Winston Churchill tiene la última palabra sobre el islam
RAYMOND IBRAHIM
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El mes pasado [marzo 2024], la policía se desplegó para formar un anillo de acero
alrededor de la estatua de Winston Churchill en Parliament Square,
Londres, a fin de protegerla de las manos de una furiosa "turba"
propalestina.
Seguramente hay algo de ironía aquí: aunque Churchill está siendo
atacado por la visión estereotipada de que era un miembro destacado del
Patriarcado Blanco y, por lo tanto, intrínsecamente malvado (Black
Lives Matter atacó
esta misma estatua por esa misma razón en 2020), el estadista
británico, de hecho, tuvo algunas cosas esclarecedoras que decir sobre
la religión de muchos de sus potenciales atacantes.
Consideremos la siguiente cita del libro de Churchill de 1899, River War. An Historical Account of the Reconquest of the Soudan (vol. 1):
"¡Cuán terribles son los maleficios que el mahometismo hace recaer
sobre sus devotos! Aparte del frenesí fanático, que es tan peligroso en
un hombre como la hidrofobia en un perro, está esa espantosa apatía
fatalista. Los efectos son evidentes en muchos países: costumbres
indolentes, sistemas agrícolas descuidados, métodos de comercio
premiosos, e inseguridad de la propiedad es lo que existe dondequiera
que gobiernan o viven los seguidores del Profeta. Un sensualismo
degradado priva a esta vida de su gracia y refinamiento, así como de su
dignidad y santidad. El hecho de que en la ley mahometana toda mujer
deba pertenecer a algún hombre como propiedad absoluta, ya sea como
hija, esposa o concubina, fuerza a retrasar la extinción definitiva de
la esclavitud hasta que la fe del islam haya dejado de ser un gran
poder entre los hombres. Los musulmanes como individuos pueden mostrar
espléndidas cualidades, pero la influencia de la religión paraliza el
desarrollo social de quienes la siguen. No existe ninguna fuerza
retrógrada más potente en el mundo. El mahometismo, lejos de estar
moribundo, es una fe militante y proselitista. Se ha extendido ya por
toda África Central, suscitando guerreros temerarios a cada paso; y si
no fuera porque el cristianismo está protegido por los fuertes brazos
de la ciencia, la ciencia contra la que luchó en vano, la civilización
de la Europa moderna podría caer, como cayó la civilización de la
antigua Roma."
El Reino Unido –así como muchas otras naciones y sistemas de gobierno
occidentales que acogen a grandes poblaciones musulmanas– está
aprendiendo las verdades de esa cita con toda dureza. A modo de
ejemplo, la delincuencia, incluyendo los delitos sexuales,
se ha disparado en el Reino Unido. Esto no es sorprendente, ya que la
"inseguridad de la propiedad es lo que existe dondequiera que gobiernan
o viven los seguidores del Profeta", por no hablar del "sensualismo
degradado", el "frenesí fanático" y los "sistemas descuidados" ya
mencionados. (Es lo mismo en todas las naciones europeas con grandes
poblaciones musulmanas. En Suecia, los delitos violentos han aumentado un 300% y las violaciones en un 1.472%, gracias a su pujante demografía musulmana.)
Señalemos también la acertada observación de Churchill de que "los
musulmanes como individuos pueden mostrar espléndidas cualidades, pero
la influencia de la religión paraliza el desarrollo social de quienes
la siguen". Esta afirmación explica perfectamente la verdad que hay
detrás de los llamados "musulmanes moderados" que terminan siendo
buenos ciudadanos en Occidente. Son buenos a pesar de las enseñanzas de su religión, no gracias a ellas.
Churchill también es digno de mención por advertir contra los peligros
del pacifismo frente a amenazas crecientes, otro tema relevante para
las circunstancias del Reino Unido de cara a su abrumadora población
musulmana. Si bien la siguiente cita fue escrita en respuesta a la
política de apaciguamiento ante Hitler, previa a la Segunda Guerra
Mundial, es especialmente relevante para el "problema migratorio" del
Reino Unido y el apaciguamiento con el que se ha abordado. El resultado
es una conquista demográfica: en la misma capital del Reino Unido,
Londres, donde se encuentra la estatua de Churchill y donde hace pocos
días turbas musulmanas amotinadas arrojaron basura
a la policía, que permaneció pasiva, el nombre de "Mohamed" [Mahoma] es
hoy el nombre más popular para los recién nacidos varones (lo mismo que
en varias otras capitales occidentales, incluyendo Ámsterdam, Berlín, Bruselas, Oslo, etc.).
Aunque es dudoso que Churchill –o cualquier otro británico nacido a
finales del siglo XIX– pudiera haber imaginado alguna vez que Gran
Bretaña se entregaría voluntariamente al islam, aquí están sus
palabras sobre la pasividad frente a amenazas crecientes (en aquel
momento, Hitler), perfectamente aplicables hoy:
"Si no luchas por el derecho cuando puedes ganar fácilmente sin
derramamiento de sangre; si no luchas cuando tu victoria es segura y no
demasiado costosa; puede que llegue el momento en el que tendrás que
luchar con todas las probabilidades en tu contra y solo con una
precaria posibilidad de sobrevivir. Y el caso podría ser aún peor. Tal
vez tengas que luchar cuando no haya ninguna esperanza de victoria,
porque es mejor perecer que vivir como esclavos."
Esas palabras están resultando cada vez más siniestras para gran parte de Europa occidental, con Londonistán a la cabeza.
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