Donald Trump, ¿defensor de la cristiandad?

RAYMOND IBRAHIM





¿Va Donald Trump camino de convertirse en el principal defensor del cristianismo? Eso es de lo que han estado informando varios medios de comunicación. Un titular de Fox News afirma que Trump «ha jurado ‘Defender la fe cristiana’».


Estas afirmaciones se remontan a una declaración de la Casa Blanca publicada el Domingo de Ramos (13 de abril 2025) en la que Donald Trump hablaba de Jesucristo y del Domingo de Pascua, o de Resurrección, en términos que edificarían al más fiel de los cristianos. A continuación, algunos fragmentos de la declaración de Trump:


«Esta Semana Santa, Melania y yo nos unimos en oración a los cristianos que celebran la crucifixión y resurrección de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, el Hijo vivo de Dios que venció a la muerte, nos liberó del pecado y abrió las puertas del cielo para toda la humanidad...»


«Esta semana es un tiempo de reflexión para que los cristianos conmemoren la crucifixión de Jesús y preparen sus corazones, mentes y almas para su milagrosa resurrección de entre los muertos.»


«En sus últimas horas en la Tierra, Cristo soportó voluntariamente un dolor atroz, la tortura y la ejecución en la cruz por un amor profundo y duradero hacia toda su creación. A través de su sufrimiento, tenemos la redención. Por su muerte, somos perdonados de nuestros pecados. Su resurrección nos da la esperanza de la vida eterna. En la mañana de Pascua, la piedra está removida, la tumba está vacía y la luz prevalece sobre las tinieblas, indicando que la muerte no tiene la última palabra.»


¿Quién iba a pensar que un presidente de Estados Unidos hablaría así? Como ha observado el evangelista Franklin Graham:


«La proclamación [de Trump] es histórica y no ha habido en mi vida un presidente que haya comunicado el evangelio tan claramente como él. ... No es un predicador, pero en esta proclamación dio uno de los mejores sermones de Pascua que los pastores hayan dado desde el púlpito. Donald Trump no tiene miedo de su fe. No se avergüenza de su fe, y está dispuesto a que el mundo lo sepa.»


Para quienes están familiarizados con las proclamaciones superficiales de las administraciones anteriores, es difícil negar la lógica de Graham.


En cuanto a la promesa de Trump de «defender» el cristianismo, he aquí el extracto pertinente de la proclamación del presidente en el Domingo de Ramos:


«Esta Semana Santa, mi Administración renueva su promesa de defender la fe cristiana en nuestras escuelas, fuerzas armadas, lugares de trabajo, hospitales y oficinas del gobierno. Nunca vacilaremos en salvaguardar el derecho a la libertad religiosa, defender la dignidad de la vida y proteger a Dios en nuestra plaza pública.»


Interesante, pero ¿todo esto convierte a Trump en un auténtico defensor del cristianismo, un Defensor Fidei (defensor de la Fe), un Athleta Christi (campeón de Cristo) o incluso un Miles Christi (soldado de Cristo), todos ellos epítetos utilizados para describir a los grandes héroes de la historia cristiana?


Como autor de un libro titulado Los defensores de Occidente: Héroes cristianos que lucharon contra el islam –y como alguien que ha investigado a fondo la defensa histórica del cristianismo–, creo que estoy bastante cualificado para responder a esa pregunta.


Muchos de los defensores sobre los que he leído y escrito eran, como Trump, jefes de hombres: condes, reyes e incluso emperadores. Sin embargo, a diferencia de Trump, estos hombres también eran guerreros, cuya defensa de la cristiandad solía culminar acudiendo al campo de batalla y, a menudo, estando en el centro mismo de la refriega. Muchos de ellos murieron luchando por la fe.


Aunque esto pueda sugerir que Trump no es un defensor del cristianismo, todavía no hemos tenido en cuenta el contexto, el tiempo y el lugar. Los defensores de los que he escrito vivieron en una época en la que la batalla era necesaria. Cuando el enemigo, en este caso los musulmanes, estaban siempre a las puertas y era necesario rechazarlos, espada en mano.


Nuestros tiempos son obviamente diferentes. Claro que los musulmanes siguen aterrorizando a los europeos, pero no porque estén invadiendo Europa, sino más bien porque la élite dirigente europea les permite entrar y les da facilidades contra la población nativa, antaño cristiana, lo cual es otro tema totalmente extraño sin precedentes históricos.


En Estados Unidos, sin embargo, que siguen siendo nominalmente cristianos, hay pocos ataques físicos contra el cristianismo, lo que naturalmente requeriría una defensa física, del tipo al que históricamente recurrieron los Defensores de Occidente. (Hay, sin duda, muchos ataques contra las iglesias, que son obviamente físicos, pero ya son ilegales y tienen que enfrentarse a la aplicación de la ley.) En resumen, el cristianismo en Estados Unidos no necesita ser defendido por la fuerza porque los ataques contra él no son por la fuerza.


Más bien, los ataques contra el cristianismo –y son muchos– son insidiosos y sutiles; giran en torno a políticas, prácticas y conductas arraigadas.


Como tal, se requiere una defensa de igual clase y medida, no una con espadas y lanzas. Y con este fin, la administración Trump está cumpliendo.


Así, dos meses antes de su reciente proclamación de Pascua, el 6 de febrero, Trump «firmó una orden ejecutiva estableciendo un grupo de trabajo para acabar con el hostigamiento anticristiano del gobierno y las conductas ilegales contra los cristianos», según un comunicado de la Casa Blanca:


«El grupo de trabajo, conocido oficialmente como el Grupo de Trabajo para Erradicar el Sesgo Anticristiano ... revisará las actividades de todos los departamentos y agencias para identificar y eliminar las políticas, prácticas o conductas anticristianas ... Identificará y abordará las lagunas en las leyes y sus aplicaciones que han contribuido al comportamiento anticristiano ... La Administración anterior participó en un notorio patrón de ataque a los cristianos pacíficos, mientras ignoraba los delitos violentos y anticristianos. El presidente Trump no tolerará este abuso de gobierno y está tomando medidas para garantizar que cualquier conducta, política o práctica anticristiana ilegal e impropia sea identificada, suprimida y rectificada.»


La alusión a la administración anterior de Biden es especialmente oportuna para nuestra discusión sobre el contexto y los tiempos. Las siguientes son algunas de las muchas medidas anticristianas que fueron adoptadas bajo la administración Biden:


→ El Departamento de Justicia de Biden presentó cargos por delitos graves y obtuvo sentencias de varios años de prisión contra casi dos docenas de cristianos provida, por rezar y manifestarse pacíficamente en el exterior de instalaciones abortistas.

→ El Departamento de Justicia de Biden ignoró cientos de ataques contra iglesias católicas, organizaciones benéficas y centros provida.

→ En 2023, un memorándum de la Oficina Federal de Investigación afirmó que los católicos tradicionales suponían una amenaza de terrorismo nacional y sugirió infiltrarse en iglesias católicas como forma de «mitigar la amenaza».

→ El Departamento de Educación de Biden intentó derogar las protecciones de libertad religiosa para las organizaciones confesionales en los campus universitarios.

→ La Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo de Biden trató de obligar a los cristianos a afirmar la ideología transgénero radical, en contra de su fe.

→ El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Biden trató de expulsar a los cristianos del sistema de acogida.


Incluso en el contexto de la Pascua, la Administración Biden se empeñó en burlarse del cristianismo: si Trump, en 2025, proclamó a viva voz y abiertamente la resurrección de Cristo, la Administración Biden, en 2024, declaró el Domingo de Resurrección como «Día de la Visibilidad Transgénero».


Así que sí, en igualdad de condiciones, y en el contexto de los tiempos y las circunstancias, Trump es un Defensor del Cristianismo. En comparación con sus contemporáneos, las palabras y los hechos de Trump son posiblemente incluso más impresionantes que los de los defensores cristianos de la historia, en comparación con sus contemporáneos.


Pero, por supuesto, eso también es un signo de los tiempos: casi todos los cristianos premodernos estaban dispuestos a luchar por su fe, lo que significa que el listón general era mucho más alto entonces. Dicho de otro modo, cualquier postura incluso moderadamente procristiana parece, hoy día, un logro asombroso, aunque habría sido lo normal esperado en otros tiempos.


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