La conquista
musulmana de España ¿fue impulsada por la piedad o por el saqueo?
RAYMOND IBRAHIM
|
Recientemente, el Gran Imán de la Universidad de
Al-Azhar, el jeque Ahmed Al-Tayeb, afirmó
que las conquistas musulmanas del siglo VII en Oriente Medio y África
del Norte, mayoritariamente cristianos, "no fueron conquistas de
colonización que se basaran en métodos de saqueo, opresión, control y
políticas de dominación y dependencia". Más bien, se trataba de llevar
"conocimiento, justicia, libertad e igualdad" a los conquistados.
Un par de semanas antes de que Al-Tayeb hiciera estas afirmaciones altamente ahistóricas,
otro destacado jeque e historiador profesional, el Dr. Ali Muhammad
Al-Salabi, escribía un extenso artículo dedicado a hacer las mismas
afirmaciones –también durante el Ramadán, cuando los musulmanes suelen rememorar las virtudes de la yihad–, pero en el
contexto de la conquista musulmana de España.
Publicado por la Unión Internacional de Académicos
Musulmanes, y titulado De las
victorias de Ramadán: la conquista islámica de Al-Ándalus,
ofrece un estudio de caso más centrado en este fenómeno de
blanqueamiento descarado de la historia islámica.
Según el Dr. Al-Salabi, los conquistadores musulmanes de España no
estaban allí "para ganar botín o lograr estatus; y este fue el objetivo
de todas las conquistas islámicas. Leer y conocer su [verdadera]
naturaleza es suficiente para rechazar las acusaciones y rebatir las
falsas calumnias que sugieren, implícita o explícitamente, que el
saqueo fue el motivo de esta conquista. Tal afirmación está desprovista
de argumentos, pruebas y evidencias; es una ilusión sin el menor soplo
de apoyo científico o histórico". Por el contrario, la conquista
musulmana de España trató de "pasar la página de la injusticia y la
tiranía a una nueva página de progreso y civilización".
Así son todas las afirmaciones. Pero volviendo a la palabra auténtica
de la historia realmente registrada,
las fuentes dejan muy claro que la conquista musulmana de España fue
impulsada casi en su totalidad por el afán de botín, de bienes animados
y materiales.
Por ejemplo, según uno de los relatos más antiguos, en latín, la Crónica de 754, los musulmanes "saquearon durante mucho tiempo
e invadieron impíamente Hispania para destruirla". Al desembarcar allí,
"arruinaron espléndidas ciudades, incendiándolas; condenaron a morir en
la cruz a señores y nobles; y masacraron con la espada a jóvenes y
niños". En cuanto a Musa Ibn Nusair, el general en jefe de la
expedición, a quien Al-Salabi elogia en su artículo por su piedad
inquebrantable, "los aterrorizaba a todos".
Algunos pueden objetar que la Crónica
de 754
fue escrita por un infiel cristiano desagradecido, que no sabía
apreciar las intenciones altruistas del islam al conquistar su nación.
Desafortunadamente para ellos, las fuentes musulmanas, sus propias
fuentes, son tan explícitas, si no más, en señalar que la conquista de
España estuvo fuertemente motivada por pensamientos de saqueo.
Así, según uno de los primeros historiadores árabes que trata sobre la
conquista de España, Ibn Abd Al-Hakam (nacido en 803): "Cuando los
musulmanes conquistaron España, la
saquearon y cometieron muchos estragos
[cursiva añadida]". De manera similar, el importante historiador árabe
Ahmed Muhammad Al-Maqqari, a quien Al-Salabi cita (selectivamente) en
su artículo, escribe que, después de los éxitos iniciales del general
Tarik en España, "cuando la gente del otro lado del estrecho [en África
] oyó hablar del... abundante botín
que había adquirido
[incluidos muchos esclavos], acudieron a él en tropel desde todas
partes, y cruzaron el mar en cualquier navío o barco que pudieron
conseguir. Al estar el ejército de Tarik tan considerablemente
reforzado, los cristianos se vieron obligados a encerrarse en sus
castillos y fortalezas y, abandonando las llanuras, se dirigieron a las
montañas". Y así ocurrió. Tarik continuó penetrando hacia el norte en
España, "y no pasaba por lugar alguno sin reducirlo y apoderarse de sus riquezas, porque
Alá Todopoderoso había infundido el terror en los corazones de los
infieles".
Tal terror aumentó aún más cuando los invasores despedazaron, cocinaron
y "fingieron" comerse a algunos de los cautivos cristianos, como relata
Al-Hakam. En otro incidente memorable, varios nobles cristianos y su
gente se refugiaron en una iglesia de Córdoba. Según Al-Maqqari, aunque
"los sitiados no tenían esperanzas de liberación, fueron tan obstinados
que, cuando se les ofreció seguridad a condición de que abrazaran el
islam o pagaran la yizia,
ellos se negaron a rendirse y la iglesia fue incendiada, y todos
perecieron en las llamas".
Hasta aquí, pues, la afirmación del Dr. Al-Salabi, de que la conquista
musulmana de España trataba de "pasar la página de la injusticia y la
tiranía a una nueva página de progreso y civilización".
Las fuentes musulmanas dejan claro además que hubo como factor
motivador otro tipo de "botín": la esclavitud de mujeres europeas de
España y otros lugares. Antes de invadir la península, Tarik había
fusionado la incautación de las dos formas de saqueo, riquezas
incalculables y hermosas mujeres, en una breve arenga para excitar a
sus hombres: "Debéis haber escuchado numerosos relatos de aquella isla,
debéis saber cómo las doncellas griegas, hermosas como huríes [celestiales, sexuales, supermujeres], sus cuellos
resplandecientes con innumerables perlas y joyas, sus
cuerpos vestidos con túnicas de costosas sedas salpicadas de oro,
esperan vuestra llegada, reclinadas en mullidos lechos en los suntuosos
palacios de señores y príncipes coronados".
Poco después de la conquista musulmana de España, en 715, Musa y Tarik
hicieron el largo viaje a la capital del califato omeya, Damasco.
Llevaron consigo
miles de camellos cargados de inmensos tesoros y treinta mil cautivos
como tributo en carne para el califa Al-Walid, quien, según Al-Maqqari,
quedó encantado con "los recursos de todos los pueblos de España… sus
riquezas y la belleza de sus jovencitas". A partir de entonces, y
debido a que los "omeyas valoraban como esclavas sexuales especialmente
a las mujeres francas o gallegas rubias o pelirrojas", escribe el
historiador Darío Fernández-Morera, "Al-Ándalus [la España controlada
por los musulmanes] se convirtió en un centro de comercio y
distribución de esclavos" (El mito del paraíso
andaluz,
p. 159). A los súbditos cristianos a veces incluso se les exigía que
pagaran un tributo anual "no de dinero, caballos o armas, sino de cien
doncellas (todas distinguidas por su belleza) para ornamento de los
harenes" (España y Portugal, p. 132).
Hasta aquí, entonces, las afirmaciones del Dr. Al-Salabi de que los
conquistadores musulmanes de España no estaban allí "para ganar botín o
lograr estatus", una afirmación supuestamente "desprovista de
argumentos, pruebas y evidencias" –en verdad, insiste, una afirmación
que en última instancia es "una ilusión sin el menor indicio de
respaldo científico o histórico"–.
Lamentablemente, el blanqueo de Al-Salabi no termina ahí. También
insiste en ensalzar la piedad de los bereberes, los norteafricanos
conversos al islam que constituían el grueso de los ejércitos
musulmanes que invadieron y conquistaron España: "Los bereberes estaban
entre los pueblos más leales al islam", escribe. "Eran celosos del
islam, lo amaban y se sacrificaban por él, no para ganar botín o
alcanzar estatus".
Sin embargo, incluso en este detalle, la historia islámica dice lo
contrario. Los bereberes, originalmente no musulmanes, se defendieron
firmemente contra las invasiones islámicas a lo largo de décadas;
además,
durante los años previos a su conquista final, no tuvieron reparos en
fingir su conversión al islam. Como escribe Al-Maqqari:
"Él [Uqba Ibn Nafi, un general musulmán] fue a Ifriqiya [África] y
asedió sus ciudades, conquistándolas por la fuerza y pasando a la
gente por la espada. Cierto número de bereberes se convirtieron al
islam por su mano y el islam se extendió entre ellos… Entonces Uqba
reunió a sus compañeros y se dirigió a ellos diciendo: 'La gente de
este país es gente mezquina; si los atacas con la espada, se hacen
musulmanes, pero en el momento en que les das la espalda, vuelven a sus
antiguos hábitos y su religión'."
O consideremos la ambivalencia del propio comandante supremo Musa Ibn
Nusair: "Los bereberes son las personas que más se parecen a los árabes
en actividad, fuerza, coraje, aguante, amor por la guerra y
hospitalidad", dijo una vez, pero "son los más traicioneros de los
hombres. No tienen fe y no guardan su palabra".
Para terminar, se debe subrayar que en este asunto no se trata tanto de
contar la historia correctamente, o de avergonzar a los musulmanes por
su pasado. Al continuar elogiando las conquistas islámicas históricas
de tierras no musulmanas como algo grandioso y maravilloso, motivado
exclusivamente por la piedad, los dirigentes y las autoridades
musulmanas como Al-Tayeb y Al-Salabi en última instancia justifican la
intolerancia y la violencia contra los no musulmanes, siempre y cuando
sea en nombre del islam, tal
como lo fueron todas aquellas conquistas anteriores.
Nota. Todas las citas de fuentes primarias en este artículo se
obtuvieron y están documentadas en los capítulos 3 y 6 de Sword and Scimitar:
Fourteen Centuries of War between Islam and the West.
|
|
|