La cruzada
olvidada de Cristóbal Colón contra la yihad
RAYMOND IBRAHIM
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Otro Día de Colón ha venido y se ha ido.
Aunque se ha "celebrado" con las habituales denuncias y el fanatismo
izquierdista que acusa al descubridor español de supuesto genocidio
contra los indígenas, ha habido una voz influyente en defensa de Colón:
el 11 de octubre, el Gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis,
firmó una declaración en la que expresa lo siguiente:
"Colón permanece como una figura singular de la civilización
occidental, un ejemplo de coraje, valentía y heroísmo frente a enormes
dificultades; como un visionario que vio las posibilidades de
exploración más allá de Europa; y como padre fundador que sentó las
bases de lo que un día llegaría a ser Estados Unidos de América, que
conmemoraría a Colón dando su nombre al distrito federal, Columbia, en
su honor."
Todo esto es cierto, pero Colón representa y evoca algo más que en
estos tiempos es poco conocido, si no está completamente olvidado. Fue,
ante todo, un cruzado, un enemigo declarado de la yihad. Sus
expediciones fueron, ante todo, para esquivar y, en última instancia,
contraatacar a los sultanatos islámicos que rodeaban y aterrorizaban a
Europa, no solo para ir en busca de especias.
Cuando nació Colón, la guerra de más de 800 años contra el islam,
o más bien la defensa contra la yihad, estaba en su apogeo. En 1453,
cuando tenía dos años, los turcos tomaron finalmente y saquearon
Constantinopla, un acontecimiento cargado de atrocidades, que
conmocionó a la cristiandad hasta la médula.
Durante los años siguientes, los musulmanes continuaron incursionando a
fondo en los Balcanes, dejando un rastro de muerte y destrucción a su
paso, con millones de eslavos esclavizados. (Sí, las dos palabras están
conectadas etimológicamente y por esta misma razón).
En 1480, cuando Colón tenía 29 años, los turcos lograron invadir su
Italia natal, y allí, en la ciudad de Otranto, decapitaron ritualmente a 800 cristianos y
cortaron por la mitad a su arzobispo por negarse a abrazar el islam.
Este fue el contexto en que los monarcas de España, Fernando e Isabel,
tomaron a Colón a su servicio. Estos reyes habían sido declarados
cruzados, especialmente la reina, que concluyó la secular Reconquista
de España liberando a Granada del islam, en 1492.
Los Reyes Católicos financiaron el ambicioso viaje de Colón, en un
esfuerzo por lanzar, en palabras del historiador Louis Bertrand, "una
cruzada final y definitiva contra el islam a través de las Indias". (El
plan se torció, pero culminó con el descubrimiento Nuevo Mundo).
Muchos europeos estaban convencidos de que si pudieran llegar a los
pueblos al este del islam, que si no eran cristianos, al menos "aún no
estaban infectados por la plaga mahometana", por citar al papa Nicolás
V (muerto en 1455), juntos podrían aplastar al islam entre ellos. (Esta
idea tenía siglos de antigüedad y se relacionaba con la leyenda del
preste Juan, un supuesto gran monarca cristiano que reinaba en oriente
y que un día marcharía hacia occidente y vengaría a la cristiandad
destruyendo el islam.)
Todo esto se manifiesta claramente en las propias cartas de Colón. En
una, alude a Fernando e Isabel como "enemigos de la miserable secta de
Mahoma", que están "resueltos a enviarme a las regiones de las Indias,
para ver [cómo la gente de allí puede ayudar en el esfuerzo de
guerra]". En otro escrito a los monarcas después de su llegada al Nuevo
Mundo, Colón se ofrece a levantar un ejército "para la guerra y
conquista de Jerusalén".
España y Colón tampoco fueron los únicos en llevar a cabo esta
estrategia. Una vez que Portugal fue liberado del islam en 1249, sus
órdenes militares se lanzaron al África musulmana. Según escribe el
historiador George Grant: "La gran y primordial motivación que
impulsaba la energía explosiva y el expansivo intelecto del [príncipe]
Enrique el Navegante [nacido en 1394] era el simple deseo de tomar la
cruz, es decir, llevar la espada cruzada a África y así abrir un nuevo
capítulo en la guerra santa de la cristiandad contra el islam".
Organizó todos aquellos viajes de descubrimiento porque "buscaba saber
si había en esas partes algún príncipe cristiano" que "lo ayudara
contra los enemigos de la fe", escribió un contemporáneo.
¿Todo esto convierte a Colón y, por extensión, a Isabel y Fernando –por
no hablar de toda la cristiandad– en "islamófobos", como suelen acusar
esos pocos críticos modernos que mencionan el trasfondo islámico del
viaje de Colón?
La respuesta es sí, pero no de la manera en que esa palabra se utiliza
hoy. Mientras que la palabra griega phobos
siempre ha significado "miedo", su uso actual parece ser "miedo
irracional". Sin embargo, si consideramos que, durante casi mil años
antes de Cristóbal Colón, el islam había atacado repetidamente a la
cristiandad, hasta el punto de devorar las tres cuartas partes de su territorio original,
incluyendo durante siglos a España; que la última versión del islam,
representada por los turcos otomanos, estuvo durante la época de Colón
devastando los Balcanes y el Mediterráneo; y que, todavía siglos
después de Colón, el islam seguía aterrorizando a Occidente, marchando sobre Viena con 200.000 yihadistas
en 1683, y provocando a Estados Unidos en su primera guerra como nación,
entonces la mera sugerencia de que los temores históricos de los
cristianos ante el islam sean "irracionales" es en sí misma el colmo
del irracionalismo.
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