Una educación que desarma a los niños frente a la yihad

RAYMOND IBRAHIM






Vuelve a circular una de las más antiguas apologías del islam. Según un informe del 27 de febrero de 2024,


"A los profesores de Nueva York se les ha dicho que 'yihad' significa simplemente 'lucha', no guerra santa, en sesiones de formación contra los 'prejuicios antimusulmanes' organizadas por el Departamento de Educación. A los educadores se les ha dicho también que, por ejemplo, podría significar simplemente 'mi yihad para ponerme en forma'... ocultando la historia de que se ha usado para justificar la violencia, incluido el terrorismo de grupos como Hamás, Al-Qaeda y Estado Islámico... «El significado literal de yihad es 'lucha' o 'gran esfuerzo'. La yihad es el concepto musulmán de esforzarse en el camino de Dios», decía la ponente. Entre los ejemplos que dio figuran: 'Mi yihad es no conformarme nunca'; 'Mi yihad es no juzgar a la gente'; 'Mi yihad es forjar amistades'; y 'Mi yihad es mantenerme en forma a pesar de mi apretada agenda'.


Naturalmente, algunos profesores se sintieron ofendidos por estas afirmaciones:


"Un profesor dijo que el ponente del seminario los ignoró cuando enviaron un mensaje para decir que la definición de yihad de la Enciclopedia Británica incluía la guerra. Otro comparó la forma en que se redefinía el lenguaje como 'sacada directamente del manual de Joseph Goebbels', mientras que un tercero dijo que era un intento descarado de utilizar la semántica para evitar hablar del extremismo islámico."


Aunque todas estas críticas son acertadas, a decir verdad, la afirmación de que yihad en sentido literal significa "lucha", no "guerra santa", es absolutamente correcta.


Sin embargo, esto sólo conduce a una ironía aún más problemática: quienes insisten en traducir yihad solo como "lucha" lo hacen pensando que están exonerando a esta notoria palabra árabe del extremismo que la rodea. En realidad, solo cuando uno comprende que yihad significa literalmente lucha llega a apreciar lo peligrosa, polifacética y subversiva que es en realidad.



Intrínsecamente radical


Empecemos por su etimología. Así es como el autorizado Diccionario Hans-Wehr del árabe moderno escrito traduce la raíz y-h-d (de donde deriva la palabra yihad):


"intentar, esforzarse, trabajar, afanarse y agotarse en nombre de algo o por el bien de algo [a saber, el islam]."


Publicado en 1961, es decir, antes de la actual era de lo políticamente correcto, el diccionario, académicamente riguroso, también incluye en la entrada y-h-d la palabra "yihad", que traduce como "lucha, batalla; yihad, guerra santa contra los infieles, como deber religioso".


Hay una muy buena razón para esta acepción registrada. Históricamente, la yihad siempre se manifestó como una "guerra santa contra los infieles". Giró en torno a la expansión y (ocasionalmente) la defensa de las fronteras del islam.


Siglo tras siglo, la única forma que tenían los imperios musulmanes de expandirse en territorio no musulmán era mediante la guerra ofensiva. Como los europeos premodernos seguían celosos por su fe y su cultura y, por tanto, no estaban dispuestos a someterse al islam sin luchar, la fuerza –la invasión y la conquista islámicas– era la única forma de practicar eficazmente la yihad.



La manipulación del lenguaje


Los tiempos han cambiado. Con el moderno y meteórico ascenso de Occidente, ha llegado a prevalecer una actitud laxa, si no crédula, que permite a algunos musulmanes servirse del significado raíz de yihad. Si ya no pueden subyugar a los infieles mediante la guerra convencional, al menos pueden, citando el diccionario antes mencionado, "intentar, esforzarse, trabajar, afanarse y agotarse en nombre de algo o por el bien de algo", es decir, para empoderar a los musulmanes sobre Occidente y en Occidente.


Este esfuerzo (yihad) adopta múltiples formas. Una de las más obvias se conoce en árabe como yihad al-lissan, literalmente "yihad de la lengua, o propaganda". Esta yihad adopta la forma de apologías del islam y polémicas contra Occidente, muchas de las cuales consisten en descaradas mentiras. Ese es el modo de proceder de muchos musulmanes: profesores, activistas, periodistas, políticos y demás.


Incluso el Estado Islámico, que encarna el concepto de yihad como "guerra santa" más que ninguna otra organización en la era moderna, recuerda regularmente a sus seguidores que no deben descuidar la yihad de la lengua. Según un informe de 2022:


"El grupo terrorista islamista Estado Islámico Provincia de Jorasán (ISKP) ha instado a sus seguidores y reclutas a hacer hincapié en la guerra mediática además del combate militar. 'Luchar con la lengua es tan importante como luchar físicamente', afirma el ISKP en un número reciente de su revista."



La yihad del dinero y de la crianza


Otra forma de lucha, recomendada tanto en el Corán como en los hadices, se conoce como yihad al-mal, la "yihad del dinero". En lugar de participar físicamente en la yihad, el musulmán la apoya financiera o materialmente.


Esto solía ser responsabilidad del califato. Hoy día y en su ausencia, los musulmanes de a pie, incluidos los que viven en Occidente, financian la yihad con su azaque, o "limosna" obligatoria. Por ejemplo, en 2001, el gobierno estadounidense categorizó a la Fundación Tierra Santa (en su día el mayor grupo islámico de beneficencia de Estados Unidos) como un frente terrorista dedicado a financiar la yihad/terrorismo de Hamás contra Israel.


Otra es la yihad demográfica, la "yihad de los bebés" (yihad al-wilada). Los hombres musulmanes "se esfuerzan" por procrear con el mayor número posible de mujeres para aumentar las filas del islam frente a unos infieles cada vez más infecundos. No se trata solo de una lujuriosa racionalización del sexo ilícito. Los clérigos islámicos alaban este "esfuerzo" como una yihad legítima. Su éxito puede verse en Europa Occidental, donde algunas capitales, como Ámsterdam, Bruselas y Oslo, tienen ahora más recién nacidos llamados "Mohamed" [Mahoma] que nombres tradicionales europeos. Mohamed es el nombre más popular en el Reino Unido.



El peligro de bajar la guardia


En resumen, la palabra "yihad" no indica simplemente librar una "guerra santa" tradicional para dar poder al islam sobre los infieles. Su significado abarca cualquier "esfuerzo", cualquier tipo de "afán" o "acción", en una palabra, cualquier lucha, que dé poder al islam sobre los infieles. Mencionar este sentido, como hacen a menudo los apologistas, no debería crear menos sino más aprensión con respecto a la yihad.


Sin embargo, ahí está el Departamento de Educación de Nueva York haciendo todo lo posible para dar a la yihad un barniz occidental, es decir, suave y laico, para que sus destinatarios, incluidas las mentes jóvenes e impresionables, bajen la guardia. Como dijo un profesor judío que asistió a la citada sesión de formación:


"Están tratando de normalizar la yihad, pero tenemos que abordar el problema y decir claramente que para muchos musulmanes radicales significa violencia. Es una forma de mensaje subliminal y de lavado de cerebro. Al cambiar la terminología, se hace más fácil de decir y repetir, especialmente para los niños. Es como si 'genocidio' ya no significara genocidio, y 'terrorista' significara 'luchador por la libertad'. Cuando las gentes oyen la palabra yihad, ahora la asocian con una lucha para ir al gimnasio y no con la violencia. ¿Cómo van a ser capaces de detectar ideologías peligrosas y violentas? El Departamento de Educación está promoviendo esta tergiversación de la terminología."



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