El genocidio ‘gota a gota’ de los cristianos

RAYMOND IBRAHIM





Aunque la violencia abierta es una forma bien conocida, y muy obvia, de aniquilar a un pueblo, menos conocidas son las formas sutiles, a cámara lenta, que pueden ejercerse para asfixiar a un pueblo hasta su extinción.


Así, el cardenal Louis Raphael Sako, jefe de la Iglesia caldea en Irak, dio recientemente la voz de alarma por la casi extinción del cristianismo en Irak (donde había estado firmemente arraigado durante casi 2.000 años, desde poco después de la época de Cristo). Aunque mencionó la forma más obvia de persecución, el auge del Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) y otros elementos "radicales"- también dejó claro que el sentimiento anticristiano impregnaba toda la sociedad musulmana iraquí y el gobierno (instalado por Estados Unidos).


El cardenal Sako habló de cómo "continúan los ataques a los cristianos, contra sus capacidades, sus empleos, la confiscación de sus propiedades", y relató "casos de conversiones forzadas por el ISIS u otros, la islamización de menores, la no preservación de sus derechos, un intento de borrar deliberadamente su patrimonio, su historia, su legado religioso, y expresiones de odio en algunos discursos religiosos, así como en los libros escolares".


El artículo que recoge las palabras de Sako, "La fe que desaparece: el éxodo de los cristianos de Irak", concluye: "Es este constante 'gota a gota' de intolerancia y marginación el que envía el mensaje 'Ya no sois bienvenidos' a un pueblo que vive en la región desde hace casi 2.000 años".



Limpieza étnica de los cristianos


No es la primera vez que se describe el lento genocidio de los cristianos como un "gota a gota". En 2017, el destacado autor, periodista y político paquistaní Farahnaz Ispahani decía:


"Justo antes de la partición de India y Pakistán, teníamos un equilibrio muy saludable de religiones distintas del islamismo. Hindúes, sijes, cristianos, zoroástricos. [Ahora] Pakistán ha pasado del 23% [no musulmán], que es casi una cuarta parte de su población, al 3% actual. Yo lo llamo 'genocidio por goteo', que es el tipo más peligroso de aniquilación de comunidades religiosas... No ocurre en un día. No ocurre en unos pocos meses."


El hecho de que los musulmanes hayan exterminado por la espada a pueblos no musulmanes desde el siglo VII hasta el presente está, por supuesto, bien documentado. Pero, ¿qué hay de este "genocidio a cámara lenta" más sutil? ¿Cómo opera?


La respuesta está relacionada con otra pregunta. Ante todo, ¿por qué tantos no musulmanes se hicieron musulmanes?



La persecución no es un fallo, sino una característica


Muchos musulmanes modernos y apologistas occidentales afirman que los antepasados de los 1.500 millones de musulmanes actuales se convirtieron al islam debido a su atractivo intrínseco; que la coacción y persecución que el ISIS y otros cometen hoy en día es una aberración.


Por el contrario, muchos registros históricos musulmanes y no musulmanes dejan claro que la mayoría de la gente abrazó el islamismo no por fe sincera, sino por una miríada de razones, desde el deseo de disfrutar de las ventajas de estar en el "equipo ganador" hasta el intento de evitar las condenas por estar en el "equipo perdedor".


Dado que los hechos bien documentados tienen poca influencia en el sentido ahistórico de la realidad del Occidente moderno, felizmente el sentido común valida lo que la historia registra: el mundo islámico se construye sobre la base no tanto del genocidio físico de los infieles, sino del genocidio espiritual y cultural de su identidad.


Esta matanza de dos pájaros de un tiro siempre fue más ventajosa para el islam: mientras se purga la antigua identidad religiosa/cultural del no musulmán, su cuerpo permanece para fortalecer las filas del islam.



Egipto fue una vez tan cristiano como Italia


Egipto sirve de paradigma ideal. Había sido cristiano durante siglos en la época en que se estaba formulando el islam. Alejandría era el centro eclesiástico más importante del saber cristiano de la antigüedad y, junto con Roma y Antioquía, una de las tres grandes sedes originarias.


Alrededor del año 400, unos dos siglos y medio antes de las invasiones árabes, el europeo Juan Casiano observó que "el viajero desde Alejandría, en el norte, hasta Luxor, en el sur, tendría en sus oídos, a lo largo de todo el viaje, los sonidos de las oraciones y los himnos de los monjes, esparcidos por el desierto, desde los monasterios y desde las cuevas, de monjes, ermitaños y anacoretas". Recientemente se han descubierto en distintas regiones de Egipto tanto el pergamino más antiguo que contiene palabras del Evangelio (que data del siglo I) como la imagen más antigua de Cristo.


¿Qué hizo que una nación tan antigua y fuertemente cristiana se convirtiera en islámica? Más concretamente, ¿qué hizo que los antepasados de los actuales musulmanes egipcios, la mayoría de los cuales eran cristianos coptos, abrazaran el islamismo?


Antes de responder a estas preguntas, debemos examinar otro factor que se ha pasado por alto. Desde el momento en que el islam conquistó Egipto (y gran parte del mundo cristiano entonces conocido), en el siglo VII y hasta bien entrada la era premoderna, la religión no era algo a lo que adherirse o cambiar libremente, como ocurre hoy en Occidente. La gente de entonces era creyente sincera; no existía un relato alternativo, ni las llamadas afirmaciones de "ciencia contra Dios". Como dijo Thomas Madden: "para los medievales, la religión no era algo que se hacía en la iglesia. Era su ciencia, su filosofía, su política, su identidad y su esperanza de salvación. No era una preferencia personal, sino una verdad permanente y universal".


En otras palabras, aunque el islam tuviera algún atractivo intrínseco, la idea de que los cristianos premodernos eran "libres" de elegir convertirse –libres de culpa, libres del miedo al Infierno, libres del trauma existencial que conlleva la apostasía– es anacrónica e inverosímil. Quienes cambian de religión con la misma frecuencia que cambian de zapatos pueden tener grandes dificultades para apreciar plenamente esta idea, pero no por ello deja de ser cierta.



Siglos de segregación y de linchamientos periódicos


Si los europeos estaban tan entregados al cristianismo en la época medieval, naturalmente también lo estaban los coptos de Egipto, que se convirtieron al cristianismo siglos antes que la mayoría de los europeos. ¿Qué les hizo convertirse al islam, de modo que sólo entre el 10% y el 15% de Egipto sigue siendo cristiano copto?


¿Es cierto, citando al profesor de la Universidad de Georgetown John Esposito, que los cristianos "eran libres de practicar su fe para rendir culto y regirse por sus autoridades religiosas y sus leyes en ámbitos como el matrimonio, el divorcio y la herencia. A cambio, se les exigía pagar tributo, un impuesto de capitación (yizia) que les daba derecho a la protección musulmana frente a agresiones exteriores y los eximía del servicio militar"?


Y sin embargo, a pesar de tal "magnanimidad" musulmana, y aunque se les dejó en paz y sin presiones, los cristianos originarios de Egipto ¿encontraron el nuevo credo de los árabes que blandían espadas y montaban camellos tan intrínsecamente atractivo que apostataron voluntariamente en masa de la religión de sus antepasados?


El sentido común sugiere que nada menos que una persecución extremadamente severa impulsó a los coptos y a otros a convertirse al islamismo.


Para el historiador que lee las fuentes primarias –en contraposición a las obras de ficción que se venden como "historia" por gente como Karen Armstrong y otros, como Juan José Tamayo en España– el ejercicio de sentido común anterior es superfluo. Las fuentes originales dejan muy claro que, mientras los coptos egipcios aceptaban el estatus de dimmíes –pagando constantemente grandes sumas de dinero en concepto de extorsión y aceptando vivir como súbditos de segunda clase con pocos derechos, a cambio de seguir siendo cristianos–, estallaban periódicamente brotes de persecución extrema. Y cada vez más cristianos se convertían al islam para encontrar alivio.



Machacados hasta que abandonaban a Cristo


Un ejemplo elocuente: en la autorizada historia de Egipto del historiador musulmán Taqi Al-Din Al-Maqrizi (m. 1442), se recogen anécdota tras anécdota de musulmanes quemando iglesias, masacrando cristianos y esclavizando a sus mujeres y niños. La única escapatoria entonces, como lo es cada vez más hoy, era que los cristianos se convirtieran al islam.


Tras relatar un episodio especialmente atroz en el que innumerables cristianos fueron masacrados, esclavizados y violados, y en el que se destruyeron unas 30.000 iglesias en Egipto y Siria –una cifra asombrosa que indica aún más lo cristiano que era Oriente Próximo antes del islam–, el piadoso historiador musulmán deja bien claro por qué los cristianos se convertían: "En estas circunstancias, un gran número de cristianos se hicieron musulmanes".


Así, mientras que muchos cristianos fueron purgados físicamente, muchos más fueron purgados espiritual y culturalmente para convertirlos en musulmanes. Según las definiciones reconocidas internacionalmente, ambas son formas de genocidio. "Matar" y causar "graves daños físicos o mentales" a miembros de cualquier grupo de personas son las dos primeras de las cinco definiciones legales de genocidio.


La tercera definición resume el "genocidio a cámara lenta" del que hablamos aquí: "Infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial".


Esto es exactamente lo que el islam hizo a sus súbditos no musulmanes conquistados a lo largo de los siglos. De hecho, no es coincidencia que esto se conozca en la jerga islámica como las Condiciones de Omar.



Un sistema diseñado para doblegar a la gente


Así pues, si los brotes de persecución masiva fueron fortuitos, el arraigado sistema de dimmitud, construido sobre las Condiciones de Omar, siempre estuvo presente para "inspirar" a los dimmíes no musulmanes, cada vez más empobrecidos, a convertirse.


Consideremos las palabras de Alfred Butler, un historiador del siglo XIX que escribía antes de que la corrección política llegara a dominar el mundo académico. En La conquista árabe de Egipto, describe esto en detalle antes de concluir.


"Lo sorprendente, por tanto, no es que tantos coptos cedieran a la corriente que los arrastraba con fuerza arrolladora hacia el islam, sino que una multitud tan grande de cristianos se mantuviera firme a contracorriente, sin que todas las tormentas de trece siglos hayan movido su fe de la roca en la que se fundamenta."


La misma forma de genocidio "gota a gota" se aplica en general al resto de las tierras cristianas y no musulmanas conquistadas. En la actualidad, el norte de África y Turquía son musulmanes en un 97%, a pesar de que, junto con Egipto y Siria, ambas regiones formaron en su día el corazón del mundo cristiano. (San Agustín, padre de la teología cristiana occidental, procedía de la actual Argelia; y Anatolia –"Turquía"– era el emplazamiento de las iglesias más antiguas, que recibieron epístolas de los apóstoles.)


En resumen, no es exagerado decir que "el mundo islámico" sería una fracción de su tamaño (y tal vez no existiría en absoluto) si no fuera por el hecho de que hubo más no musulmanes presionados a abandonar sus identidades mayoritariamente cristianas para evadir la persecución, que aquellos que fueron físicamente abatidos por la espada.


Mientras el islam sigue creciendo, si no inundando aquellas tierras históricamente cristianas que consiguieron mantenerse fuera al islam –es decir, Europa–, continúa la misma dinámica, lenta pero inexorable, ayudada e instigada por la izquierda atea.



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