Apropiación islámica del Monte Sinaí. El asalto de Egipto al monasterio cristiano en funcionamiento más antiguo del mundo

RAYMOND IBRAHIM






El mundo musulmán a menudo se sale con la suya en cosas que causarían conmoción en la comunidad internacional si las hiciera cualquier otro.


El 29 de mayo, surgieron informes de que Egipto se estaba preparando para confiscar y posiblemente cerrar el monasterio ortodoxo griego de Santa Catalina, el monasterio cristiano más antiguo del mundo que sigue en funcionamiento, situado a los pies del monte Sinaí. Construido por el emperador Justiniano I alrededor del año 550 d. C. en el monte Sinaí, lleva en pie casi 1500 años, lo que lo hace un siglo largo más antiguo que el islam.


Según el Church Times, una reciente sentencia judicial egipcia «podría dar lugar a la confiscación de la propiedad y al desalojo de sus monjes», con rumores de planes para convertir partes del monasterio en un museo.


Incluso para un país de mayoría musulmana, se trata de una medida sorprendente. Adel Guindy, historiador egipcio y cofundador de Coptic Solidarity, explicó:


«Según la ley [de Egipto], si alguien ocupa una parcela desértica y la cultiva y desarrolla durante un determinado periodo (¿15 años?), tiene derecho legal a poseerla y, por lo tanto, a venderla, transmitirla, etc. El Estado no puede simplemente llegar años después y decirles, por capricho, que solo eran ‘beneficiarios’ de la tierra y luego confiscarla u obligarlos a pagar (¿un rescate?). Entonces, ¿qué pasa con este monasterio, que ha estado habitado, desarrollado y cultivado de forma continua durante más de 1.450 años?»


¿Qué pasa, efectivamente? Los monjes cristianos han vivido en este monasterio desde antes de que naciera Mahoma.



Lugar sagrado


Como tal, Santa Catalina no es solo un monasterio o una iglesia que el Egipto musulmán se está apropiando para sus propios fines, como ha hecho con miles de iglesias a lo largo de los siglos. Es un lugar protegido por la Unesco, lo que por definición significa que la ONU lo reconoce por tener «un valor universal excepcional para la humanidad»; por lo tanto, está «protegido por convenciones internacionales para garantizar su conservación para las generaciones futuras».


En una declaración del 29 de mayo, Jerónimo, arzobispo de Atenas y de toda Grecia, condenó la «escandalosa decisión que implica la violenta violación de las libertades humanas —y específicamente religiosas— por parte del sistema judicial egipcio», y añadió que «el Gobierno egipcio ha optado efectivamente por desmantelar toda noción de justicia y, de un solo golpe, intentar borrar la propia existencia del monasterio, aboliendo su función religiosa, espiritual y cultural. Las propiedades del monasterio están siendo confiscadas y expropiadas».


Tras hacer un llamamiento a la comunidad internacional para que actúe, el arzobispo concluyó escribiendo: «No quiero creer, no puedo creer, que hoy el helenismo y la Ortodoxia estén experimentando otra caída histórica».


¿Hoy? ¿Otra caída histórica? Aunque muchos no entendieron su referencia, él aludía claramente al hecho de que el 29 de mayo es la fecha en la que los musulmanes conquistaron otra antigua iglesia ortodoxa griega también construida por Justiniano I: Santa Sofía en Constantinopla, otro sitio declarado patrimonio de la Unesco. En 2022, el Gobierno turco la transformó en otra mezquita, a pesar de que Estambul ya cuenta con más de 3.000 mezquitas.



La hipocresía egipcia


En otras palabras, la advertencia del arzobispo de que el tribunal egipcio pretende «borrar la existencia misma del monasterio, aboliendo su función religiosa, espiritual y cultural» es lo que el islam siempre ha hecho y sigue haciendo, a pesar de intentar ser, y disfrutar de los beneficios de ser, un «miembro permanente de la comunidad mundial». (Al igual que Turquía, que realmente quiere ser miembro de la Unión Europea.)


De hecho, para mostrar la pura hipocresía (por no decir estupidez) de Egipto, esta última sentencia judicial, que ignora descaradamente las resoluciones de la Unesco, se produce mientras Egipto está haciendo una ferviente campaña para que un candidato egipcio ¡sea el próximo director general de la Unesco! Búscalo: se llama Khaled al-Enany.


Muy bien, demos un paso atrás: para subrayar cómo naciones musulmanas como Egipto y Turquía están escupiendo en los ojos del mundo, especialmente de sus cristianos, siempre es mejor considerar cómo se vería esto si Occidente hiciera algo así al islam.


Por supuesto, no se puede aportar ningún ejemplo de cristianos que se hayan apoderado de mezquitas que «siempre» hayan sido musulmanas. Más bien al contrario. Casi todo el territorio que ahora constituye el «mundo musulmán» fue conquistado mediante guerras sangrientas —la yihad— y en su mayor parte a cristianos (todo el norte de África, Oriente Medio y Asia Menor), así como a persas, hindúes y otros pueblos más al este.


Incluso durante las cruzadas y la Reconquista, cuando los cristianos transformaron algunas mezquitas en iglesias, lo hicieron sabiendo perfectamente que esas mezquitas habían sido iglesias en el pasado. Un ejemplo notable ocurrió durante la Séptima Cruzada, después de que el rey Luis IX pusiera en fuga a los musulmanes de Egipto tras la batalla de Damieta, el 6 de junio de 1249. La enorme mezquita de esa ciudad, que en su día había sido una iglesia, fue reconsagrada como tal, y Luis dio gracias a Dios por su victoria en ella. En palabras de la madre del rey Luis, Blanca: «El lugar de la mezquita, que hace tiempo, cuando la ciudad fue conquistada [por los musulmanes en el siglo VII], era la Iglesia de la Santísima Virgen María. Fue reconciliada y allí se dio gracias al Dios Altísimo».


Los cruzados (a diferencia de sus descendientes modernos) tampoco ignoraban el hecho de que todo el Cercano Oriente y el norte de África —no solo Jerusalén— formaban parte originalmente de la cristiandad. Así, la carta fundacional del rey Luis para la reconsagración de la iglesia convertida en mezquita y luego nuevamente en iglesia, fechada en noviembre de 1249, dice cosas como estas: «después de que este país [Egipto] ha sido liberado de las manos de los infieles» y «cuando esta tierra ha sido liberada».



El nuevo chico del barrio


En cualquier caso, la cuestión aquí es que no se pueden encontrar ejemplos idénticos de cristianos que se apoderaran de mezquitas y lugares sagrados islámicos preexistentes. La razón es que el islam es unos 600 años más reciente que el cristianismo y, como tal, es él el que se apoderó de edificios, lugares y naciones cristianas, y no al revés. Lo mismo ocurre, por cierto, con el islam frente a todas las demás civilizaciones y religiones: conquistó y se apropió los lugares y templos de judíos, persas, hindúes, budistas, etc., y no al revés.


En otras palabras, para subrayar lo que está haciendo Egipto, tenemos que recurrir a nuestra imaginación. Imaginemos por un momento que hubiera un antiguo templo nativo americano en Norteamérica, anterior en siglos a la colonización europea, que por supuesto fuera patrimonio de la Unesco y al que miles de nativos americanos peregrinaran cada año.


Y ahora imaginemos que el Gobierno estadounidense anuncia que va a confiscarlo, expulsar a sus habitantes indígenas y convertirlo en otra iglesia más.


¿Cómo creen que reaccionarían los medios de comunicación mundiales, la izquierda vociferante y el progrerío político internacional?


No se ha observado ninguna reacción de este tipo en relación con la reciente sentencia de Egipto contra el monasterio de Santa Catalina.


Grecia, por su parte, se ha mostrado lo suficientemente firme como para presionar al presidente de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi, a fin de que emitiera una vaga garantía sobre la «preservación del carácter sagrado» del monasterio. Pero la misma declaración afirmaba que la sentencia judicial en realidad refuerza ese estatus, una treta orwelliano que no engaña a nadie.



Pluralismo


La verdad es que Egipto lleva años amenazando a Santa Catalina. En 2018, documenté cómo las autoridades cerraron el monasterio antes de los oficios religiosos de Navidad, a todas luces para impedir el culto cristiano. Y no es solo el Estado: los beduinos, los terroristas y los saqueadores llevan mucho tiempo atacando el monasterio, que está en la inestable península del Sinaí.


En A Sword Over the Nile, libro que narra la difícil situación de los cristianos autóctonos de Egipto bajo el dominio islámico desde el siglo VII hasta la actualidad, su autor Guindy escribe:


«Este histórico monasterio y sus monjes han sufrido mucho a lo largo de los siglos, pero nunca se han enfrentado a una amenaza tan existencial, ni bajo los omeyas, los abasíes, los ayubíes, los fatimíes, los mamelucos, los otomanos, la dinastía de Muhammad Ali, ni siquiera bajo el régimen de los Oficiales de Julio posterior a 1952, hasta 2012. ¿No es sorprendente que el actual régimen egipcio (¿«neoijwan»?) esté llevando a cabo acciones tan preocupantes?»


Así es de hecho. Y revela algo más profundo: que las formas sutiles y legalistas de represión islámica —encubiertas bajo la burocracia y las sentencias judiciales— pueden ser incluso más peligrosas que la violencia abierta. Se producen de forma silenciosa, sin disparos ni explosiones, y son más fáciles de ignorar para un Occidente distraído e ingenuo.


Mientras tanto, las naciones occidentales que han heredado lugares históricos islámicos los tratan con reverencia. España, por ejemplo, gasta decenas de millones de euros al año —28 millones solo en 2022— para preservar la Alhambra, un palacio musulmán del siglo XIV construido en lo que antes era territorio cristiano. Así es como se ve la preservación y el «pluralismo».


Ojalá Egipto —y el resto del mundo musulmán— ofrecieran lo mismo.



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