Los
coranistas: ¿astutos o alucinados?
SAMI ALDEEB
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La colocación del
Corán en el museo
Hace unos años, un sudanés, sobrino de Hassan Al-Turabi, me planteó la
siguiente pregunta: ¿Pueden los movimientos islámicos volverse
democráticos?
Mi respuesta fue: sí, esto es posible a condición de que el Corán se
coloque en el museo, como se hizo con el código de Hammurabi que se
encuentra en el Museo del Louvre en París. Estos movimientos deben
abandonar la idea de que el Corán es un libro descendido del cielo,
como pretenden las autoridades religiosas musulmanas desde hace 14
siglos y como lo enseñan las universidades, las escuelas y las
mezquitas. El Corán es un desastre escrito por un rabino aturdido.
¿Aturdido? ¿Por qué aturdido? Porque es el libro más desordenado del
mundo.
Esta posición franca seguramente nos ahorrará las artimañas de los
pensadores que temen por su cabeza y de los coranistas alucinados que
buscan maquillar los ojos de un tuerto.
Cuando publiqué estos comentarios en un artículo, uno de mis lectores
no quedó satisfecho y me escribió:
"¿Los coranistas están alucinados? ¿Buscan maquillar los ojos de un
tuerto? Juro por el Noble Corán que eres un hombre ignorante e idiota."
Debido a esta objeción, no tengo más remedio que aclarar mi idea.
Mi conocimiento de
los coranistas
Los coranistas forman una corriente de pensamiento islámico moderno que
se basa únicamente en el Corán, primera fuente de la ley musulmana,
y no acepta de los relatos de Mahoma (segunda fuente de la ley
musulmana) más que los que no contradicen el Corán.
Mi primer conocimiento del pensamiento de los coranistas fue por un
encuentro con Muhammad Ahmad Khalaf Allah, en su casa de El
Cairo, el 25 de agosto de 1977, cuando yo preparaba una tesis doctoral
sobre los no musulmanes en países islámicos, caso de Egipto.
Para aquellos que no conocen a Muhammad Ahmad Khalaf Allah (fallecido
en 1997), es el autor del famoso libro الفن القصصي في القرآن, El arte
narrativo del Corán y de varias obras relacionadas con el Corán.
Él
fue quien me enseñó la noción del Corán en orden cronológico, y
consideraba que el Corán solo se comprende de esta manera. Este
pensador
rehúsa recurrir a la sunna (la tradición de Mahoma, los hadices) y se
fía únicamente del Corán.
Además, opina que los versículos del Corán deben situarse en su
marco histórico y no aplicarse como se hace en nuestros días. Es
necesario tener en
cuenta el interés público, al que da prioridad sobre los textos de la saria, e incluso sobre el Corán.
Por tanto, excluye la segunda fuente de la
ley islámica, la sunna, y reduce el papel del Corán.
Después, leí los escritos de Rashad Khalifa, el inventor de la teoría
llamada الإعجاز العددي في القرآن El
milagro de la simetría en el Corán.
Los musulmanes acogieron su teoría con gran entusiasmo. Sin embargo,
sus cálculos tropezaron con los dos versículos siguientes:
"Ha venido a vosotros un enviado
tomado de entre vosotros, a quien le pesa que sufráis, que vela por
vosotros, compasivo, misericordioso
con los creyentes. Si luego vuelven la espalda [a la fe], di: 'Dios me
basta. No hay más dios que él. En él confío. Él es el Señor
del inmenso trono" (Corán 113/9,128-129).
Entonces los suprimió de su traducción inglesa del Corán, al
considerarlos
como versículos satánicos. Lo mismo hizo su alumno turco Adip Yuksel,
en su
traducción al inglés.
Rashad Khalifa redactó un breve libro en inglés titulado Quran, Hadith, and Islam, que no ha
sido traducido al árabe a pesar de su pequeño
tamaño. Allí explica las razones por las que rechaza los relatos de
Mahoma.
Y desde entonces, no ha dudado en declararse mensajero de Dios,
basándose
en este versículo:
"Recuerda cuando Dios hizo el pacto de los
profetas: Cada vez que yo os dé un libro y una sabiduría, y después de
eso, venga a vosotros un enviado confirmando lo que está con
vosotros, creed en él y auxiliadlo. Dijo:
'¿Habéis asumido y aceptado mi alianza en esto?' Dijeron ellos: 'Lo
hemos asumido'. Dijo él: 'Sed testigos, entonces, yo también soy
testigo con vosotros" (Corán 89/3,81).
La Liga Musulmana
Mundial con sede en Arabia Saudí emitió una fetua contra él,
calificándolo de apóstata merecedor de la pena de muerte. A
consecuencia de esta fetua, fue asesinado por un musulmán en 1990,
cuando salía de una mezquita en Estados Unidos.
Por otro lado, leí los escritos de Jamal Al-Banna, el hermano menor de
Hassan
Al-Banna, fundador de los Hermanos Musulmanes, a quien encontré dos
veces
y que escribió a petición mía un texto contra la circuncisión
masculina,
que yo publiqué en mi libro
sobre la circuncisión. Asimismo, el libro de mi
amigo, el juez libio Mustafa Kamal Al-Mahdawi, titulado La clarificación del
Corán, y los escritos del Dr. Ahmed Sobhi Mansour, que puede
considerarse como el jeque de los coranistas. Este último vive
actualmente en Estados Unidos para escapar de la represión de las
autoridades religiosas y políticas de su país. Tiene un sitio especial
en Internet llamado أهل القرآن Gentes
del Corán.
También he presentado brevemente el
pensamiento de los coranistas en diversos escritos míos, en particular
en mi libro sobre los fundamentos
del derecho musulmán en francés, inglés e italiano, materia que he
enseñado en varias universidades francesas, italianas y suizas.
Confundido con
respecto a los coranistas
No oculto a los lectores que cada vez que
leo los escritos o escucho los discursos de los coranistas, me siento
confundido respecto a ellos. Se me
presentan dos opciones:
Primera opción: los
coranistas son astutos que recurren al disimulo (taqiya)
Si el llamamiento de los coranistas a
seguir el "Corán y solo el Corán" es
un ardid para deshacerse de la sunna, les estamos agradecidos. Al
hacerlo, nos liberan de la mitad del fardo de la saría. Y como
gran parte del Corán no es comprensible más que por la sunna, hacen que
el
Corán resulte ambiguo y, por tanto, inaplicable, ya que un musulmán
solo está obligado a aplicar disposiciones que sean auténticas y
claras. Entonces, si esa
es su intención, seré el último en arrojarles una piedra. Además, soy
consciente de que Dios no carga a nadie más allá de sus capacidades, y
todos tenemos hijos que debemos cuidar. Si su abandono de la sunna les
causa ya problemas, los expone a la cárcel y los fuerza a huir de su
país para refugiarse en "países de los infieles", ¿qué decir entonces
si
se pusieran a criticar el Corán? Por eso, debemos animarlos en
lugar de agobiarlos.
Un amigo del norte de África va más allá y piensa que los coranistas
son
ateos que no se atreven a confesarlo. Para hacer volar el Islam,
apuntan
a una de sus alas, a la sunna, hasta que el islam caiga como un pájaro
herido.
El problema es que el Corán no es menos malo que la sunna... y por
esto los coranistas tratan de maquillarlo; pero, al hacerlo, revelan
los defectos del Corán más de lo que los esconden.
Segunda opción: los
coranistas son alucinados que siguen mitos infantiles
Por supuesto, los coranistas no pueden
revelar sus intenciones, es
decir, deshacerse de la ley islámica haciendo saltar la sunna, que
constituye su segunda fuente, y reduciendo así el impacto del Corán.
Comprenden que
si divulgaran sus intenciones, serían acusados de apostasía, que
conlleva la pena de muerte. Pero tampoco tenemos derecho a acusarlos de
disimulo, porque no queremos exponerlos a ningún peligro.
Entonces nos queda la segunda opción. Los coranistas son alucinados que
siguen mitos infantiles, según los cuales el Corán procede de Dios y,
por ello,
es infalible. A partir de estos mitos, intentan por todos los medios
eximir al Corán de todo defecto lingüístico, moral y social,
recurriendo a sofismas. Por sofisma entendemos el recurso a
argumentos o razonamientos especiosos para inducir al engaño y la
ilusión.
Si queremos comparar su lógica con lo que pasa en la vida, podemos
decir que se parecen a un hombre que tiene una hija tuerta a la que
quiere casar a toda costa. Entonces la manda a los peluqueros y los
perfumistas para prepararla y ponerla atractiva, olvidando que los
perfumistas no pueden remediar lo que la naturaleza ha estropeado. El
Corán es un libro humano, y todo libro humano contiene lo bueno y lo
malo. Decir lo contrario es una insensatez. Las palabras de los
coranistas sólo engañan a los simplones que se les parecen.
Dar vueltas
Los coranistas no hacen más que dar vueltas en círculo para explicarnos
que el
Corán, que procede de Dios según ellos, no contradice los principios de
los
derechos humanos y es compatible con nuestra época.
Las
premisas son falsas: no hay nada que descienda del cielo excepto
la lluvia, los meteoritos y los excrementos de pájaro. Todo libro es
necesariamente humano. Y todo lo que es humano contiene lo bueno y lo
malo. Todo libro es producto de su tiempo. Y el Corán más que un libro
es un
desastre desordenado, escrito por un rabino aturdido. Tomemos a
propósito tres ejemplos entre
muchos otros.
"Golpeadlas"
En la sura 4 se dice:
"Los hombres tienen preeminencia sobre las
mujeres, porque Dios ha favorecido a unos con respecto a otras y por lo
que ellos gastan de sus fortunas. Las mujeres virtuosas son obedientes
y guardan el secreto que Dios manda guardar. A aquellas de las que
temáis la disensión amonestadlas, abandonadlas en el lecho, y pegadles.
Si os obedecen, no busquéis más medidas contra ellas. Dios es excelso,
grande" (Corán 92/4,34).
Todos los exegetas del Corán, sin excepción, han
entendido la
palabra adrubuhunna en el
sentido de "golpeadlas". Yo he reproducido en una obra
sobre este versículo los textos de 70 exegetas antiguos y modernos que
lo
demuestran.
Pero hay algunos musulmanes que intentan salvar a Dios, el presunto
autor del Corán, dando a la palabra adrubuhunna
otro significado,
proporcionando explicaciones en páginas y páginas como para ahogar el
pez en el agua.
Damos aquí la traducción de la versión inglesa hecha por el coranista
turco Edip Yuskel:
"Los hombres deben apoyar a las mujeres por lo que
Dios les ha regalado a unos y otros y por lo que ellos gastan de su
dinero. Las
mujeres reformadas son devotas y protectoras de la privacidad de lo que
Dios ha protegido. En cuanto a aquellas mujeres de las que temáis la
deslealtad, entonces las amonestaréis, las abandonaréis en el
dormitorio
y *las separaréis*; si os
obedecen, entonces no busquéis otro modo
sobre ellas. Dios es elevado, grande" (Corán 92/4,34).
Para atajar el camino y poner fin al debate sobre este versículo,
sugiero cambiarlo de la siguiente manera:
"A aquellas de las que temáis la disensión, exhortadlas, abandonadlas
en el lecho y dadles chocolate."
¿Qué opinan mis lectores de este cambio radical?
He examinado numerosas traducciones inglesas del Corán y he comprobado
que los coranistas no son los únicos que manipulan el versículo
92/4,34.
Veamos cómo traducen el término adrubuhunna
algunas traducciones:
- separadlas
- azotadlas
- arreadles
(ligeramente)
- alejaos de ellas
- golpeadlas
[ligeramente]
- apartaos de ellas
- separaos de ellas
- acostaos con ellas
(cuando estén dispuestas)
- pegadles (es decir,
golpeadlas ligeramente)
- seguid
amonestándolas con ejemplos para que dejen de rebelarse
- alejaos de ellas
durante un tiempo
- azotadlas
(justamente y no por enfado)
- alejaos de ellas
- arreadles [no de
manera violenta]
- abofeteadlas (sin
aspereza)
- escarmentadlas
- ignoradlas /
desdeñadlas / empujadlas
- castigadlas
(suavemente)
- pegadles (lo
suficiente para ofenderlas)
- pegadles (de
palabra, o por acción)
¿De dónde viene el
problema?
Los musulmanes consideran que el Corán es la palabra de Dios. Como la
moral de nuestra época se niega a pegarle a las mujeres, los promotores
del islam en los países occidentales encuentran problemático explicar
el versículo mencionado más arriba. Entonces intentan torcer el cuello
de la lengua para atenerse a la moral de nuestra época.
Si consideraran al Corán como un libro humano que contiene lo bueno y
lo
malo, y que es producto de su tiempo, no tendrían necesidad de todas
esas
manipulaciones.
A
menudo he escuchado en discusiones entre musulmanes y no musulmanes
las siguientes ideas: "¿Entiendes el árabe? La traducción es falsa", y
como los oyentes occidentales no entienden el árabe, esto hace que se
sientan confundidos. Una vez asistí personalmente a una discusión con
un
imán de origen
yugoslavo que vivía en Suiza y que no entendía el árabe. Y cuando
mencioné
el versículo "adrubuhunna",
rápidamente dijo: "La traducción es falsa". Mienten como respiran.
"Cortad la mano"
En la sura 5 se dice:
"Está
prescrito con respecto al ladrón y la ladrona: cortadles las dos
manos a ambos, en castigo por lo que han cometido, como intimidación de
parte de Dios. Dios es orgulloso, sabio" (Corán 112/5,38).
El sitio web Gentes
del Corán (ahl al-Qur'an)
rechaza el significado
usual de este versículo tal como lo entienden tanto los exegetas del
pasado como los contemporáneos. Explica:
"La
palabra 'cortar' no se refiere a la 'amputación'
de la mano, sino más bien a la prevención, a impedir la función de la
mano, y
el castigo está dirigido a la persona y no a la mano. Entonces el
castigo consiste en encontrar un medio disuasivo y doloroso como la
prisión por un
período determinado, o la aplicación de un dispositivo electrónico en
la mano o
colocarla en un molde de hierro que impida su movimiento y su
actividad por un período determinado, o la aplicación de medidas
similares decididas por la sociedad como castigo disuasorio y
psicológicamente doloroso contra esa persona. El castigo consiste en
cortarle la
mano al ladrón de dos maneras: la primera es impedir la función de
la mano, y la segunda es hacer sufrir psicológicamente al ladrón por el
sentimiento de vergüenza ante su familia y la sociedad. El culpable
es hijo de la sociedad, y debe ser acogido y cuidarlo, y no amputarle
uno de sus miembros."
Este versículo fue traducido al inglés por Edip Yuksel de la siguiente
manera:
"El ladrón y la ladrona, los marcaréis, cortaréis o
amputaréis sus manos / medios como castigo por su delito y para servir
como escarmiento de parte de Dios. Dios es noble, sabio."
Señalemos
aquí que el jeque egipcio Muhammad Abdullah Nasr fue
condenado a dos años de prisión porque trató de explicar este versículo
en el sentido de los coranistas. Para él, este versículo significa que
debemos tratar de impedir que el ladrón repita su delito
rehabilitándolo
para que se convierta en buen ciudadano. En opinión de Nasr, la
intención aquí es cortar el robo, no cortar la mano físicamente. El
juez dictaminó que el jeque se estaba burlando de la religión, ¡aunque
este juez no condena al ladrón a la amputación de la mano! Dado que la
aplicación de las sanciones islámicas no está en vigor en Egipto, este
país
utiliza un código penal basado en el código penal francés. Si la
sanción prevista por robo ya ha sido sustituida por una pena de
prisión, entonces ¿qué
crimen había cometido ese pobre jeque? Aportar na nueva interpretación
del Corán ¿es un crimen? Después de su salida de prisión, el jeque
Muhammad
Abdullah colgó sus hábitos religiosos y
se dedicó a vender pescado en el mercado.
Destrucción de
estatuas
El último hallazgo de los coranistas se refiere a la destrucción de
estatuas por parte del Estado Islámico en Irak, destrucción condenada
por el muftí egipcio, al tiempo que exime al islam. Pero, ¿cuál es la
posición de los coranistas?
Alguien planteó la siguiente pregunta:
"¿Es auténtico el relato de la demolición de ídolos por Mahoma en
La Meca? Si es así, ¿cómo conciliarla con la libertad religiosa y la
libertad de pensamiento en el islam?"
Respuesta de Ahmed Sobhi Mansour, que es el jefe de los coranistas:
"Este
hecho no es auténtico. Quizás fue la tribu de
los curaisíes la que los demolió para demostrar su seriedad al entrar
en el
islam. Pero está probado que algunos musulmanes en Medina todavía
veneraban monumentos santos o tumbas, y esto fue prohibido por
los versículos 5,90-91:
¡Vosotros que habéis creído! El vino, el juego de
azar, las piedras erectas y las flechas adivinatorias no son sino
abominación y obra de Satanás. ¡Evitadlo, pues! ¡Quizá
lo consigáis! Satanás solo quiere infundir enemistad y odio entre
vosotros, por medio del vino y el juego de azar, y apartaros del
recuerdo de Dios y del rezo. ¿No vais a absteneros de ello?"
Esta manera de disculpar al islam va en
contra de todos los exegetas y los historiadores musulmanes, que
afirman que Mahoma efectivamente destruyó
los ídolos de La Meca. Además, el Corán narra la demolición por
Abrahán de las estatuas de su pueblo, y la demolición por Moisés del
becerro de oro. Y es bien sabido que Abrahán y Moisés son ejemplo para
los
musulmanes.
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