Cuento con moraleja: el presente islámico de Egipto podría ser el futuro de la saría en Occidente
RAYMOND IBRAHIM
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Un viejo drama que pone de relieve la persecución musulmana contra los cristianos, permanente pero totalmente ignorada, vuelve a representarse en uno de sus principales teatros: Egipto.
El 23 de abril 2024, en el pueblo de Al-Fawakhir, más de 500 musulmanes
atacaron salvajemente e incendiaron las casas de los cristianos debido
al rumor de que se iba a construir una iglesia en el pueblo.
"Los extremistas lanzaron piedras contra las casas de los coptos y
corearon consignas [islámicas] [como «Alahú Akbar»], prendiendo fuego a
varias casas entre los gritos de las mujeres y los niños. El ataque
continuó durante horas antes de que llegaran las fuerzas de seguridad.
La magnitud del incendio era tal que podía verse a kilómetros de
distancia."
Aunque en algunos casos los musulmanes intentaron impedir que los
cristianos escaparan de los infiernos, no se registraron víctimas.
Hogar de varios cientos de familias cristianas, Al-Fawakhir, como la
mayoría de los pueblos de Egipto, no tiene iglesia. Por ello, un
sacerdote copto puede visitarla ocasionalmente y a veces celebrar un
oficio religioso en un hogar cristiano. Esto hizo que los musulmanes
lanzaran el rumor de que la casa iba a convertirse en una iglesia
permanente, hasta el punto de que:
"Las autoridades enviaron una comisión para inspeccionar el lugar y
asegurarse de que no se estaba llevando a cabo, ni planeando, tal
«conversión». Sin embargo, los fanáticos locales empezaron a agitar a
la población e iniciaron la violencia."
Tres días después, el 26 de abril –un viernes, cuando los musulmanes
acostumbran a exaltarse unos a otros contra los «infieles» durante las
oraciones de la mezquita y luego buscan jaleo–, los fanáticos de otro
pueblo, Al-Kom Al-Ahmar, atacaron a su minoría cristiana por haber recibido permiso para construir una iglesia evangélica.
En relación con estos ataques, Adel Guindy, cofundador de Solidaridad Copta y autor de Una espada sobre el Nilo, declaró:
"En un suceso demasiado habitual en las zonas rurales de Egipto, los
musulmanes, que por lo demás pueden contentarse con una vida de baja
calidad (por ejemplo, sin hospitales ni servicios públicos adecuados),
entran en paroxismos incontrolables ante la mera insinuación de que los
cristianos podrían conseguir un lugar donde rezar, lo que en sí mismo
no es una hazaña fácil, ya que requiere una licencia gubernamental que
tardan años o incluso décadas en obtener. Tras encendidas incitaciones,
las turbas atacan los hogares y negocios de los coptos, todo ello bajo
la atenta mirada de las autoridades, que suelen ser, al menos en parte,
cómplices. Los culpables rara vez son castigados, si es que lo son
alguna vez, lo que invita a repetir tan desagradable situación."
De hecho, como señala un informe:
"Los atentados de Al-Fawakhir no son incidentes aislados. En los
últimos años se ha producido un preocupante aumento de la violencia
sectaria contra los coptos en Egipto. Estos ataques han ido desde daños
a la propiedad hasta incendios provocados e incluso asesinatos. Las
causas subyacentes de esta violencia son complejas y polifacéticas,
pero a menudo se derivan de una combinación de extremismo religioso,
discriminación social y manipulación política."
No sólo eso, sino que los patrones de persecución suelen ser
idénticos. Los ataques a los cristianos de Egipto por rumores de que
están construyendo una iglesia –o porque realmente recibieron una
licencia para construir una iglesia– son inmensamente comunes. (Véanse
ejemplos de los últimos meses aquí, aquí y aquí.)
En un caso, el pasado diciembre, los musulmanes aterrorizaron
a los cristianos porque habían recibido un permiso para construir una
iglesia (muchos años después de haberlo solicitado por primera vez y de
haberlo solicitado continuamente a las autoridades). Entre otros actos
violentos, los musulmanes incendiaron la casa y parte del ganado de uno
de los cristianos. Se enviaron fuerzas de seguridad para poner orden y
se detuvo temporalmente la construcción de la iglesia (un punto
importante que hay que volver a tratar). Dos días después, el 18 de
diciembre, según un testigo presencial, los cristianos se vieron,
"conmocionados por la aparición de decenas de extremistas, a pesar de
la presencia de la seguridad. Atacaron las casas de los coptos al ritmo
del takbirat [es decir, gritos de «Alahú Akbar»] y cantos de
rechazo a la construcción de la iglesia: «A lo largo y ancho,
derribaremos la iglesia» [que rima en árabe]. Lanzaron piedras contra
algunas casas coptas y prendieron fuego a otras... Los coptos viven
ahora en estado de pánico. Todos están [escondidos] dentro de sus
casas."
Al mismo tiempo que estos levantamientos de turbas musulmanas ha habido
un aumento de supuestos incendios «accidentales» en iglesias de Egipto
(el ejemplo más reciente es de hace un mes). Solo en un mes (agosto de 2022), 11 iglesias
«se incendiaron accidentalmente» (o eso concluyeron inmediatamente las
autoridades). En una de ellas quemaron vivos a 41 cristianos (para más
información sobre este fenómeno, véase aquí y aquí). Teniendo en cuenta que «cerca
de mil iglesias han sido atacadas o incendiadas por turbas en las
últimas cinco décadas [desde los años 70] en Egipto», la sospecha
parece justificada.
La hostilidad musulmana hacia las iglesias se remonta al artículo 2 de
la Constitución egipcia: «El islam es la religión del Estado... Los
principios de la saría islámica son la principal fuente de la
legislación».
La saría islámica es decididamente hostil a los lugares de culto no musulmanes. Según las Condiciones de Omar,
un texto fundamental para los musulmanes sobre el trato a los
«infieles» cristianos, para admitir que existan en un Estado islámico
(o sea, en una antigua nación cristiana conquistada por el islam), se
ordena a los cristianos:
"No construir iglesias en nuestra ciudad –ni monasterios, conventos o ermitas de monje en los alrededores– y no reparar
las que estén en ruinas o en barrios musulmanes. No hacer sonar
nuestros címbalos salvo ligeramente y desde lo más recóndito de
nuestras iglesias. No exhibir la cruz en ellas [iglesias], ni levantar
la voz durante la oración o las lecturas en nuestras iglesias que estén cerca de
los musulmanes..." (traducido en Crucified again, págs. 24-30).
Aunque esa ley no se aplica estrictamente, su «espíritu», que genera
hostilidad hacia las iglesias entre las masas egipcias, perdura
claramente, incluso entre las autoridades. Como ya se ha dicho aquí, en
Egipto hay una mezquita o sala de oración por cada 83 musulmanes, pero
sólo una iglesia por cada 2.000 cristianos. Millones de cristianos
egipcios mendigan habitualmente a sus autoridades locales los permisos para
construir iglesias.
Quizá lo peor de todo sea la interacción entre los «radicales» y las
autoridades, que casi siempre responden apaciguando a los alborotadores
y castigando a las víctimas, es decir, rescindiendo los permisos para
construir iglesias con la acusación de que son «un riesgo para la
seguridad».
Por ejemplo, el 24 de diciembre de 2022, víspera de Navidad en
Occidente, los musulmanes atacaron salvajemente a los cristianos
después de que las autoridades les dieran permiso para arreglar el
tejado derrumbado de su iglesia, que había caído sobre varios fieles y
los había herido. Al día siguiente, el gobernador musulmán respondió a
la violencia anulando el permiso de la iglesia para arreglar su tejado
derruido, diciendo a los cristianos que objetaban que «rezaran bajo la
lluvia».
Un conjunto similar de circunstancias obligó a los cristianos de una
iglesia incendiada a celebrar la Pascua en las calles de Egipto (imagen
arriba).
En total, hay más de 50 iglesias en Egipto que han sido clausuradas con
el dudoso argumento de que suponen una amenaza para la seguridad, es
decir, porque los musulmanes se amotinan contra su existencia.
Consideremos el relato de un tal Moheb, cuya iglesia fue clausurada en 2018:
"Una gran cantidad de jóvenes musulmanes, de entre 16
y 26 años, de nuestro pueblo y de los alrededores se reunieron frente
al edificio de nuestra iglesia, gritando «Alahú Akbar» y coreando
consignas hostiles contra los coptos y la Iglesia, como «No queremos
una iglesia en nuestro pueblo islámico»... Intentaron romper la
puerta principal... pero la cerramos por dentro. Llamamos
inmediatamente a la policía, que llegó y dispersó a los manifestantes,
pero no detuvo a nadie. Después cerraron el edificio de la iglesia, lo
precintaron y pusieron guardias de seguridad."
En respuesta a estos cierres, Gamil Ayed, un abogado copto local, expresó un sentimiento típicamente cristiano:
"No hemos oído que se haya cerrado una mezquita o que
se haya dejado de rezar en ella porque no tuviera licencia. ¿Es esto
justicia? ¿Dónde está la igualdad? ¿Dónde está la libertad religiosa?
¿Dónde está la ley? ¿Dónde están las instituciones del Estado?"
Tras el cierre de su iglesia, otro cristiano, Rafaat Fawzy, expresaba las
penurias desproporcionadas que causa una discriminación tan innecesaria:
"En nuestro pueblo hay unos 4.000 cristianos y ahora
no tenemos ningún lugar donde celebrar el culto. La iglesia más cercana
está ... a 15 km de distancia. Es difícil ir [a pie] a
rezar a esa iglesia, sobre todo para los ancianos, los enfermos y los
niños."
También hizo las mismas preguntas que se plantean millones de cristianos en Egipto:
"¿Dónde están nuestros derechos? Hay siete mezquitas
en nuestro pueblo y los musulmanes pueden rezar en cualquier lugar
libremente, pero a nosotros se nos impide practicar nuestros ritos
religiosos en un lugar sencillo con el que hemos estado soñando. ¿Es
esto justicia? Estamos oprimidos en nuestro país y carecemos de derechos."
Una última reflexión para los cristianos de Occidente: Esta mentalidad
anticristiana y contraria a la Iglesia es la que las «élites» están
importando a Occidente en el contexto de la inmigración masiva. Debería
quedar perfectamente claro por qué, en toda Europa occidental, están
ardiendo las
iglesias con creciente frecuencia.
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