Impulsado por la izquierda: iglesias de Canadá en llamas
RAYMOND IBRAHIM
|
A mediados de septiembre [2025], dos iglesias en Canadá
fueron atacadas por extremistas islámicos. El 16 de septiembre, Nuestra
Señora de las Nieves en Colville Lake, Territorios del Noroeste, la
única iglesia de la comunidad, fue incendiada y reducida a cenizas.
Solo unos días antes, unos vándalos habían destrozado ventanas y dañado
la propiedad de la iglesia copta ortodoxa de San Pedro y San Pablo en
Pointe-Claire, Quebec, además de pintar grafitis y romper cristales en
un convento cercano. Los lugareños calificaron los ataques de
«desgarradores» y «una gran pérdida para la comunidad».
Este tipo de ataques son habituales. Uno de los
más notables tuvo lugar el 9 de junio de 2024, cuando la histórica
iglesia anglicana de Santa Ana de Toronto y sus valiosas obras de arte
fueron incendiadas y reducidas a cenizas. El pastor, el reverendo Don
Beyers, dijo que su congregación estaba «totalmente devastada»:
«Estoy destrozado, lo siento por mi gente. No se
pueden imaginar lo que supone para una comunidad eclesial llegar el
domingo por la mañana y descubrir que todo por lo que han trabajado tan
duro y por lo que han hecho tanto [ha] desaparecido en cuestión de una
hora.»
Las autoridades dijeron en ese momento: «El
incendio aún no se ha considerado de naturaleza criminal», lo que
implica que no hubo juego sucio.
Esta puede parecer una conclusión razonable, al
menos para aquellos que no saben que Canadá —y no Nigeria o Egipto— se
ha convertido rápidamente en el epicentro mundial de los ataques
incendiarios contra iglesias. En los últimos cuatro años, más de 118
iglesias han sido vandalizadas, incendiadas o profanadas en el «Gran
Norte» (según un informe de abril de 2025, que no incluye todas las
demás iglesias que han sido atacadas en los últimos seis meses).
Este fenómeno recibió cierta atención mediática
después de que se incendiaran las primeras 30 iglesias aproximadamente
en el verano de 2021. Desde entonces, y de forma mucho más discreta —es
decir, con la menor atención mediática posible—, ese número ha seguido
creciendo, sin que las autoridades hayan hecho gran cosa, salvo ofrecer
su aprobación implícita a estos ataques terroristas anticristianos.
El falso escándalo que aviva los incendios
Antecedentes: Según los principales medios de comunicación
canadienses —todos ellos de izquierdas—, se descubrieron
tumbas sin identificar de nativos en internados de colegios, lo que
provocó acusaciones contra la Iglesia católica de matar sádicamente a
sus jóvenes estudiantes y tratar de encubrirlo.
El problema, sin embargo, es que esta narrativa
ampliamente difundida es intrínsecamente falsa. Estas tumbas estaban
marcadas y, por lo tanto, eran conocidas, y la mayoría de las personas
que presumiblemente estaban enterradas en ellas murieron por causas
naturales. Además, las muertes tuvieron lugar principalmente a
principios del siglo XIX. Al parecer, alguna epidemia, especialmente
común en aquella época, se desató en estos internados para indígenas
patrocinados por la Iglesia, en parte debido a la falta de higiene y de
tratamiento médico adecuado (en comparación con las normas y la
tecnología modernas). Como escribe Jeff Fynn-Paul, autor de Not Stolen.
The Truth About European Colonialism in the New World [No robado. La
verdad sobre el colonialismo europeo en el Nuevo Mundo]:
«Las recientes afirmaciones sobre el hallazgo de
«cientos» de tumbas en escuelas indígenas de Canadá, afirmaciones que
fueron propagadas nada menos que por la junta directiva de la
Asociación Histórica Canadiense, han resultado ser casi totalmente
infundadas... La idea de que estas escuelas se crearon con fines
maléficos ha sido desmentida rotundamente para cualquiera que se
moleste en investigarlo.»
Pero, ¿desde cuándo a quienes odian el
cristianismo les importa examinar los hechos cuando tienen a mano un
buen pretexto? Prefieren mucho más difundir afirmaciones de que jóvenes
indígenas inocentes fueron torturados, asesinados y enterrados en
secreto por clérigos crueles. Como afirma un informe, «en respuesta a
estos anuncios [de fosas comunes], los radicales de extrema izquierda
han aprovechado la oportunidad como excusa para aterrorizar a las
comunidades católicas y otras comunidades cristianas, atacando iglesias».
Si los «radicales de extrema izquierda» han sido
los soldados de a pie, los políticos de extrema izquierda —es decir, la
élite gobernante canadiense— les han proporcionado cobertura.
«Quemadlo todo».
El 30 de junio de 2021, después de que se
incendiaran las primeras dos docenas de iglesias, Harsha Walia,
entonces directora de la Asociación de Libertades Civiles de Columbia
Británica —que afirma «promover, defender, mantener y ampliar las
libertades civiles y los derechos humanos»— tuiteó con respecto a las
iglesias: «Quemadlo todo». (Menuda defensa de las «libertades civiles y
los derechos humanos» de los canadienses; al parecer, solo se aplican a
algunas personas, no a otras).
Como panyabí nacida y criada en Baréin, era lógico
que Walia respondiera de esta manera. No solo es habitual que se quemen
iglesias en el mundo musulmán, sino que Pakistán y la India son tan
anticristianos que actualmente ocupan el octavo y el undécimo lugar
entre los países que más persiguen a los cristianos en todo el mundo.
Solo en India, 2.228 iglesias fueron atacadas o incendiadas en 2023. Y 160 cristianos fueron asesinados.
Sin embargo, como de costumbre, el odio
islámico/indio hacia el cristianismo encuentra un aliado en la
«izquierda». La prominente abogada de Terranova Caitlin Urquhart se
limitó a repetir como un loro las palabras de Walia: «Quemadlo todo».
Heidi Mathews, de la Facultad de Derecho de Harvard, describió el
vandalismo y el incendio de iglesias como «el derecho a resistir la
injusticia extrema y sistémica». Gerald Butts, un confidente cercano
del primer ministro canadiense, dijo que los ataques eran
«comprensibles».
Y cuando era primer ministro de Canadá, Justin
Trudeau, tras ofrecer las habituales palabras huecas y decir que los
continuos ataques a iglesias son «inaceptables», afirmaba:
«Entiendo la ira que existe... contra instituciones
como la Iglesia católica. Es real y totalmente comprensible, dada la
vergonzosa historia de la que todos somos cada vez más conscientes.»
¿Lo entienden? Los ataques a iglesias cristianas
son «inaceptables», pero también «comprensibles». Teniendo en cuenta
que estas dos palabras se anulan entre sí, la de Trudeau fue una
llamada a la inacción, de ahí que se hayan producido docenas de ataques
más a iglesias desde que habló. Como dijo Ezra Levant el 7 de julio de
2021:
«Él [Trudeau] presentó en el Parlamento un proyecto
de ley contra los delitos de odio que tiene como objetivo los tuits y
las publicaciones en Facebook con contenido ofensivo, pero,
literalmente, hay iglesias que están siendo incendiadas por terroristas
al estilo Antifa y él casi no se pronuncia al respecto, y su mano
derecha [Gerald Butts] lo encuentra comprensible.»
El odio a Cristo
El hecho de que todas estas continuas agresiones a
iglesias en Canadá estén motivadas, ante todo, por el odio al
cristianismo queda ampliamente demostrado por el hecho de que iglesias
no católicas —como la anglicana de Santa Ana y, más recientemente, la
iglesia copta vandalizada en Pointe-Claire— se encuentran entre las
muchas que han sido atacadas o destruidas, aunque el pretexto oficial
sea la ira contra la Iglesia católica. De hecho, en 2021 otra iglesia
copta fue incendiada en Canadá, y las autoridades, una vez más,
por lo visto, no cumplieron con su deber.
La pregunta es obvia: ¿qué tienen que ver con este
asunto los coptos no europeos, cristianos nativos de Egipto (que
comenzaron a emigrar a Canadá más de un siglo después de que se cavaran
estas tumbas, principalmente para escapar de la persecución religiosa)?
Nada. Simplemente son cristianos, y eso es lo
único que importa, lo único que justifica los delitos de odio y la
indiferencia hacia ellos en el Canadá izquierdista.
Al fin y al cabo, el mal nunca necesita una excusa para manifestarse, aunque un pretexto siempre ofrece una buena cobertura.
Así, lo que antes era patrimonio exclusivo del
mundo islámico —la hostilidad y los ataques contra las iglesias— es
ahora una característica habitual y aceptable de Canadá. Teniendo en
cuenta que los izquierdistas radicales y los musulmanes radicales creen
en cosas diametralmente opuestas, cuando se trata de incendiar
iglesias, son, de manera bastante reveladora, estrechos aliados. Esto
dice mucho sobre lo que realmente les anima a ambos y lo que es, y
siempre ha sido, el núcleo de sus sistemas de creencias.
|
|
|