El "miedo subconsciente" de Europa oriental al islam: el asedio de Viena

RAYMOND IBRAHIM




"Austria actúa contra los musulmanes casi todos los días, debido a su miedo subconsciente a los turcos", escribe el historiador turco Erhan Afyoncu. "Los austriacos no han olvidado el miedo y la huida de su emperador en la batalla de Viena, en 1683. Cuando los turcos fueron derrotados en la batalla de Viena, los europeos estaban tan contentos..."


Esto es la verdad. Como tal, es necesario un breve repaso sobre el Asedio de Viena, cuyo aniversario es hoy:


El 15 de julio de 1683, el ejército islámico más grande que jamás haya invadido territorio europeo -lo que es mucho decir, teniendo en cuenta las innumerables invasiones que lo precedieron desde el siglo VIII- llegó y cercó Viena, entonces el corazón del Sacro Imperio Romano y durante mucho tiempo némesis del islam.


Unos 200.000 combatientes musulmanes, bajo el mando de los otomanos -durante casi catorce siglos de historia islámica, el Estado más dedicado a la yihad y fundado en sus principios- invadieron Europa central, por la misma razón que los llamados grupos "radicales", como el Estado Islámico, invocan para justificar su yihad contra los "infieles". O, para citar al líder de la expedición musulmana, el gran visir Kara Mustafá, porque Viena se percibía como la cabeza de la serpiente infiel, era necesario derribarla para que "todos los cristianos obedecieran a los otomanos".


Esto no fue un alarde inútil. Las fuentes describen a este Mustafá como "fanáticamente anticristiano". Después de capturar una ciudad polaca en 1674, había ordenado que todos los prisioneros cristianos fueran despellejados vivos y enviadas sus pieles como trofeos al sultán otomano Mehmet IV.


Ese odio supremacista era lo normal y se exhibía durante la elaborada ceremonia previa a la yihad, que presagiaba el sitio de Viena. Entonces, el sultán, "deseando que él [Mustafá] luchara generosamente por la fe mahometana" -para citar una fuente europea contemporánea- colocó "el estandarte del profeta ... en sus manos enconmendándole la extirpación de los infieles y el engrandecimiento de los musulmanes".


Una vez que el enorme ejército musulmán alcanzó y cercó los muros de Viena, Mustafá siguió el protocolo. En 628, su profeta Mahoma había enviado un ultimátum al emperador Heraclio: aslam taslam, "sométete [al islam] y tendrás paz". Heraclio rechazó el emplazamiento, se declaró la yihad contra la cristiandad (conforme estipula el Corán 9,29), y, en en pocas décadas, fueron conquistados dos tercios del mundo cristiano de entonces, incluyendo España, todo el norte de África, Egipto y la Gran Siria.


Ahora, más de mil años después, el mismo ultimátum de sumisión al islam o muerte había llegado al corazón de Europa. Aunque el comandante en jefe vienés no se molestó en responder al emplazamiento, los grafiti en el interior de la ciudad captaban bien el estado de ánimo: "Mehmet, perro, ¡vete a casa!".


Así que habría guerra. Al día siguiente, Mustafá desató todo el infierno contra las murallas de la ciudad; y durante dos meses, los vieneses cercados y ampliamente superados sufrieron peste, disentería, hambre y muchas víctimas, incluyendo mujeres y niños, en nombre de la yihad.


Luego, el 12 de septiembre, cuando la ciudad había llegado a su último extremo, y los musulmanes estaban a punto de irrumpir, las oraciones de Viena fueron respondidas. Como exponía un inglés anónimo:


"Después de un asedio de sesenta días, acompañado con mil dificultades, enfermedades, falta de provisiones y gran efusión de sangre, después de un millón de disparos de cañón y mosquete, bombas, granadas y todo tipo de fuego, que habían cambiado la faz de la ciudad más bella y floreciente del mundo, desfigurada y arruinada... el cielo escuchó favorablemente las oraciones y lágrimas de un pueblo abatido y triste."


El formidable rey de Polonia, Juan Sobieski, llegaba por fin, a la cabeza de 65.000 polacos, austriacos y alemanes con armaduras pesadas, todos enardecidos por vengar a la asediada ciudad. Arguyendo que "no es solo una ciudad la que tenemos que salvar, sino toda la cristiandad, de la que la ciudad de Viena es el baluarte", Sobieski dirigió una atronadora carga de caballería, la mayor de la historia, contra los sitiadores musulmanes y los derrotó completamente.


Aunque fue una victoria espectacular, las consecuencias fueron sangrientas: antes de huir, los musulmanes asesinaron ritualmente a unos 30.000 cristianos cautivos, capturados durante su marcha hacia Viena, violando a las mujeres de antemano. Al entrar en la ciudad aliviada, los libertadores encontraron montones de cadáveres, detritus y escombros por doquier.


Esta es la historia de agresión islámica -entre el siglo XIV cuando los musulmanes establecieron por primera vez una cabeza de puente en Europa Oriental (en Tracia), y el siglo XX cuando el sultanato otomano finalmente se derrumbó- la que ha moldeado la visión que Europa oriental tiene sobre el islam. Como ha dicho un polaco moderno, haciéndose eco de las palabras de Sobieski: "Una guerra religiosa entre el cristianismo y el islam está nuevamente en marcha en Europa, exactamente igual que en el pasado".


Las naciones occidentales hablan de falta de integración, disparidades económicas e injusticias para explicar el crecimiento exponencial del terrorismo, la violencia y las agresiones sexuales que se producen con la presencia de amplias poblaciones musulmanas no asimiladas, mientras que las naciones de Europa oriental tienden a ver solamente una continuación de las hostilidades.


Nota. El relato anterior es un extracto de Sword and Scimitar: Fourteen Centuries of War between Islam and the West.



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