Antioquía: la
primera gran reconquista de la cristiandad sobre el islam
RAYMOND IBRAHIM
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El día 3 de junio de 1098, tuvo lugar una de las
victorias más
grandes de la cristiandad sobre la yihad: la liberación de la antigua
ciudad cristiana de Antioquía, donde se acuñó por primera vez la
palabra "cristiano" (Hechos 11,26), que estaba bajo el yugo del Islam.
Contexto: En los años posteriores a la batalla de Manzikert
(1071), en
la que los turcos selyúcidas derrotaron al Imperio Romano de Oriente y
conquistaron ese antiguo bastión de la cristiandad, Anatolia (la actual
Turquía), a lo que siguieron inmensas persecuciones contra los
cristianos. Un
cronista georgiano anónimo cuenta cómo "las santas iglesias servían de
establos para sus caballos", los "sacerdotes eran inmolados incluso
durante la santa misa", las "vírgenes profanadas, los jóvenes
circuncidados y los niños arrebatados". Ana Comneno, princesa
de Constantinopla, cuenta cómo "las ciudades eran arrasadas, las
tierras eran saqueadas y toda Anatolia quedó teñida con sangre
cristiana". Fue una espantosa historia de aflicción.
Llegó la Primera Cruzada. Como cita
del historiador Thomas Madden,
parafraseando la famosa llamada del Papa Urbano II en Clermont, en
1095: "El mensaje era claro: Cristo era crucificado de nuevo en la
persecución de sus fieles y la profanación de sus santuarios". Ambos
necesitaban ser rescatados; ambos ofrecían la oportunidad de cumplir
uno de los dos grandes mandamientos de Cristo: "Amarás a Dios con todo
tu corazón" y "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lucas 10,27).
Cristianos de toda Europa, bajo la dirección de los francos, escucharon
el llamamiento y tomaron la cruz. Después de un largo y arduo viaje a
Asia
Menor, controlada por los turcos, en el que los cruzados se enfrentaron
y derrotaron a sus enemigos musulmanes al menos en dos encuentros, en
octubre de 1097, los europeos llegaron a las murallas de
Antioquía y emprendieron el asedio.
Durante mucho tiempo, Antioquía había resistido al islam. Incluso
cuando "todo Oriente fue sacudido y los sucesores de Mahoma subyugaron
por la fuerza provincias enteras bajo su impía superstición y perverso
dogma", escribe el cronista Guillermo de Tiro, Antioquía "se negó a
soportar el dominio de una nación infiel durante todo el tiempo que
pudo", es decir, hasta su captura por los turcos en 1084.
Ahora, más de una década después, sus cristianos nativos estaban muy
oprimidos por su amo turco, Yaghi-Siyan, que exigía mayores tributos de
la yizia,
lanzaba persecuciones esporádicas, obligaba a los cristianos a
convertirse al islam, y había convertido la catedral de Antioquía en
un establo para caballos.
"¡Ay! Cuántos cristianos, griegos, sirios y armenios, que
vivían en la ciudad, fueron asesinados por los enloquecidos turcos", se
lamentaba Fulquerio de Chartres, que viajaba con los cruzados. "Ante la
mirada de los
francos, arrojaban las cabezas de [cristianos]
asesinados, desde lo alto de las murallas, con sus petrarias y hondas.
Esto afligió profundamente
a nuestra gente".
En respuesta, y
debido a que la aristocracia guerrera franca y normanda
no tuvo escrúpulos en aplicar el ojo por ojo, Bohemundo, el príncipe
normando, "llevó a los [musulmanes] que había capturado hasta las
puertas de
la ciudad, donde, para aterrorizar a los que miraban desde arriba,
ordenó
que los decapitaran" y que sus cabezas cortadas fueran catapultadas por
encima de la muralla. (Ana Comneno, que conoció a Bohemundo y lo
describió como una imponente "maravilla digna de contemplar",
agregó que "un cierto encanto emanaba de este hombre, pero estaba
parcialmente empañado por un aire general de lo horrible". Claramente,
él no era alguien que se dejarse intimidar por las tácticas terroristas
islámicas.)
Después de ocho meses, las fuertes murallas de Antioquía seguían siendo
todavía inexpugnables. Los hambrientos cruzados se vieron obligados a
comer perros,
ratas y cardos; muchos murieron de hambre, sed y pestilencia. Comenzó
un invierno particularmente severo.
Entonces ocurrió que un capitán de torre musulmán, que era un cristiano
armenio
convertido al islam durante las persecuciones de Yaghi-Siyan, hizo un
trato
con Bohemundo. Y así, el histórico día 3 de junio de 1098, al
amparo de la noche, los demacrados europeos fueron conducidos
clandestinamente por encima de las murallas a la ciudad, y se
precipitaron
salvajemente matando a los que encontraban por las calles. "Los que
eran
cristianos cantaban el Kyrie Eleison",
la imprecación cristiana "Señor, ten
piedad" en griego, "para dar a conocer a nuestros hombres que no eran
turcos, sino cristianos". Una vez pasado el sobresalto,
estos mismos cristianos, "sirios, armenios y verdaderos creyentes
de otras naciones, se regocijaron sobremanera por lo que había
sucedido. Inmediatamente tomaron las armas y unieron sus fuerzas con el
ejército". El resultado fue un baño de sangre no muy diferente del que
los musulmanes habían perpetrado en las ciudades cristianas de toda
Anatolia en las décadas anteriores.
Al igual que con el posterior saqueo de Jerusalén por los cruzados en
1099, los apologistas del islam citan siempre este incidente para
demonizar a los cruzados. En realidad, fue una gota en el océano de lo
que los musulmanes habían hecho a innumerables cristianos durante las
anteriores décadas, un hecho inconveniente que ignoran los
blanqueadores del islam. Además, tampoco eran los mismos los motivos de
los cruzados y los de los yihadistas: los primeros se involucraron en
la violencia
para liberar a las ciudades y
regiones cristianas oprimidas, mientras que
los invasores musulmanes llegaron para conquistar lo que nunca había sido
suyo.
Al día siguiente, Kerbogha, el atabeg
o señor turco de Mosul, llegó con
una enorme fuerza de refresco. Antioquía fue rápidamente cercada, y los
sitiadores de ayer se convirtieron en los sitiados. Se
produjo otra hambruna: cuando los cruzados tomaron Antioquía, la
mayor parte de las reservas de la ciudad ya se habían agotado, y los
guerreros defensores se habían visto obligados a comer zapatos y beber
sangre
de caballo. Después de marchar miles de kilómetros, luchar, pasar
hambre y morir, no se les concedió ni un solo día para celebrar la
liberación de Antioquía.
¿No estaba Dios de su lado? Aquellos eran tiempos para probar las almas
de
los hombres. La moral se venía abajo, como se percibe en
el lamento, completamente contemporáneo, de Guido, el hermano de
Bohemundo, que escuchó el apuro de sus hermanos:
"Dios
todopoderoso, cuyo juicio nunca yerra, que
nunca permite que el injusto triunfe sobre el justo, ¿por qué has
traicionado a aquellos que, por amor a ti, se han entregado al tormento
y la muerte cada día, que han dejado a sus parientes, esposas, hijos,
los mayores honores, su tierra natal? ¿Por qué los has expuesto, sin
la ayuda de tu protección, a ser despedazados por las espadas de
hombres
abominables? Pero así sea. Quizá quieras que mueran por ti, y que los
corones de gloria y honor. Sin embargo... has hundido a todo el mundo
cristiano en el abismo de la
desesperación y la incredulidad, y has provocado que los peores
hombres [musulmanes] ejerzan una agresión implacable contra tu
pueblo. A partir de este día nadie esperará gran cosa de ti, ya que
aquellos que se creían más queridos para ti que todos los demás
mortales han sido sometidos a un destino tan indigno. Por lo tanto, oh
misericordioso, de ahora en adelante, ¿por qué habrían de invocarte,
cuando a tu propio pueblo le espera semejante muerte?"
No había nada más que hacer, sino que los cruzados hambrientos,
desesperados
y superados en número salieran y se enfrentaran a las hordas que los
asediaban, Pero esta es otra historia.
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