Si las leyes occidentales se aplicaran de verdad, el Corán estaría prohibido
RAYMOND IBRAHIM
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Recientemente hemos visto cómo ciertas naciones occidentales (primero Dinamarca, luego Suecia)
han pasado de ser bastiones de la libertad de expresión a prohibir
cualquier discurso o expresión de "odio" contra el islam –por ejemplo,
la quema del Corán–.
No hace mucho, escribí:
"en lugar de prohibir la quema del Corán, parece que Escandinavia se
habría servido mejor a sí misma si hubiera prohibido el Corán por
completo".
Tal afirmación no es tan caprichosa como pudiera parecer. De hecho, si
Occidente siguiera sus propias leyes, ese sería el resultado
inevitable: habría que prohibir el Corán por rebosar discurso de odio
contra el "otro".
La ONU define el discurso del odio
Consideremos cómo define el término la Estrategia y plan de acción de la ONU contra el discurso de odio:
"Cualquier tipo de comunicación verbal, escrita o de comportamiento que
ataque o utilice un lenguaje peyorativo o discriminatorio con
referencia a una persona o a un grupo sobre la base de lo que son, en
otras palabras, sobre la base de su religión, etnia, nacionalidad,
raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad."
Eso es precisamente lo que hace el Corán: el libro sagrado del
islam "ataca" repetidamente, utilizando además un "lenguaje peyorativo
y discriminatorio", a las personas "basándose en su religión".
Consideremos solo estos pasajes referidos al cristianismo:
– "Los cristianos dicen que el Mesías es hijo de Dios... ¡que la maldición de Alá caiga sobre ellos!" (Corán 9,30).
– "Son infieles los que dicen que Dios es el tercero de tres" [referencia a la Trinidad cristiana] (Corán 5,73).
– "Son infieles los que dicen que Dios es el Mesías, hijo de María" (Corán 5,72).
Es imposible comprender cuánta animadversión hacia los cristianos se
expresa en estos versículos sin entender primero la palabra árabe kafir (a menudo traducida como "infiel" o simplemente "no musulmán"). El Corán se refiere a los kuffar (plural de kafir)
como intrínsecamente "culpables" e "injustos" (Corán 10,17; 45,31;
68,35). Hay que infundir terror en sus corazones (Corán 3,151). Son las
"peores bestias" (Corán 8,55; 98,6), comparables al "ganado" y
"carentes de entendimiento" (Corán 47,12; 8,65). Son los "enemigos"
naturales de los musulmanes (Corán 4,101), "odiados" y "maldecidos" por
Alá (Corán 2,89; 3,32; 33,64), quien además se declara su "enemigo"
implacable (Corán 2,98).
Así es como el Corán describe a todos los que creen que Jesús es el
Hijo de Dios, aunque nunca hayan hablado en contra del islam, ni le
hayan hecho daño. Esta es también la razón por la que el islam manda a
los musulmanes que odien a todos los no musulmanes, incluso si están emparentados con ellos o son sus cónyuges.
Un doble rasero
Ahora imaginemos que un texto básico cristiano, o simplemente un editorial de dibujos animados, declarara: "Son infieles [kuffar] aquellos que dicen que Mahoma es el profeta de Dios, que la maldición de Dios caiga sobre ellos".
Si los musulmanes consideraran que eso es incitación al odio (y lo
harían, con todos los disturbios, violencia, asesinatos, etc.),
entonces, con el mismo criterio, hay que admitir que el Corán contiene
incitación al odio contra los cristianos y el cristianismo.
Por supuesto, los cristianos no son las únicas gentes a las que el
Corán nombra y se dirige específicamente con un discurso de odio;
también lo son los judíos. Según el Corán,
los judíos son malditos (Corán 4,47), perversos (Corán 9,30) y
propensos a aceptar y transmitir mentiras (Corán 5,41); son obstinados,
rebeldes y blasfemos, y Alá los ha maldecido con enemistad y odio por
difundir maldades (Corán 5,64). Como castigo, Alá transformó
literalmente a algunos de ellos en simios (Corán 2,65).
Por cierto, ni siquiera hemos empezado a examinar los muchos versículos que no solo están llenos de odio, sino que realmente llaman a la violencia y a matar a la gente en función de su religión.
El Corán llama a los musulmanes a "matar a los asociadores dondequiera
que los encontréis. Capturadlos, asediadlos, tendedles emboscadas por
doquier" (Corán 9,5). (¿Es de extrañar que los musulmanes hayan
masacrado históricamente a unos 400 millones de hindúes?)
El Corán 9,29 llama a la guerra sin tregua contra cristianos y judíos
(conocidos colectivamente como "gente del libro") hasta que se
conviertan o paguen tributo (la yizia), aceptando vivir como súbditos de segunda clase, constantemente humillados y oprimidos por el poder islámico.
La gran ironía
La mayor ironía de todas es que el "odio" que dicen experimentar los
musulmanes –y al que responden con gran violencia y derramamiento de
sangre en todo el mundo– gira en torno a tonterías tales como unas
caricaturas o la quema de un libro, realizadas por individuos que solo
se representan a sí mismos. Por otra parte, el propio islam, a través
de su libro más sagrado y autorizado, odia y llama a la violencia
contra todos los que no son musulmanes.
Es de este asunto, que el islam califica de derecho "divino", que manda
no solo odiar, sino atacar violentamente y matar a otros, de lo que
debería ocuparse la comunidad internacional y la ONU. En lugar de ello,
prohíben precisamente la profanación del libro que canoniza tal odio
y violencia, ante lo cual lamentamos con el profeta: "¡Ay de los que
llaman
al mal bien y al bien mal; que toman las tinieblas por luz y la luz por
tinieblas!".
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