Canadá. Casi 100 iglesias incendiadas, cuatro durante la Navidad de 2023

RAYMOND IBRAHIM






Un centenar de iglesias han sido objeto de actos vandálicos, incendios o profanaciones en los últimos dos años y medio, no en Egipto, ni en Nigeria, sino en Canadá (mapa y lista aquí). Aunque este fenómeno recibió cierta atención de los medios de comunicación, después de que unas 30 iglesias fueran incendiadas inicialmente en el verano de 2021, ese número ha crecido significativamente hasta 96, sin que las autoridades hayan hecho gran cosa, aparte de ofrecer una aprobación implícita a estos ataques terroristas anticristianos.


Antecedentes. Según los medios "dominantes" canadienses –todos los cuales son de izquierdas–, recientemente se descubrieron tumbas sin marcar de nativos en internados, y se acusa a la Iglesia católica de matar sádicamente a jóvenes escolares y de intentar encubrirlo.


El problema, sin embargo, es que esta narrativa ampliamente compartida es intrínsecamente falsa (ver aquí y aquí): esas tumbas estuvieron marcadas en su día y, por tanto, eran conocidas, y la mayoría de los presuntamente enterrados en ellas murieron por causas naturales. Además, las muertes se produjeron principalmente a principios del siglo XIX. Al parecer, en estos internados para nativos patrocinados por la Iglesia se desató cierta peste –las epidemias eran especialmente comunes por aquel entonces–, en parte debido a la falta de higiene y de tratamiento médico adecuado (en comparación con las normas y la tecnología modernas). Jeff Fynn-Paul, autor del esclarecedor libro No robado. La verdad sobre el colonialismo europeo en el Nuevo Mundo, escribe:


"Las recientes afirmaciones de que se han encontrado 'cientos' de tumbas en las escuelas indígenas de Canadá, propagadas nada menos que por la oficina de la Asociación Histórica Canadiense, han demostrado ser casi totalmente infundadas... La idea de que estas escuelas se crearon con fines maléficos ha sido desacreditada rotundamente por cualquiera que se preocupe de investigarla."


Pero, ¿desde cuándo los que odian el cristianismo se preocupan de investigar los hechos cuando tienen un buen pretexto a mano? Prefieren seguir afirmando que jóvenes nativos inocentes fueron torturados, asesinados y enterrados en secreto por clérigos malvados. Como afirma el reciente informe: "En respuesta a estos anuncios [de fosas comunes], los radicales de extrema izquierda han aprovechado la oportunidad como excusa para aterrorizar a la comunidad católica y a otras comunidades cristianas, atacando iglesias".


Si los "radicales de extrema izquierda" han sido los soldados de infantería, los políticos de extrema izquierda –es decir, la élite gobernante canadiense– les han proporcionado cobertura.


El 30 de junio de 2021, después de que se incendiaran las dos primeras docenas de iglesias, Harsha Walia, entonces director de la Asociación de Libertades Civiles de la Columbia Británica –que afirma "promover, defender, sostener y ampliar las libertades civiles y los derechos humanos"– tuiteó en relación con las iglesias: "Quémenlas todas". (Demasiado para su defensa de las "libertades civiles y los derechos humanos" de los canadienses; al parecer, sólo se aplican a algunas personas, no a otras).


Como panyabí nacido y criado en Bahréin, tenía sentido que Walia respondiera así. El mundo islámico no solo es el epicentro de la quema de iglesias, sino que Pakistán e India son tan anticristianos que actualmente ocupan los puestos séptimo y undécimo entre los peores perseguidores de cristianos de todo el mundo. Sólo en India, fueron atacadas o incendiadas 2.228 iglesias en 2023 (y 160 cristianos masacrados).


Pero, ¿qué explica la respuesta similar de muchos líderes canadienses blancos? La destacada abogada de Terranova, Caitlin Urquhart, se limitó a repetir a Walia: "Quémenlas todas". Heidi Mathews, de la Facultad de Derecho de Harvard, describió la vandalización e incendio de iglesias como "el derecho de resistencia a la injusticia extrema y sistémica". Gerald Butts, hombre de confianza del Primer Ministro canadiense, dijo que los ataques eran "comprensibles".


En cuanto al propio intrépido líder de Canadá, Justin Trudeau, después de ofrecer la habitual palabrería y decir que los continuos ataques a iglesias son "inaceptables", dijo:


"Entiendo la rabia que hay ahí fuera... contra instituciones como la Iglesia católica. Es real y totalmente comprensible, dada la vergonzosa historia de la que todos somos cada vez más conscientes."


Así pues, los ataques contra las iglesias cristianas son "inaceptables", pero también son "comprensibles". Teniendo en cuenta que estas dos palabras se anulan mutuamente, la de Trudeau fue una llamada a no actuar, de ahí que unas 60 iglesias más hayan sido atacadas desde que él habló. Como dijo Ezra Levant el 7 de julio de 2021:


"Él [Trudeau] presentó un proyecto de ley contra los delitos de odio en el parlamento que se dirige a los tweets y mensajes de Facebook malvados, pero, literalmente, tienes una iglesia tras otra incendiada por terroristas de estilo Antifa y él está casi en silencio sobre el asunto, y su mano derecha [Gerald Butts] lo encuentra comprensible."


La negación continúa. Después de afirmar que cuatro iglesias fueron incendiadas en los días previos a esta última Navidad de 2023, un reciente informe afirma que "resulta que la Real Policía Montada de Canadá no tiene –hasta ahora– ninguna prueba de que alguno de los incendios provocados en las iglesias tenga un vínculo con la animadversión anticristiana". "Ninguno de los expedientes que hemos resuelto mostraba afinidad particular contra las iglesias", declaró el cabo Troy Savinkoff, portavoz de la Real Policía Montada, antes de subrayar que no hay pruebas de que los incendios estén relacionados con un "esfuerzo concertado" contra las iglesias o formen parte de él.


Que todos estos ataques contra iglesias en Canadá están motivados ante todo por el odio al cristianismo queda ampliamente demostrado por el hecho de que una iglesia copta también ha sido incendiada en Canadá, y las autoridades, una vez más, no han cumplido con su deber.


Cabe preguntarse: ¿Qué tienen que ver en este asunto los coptos, no europeos, cristianos nativos de Egipto, que comenzaron a emigrar a Canadá más de un siglo después de que se cavaran aquellas tumbas, y que trataban de escapar de la persecución religiosa? Nada, resulta que son cristianos –su iglesia lucía un crucifijo en lo alto del campanario– y eso es todo lo que importa, todo lo que justifica los crímenes de odio y la indiferencia hacia ellos en el Canadá de izquierdas. El mal, después de todo, nunca necesita una excusa para manifestarse, aunque un pretexto siempre ofrece una buena coartada.


Y así, lo que antes era exclusivo del mundo islámico –la hostilidad hacia las iglesias y los ataques contra ellas– es ahora un rasgo habitual y aceptable de Canadá. Teniendo en cuenta que los izquierdistas radicales y los musulmanes radicales creen en cosas exactamente opuestas, cuando se trata de incendiar iglesias son, de forma bastante reveladora, estrechos aliados. Esto dice mucho de lo que realmente anima a ambos y de lo que está en la base de sus sistemas de creencias.


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