¿Huríes o putas? Cómo las ‘72 vírgenes’ del islam incitan a los musulmanes a la violencia suicida

RAYMOND IBRAHIM





Un informe reciente pone de relieve lo que seguramente parecerá una "falsa noticias» a las sensibilidades occidentales: el hecho de que "casarse" con mujeres sobrenaturales en el paraíso islámico –las conocidas huríes– motiva a los jóvenes musulmanes en general, y a los terroristas suicidas palestinos ("mártires") en particular.


Los ejemplos que ofrece el informe son numerosos.


En un vídeo, la madre del terrorista muerto Abd Al-Jabbar Al-Sabbagh compartió sus últimos momentos:


"Me dijo: 'Mamá, esta es la última semana que me verás. Ya está, despídete de mí'. Yo le dije: 'Cariño, ¿por qué?' Él respondió: 'Ya está, siento que no me quedaré mucho más'. Estoy satisfecho, me voy con las doncellas de ojos oscuros [hur al-ayn en el árabe original] al paraíso, quiero el martirio'. Le dije: 'Alá estará satisfecho contigo'. El martirio es hermoso, no todos los que lo buscan lo merecen, pero la despedida es difícil."


En otro vídeo en el que habla de su sobrino "mártir", Intisar Nafea dice de Ashraf Nafea:


"Alabado sea Alá, [el mártir adolescente] Ashraf [Nafea] nos hace levantar la cabeza. El 1 de agosto [de 2024] iba a cumplir 18 años. Yo quería hacerle un cumpleaños. Me dijo: 'Cásame'. Le dije: '[Tendrás] 72 [Vírgenes] como tu tío'. Dijo: 'Claro. No quiero casarme con mujeres de este mundo, quiero casarme con las del mundo venidero'."


El hermano del terrorista Uday Al-Zayyat dijo:


"Le dije: 'Anda, cásate' ... Me dijo: 'En realidad quiero a las doncellas de ojos oscuros del Paraíso'. Alabado sea Alá, Alá le concedió el paraíso, Alá quiera que vea a las doncellas de ojos oscuros del paraíso."


Las esposas de otros "mártires" publicaron cosas como estas: "Todas elevad sonidos de alegría por él. No lloréis, es un novio, que todo el mundo lo acompañe a su boda".


Entonces, ¿quiénes son esas "vírgenes de ojos oscuros" que "anhelan" –como dijo otro palestino– a los mártires, a esos musulmanes que, en palabras del Corán, "matan y son matados" (Corán 9,111)?


El término árabe apropiado para estas entidades es hur al-ayn, comúnmente traducido por huríes. Son mujeres sobrenaturales y celestiales, "de grandes ojos" y "pechos redondeados", dice el Corán (56,22; 78,33), creadas por Alá con el propósito expreso de gratificar sexualmente a sus favoritas a perpetuidad.


Uno de los hadices canónicos, una sentencia atribuida a Mahoma que la corriente principal del islam reconoce como verdadera, afirma que Mahoma dijo:


"El mártir [shahid, el que muere luchando por el islam] es especial para Alá. Es perdonado desde la primera gota de sangre [que derrame]. Verá su trono en el paraíso ... Y copulará con setenta y dos huríes". (Véanse también Corán 44,54; 52,20; 55,72 y 56,22.)


Aunque para un occidental las huríes pueden evocar imágenes de genios con poca ropa u otros cuentos exóticos de Las mil y una noches –y, en consecuencia, descartarse como "cuentos de hadas" sin capacidad para inspirar a nadie–, lo cierto es que el deseo de estas concubinas inmortales ha llevado a los musulmanes a cometer actos de terror suicida, tanto en el pasado como en el presente, según consta en fuentes históricas tanto musulmanas como occidentales.


"En cuanto al entusiasmo religioso y el ardor por la guerra santa", escribe el historiador Marius Canard, "es cierto que numerosos musulmanes se sintieron movidos por este sentimiento... Hay numerosos relatos [en fuentes árabes] que describen a combatientes que van a la muerte con el corazón alegre, viendo visiones de las huríes celestiales que los llaman y les hacen señas."


De hecho, las huríes se describen siempre como presentes en los campos de la yihad, haciendo señas a los que aspiran a ser sus amantes para que corran a sus abrazos, participando en salvajes actos de "martirio". Esto es evidente desde el primer gran encuentro militar de Occidente con el islam, la fatídica batalla de Yarmuk (año 636). Allí, un musulmán se encontró con un camarada caído, "abatido en el suelo, y vi cómo levantaba los dedos hacia el cielo. Comprendí que se regocijaba, pues veía a las huríes". Otro jefe árabe dijo a sus hombres que una carga frontal contra los "perros cristianos" es sinónimo de una "¡carrera a los abrazos de las huríes!".


"Los predicadores musulmanes no cesaron de animar a los combatientes [en Yarmuk]: Preparaos para el encuentro con las huríes de los grandes ojos negros!", explica un historiador persa medieval. "Y con seguridad, nunca se ha visto un día en el que cayeran más cabezas que el día del Yarmuk".


Casi un milenio después, en la noche anterior al saqueo de Constantinopla en 1453, los turcos otomanos también invocaron a las huríes para enardecer el espíritu de lucha de los hombres. Los "derviches errantes visitaban las tiendas para infundir el deseo de martirio y la seguridad de pasar una juventud inmortal entre los ríos y jardines del paraíso, y entre los abrazos de las vírgenes de ojos negros [las huríes]".


En la crucial batalla de Mohacs, en 1526, setenta mil invasores musulmanes, descritos como devotos de la "yihad y el martirio", deseosos de "una vida perpetuamente dichosa" con "las huríes", derrotaron al hasta entonces poderoso reino de Hungría, construyeron una enorme pirámide de cabezas y regresaron a Constantinopla con cien mil esclavos.


Desde el principio, los observadores occidentales corroboraron los efectos hipnotizadores del canto de sirena de las huríes. Marco Polo (m. 1324) explicó por qué, tras asesinar a su objetivo, los hasasín (de donde viene la palabra "asesino") no huían, sino que esperaban a ser acuchillados por los guardias de su víctima. Estaban ansiosos por entrar en "el paraíso, donde se encontrarían todas las especies de gratificación sensual, en compañía de bellas ninfas [las huríes]".


En un "diálogo interreligioso" del siglo VIII entre el califa Omar II y el emperador romano de Oriente León III, este último escribió: "Nosotros [los cristianos] no esperamos disfrutar allí [en el cielo] del comercio con mujeres que permanezcan siempre vírgenes", pues "no ponemos fe en tales cuentos necios engendrados por la ignorancia extrema y el paganismo". Pero "para vosotros, que estáis entregados a los vicios carnales, y que nunca habéis sabido limitarlos, vosotros que preferís los placeres a cualquier bien, precisamente por eso consideráis que el reino celestial no merece la pena si no está poblado de mujeres [sobrenaturales]".


Si los musulmanes veneran el mundo del islam primitivo y tratan de emularlo, no debería sorprender que estas sirenas del islam sigan obrando su magia, más allá de las anécdotas iniciales referentes al adoctrinamiento palestino.


Por ejemplo, Naa'imur Rahman, un musulmán del norte de Londres, que fue "declarado culpable de conspirar para volar las puertas de Downing Street y asesinar a Theresa May ... estaba motivado por la idea de ser recibido por vírgenes en el paraíso tras el atentado, según escuchó el tribunal". Durante las conversaciones con un agente encubierto, Rahman le dijo que estaba deseando "arrancarle la cabeza [a May], sí":


"Quiero ir al cielo cuando lo haga. No quiero echarme atrás. Quiero que me maten, pero quiero hacer lo mío antes de que me maten...  [He estado pensando mucho en las huríes... Si Alá quiere, me reuniré con ellas pronto."


Antes de la batalla por Mosul a finales de 2016, el "califa" del Estado Islámico, Abu Bakr Al-Baghdadi, declaró:


"Todos [los que mueran combatiendo], sin excepción, entrarán en el paraíso como mártires.  Además, entraréis en el paraíso con cuatro huríes más que otros mártires. Porque igual que ahora estáis a mi lado, ellas estarán a vuestro lado, o debajo de vosotros, o por encima de vosotros, para que olvidéis lo que os sucederá a causa de la violencia, la muerte y la degradación en esta guerra."


Todo esto nos recuerda que la mentalidad musulmana y las motivaciones que la sustentan son múltiples y polifacéticas. Pocos en Occidente parecen entenderlo todavía y lo consideran, en el mejor de los casos, una aberración. Así, un reportero francés que una vez se infiltró y pasó un tiempo con el Estado Islámico dijo: "Nunca vi ningún islam. Ninguna voluntad de mejorar el mundo", solo hombres "suicidas" ansiosos por ser "mártires", según explicaban, en su "camino al paraíso", donde "nos están esperando las huríes".


Hasta el momento en que las mentes laicas occidentales dejen de proyectar sus propios paradigmas materialistas sobre los musulmanes en general, y los yihadistas en particular, y empiecen a entender los paradigmas y motivaciones del islam en sus propios términos, Occidente seguirá ignorando el consejo más antiguo y sencillo sobre la guerra: "conoce a tu enemigo".


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