Santa Sofía:
verdadero "centro de conocimiento sobre el islam"
RAYMOND IBRAHIM
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El verano de 2020, las autoridades turcas
transformaron en mezquita (de nuevo) Santa Sofía,
que fue construida originalmente, y durante un milenio funcionó, como
una de las catedrales más grandes de la cristiandad. Ese viernes 24 de
julio de 2020 (que para millones de cristianos orientales ahora se
considera un "día
de luto"),
los musulmanes se congregaron dentro de la iglesia profanada, donde
dirigió el rezo un imán que blandía una espada, dando gritos
espasmódicos de "Alahú akbar".
Los turcos, comenzando por su presidente Recep Tayyip Erdoğan,
presentaron esta apropiación cultural como un "derecho" suyo. El imán
Ali Erbas, presidente de asuntos religiosos de Turquía, ha ido más
allá, afirmando
recientemente que "el objetivo es que todas nuestras mezquitas y
especialmente Santa Sofía se conviertan en centros de conocimiento
sobre el islam".
Que así sea. Como hace poco se ha conmemorado el aniversario de la
conquista turca de Constantinopla y su Santa Sofía, conviene repasar lo
que sucedió aquel día, 29 de mayo de 1453, un día que verdaderamente
imparte mucho "conocimiento sobre el islam", sobre todo porque tenemos
fuentes documentales que describen exactamente lo que hicieron los
turcos, particularmente en Santa Sofía y sus alrededores. (Todo el
texto citado en la siguiente narración está extraído de fuentes
contemporáneas, en su mayoría de testigos presenciales; las referencias
exactas se pueden encontrar en el capítulo 7 de Sword and Scimitar.)
Una vez que penetraron en Constantinopla, los "soldados turcos
enfurecidos ... no dieron cuartel":
"Después de la masacre, cuando ya no había resistencia, se dedicaron a
saquear y vagaban por la ciudad robando, despojando, saqueando,
matando, violando, tomando cautivos a hombres, mujeres, niños,
ancianos, jóvenes, monjes, sacerdotes, gente de todo tipo y condición …
Había vírgenes que se despertaron de un sueño turbulento para encontrar
a aquellos bandidos echándose sobre ellas con las manos ensangrentadas
y los rostros llenos de furia abyecta … [Los turcos] las arrastraron,
las desgarraron, las forzaron, las deshonraron, las violaron en
cualquier sitio y las sometieron a los más terribles ultrajes ... Niños
tiernos fueron brutalmente arrebatados del pecho de sus madres y las
niñas fueron despiadadamente entregadas a extrañas y horribles
coyundas, y así ocurrieron otras mil cosas terribles."
Debido a que miles de ciudadanos corrieron a refugiarse en Santa Sofía,
la antigua basílica reunió una excelente cosecha de esclavos, una vez
que se cerraron las puertas:
"Un turco buscaba al cautivo que parecía más rico, un segundo prefería
una cara bonita entre las monjas. ... Cada turco rapaz estaba ansioso
por llevar a su cautivo a un lugar seguro y regresar enseguida para
asegurarse un segundo y un tercer premio. … Entonces se podían ver
largas cadenas de cautivos saliendo de la iglesia y sus santuarios,
conducidos como ganado o como rebaños de ovejas."
Los esclavistas a veces se peleaban a muerte entre sí por "cualquier
chica bien formada", incluso cuando muchas de estas últimas "preferían
arrojarse a los pozos y ahogarse antes que caer en manos de los turcos".
Después de tomar posesión de Santa Sofía, que hasta entonces había sido
catedral durante mil años, los invasores "se dedicaron a toda clase de
vilezas en su interior, convirtiéndola en burdel público". En "sus
santos altares" ejecutaron "perversiones con nuestras mujeres, vírgenes
y niños", incluida "la hija del Gran Duque, que era muy hermosa". La
forzaron a "tumbarse en el altar mayor de Santa Sofía con un crucifijo
debajo de la cabeza y luego la violaron".
A continuación, "hicieron desfilar el Crucifijo [el principal de Santa
Sofía] en procesión burlesca a través de su campamento, tocando los
tambores ante él, crucificando de nuevo a Cristo
entre escupitajos, blasfemias y maldiciones. Le colocaron un gorro
turco ... en la cabeza y lo abucheaban gritando: "¡Mirad el dios de los
cristianos!"
Prácticamente todas las demás iglesias de la ciudad antigua sufrieron
la misma suerte. "Las cruces que estaban colocadas en los techos o las
paredes de las iglesias las derribaron y patearon". La eucaristía la
"arrojaron al suelo y la pisotearon". A las biblias les arrancaron los
decorados de oro o plata antes de quemarlas. "Los iconos sin excepción
los arrojaron a las llamas". Pusieron las vestiduras patriarcales en
las patas traseras de unos perros. Y colocaron las vestiduras
sacerdotales sobre caballos.
"En todas partes hubo desgracias, todos se sintieron conmocionados por
el dolor" cuando el sultán Mehmet finalmente hizo su entrada triunfal
en la ciudad. "Hubo lamentos y llantos en cada casa, gritos en las
encrucijadas y dolor en todas las iglesias; el gemido de los hombres
adultos y los gritos de las mujeres acompañaban al pillaje, la
esclavitud, la separación y la violación."
El sultán se dirigió a Santa Sofía, bajó del caballo y entró,
"maravillándose ante la visión" de la gran basílica. Después de haberla
despojado de sus cruces, estatuas e iconos (el propio Mehmet golpeó y
pisoteó sobre el altar mayor), ordenó a un muecín que subiera al
púlpito y pronunciara "sus detestables rezos", escribió un cristiano
apesadumbrado. "Entonces aquel hijo de iniquidad, aquel precursor del
Anticristo, se montó en la mesa santa para llevar adelante sus propios
rezos", de manera que "convirtió la Gran Iglesia en un santuario pagano
para su dios y su Mahoma".
Para rematar su triunfo, Mehmet hizo que los "miserables ciudadanos de
Constantinopla" fueran arrastrados ante sus hombres durante las
festividades vespertinas y "ordenó que muchos de ellos fueran
despedazados, a modo de entretenimiento". Al resto de la población de
la ciudad, hasta cuarenta y cinco mil, se los llevaron encadenados para
ser vendidos en los mercados de esclavos de oriente.
Este es el "conocimiento sobre el islam" que verdaderamente nos enseñan
las experiencias de Santa Sofía.
Rememorar con toda claridad la conquista de Constantinopla, como hace
este artículo, es doblemente importante ahora que Google y las Grandes
Tecnologías están, como los turcos, dedicados a ocultar la verdad de lo
ocurrido aquel día. Antes de que Turquía forzara la transformación de
Santa Sofía en mezquita, al buscar en Google la fecha "29 de mayo" (un
día que durante siglos, antes de Pearl Harbor, "vivía en la infamia"),
arrojaba numerosos resultados de búsqueda sobre la conquista musulmana
de Constantinopla; hoy, sin embargo, ofrece muy pocos.
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