‘Vosotros trabajáis, dadnos el dinero, ¡Alahú Akbar!’ La falsa historia de la yizia

RAYMOND IBRAHIM





En un editorial titulado "Yihad en el Congo", este verano el ISIS se jactaba de sus "recientes operaciones, en las que se derramó la sangre de decenas de cristianos, y donde muchos huyeron, dejando atrás su dinero para ser confiscado como botín o para ser destruido por el fuego provocado por los muyahidines".


El grupo terrorista islámico también ofreció "buenas noticias" a los cristianos de la República Democrática del Congo:


"A los cristianos, sus instituciones y sus organizaciones comunitarias [que] buscan soluciones a largo plazo que les libren de una vida rodeada de muerte en todas direcciones les damos la buena noticia de que la única solución para ellos es convertirse al islam, o pagar la yizia y permanecer sumisos. De lo contrario, las invasiones continuarán contra ellos, así como los asesinatos, la quema de sus casas y tiendas y la confiscación de su dinero."


No es la primera vez que se menciona esta palabra yizia, tan extraña a los oídos occidentales, en relación con la matanza de cristianos por los musulmanes. A principios de este año, en Mozambique, después de que los yihadistas asesinaran a un conductor de autobús cristiano, dejaron una nota en el lugar de los hechos:


"Declaramos la guerra a todos los cristianos del mundo por tres cosas: o hacerse musulmanes o pagar la yizia. Si no habéis pagado la yizia es una guerra hasta el fin del mundo, Qiyama. [En otras palabras, guerra hasta los confines de la tierra hasta el Día de la Resurrección]... Si vosotros [los cristianos] os negáis [a convertiros al islam], entonces pagaréis la yizia, y si os negáis a pagar la yizia seréis asesinados.



Rescate religioso


Ya hemos analizado el significado de yizia en un artículo anterior. Recapitulando, la palabra deriva del Corán:


"Combatid, entre aquellos a quienes se les dio el libro, contra los que no creen ni en Dios ni en el último día, que no prohíben lo que Dios y su enviado han prohibido, y no profesan la religión de la verdad, hasta que paguen el tributo [yizia]con su mano y en estado de sometimiento" (Corán 9,29).


En otras palabras, los cristianos y judíos conquistados debían comprar con dinero sus vidas, que de otro modo perderían ante sus conquistadores musulmanes. Como dijo sucintamente un jurista medieval: "sus vidas y sus posesiones solo están protegidas mediante el pago de la yizia".


Por cierto, el llamamiento del Corán a que los infieles paguen la yizia "en estado de sometimiento" es precisamente la razón por la que el editorial del ISIS insta a los cristianos del Congo a "pagar la yizia y permanecer sumisos". El pago de la yizia nunca se limitó a extorsionar a los "infieles"; también era un recordatorio para que "conocieran su lugar". Algunos juristas del islam ordenaron varios rituales humillantes en el momento del pago de la yizia. El funcionario musulmán que presidía la ceremonia podía abofetear, estrangular y tirar de la barba al cristiano o judío que pagaba, a quien también se podía obligar a acercarse al funcionario a cuatro patas.


Aunque la intervención europea directa en el siglo XIX puso fin a las exacciones de la yizia, hoy en día –ya sea institucionalizada como en el Estado Islámico y sus ramificaciones, o como una lógica "justiciera" para saquear a los infieles, como ocurre en Mali– la yizia está de vuelta.



Extorsión, colapso, derribo: te han pillado


Dicho esto, hay una razón por la que la perenne institución de extorsionar a los infieles por dinero es tan desconocida o incomprendida en Occidente. En consonancia con un tema abordado recientemente (cómo una falsa historia del islam socava la capacidad del Occidente moderno para comprender los peligros del credo de Mahoma) los académicos han deformado completamente el significado de la yizia.


Consideremos el siguiente extracto de John Esposito, director del Centro Príncipe Alwaleed para el Entendimiento Musulmán-Cristiano de la Universidad de Georgetown:


"En muchos sentidos, las poblaciones locales [cristianos, judíos y otros] encontraron el gobierno musulmán más flexible y tolerante que el de Bizancio [cristiano] y Persia [zoroástrica]. Las comunidades religiosas eran libres de practicar su fe para rendir culto y para regirse por sus líderes religiosos y sus leyes en ámbitos como el matrimonio, el divorcio y la herencia. A cambio, debían pagar tributo, un impuesto de capitación (yizia) que les daba derecho a la protección musulmana frente a agresiones exteriores y les eximía del servicio militar. Por eso se les llamaba "protegidos" (dimmíes). En efecto, esto significaba a menudo menos impuestos, mayor autonomía local".


A pesar del tono casi efusivo con respecto al dominio musulmán, la idea de que la yizia se cobraba para comprar "la protección musulmana frente a la agresión exterior" es una mentira absoluta, al igual que la afirmación de Esposito de que la yizia se pagaba para "eximirlos [a los no musulmanes] del servicio militar", como si los musulmanes conquistadores quisieran o permitieran que sus súbditos "infieles" conquistados e impuros lucharan a su lado en nombre de la yihad (guerra santa contra los infieles) sin convertirse primero al islam.



Desmontando los mitos


Sin embargo, esos dos mitos están ampliamente aceptados. En su escrito "Nada 'islámico' en el Estado Islámico, parte 2ª: qué significa realmente la 'yizia'", Hesham A. Hassaballa recicla esas invenciones en BeliefNet, citando al capellán musulmán de la Universidad de Princeton, Sohaib Sultan, quien concluye: "Así pues, la yizia no es ni más ni menos que un impuesto de exención en lugar del servicio militar y en compensación por el 'pacto de protección' (dimma) concedido a esos ciudadanos por el poder islámico".


En realidad, y como se ve a través de las palabras de una variedad de musulmanes autorizados, pasados y presentes, la yizia era y sigue siendo dinero de protección –no de los forasteros, como afirman Esposito y otros, sino de los propios musulmanes circundantes. Ya se trate del primer califato de hace más de un milenio o del más reciente, el Estado Islámico, los señores musulmanes consideran que la vida de sus súbditos "infieles" está perdida a menos que paguen un rescate con dinero. El infiel subyugado es una bestia que hay que ordeñar "hasta que no dé más leche y hasta que dé sangre", por citar las memorables palabras de uno de los primeros califas, Suleimán Abdul Malik.


No hay nada humano, razonable o admirable en las exigencias de yizia para las minorías no musulmanas conquistadas, como afirman ciertos académicos. La yizia es simplemente dinero de extorsión. Su propósito siempre ha sido proporcionar a los no musulmanes protección frente a los musulmanes, no por parte de los musulmanes: que paguen o, si no, que se conviertan al islam, o que mueran.


En términos más generales, el concepto de yizia ha llevado a algunos musulmanes a creer que todos los infieles "les deben". Como alardeó en una ocasión Anjem Choudary, clérigo paquistaní y beneficiario de asistencia social en Inglaterra:


"Cobramos la yizia, que es nuestro haq [derecho en árabe] de todos modos. La situación normal, por cierto, es aceptar dinero del kafir [el infiel], ¿no? Así que esta es la situación normal. Nos dan el dinero –vosotros trabajáis, dadnos el dinero, ¡Alahú Akbar! Nosotros cogemos el dinero."


La yizia sigue abriéndose camino: por ejemplo, recientemente ocurrió un caso en Egipto, donde los musulmanes descuartizaron a un cristiano inocente, porque su familia no podía satisfacer sus exigencias de rescate. Mientras tanto, Occidente, engañado por las "lecciones" de una historia falsificada, sigue sin enterarse.



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