Una historia de ‘la cruzada y la yihad’ (sin mencionar la yihad)

RAYMOND IBRAHIM





En mi continua búsqueda por desenmascarar a los académicos y otros supuestos expertos que se especializan en el campo de la historia y la interacción musulmano-cristiana, como John Esposito y Karen Armstrong, echemos un rápido vistazo al libro de 2018 titulado La cruzada y la yihad. La guerra de los mil años entre el mundo musulmán y el Norte Global, de William R. Polk.


Como veremos, concentra todas las tergiversaciones y errores de la historia que han causado que Occidente se haya vuelto completamente desorientado con respecto a las raíces de su conflicto con el islam, lo que a su vez lo ha dejado completamente incapacitado para formular una respuesta a las amenazas islámicas actuales.


Para empezar, el título y el ambicioso subtítulo del libro lo presentan como una historia exhaustiva. En la cubierta se afirma que «La cruzada y la yihad es el primer libro que abarca, en un solo volumen, toda la historia del catastrófico encuentro entre el Norte Global... y las sociedades musulmanas». Al parecer, «explica las profundas hostilidades entre el mundo musulmán y el Norte Global y muestra cómo crecieron a lo largo de los siglos».


Sin embargo, resulta extraño que a los primeros mil años de historia se les dediquen apenas 30 páginas, a pesar de que el libro tiene 550 páginas. En otras palabras, solo un 5% del libro trata de los diez siglos cruciales del conflicto, entre los siglos VIII y XVIII.


¿Qué podría explicar este enfoque tan desigual? Después de todo, ese milenio inicial contiene todas las semillas del conflicto. Como escribió el historiador Franco Cardini en su libro de 1999, Europa y el Islam:


«Si nos preguntamos cómo y cuándo nació la noción moderna de Europa y la identidad europea, nos damos cuenta de hasta qué punto el islam fue un factor (si bien negativo) en su creación. Las repetidas agresiones musulmanas contra Europa entre los siglos VII y VIII, y luego entre los siglos XIV y XVIII ... fueron una 'violenta partera' para Europa.»



Un milenio perdido


Aunque estas «violentas parteras» se conocen hoy como sarracenos, moros, turcos y tártaros, sus invasiones y posteriores atrocidades se llevaron a cabo bajo la misma lógica yihadista utilizada por grupos contemporáneos como el Estado Islámico: en cuanto «infieles» (o kuffar), los europeos cristianos eran presa fácil para la violación, la esclavitud o la matanza.


O como escribe Bernard Lewis en su libro de 1993 El Islam y Occidente:


«Hoy en día tendemos a olvidar que durante aproximadamente mil años, desde la llegada del islam en el siglo VII hasta el segundo sitio de Viena en 1683, la Europa cristiana estuvo bajo la amenaza constante del islam, la doble amenaza de la conquista y la conversión. La mayoría de los nuevos dominios musulmanes fueron arrebatados a la cristiandad. Siria, Palestina, Egipto y el norte de África eran todos países cristianos, no menos, de hecho bastante más, que España y Sicilia. Todo ello dejó una profunda sensación de pérdida y un profundo temor.»


Polk no solo ignora estos siglos de formación, sino que lo que presenta está a menudo distorsionado a favor del islam. De nuevo, como explica la sucinta descripción del libro, «Polk muestra cómo el islam surgió y se extendió a través [eso es un eufemismo para decir conquistó violentamente] del norte de África hacia Europa, alcanzó su clímax en el vibrante y sofisticado califato de Al-Ándalus en la España medieval, y fue la luz brillante en una Edad Oscura europea».


Tras elogiar efusivamente a la España islámica, Polk escribe (con bastante desdén) que el «contraste con el resto de Europa era asombroso. Pocos en Europa sabían leer, y esos pocos estaban encerrados en monasterios... Es difícil encontrar pruebas de más de unos pocos hombres o mujeres cultos o incluso de cierto grado de refinamiento social. En Al-Ándalus, en cambio, florecieron las artes, se inventaron nuevas formas de poesía y avanzaron los gustos musicales».



El quid de la cuestión


El problema no es que estas descripciones sean falsas, sino que se presentan en el vacío. Sí, la España islámica fue muy próspera, pero, como en todos los Estados islámicos premodernos, su prosperidad se construyó casi por completo arrebatando a sus vecinos no musulmanes sus riquezas y sus cuerpos (Córdoba fue un emporio esclavista de carne europea durante siglos). En La historia de España (1952), Louis Bertrand, un historiador más honesto, resumió lo que la «avanzada y próspera» Al-Ándalus estaba haciendo a los cristianos del norte con las siguientes palabras:


«Para mantener a los cristianos [del norte de España] en su sitio no bastaba con rodearlos con una zona de hambre y destrucción. Era necesario también sembrar el terror y la masacre entre ellos. Dos veces al año, en primavera y otoño, un ejército salía de Córdoba para asaltar a los cristianos, destruir sus aldeas, sus enclaves fortificados, sus monasterios y sus iglesias... Si se tiene en cuenta que este bandolerismo era casi continuo, y que esta furia de destrucción y exterminio se consideraba una obra de piedad –era una guerra santa [yihad] contra los infieles–, no es de extrañar que regiones enteras de España quedaran irremediablemente estériles. Esta fue una de las causas capitales de la deforestación que aún sufre la Península. Con qué salvaje satisfacción y con qué piadosos acentos nos cuentan los cronistas árabes aquellas ... incursiones. Una frase típica para alabar la devoción de un califa era ésta: «Penetró en territorio cristiano, donde causó devastación, se dedicó al pillaje e hizo prisioneros»... La prolongada presencia de los musulmanes, por tanto, fue una calamidad para este infeliz país de España. Mediante su sistema de continuas incursiones la mantuvieron durante siglos en una condición de bandidaje y devastación».


Asimismo, Polk no menciona que el «asombroso» analfabetismo de los europeos fue en sí mismo un subproducto de la yihad. Tras la conquista musulmana de Egipto (641), dejó de importarse a Europa el papiro, lo que provocó que las tasas de alfabetización descendieran a niveles prerromanos. De hecho, la «Edad Oscura» de la Europa cristiana se produjo en gran medida «porque el islam había destruido la antigua unidad del Mediterráneo», como demostró el eminente medievalista Henri Pirenne en su libro de 1937 Mahoma y Carlomagno.


Por cierto, el otro 95% del libro de Polk también refleja una historia falsa, pero a la inversa. Lo explicaré en otro artículo.



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