Diez similitudes entre la mafia y el islam
RAYMOND IBRAHIM
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Durante un debate en el programa Real Time de la cadena HBO,
el presentador Bill Maher declaró que el islam es «la única religión
que actúa como la mafia, que te mata si dices algo incorrecto, si dibujas
algo incorrecto o si escribes un libro incorrecto».
Maher se refería aparentemente a las leyes de
«blasfemia» del islam, que prohíben bajo pena de muerte cualquier
«insulto» —ya sea en una declaración, un dibujo o un libro— al islam y,
en especial, a su profeta, Mahoma.
Aunque Maher ha sido criticado por su afirmación
«islamófoba», tanto él como otros se sorprenderán al saber que las
similitudes entre el islam y la mafia van mucho más allá de castigar a
quienes dicen, dibujan o escriben «algo incorrecto».
A continuación, examinaremos algunas de estas similitudes.
Comenzaremos analizando la relación entre Alá, su
mensajero Mahoma y los musulmanes, y señalaremos varios paralelismos
con la relación entre el padrino, su subjefe y la mafia.
A continuación, examinaremos la naturaleza
clánica de la mafia y la compararemos con el tribalismo del islam,
especialmente en el contexto de la doctrina islámica de «lealtad y
enemistad». Por ejemplo, tanto en el islam como en la mafia, los
miembros que desean separarse, «apostatar», son asesinados.
Consideraremos cómo la mafia y el islam se han
beneficiado históricamente del chantaje de la «protección»: el islam ha
exigido la yizia a los no musulmanes bajo su autoridad/territorio y la mafia ha exigido el pizzo a las personas que se encuentran bajo su jurisdicción.
Por último, consideraremos qué explica estas
numerosas similitudes entre el islam y la mafia, incluso desde una
perspectiva histórica.
1. Alá y Mahoma / Padrino y subjefe
El padrino de las grandes organizaciones y
familias mafiosas —literalmente, el «padrino» o «jefe de jefes»— tiene
un control absoluto sobre sus subordinados y, a menudo, estos lo temen
enormemente por su crueldad. Tiene un «subjefe», su mano derecha, que
da las órdenes y hace cumplir su voluntad. El padrino suele ser
inaccesible; los miembros de la mafia deben pasar por el subjefe u
otros asociados de alto rango.
Compárese esto con la relación entre Alá y su «enviado» Mahoma (en árabe, a Mahoma se le conoce comúnmente como al-rasul,
«el enviado»). A diferencia del Dios judeocristiano —un Dios personal,
un Padre, con el que según Cristo se debe comunicar directamente (Mateo
6,9)—, el dios del islam, Alá, es inalcanzable, incognoscible,
intocable. Al igual que el padrino, es inaccesible. Sus órdenes son
reveladas por su enviado, Mahoma.
Si el Dios judeocristiano exhorta a los fieles a
«venid ahora, razonemos juntos» (Isaías 1,18), Alá dice: «No preguntéis
por cosas que, si os fueran reveladas, solo os causarían dolor» (Corán
5,101). Simplemente seguid las órdenes.
2. «Una parte del botín»
El padrino y su subjefe siempre obtienen «una parte del botín», una «porción», de todo lo que obtienen sus subordinados.
Lo mismo ocurre con Alá y su enviado, Mahoma. El
Corán 8,41 informa a los musulmanes de que «una quinta parte de todo el
botín de guerra que adquiráis va a Alá y al enviado» (seguido de la
familia de Mahoma y, finalmente, los necesitados).
3. Asesinatos
El padrino, a través de su subjefe, envía
regularmente a hombres de la mafia para que «eliminen» —asesinen— a
aquellos considerados enemigos de la familia.
Lo mismo hacían Alá y su enviado. Un ejemplo: un poeta no musulmán, Ka‘b ibn Ashraf,
insultó a Mahoma, lo que llevó a este último a exclamar: «¿Quién matará
a este hombre que ha ofendido a Alá y a su enviado?». Un joven musulmán
llamado Ibn Maslama se ofreció voluntario con la condición de que, para
acercarse lo suficiente como para asesinar a Ka‘b, se le permitiera
mentir al poeta.
El enviado de Alá aceptó.
Ibn Maslama viajó hasta Ka‘b y comenzó a denigrar el islam y a Mahoma
hasta que su descontento se volvió tan convincente que el poeta le tomó
en confianza. Poco después, Ibn Maslama apareció con otro musulmán y,
mientras Ka‘b bajaba la guardia, asesinó al poeta y llevó su cabeza a
Mahoma entre los habituales gritos triunfantes de «¡Alahú Akbar!».
4. Las circunstancias lo son todo
Mientras que la mafia se adhiere a un código de
conducta general, el padrino emite órdenes más flexibles según las
circunstancias.
Esto recuerda a toda la «revelación» del Corán,
donde los versículos/mandamientos posteriores contradicen a los
anteriores, dependiendo de las circunstancias (lo que en la
jurisprudencia islámica se conoce como al-nāsikh wal-mansūkh, o doctrina de la abrogación).
Así, mientras que Alá supuestamente le dijo al profeta que «no hay coacción en la religión» (Corán 2,256), una vez que el enviado se hizo lo suficientemente fuerte,
Alá emitió nuevas revelaciones que llamaban a la guerra total/yihad
hasta que el islam se alcanzara la supremacía (Corán 8,39; 9,5; 9,29;
etc.).
Si bien otras religiones y escrituras pueden
tener contradicciones, solo el islam las racionaliza mediante la
abrogación, es decir, dando prominencia a los versículos posteriores
que se consideran la «última» decisión de la deidad.
5. Lealtad al clan
La lealtad es fundamental en la mafia. Tras
elaborados rituales de juramentos de sangre, se espera que los miembros
de la mafia mantengan una lealtad absoluta a la familia, so pena de
muerte.
Del mismo modo, se espera que los miembros de la mafia estén siempre disponibles para la familia —«incluso si tu esposa está a punto de dar a luz»,
como dice uno de los «diez mandamientos» de la mafia— y que defiendan
al padrino y su honor, incluso si ello les cuesta la vida.
Compárese esto con la violencia y los disturbios
generalizados que se producen cada vez que se ofende a Alá o a su
profeta, cada vez que los «infieles» no musulmanes blasfeman contra
ellos. O, como decía Bill Maher: «Es la única religión que actúa como
la mafia, que te mata si dices algo incorrecto, dibujas algo incorrecto
o escribes un libro incorrecto».
La doctrina islámica de «lealtad y enemistad» (al-wala’ wa’l bara’),
que exhorta a los musulmanes a ser leales entre sí aunque no se gusten,
es especialmente ilustrativa. El Corán 9,71 declara que «los hombres
creyentes [musulmanes] y las mujeres creyentes [musulmanas] son aliados
unos de otros» (véase también 8,72-75). Y según Mahoma,
«un musulmán es hermano de otro musulmán. No lo oprime, ni lo humilla,
ni lo menosprecia... Todas las cosas de un musulmán son inviolables
para su hermano en la fe: su sangre, su riqueza y su honor»,
precisamente las tres cosas que los miembros de la mafia respetan entre
sí. Por eso, musulmanes como el mayor del ejército estadounidense Nidal
Hassan, cuya «peor pesadilla» era ser enviado a combatir contra otros musulmanes, a menudo arremeten.
6. Muerte a los traidores
Una
vez que un miembro novato de la mafia jura
lealtad a la mafia —incluido el código de silencio y secreto de la
omertà—, intentar abandonar la «familia» se considera una traición y se
castiga con la muerte. Cualquier miembro de la familia, grande o
pequeño, tiene autoridad para matar al traidor, al «tránsfuga».
Compárese esto con el islam. Nacer de padre
musulmán convierte inmediatamente al recién nacido en musulmán: no hay
que prestar ningún juramento, y mucho menos hay elección en este asunto.
Y, según la ley islámica, si los musulmanes de nacimiento deciden en
algún momento de su vida abandonar el islam, se les considera
«apóstatas» —traidores— y se les castiga, incluso con la muerte.
Cualquier musulmán ferviente, no solo las autoridades, está justificado
para matar al apóstata (por eso las familias musulmanas que matan a sus
hijos apóstatas rara vez son procesadas).
En palabras de Mahoma, el enviado (el «subjefe») de Alá (el «padrino»): «A quien abandone la fe islámica, matadlo».
7. Desconfianza y aversión hacia los «forasteros»
Además de la lealtad a la familia, se espera que
los miembros de la mafia no se hagan amigos ni se relacionen libremente
con «forasteros» —que por naturaleza no son de fiar, ya que no
pertenecen a la «familia»— a menos que dicha «amistad» ayude a mejorar
la posición de la familia.
Del mismo modo, la segunda parte de la doctrina
de la lealtad y la enemistad —la enemistad (al-bara’)— exhorta a los
musulmanes a mantener la distancia y la enemistad con todos los no
musulmanes o «infieles».
Así, el Corán 5,51 advierte a los musulmanes
contra «tomar a los judíos y cristianos como amigos y aliados...
cualquiera de vosotros los tome como amigos y aliados, es sin duda uno
de ellos». Según la exégesis islámica dominante de al-Tabari, el Corán
5,51 significa que el musulmán que «se alía con ellos [los no
musulmanes] y les ayuda contra los creyentes, ese mismo es miembro de
de la fe y la comunidad de aquellos», es decir, un desertor, un apóstata, un enemigo.
Otras escrituras similares son el Corán 4,89;
5,54; 6,40; 9,23 y 58,22. Esta última simplemente afirma que los
verdaderos musulmanes no se hacen amigos de los no musulmanes, «aunque
sean sus padres, hijos, hermanos o parientes». El Corán 60,1 declara:
«¡Oh, vosotros que creéis! No toméis a mis enemigos y a vuestros
enemigos [los no creyentes] como amigos: ¿les ofreceríais amor mientras
ellos niegan lo que os ha llegado de la verdad [es decir, mientras
niegan el islam]?». Y el Corán 4,144 declara: «¡Oh, vosotros que
creéis! No toméis a los infieles como aliados en lugar de los
creyentes. ¿Queréis dar a Alá [el «padrino»] un caso claro contra vosotros
mismos?».
8. Engaño y disimulo
Como se ha mencionado, las relaciones estrechas
con personas ajenas a la mafia que resulten ventajosas para la familia
(por ejemplo, la colaboración con un «policía corrupto») son
permisibles, siempre y cuando la mafia mantenga una distancia
prudencial y mantenga al forastero a raya.
Compárese esto con el Corán 3,28, que ordena a
«los creyentes que no tomen a los infieles como amigos y aliados en
lugar de a los creyentes... a menos que se protejan de ellos, tomando
precauciones». Según el comentario estándar del Corán de al-Tabari, «tomar
precauciones» significa:
«Si vosotros [musulmanes] estáis bajo su
autoridad [la de los no musulmanes] y teméis por vosotros mismos,
comportaos con lealtad hacia ellos con vuestra lengua, mientras
guardáis la animadversión interior hacia ellos... [pero sabed que] Alá
ha
prohibido a los creyentes ser amigables o mantener relaciones íntimas
con los infieles en lugar de con otros creyentes, excepto cuando los
infieles son superiores a ellos [en autoridad]. Si ese fuera el
caso, que actúen de forma amistosa con ellos mientras preservan su
religión.»
Después de interpretar el Corán 3,28 en el
sentido de que los musulmanes pueden «protegerse» «mediante una
apariencia externa» cuando están bajo la autoridad de los no
musulmanes, Ibn Kathir, quizás el exégeta más célebre del islam, cita
al profeta del islam (el «subjefe») diciendo: «En verdad,
sonreímos a algunas personas, mientras que nuestros corazones las
maldicen».
De manera similar, hace unos años, el jeque
Muhammad Hassan, un destacado clérigo salafista de Egipto, afirmó en
televisión en directo que, aunque los musulmanes nunca deben sonreír a
los no musulmanes, deben sonreír, aunque de forma insincera, si
ello contribuye a fortalecer el islam, especialmente en el contexto de
la da‘wa [el proselitismo].
La idea de odiar a los «forasteros» está al parecer tan arraigada en el islam que otro destacado clérigo
salafista, Yasser al-Burhami, insiste en que, aunque los hombres
musulmanes pueden casarse con mujeres cristianas y judías, deben
odiarlas en su corazón y mostrarles que las odian con la esperanza de
que se conviertan a la «familia» del islam.
(Para más información sobre la doctrina de la
«lealtad y la enemistad», incluidas las referencias a las fuentes
exegéticas citadas anteriormente, véase el exhaustivo tratado del líder
de Al Qaeda, Ayman Zawahiri, con ese mismo título en The Al
Qaeda Reader, págs. 63-115).
9. «Una oferta que no puedes rechazar»
Aunque la novela convertida en película El
padrino es ficticia, también capta gran parte del modus operandi de
la mafia. Consideremos, por ejemplo, la famosa frase «Voy a hacerle una
oferta que no podrá rechazar», pronunciada por el padrino a uno de sus
«ahijados», un aspirante a actor y cantante. Después de que el
director de un estudio le rechazara para un papel que deseaba
desesperadamente, el ahijado acudió a su padrino en busca de ayuda.
A medida que avanza la película, queda claro que
la oferta que no se puede rechazar consiste nada menos que en violencia
y amenazas de muerte: después de que el enviado del padrino que acude
al director para pedirle que le dé el papel al actor es rechazado de
nuevo, el director se despierta a la mañana siguiente y encuentra la
cabeza ensangrentada y decapitada de su semental favorito en la cama.
El ahijado consigue finalmente el papel en la película.
A lo largo de toda la trilogía de El padrino (que
refleja bien el enfoque de la mafia hacia los negocios), hacer a
alguien «una oferta que no puede rechazar» significa «haz lo que te
digo o sufre las consecuencias», posiblemente la muerte.
Compárese esto con la triple elección del islam.
Por orden de Mahoma, cada vez que los musulmanes conquistan un
territorio en nombre del islam, a sus habitantes no musulmanes se les
da tres opciones: 1) convertirse al islam («unirse a la familia»), 2)
mantener su identidad religiosa pero pagar un tributo (la yizia, véase más
abajo) y vivir como «forasteros», como dimmíes subyugados, o 3) ser
ejecutados.
A lo largo de la historia, la conversión al islam
ha sido una «oferta» que innumerables no musulmanes no han podido
rechazar. De hecho, esta «oferta» es responsable de la transformación
de gran parte de Oriente Medio y el norte de África, que eran
mayoritariamente cristianos en el siglo VII, cuando la yihad irrumpió
desde Arabia, en el «mundo musulmán» actual.
Al igual que la mafia, la oferta del islam a los
no musulmanes conquistados (los «forasteros») es básicamente «únete a
nuestra «familia», ayúdanos y te ayudaremos; si te niegas, te haremos
daño».
10. El negocio de la «protección»
Una vez que la mafia se apodera de un territorio,
una de sus principales fuentes de ingresos es el cobro del «dinero de
protección» a sus habitantes. Aunque el chantaje de la protección tiene
varios aspectos, uno de ellos se asemeja a una práctica islámica:
coaccionar a las personas del territorio de la mafia para que paguen
dinero a cambio de «protección», aparentemente contra elementos
externos; en realidad, la protección que se compra es frente a la propia
mafia, es decir, dinero de extorsión o pizzo. Los «clientes»
potenciales que se niegan a pagar por la «protección» de la mafia
suelen sufrir actos de vandalismo en sus propiedades y son objeto de
amenazas y acoso habituales.
Compárese el cobro del pizzo con el concepto
islámico de yizia: la palabra yizia aparece en el Corán 9,29: «Combatid
a quienes no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que
Alá y su enviado han prohibido, ni abrazan la religión de la verdad,
hasta que paguen el tributo [la yizia] con su propia mano y en estado de sometimiento».
En los hadices, el enviado de Alá, Mahoma —en
nuestra analogía, el «subjefe»— exhorta regularmente a los
musulmanes a exigir la yizia a los no musulmanes: «Si se niegan a
aceptar el islam —dijo el profeta—, exigidles la yizia. Si aceptan
pagarla, aceptadla y no les hagáis daño. Si se niegan a pagar la yizia,
pedid ayuda a Alá y combatidlos».
El significado original de la palabra árabe
«yizia» es simplemente «reembolsar» o «recompensar», básicamente
«compensar» por algo. Según el Hans Wehr Dictionary, el diccionario
estándar árabe-inglés, la yizia es algo que «ocupa el lugar» de otra
cosa, o «sirve en su lugar».
En pocas palabras, los no musulmanes conquistados
debían comprar sus vidas con dinero, o de otro modo las perderían a
manos de sus conquistadores musulmanes. Como lo expresa sucintamente un
jurista medieval, «sus vidas y sus posesiones solo están protegidas por
el pago de la yizia» (Crucified Again, pág. 22).
Y para colmo, igual que la mafia justifica su
recaudación de «dinero de la protección» presentándolo como dinero que
compra la protección de la mafia contra los «forasteros» —cuando, como
se ha mencionado, el dinero/tributo solo sirve para proteger al cliente
de la propia mafia—, los apologistas del islam también presentan la
recaudación de la yizia como dinero destinado a comprar la protección
de los musulmanes frente a los forasteros, cuando en realidad el
dinero/yizia compra la protección frente a los propios musulmanes.
Conclusión: ¿qué es la mafia en una palabra?
¿A qué se deben todas estas similitudes entre el
islam y la mafia? Una pista se encuentra en el hecho de que la propia
palabra «mafia», que significa «hostilidad hacia la ley, audacia»,
deriva de una palabra árabe, mahya, que traducida significa «alardear,
presumir, fanfarronear y pavonearse».
Esta etimología nos recuerda que Sicilia, cuna de
la mafia, estuvo bajo dominio árabe/islámico durante más de 200 años.
Aparte de la etimología prestada, ¿podría ser que algunos de los modus
operandi de la mafia también se hayan tomado prestados del islam?
Aislados en su isla, ¿podrían los sicilianos nativos haber adoptado
técnicas de control social bajo las que habían vivido y que aprendieron de
sus antiguos señores, aunque sin el barniz islámico?
La mafia no es el único ejemplo histórico de
organización criminal no musulmana influenciada por el islam. Por
ejemplo, los thuggees [o estranguladores] eran una
hermandad de bandidos y asesinos aliados que asaltaban y asesinaban
salvajemente a los viajeros en la India, a menudo fingiendo primero
amistad. Aunque más tarde se les asoció con el culto hindú de Kali, los
thuggees originales eran todos musulmanes. Todavía en el siglo XIX, un
gran número de thuggees capturados y condenados por los británicos eran
musulmanes.
Las similitudes son evidentes: además de asesinar
a sus oponentes, incluso, como se ha visto, mediante la traición, Mahoma
también se dedicó personalmente al bandolerismo, saqueando las
caravanas de tribus enemigas.
Y si las palabras «mafia» y «thug» tienen
etimologías árabes/islámicas, las palabras «asesinar» y «asesino» se
derivan de una secta islámica medieval: los hashashin, pioneros en el
uso del asesinato político —con promesas de un paraíso hedonista para
el asesino, que casi con toda seguridad moriría— en nombre del islam.
En cualquier caso, cuando el presentador de la cadena HBO,
Bill Maher, afirmaba recientemente que el islam es «la única religión
que actúa como la mafia, que te mata si dices algo incorrecto, si dibujas
algo incorrecto o si escribes un libro incorrecto», apenas estaba esbozando
las similitudes entre la mafia y otras organizaciones criminales, y el
islam.
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