El ‘terrorismo islámico radical’ ya no existe, declara Kamala Harris
RAYMOND IBRAHIM
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En un vídeo
recientemente publicado de Kamala Harris hablando en el Centro Islámico
del Sur de California, la vicepresidente declaró: "Debemos tener el
valor de oponernos cuando utilicen ese término, 'terrorismo islámico
radical'".
Aunque hay mucho que decir sobre esta asnal declaración, lo primero que
me llamó la atención es cómo el planteamiento de Harris se ajusta
perfectamente a la antigua estrategia de la izquierda, una estrategia
que pocos en la derecha comprenden todavía.
La agenda izquierdista siempre ha sido multigeneracional, que requiere
paciencia y mucha subversión sutil y luz de gas. Comenzó con peticiones
pequeñas, aparentemente razonables, pero con cada victoria –es decir,
cada vez que la gente normal y racional accedía a lo que
instintivamente sabía que estaba mal– el listón se elevaba, preparando
el camino para peticiones más irracionales convertidas en exigencias.
Por ejemplo, la depravación sexual. Al principio, se nos dijo que los
homosexuales lo único que querían era ser tratados con plena igualdad y
aceptación, sin sufrir discriminación ni nada peor.
Esa petición se concedió cuando la gente renunció voluntariamente a la
verdad sobre la sexualidad, pero ¿se detuvo ahí? No. Ahora, décadas
después, si no "celebras" y permites que tus hijos se sumerjan y
adoctrinen en los tipos más perversos y viles de depravación sexual, se
te considera una amenaza para la sociedad.
Ahora, consideremos cómo la afirmación de Kamala sobre el "islam
radical" encaja perfectamente en este paradigma izquierdista de hacer
una petición pequeña y aparentemente inocente, solo para hacer otras
mayores y más insensatas una vez que es aceptada.
Tontos y más que tontos
Ya en 2001, cuando los estadounidenses en general se fijaron por
primera vez en el islam, se desarrolló rápidamente un debate: ¿Actuaban
los grupos terroristas musulmanes de acuerdo con las enseñanzas
islámicas o en contra de ellas? ¿Promovía el islam el terrorismo o era
la "religión de la paz"?
De este debate surgió triunfante la expresión "islam radical", que al
principio se consideró una especie de compromiso. Llegó a significar
que, aunque el islam en sí mismo es inocente, las enseñanzas islámicas
pueden, no obstante, ser manipuladas o "tergiversadas" de forma que
apoyen las creencias y objetivos de grupos terroristas como Al Qaeda.
Esto, por supuesto, no hizo más que abrir la puerta a un mayor
relativismo y allanar el camino a la idea dominante y ampliamente
aceptada de que "el islam es paz",
por citar al expresidente George W. Bush. El único problema era que
había "malos" que manipulaban hábilmente las enseñanzas y escrituras
islámicas para decir y apoyar lo que ellos creían y hacían.
Ahora, más de dos décadas después, tenemos a Kamala Harris diciendo que
incluso esa formulación políticamente correcta y altamente desinfectada
ya no es aceptable. No solo se espera que rechacemos la idea de que el
propio islam patrocina la violencia y la intolerancia –que fue el
resultado neto de aceptar la expresión "islam radical"–, sino que ahora
ni siquiera podemos aceptar que haya versiones "radicales" del islam.
Y así seguimos yendo de tontos a más que tontos.
La yihad es necesaria
Acabar con el concepto de "islam radical" anula necesariamente a los
"musulmanes
radicales", ya que estos últimos se basan en la existencia de lo
primero,
allanando así el camino a otra falsedad aún más absurda: si no existen
"musulmanes radicales", entonces siempre que los musulmanes
arremeten, e independientemente de lo que digan (gritos de "Alahú
akbar" y similares), en realidad estarían motivados por factores que no
tienen absolutamente nada que ver con el islam, o incluso con su propia
lectura del mismo (agravios, economía, cambio climático, Israel, etc.).
Mientras tanto, en el mundo real, el islam como tal –no el islam radical–
es hostil a todo lo que representa la civilización occidental. El Corán
y Mahoma alaban repetidamente el terrorismo. La yihad, definida como
guerra contra los no musulmanes por la única razón de que no son
musulmanes, es un aspecto normal de la fe islámica. Antes de que se
instaurara
la era del relativismo y la corrección política, incluso las
autoridades más prestigiosas y serias lo mantenían.
Así, la versión original de la entrada sobre la "yihad" (escrita por Emile Tyan) de la Enciclopedia del Islam británica afirma que:
"la difusión del islam por las armas es un deber
religioso de los musulmanes en general... La yihad debe continuar hasta
que el mundo entero esté bajo el dominio del islam... El islam debe dominarlo todo
completamente antes de que la doctrina de la yihad se pueda
eliminar."
De ahí la importancia de las palabras y la necesidad usarlas con precisión. Lo
vengo defendiendo (en vano) desde 2009, incluso lo hice una vez ante una
comisión del Congreso de Estados Unidos.
La rana puesta a hervir
Si la sociedad estadounidense se hubiera opuesto abiertamente y hubiera levantado su voz contra
la normalización de la homosexualidad y la depravación sexual en
general –como ha hecho y sigue haciendo el 90 por ciento de la
población mundial–, la pelota se habría parado en los años sesenta.
Y lo mismo ocurre con el islam. Si la gente hubiera rechazado términos
políticamente correctos como "islam radical" por ser engañosos
encubridores de los peligros que conllevan, el asunto habría terminado a principios
de la década de 2000, y no habrían tenido lugar tantos acontecimientos negativos, como la
inundación de Occidente en general y de Europa en particular con
"refugiados" musulmanes que se comportan más bien como terroristas.
¿La lección? La aceptación de una pequeña mentira siempre abre la
puerta a la inevitable aceptación de más mentiras y sus negativas ramificaciones. Pero como eso ocurre de manera lenta y sutil, la rana está puesta a hervir y Estados Unidos no se da cuenta.
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