Cómo el islam borró el cristianismo de Tierra Santa
RAYMOND IBRAHIM
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En un artículo
reciente, citamos la fuerte reacción que tuvo Jerónimo, arzobispo de
Atenas y toda Grecia, ante la decisión judicial de Egipto, ahora
revocada, de convertir el monasterio de Santa Catalina en el Sinaí,
declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en un museo. En un
momento dado, advirtió:
«El Gobierno egipcio ha optado efectivamente por
desmantelar toda noción de justicia y, de un solo golpe, intentar
borrar la propia existencia del monasterio, aboliendo su función
religiosa, espiritual y cultural.»
Borrar. Esa es la palabra clave.
El borrado ha definido durante mucho tiempo el
enfoque islámico hacia las civilizaciones preislámicas. Históricamente,
y como estamos presenciando ahora, el islam no se ha limitado a
apropiarse de las tierras de otros, sino que ha buscado activamente
borrar la memoria de quienes les precedieron.
¿Qué está pasando?
En este mismo momento, por ejemplo, Azerbaiyán,
de mayoría musulmana, está borrando sistemáticamente el patrimonio
cristiano de Artsaj y otras tierras armenias que recientemente ha
conquistado mediante la guerra. Se están demoliendo iglesias, retirando
cruces, profanando cementerios y difundiendo propaganda para afirmar
que estas tierras, que han sido cristianas durante casi dos milenios,
siempre fueron turcas o incluso protomusulmanas. (He hablado de esto en
varios artículos anteriores, véase aquí, aquí, aquí y aquí).
Este método de conquista y posterior borrado
histórico no es casual, sino estratégico. Al reescribir el pasado, el
islam legitima su lugar en el presente. Así, persiste ampliamente la
idea de que el mundo musulmán siempre ha sido musulmán.
Consideremos un ejemplo revelador: un informe de 2023 cita a un joven cristiano palestino que se lamenta:
«En vista de las dificultades económicas y la
inestabilidad política, la ocupación y el auge del fundamentalismo,
donde los cristianos nos enfrentamos a dificultades extremas y nos
sentimos rechazados, ¿por qué no hacer las maletas y volver a Europa?»
¿Volver a Europa? ¿No se da cuenta de que ya vive
en la cuna del cristianismo? ¿Que sus antepasados eran cristianos
siglos antes de que existiera el islam? ¿Cómo es posible que alguien
como él desconozca hechos tan fundamentales?
Joseph Hazboun, citado en el mismo informe, ofrece una explicación:
«Esto se debe a la desinformación en el plan de
estudios palestino, que cita que la historia palestina comienza con la
conquista árabe de Palestina, sin ninguna indicación de los primeros
siete siglos de cristianismo en Tierra Santa. La instrucción religiosa
en las escuelas y parroquias cristianas se centra en la formación de la
fe más que en la conciencia histórica, lo que da lugar a un
desconocimiento generalizado de la historia cristiana temprana en la
región.»
Cancelar a los cristianos
Este borrado no es exclusivo de Palestina. Por
todo Oriente Medio, la educación pública minimiza habitualmente —o
borra por completo— el patrimonio cristiano, al tiempo que blanquea el
papel del islam. Durante una conferencia celebrada en Ammán en 2016, la
Dra. Hena al-Kaldani decía:
«Hay una cancelación total de la historia
cristiana árabe en la era preislámica... muchos errores históricos y
saltos históricos injustificables en nuestro plan de estudios jordano.
Los libros de texto de décimo curso omiten cualquier mención a la
historia de la Iglesia en la región.»
Cuando se menciona el cristianismo, a menudo se
caracteriza erróneamente como una imposición occidental o una reliquia
colonial. El objetivo es claro: hacer que los cristianos autóctonos se
sientan extranjeros y que los musulmanes los vean como intrusos.
Kamal Mougheet, un profesor egipcio jubilado, se hace eco de esto:
«Suena absurdo, pero los musulmanes no saben
prácticamente nada sobre los cristianos, a pesar de que constituyen una
gran parte de la población y son los egipcios originales... Egipto fue
cristiano durante seis o siete siglos antes de la conquista musulmana
alrededor del año 640. Lo triste es que los libros de historia pasan de
Cleopatra [30 a. C.] a la conquista musulmana de Egipto [640 d. C.]. La
era cristiana ha desaparecido. Se ha esfumado. Un enorme agujero negro.»
Un informe de 2023 lo confirma:
«El programa educativo [egipcio] no hace ninguna
mención a otras creencias o religiones: no hay lecciones sobre figuras
históricas cristianas o judías egipcias, no se mencionan las fiestas no
musulmanas y no se dice nada sobre la historia copta, a pesar del
destacado papel de la Iglesia copta.»
Incluso en las décadas relativamente tolerantes
de 1940 y 1950, mis propios padres, que son cristianos coptos de
Egipto, recordaban que las escuelas ignoraban el helenismo, el
cristianismo y la Iglesia copta. Mil años de historia preislámica
habían desaparecido del plan de estudios. La historia comenzaba con los
faraones y saltaba directamente a la «apertura» árabe de Egipto en el
siglo VII, nunca una «conquista», siempre un eufemístico fath (apertura).
Engaño generalizado
Este patrón se repite en toda la región. Sharara Yousif Zara, antiguo funcionario del Ministerio de Educación de Irak, dijo:
«La situación es la misma en Irak. No hay casi
nada sobre nosotros [los cristianos] en nuestros libros de historia, y
lo poco que hay es completamente inexacto. No hay nada sobre nosotros
anterior al islam. Los únicos cristianos que se mencionan son los
occidentales. Muchos iraquíes creen que emigramos aquí, que somos
huéspedes.»
Este revisionismo ha tenido profundos efectos no
solo en los musulmanes, sino también en los propios cristianos. A
menudo me preguntan, incluso en Occidente, por qué los cristianos
«eligen» vivir en Oriente Medio entre musulmanes que los persiguen,
pasando por alto completamente el hecho de que estos cristianos no son
recién llegados, sino los habitantes originarios de la tierra.
El resultado: los cristianos autóctonos llegan a
verse a sí mismos como extranjeros y los musulmanes los ven como
intrusos ajenos.
¿La amarga ironía? Muchos musulmanes que
persiguen a los cristianos hoy en día descienden de cristianos que se
convirtieron hace siglos para escapar de la persecución. Ahora
persiguen a sus primos cristianos, convencidos por una historia
fraudulenta de que estos cristianos son vestigios coloniales.
Y en esto, el mundo musulmán no está solo.
Occidente se dedica a la misma distorsión. Mientras que el islam
reescribe la historia para elevarse a sí mismo, el Occidente moderno
reescribe la historia para debilitar y socavar sus propios cimientos.
Tanto el islam como la izquierda progresista laicista —extraños
compañeros de cama— demonizan el cristianismo y distorsionan su legado.
Uno lo hace para dominar y el otro, extrañamente, para autodestruirse.
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