‘Debemos
considerar
el sufismo con una mirada crítica’
RAZIKA ADNANI
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Cada vez más, se extiende la idea de que el
sufismo es la solución definitiva
para la crisis del islam y de los musulmanes. Muchos
ven en él el antídoto contra el salafismo, el radicalismo, el islam
político que alimenta la violencia en nombre del islam. En países
musulmanes, como Argelia, Egipto y Marruecos, se fomenta el retorno al
sufismo y se rehabilitan las cofradías sufíes, puestas a prueba tras la
expansión del wahabismo. En Occidente, la fascinación por el
sufismo se encuentra muy difundida. Además, muchas personas, para
distinguirse
del islamismo radical, prefieren presentarse como sufíes.
Fascinación por el
sufismo
La fascinación por el sufismo radica en el hecho de que quiere ser un
islam
espiritual. Se presenta, así, como solución a la supremacía
de la dimensión social en el islam, es decir, la charía considerada por
la gran mayoría de los musulmanes como sagrada e intemporal, lo que
constituye un obstáculo para la evolución de las sociedades musulmanas
y dificulta su transición a la era de la modernidad. En Occidente, y
particularmente en Francia, donde la laicidad está puesta a prueba
frente a
ese cuerpo legislativo, cada vez más reivindicado, el fomento del
sufismo es, para
muchos, una manera de ir hacia un islam más compatible con
los valores de la república.
El
sufismo es conocido igualmente por ser una doctrina de tolerancia, lo
que no puede menos que seducir, puesto que preocupa la violencia en
nombre del islam. Este perfil de tolerancia se le atribuya porque da
prevalencia a
la dimensión espiritual del islam. Ahora bien, en una espiritualidad
que tiene como único objetivo la adoración de lo divino, no solo son
válidos todos los tipos de islam, sino también todos las
religiones. Otro aspecto es que el sufismo canta el amor. ¿Qué hay
mejor que el amor para
contrarrestar la violencia y el fanatismo?
Sin embargo, reconocer esos aspectos positivos del sufismo no debe
impedirnos verlo con más realismo. Es importante subrayar que
cualquiera que sea la universalidad de su discurso, el sufismo es una
doctrina perteneciente al islam.
Aunque quiere ser espiritual, no rechaza la dimensión social del islam,
y esto desde el acercamiento que hubo entre los sufíes y los juristas
allá por el siglo XII. Los maestros sufíes recuerdan la importancia que
su doctrina otorga a las recomendaciones de Dios y su profeta. Algunos
como Ruzbehan y
Al-Ghazali fueron doctores en jurisprudencia. El jeque Jaled Bentounes,
padre espiritual de la cofradía sufí Al-Alawiya, escribe: "El islam,
como cualquier religión, tiene una apariencia externa, hecha de leyes,
doctrinas, preceptos, etc. Pero a los sufíes no les basta esto".
En cuanto al principio del amor, Nasr Hamid Abu Zaid, en su
libro Así hablaba a Ibn Arabi,
advierte contra la sublimación del sufismo y de Ibn Arabí como icono
del amor sufí. Se apoya en textos de este último
para mostrar que en circunstancias particulares Ibn Arabí mantuvo
posiciones
que iban contra el principio del amor que él mismo cantaba.
Fomentar la razón en
cuanto facultad racional
Con todo, el punto más negativo del sufismo radica en su teoría
epistemológica. Está fundada en principios que no alientan ni la
inteligencia ni
el pensamiento racional.
Es importante precisar que el auge del wahabismo no es
consecuencia del debilitamiento del sufismo, sino de la ausencia de un
pensamiento capaz de aportar una mirada crítica sobre sí mismo y sobre
las doctrinas salafistas
y literalistas, en las que aquel se apoya.
Por tanto, para luchar contra el wahabismo, no es suficiente
levantar ante él a su enemigo jurado, el sufismo. Para luchar contra el
wahabismo, hace falta valorar el pensamiento creativo y fomentar la
razón
como facultad racional. En cambio, el sufismo, en el plano
epistemológico, pertenece "a la gran teoría, que a fin de cuentas
abarca
todos los tipos de islam, con excepción de algunas escuelas, y que
considera que el pensamiento
humano no puede constituir una vía de acceso al conocimiento y la
verdad"
(Razika Adnani, Islam: ¿qué
problema? Los desafíos de la reforma, pág. 32).
Una mirada crítica
sobre el sufismo
La epistemología sufí se apoya en la teoría de los santos, que se funda
"en la
idea de que el conocimiento no es accesible ni por la especulación
intelectual ni por las percepciones sensoriales. Solo puede serlo por
la inspiración y el desvelamiento espiritual. Entonces, una vez más, es
Dios el que desvela
la verdad a aquellos que han alcanzado la pureza interior, es decir, a
los iniciados, a los santos". El que recibe la verdad no buscará ni
demostrarla ni explicarla, sino simplemente transmitirla.
Con esta teoría, el sufismo favoreció la superstición y la mentalidad
mágica, antípodas del pensamiento creativo y racional, y las
cofradías sufíes, hijas legítimas del sufismo, las difundieron entre
la población. El período de expansión del sufismo, entre el siglo XII y
el XIX, fue para el mundo musulmán el de la pobreza y el declive. El
valor de una teoría o una idea se mide ciertamente por sus efectos
sobre la
realidad de las personas que creen en ella y sus comportamientos.
Así
pues, el discurso sobre la tolerancia y el amor que propugnan
los sufíes, que sin duda es interesante, no debe impedir que
consideremos
el sufismo con una mirada crítica, que seamos prudentes, al
objeto
de no añadir un adormecimiento del pensamiento al que ya existe.
Razika Adnani es filósofa e
islamóloga. Ella
es miembro del Consejo de Orientación de la Fondation de l'islam de
France y directora fundadora de las Jornadas Internacionales de
Filosofía de Argel. Contribuyó a los trabajos del seminario "Laicidad y
fundamentalismos" organizado por el Collège des Bernardins.
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