de los radicales chiíes, mientras recitaban el Corán: "Cuando
vuestro Señor inspiró a los ángeles: Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad, pues, a
los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean.
¡Cortadles el cuello!" (sura 8,12). He visto como cuatro de mis
compañeros presos morían, porque no podían soportar tantas palizas. Murieron en
mis brazos, sin poder ayudarles. A mí me salvó la vida una mujer, que nos traía
comida una vez al día, que me conocía, vivía cerca de mi casa y algunas veces
mi madre le ayudaba económicamente y ella ayudaba a mi madre en las tareas de
casa. Aprovechó que, un día, los hombres de casa salieron a manifestarse, y me
dio una chilaba y un pañuelo para tapar la cara, me abrió la ventana, salté a
la calle y me fui corriendo a casa. En mi casa, literalmente, estaban
celebrando mi funeral, porque creían que estaba muerto. Mi madre, que en paz
descanse, se desmayó al verme y tuvieron que reanimarla.
A finales del año 1991, cuando terminó la guerra del Golfo,
y por falsas e infames denuncias de los religiosos islámicos de mi ciudad,
Basora, fui detenido por el régimen de Sadam y condenado a muerte por blasfemia
contra el islam. De nuevo gracias a mi padre, quien sobornó a los vigilantes de
la cárcel, fui uno de los pocos afortunados que lograron salvarse, escapando y
buscando una nueva vida aquí en España (Madrid), en el año 1995, como asilado
político. Y desde el año 1999, con la nacionalidad española, considerándome
español de los pies a la cabeza y de corazón.
En los años que he vivido en Irak, he sufrido mucho, he
vivido muchos momentos muy difíciles. He sido secuestrado en varias ocasiones,
encarcelado muchas veces, con muchas palizas, herido en dos ocasiones, en la
cabeza y un disparo en la espalda. Muchos amigos y familiares míos han muerto
en mis brazos, uno de ellos un primo mío con 22 años murió en mis brazos
salvándome la vida. He visto la muerte muy cerca miles de veces. Gracias a Dios,
estoy vivo y a mi padre, que en paz descase, siempre ha estado allí conmigo,
con su maleta de dinero para sacarme de apuros.
Quiero olvidar todo lo que he visto y vivido en mi país
natal, Irak, pero no puedo. Sigo sufriendo cada vez que pienso en mi comunidad
cristiana caldea, mis raíces, mi familia, mis amigos y mis recuerdos.
Especialmente en estos últimos años, no pasa ni un día sin que haya víctimas y
violencias. Dios no quiso llevarme con Él, quizás porque tengo que dar
testimonio sobre la persecución y el genocidio cristiano en los países de
mayoría árabe musulmana.
Extracto tomado de Raad Salam Naaman, Los primeros
cristianos. Los cristianos orientales. Entre el hecho histórico y un verdadero
genocidio. Monte Riego Ediciones, 2019. Capítulo 46, «Experiencia personal
y testimonio del autor», 350-356.
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