La nueva ‘ciudad islámica’ de Egipto, mal augurio para el mundo

RAYMOND IBRAHIM





En un momento en que Arabia Saudí parece estar retractándose de su antiguo papel de difusora del islam wahabí ("radical") en el mundo, el gobierno egipcio ha lanzado un proyecto que indica que quiere asumir el papel de supervisor y difusor de la educación islámica y la da'wa [proselitismo islámico].


Recientemente se informó de la construcción de toda una nueva ciudad, conocida alternativamente como "Ciudad de la Misión Islámica" o simplemente "Nueva Ciudad Islámica", en Nuevo Cairo, Egipto.  Con el pleno y entusiasta apoyo del presidente Sisi, su propósito es acoger a miles de estudiantes internacionales para que estudien en la Universidad de Al-Azhar, considerada comúnmente como la universidad islámica más prestigiosa del mundo musulmán, que luego volverán a su país para "compartir" sus conocimientos.


La nueva ciudad se está construyendo sobre 70 hectáreas de terreno y podrá albergar fácilmente a unos 24.000 estudiantes más (con secciones separadas para 17.700 hombres y 6.000 mujeres).  Una de las mezquitas de la ciudad tendrá capacidad para 1.500 fieles.


Esto supone una gran ampliación de la capacidad actual de las otras dos ciudades "islámicas" de El Cairo y Alejandría, que en conjunto albergan a 3.000 estudiantes. Todos ellos proceden del mundo entero (según el último recuento, de 106 naciones). A la mayoría de ellos se les ofrecen becas parciales o totales, incluido el alojamiento, con cargo al presupuesto de Al-Azhar (actualmente 20.000 millones de libras egipcias, unos 400 millones de euros), financiado en su totalidad por el Estado, es decir, por los contribuyentes, el 15% de los cuales son cristianos coptos (a los que se imponen también las enseñanzas islámicas).


El sistema de enseñanza de Al-Azhar –que es autónomo y no depende del Ministerio de Educación egipcio– atiende actualmente a 2,6 millones de estudiantes (cifra que crece cada año). Ofrece cursos desde el primer grado de primaria hasta los estudios de posgrado.


Esta nueva ciudad "islámica" es todo un acontecimiento. No sólo subraya hasta qué punto el islam sigue desempeñando un papel importante y creciente en la vida de los musulmanes –es imposible, por ejemplo, encontrar una evolución similar entre los cristianos–, sino que la conexión con Al-Azhar es reveladora del tipo de islam que se enseñará y acabará difundiéndose en los países de origen de estos miles de estudiantes procedentes de 106 naciones.


Por un lado, las autoridades presentan a Al-Azhar como la voz de la "razón" y la "moderación", de ahí que Barack Hussein Obama eligiera esa institución islámica para pronunciar su discurso sobre el "nuevo comienzo" en 2009. Acerca de Al-Azhar dijo entonces:


"Durante más de mil años, Al-Azhar ha sido un faro del aprendizaje islámico... Como estudiante de historia, también conozco la deuda de la civilización con el islam. Fue el islam, en lugares como la Universidad de Al-Azhar, el que llevó la luz del saber a través de tantos siglos, allanando el camino para el Renacimiento y la Ilustración en Europa."


Por otra parte –es decir, volviendo al mundo real–, Al-Azhar es la escuela más prestigiosa del mundo musulmán precisamente porque trata con seriedad y cuidado el estudio del islam rigorista. No enseña un islam políticamente correcto o "progresista" –el tipo de islam con el que sueña Occidente–, sino un islam auténtico, es decir, fundamentalista.


De hecho, no pocos musulmanes, incluidos antiguos alumnos, la acusan de promover el mismo tipo de islam que practican los grupos terroristas, como el Estado Islámico. Cuando se le preguntó a Al-Azhar, que tiene la costumbre de denunciar a los pensadores laicos como no islámicos, por qué se negaba a denunciar al Estado Islámico como no islámico, el jeque Muhammad Abdullah Nasr respondió:


"No puede [condenar al Estado Islámico como no islámico].  El Estado Islámico es un subproducto de los programas de Al-Azhar. Entonces, ¿puede Al-Azhar denunciarse a sí misma como no islámica? Al-Azhar dice que debe haber un califato y que es una obligación para el mundo musulmán [establecerlo].  Al-Azhar enseña la ley de la apostasía y que hay que matar al el apóstata. Al-Azhar es hostil hacia las minorías religiosas y enseña cosas como no construir iglesias, etc. Al-Azhar defiende la institución de la yizia [exacción de tributos de las minorías religiosas]. Al-Azhar enseña a lapidar a la gente. Entonces, ¿puede Al-Azhar denunciarse a sí misma como no islámica?"


Del mismo modo, al hablar de cómo el Estado Islámico quemó vivas a algunas de sus víctimas (la más notoria, un piloto jordano), el periodista egipcio Yusuf Al-Husayni señaló que "El Estado Islámico solo hace lo que enseña Al-Azhar". Luego señaló un libro de texto (de Ibn Kathir) utilizado por Al-Azhar que ensalza las hazañas –o más bien las atrocidades, incluida la quema viva de infieles– en las que participaron los primeros héroes del islam.


Después de que fueran bombardeadas dos iglesias coptas en Egipto, dejando 50 fieles cristianos muertos, el doctor Islam Al-Behery, un popular teólogo musulmán cuyos incesantes llamamientos a reformar el islam irritaron tanto a Al-Azhar que lo acusó de "blasfemar" contra el islam, lo que lo llevó a prisión en 2015, fue entrevistado en un programa de la televisión egipcia ("Todos los días", de Amr Adib).  Tras ofrecer diversos detalles sobre el radicalizado plan de estudios de Al-Azhar, estimó que "el 70 u 80 por ciento de todo el terror de los últimos cinco años [en Egipto] es producto de Al-Azhar".


Según un libro de texto de Al-Azhar, que Al-Behery citó, "quien mate a un infiel [un kaffir, o no musulmán] su sangre está salvaguardada, pues la sangre de un infiel y la de un creyente [un musulmán] no son iguales." (Esta es la enseñanza discriminatoria que se aplica regularmente en Egipto cuando se asesina a cristianos).


El comentarista político doctor Khalid Montaser se sorprendía una vez de que, "en este momento delicado –cuando los terroristas asesinos se apoyan en textos y conceptos [islámicos] de takfir [acusar a musulmanes de apostasía], asesinato, matanza y decapitación– la revista Al-Azhar ofrece gratuitamente un libro cuya segunda mitad y cada página –de hecho cada pocas líneas– termina diciendo 'quien no crea [en el islam] que se corte la cabeza'".


No hay más que mirar a la cabeza de Al-Azhar, su Gran Imán, el jeque Ahmed Al-Tayeb, nombrado como el "musulmán más influyente del mundo", para entender de qué va la universidad. Mientras dice una cosa a Occidente –a saber, lo que este quiere oír sobre la "tolerancia" y la "coexistencia", como en los documentos fraternales pero absurdos que él y el papa Francisco firmaron–, cuando habla en árabe legitima prácticamente todo lo que en Occidente se rechaza como producto del pensamiento "radical", incluyendo el castigo a los apóstatas y blasfemos, y el estatus inferior de las mujeres y las minorías religiosas.


Pero cuando se le pidió que denunciara al Estado Islámico como "no islámico", Al-Tayeb se negó: "Es increíble", opinaba el presentador egipcio Ibrahim Eissa:


"Al-Azhar insiste en que el Estado Islámico es musulmán y se niega a denunciarlo. Sin embargo, Al-Azhar no deja de lanzar declaraciones contra novelistas, escritores, pensadores, a cualquiera que diga algo que contradiga sus puntos de vista, acusándolos de caer en la infidelidad. Pero no cuando se trata del Estado Islámico.


Al-Tayeb también ha calificado a cristianos y judíos como "infieles", que es una clasificación letal en el islam, y ha pedido a los musulmanes de Occidente que no se asimilen y mantengan el islam en sus "corazones".


Más recientemente, Al-Azhar, bajo la dirección de Al-Tayeb, emitió una fetua que prácticamente declara levantada la veda abierta contra todos los ciudadanos israelíes, sin apenas distinguir entre civiles y combatientes.


Ahora, un número mucho mayor de mentes musulmanas de todo el mundo van a estar expuestas y, en última instancia, adoctrinadas en el mismo tipo de enseñanzas que dieron lugar al Estado Islámico, para luego regresar a sus países de origen, desde Estados Unidos a Indonesia, desde Australia a Noruega, donde se encargarán de difundir el mensaje del islam fundamentalista entre musulmanes por lo demás "moderados".



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